Gato
Publicado en Sep 30, 2013
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Un cuento de Mala Concha
La Mala se sentía desengañada. El pibe Tigre que le había prometido su amor ahora la dejaba porque estaba celoso. Justo él que no dejaba títere con cabeza y entregaba a la Mala a ser devorada por las partuzas de hombres hambrientos que la bañaban de orina y semen. Justo él que se cojía a cualquiera sin importar argumento alguno. Justo él para quien el ponerla era un principio tan sagrado como dios para un cristiano o las vacas para los hindúes.
El día gris se disipaba extinguía entre mensajes de texto de ruptura y el puré de reproches con sardinas (la Mala recordaba el soneto de Sabina). Tan solo ayer, él la montaba, se abrigaba en su culo dilatado como una cueva donde se refugian los salvajes frente a la tormenta hostil, nadaba por los intestinos y vomitaba por su boca saliva y con la cual mojaba nuevamente el culo donde se volvía a perder dentro del mismo como si se tratara de Quieres ser John Malcovich pero en una cueva carnosa llena de mierda y semen. Recordando, la Mala sacudió su culo en la silla y se mordió los labios de gozo.
Maldijo al pibe Tigre en voz baja -Más que pibe Tirge, gato. Y simplemente dejo de responder los mensajes del celular.
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Foto del autor facundo aguirre
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Descripción

Un cuento de Mala Concha La Mala se sentía desengañada. El pibe Tigre que le había prometido su amor ahora la dejaba porque estaba celoso. Justo él que no dejaba títere con cabeza y entregaba a la Mala a ser devorada por las partuzas de hombres hambrientos que la bañaban de orina y semen. Justo él que se cojía a cualquiera sin importar argumento alguno. Justo él para quien el ponerla era un principio tan sagrado como dios para un cristiano o las vacas para los hindúes. El día gris se disipaba extinguía entre mensajes de texto de ruptura y el puré de reproches con sardinas (la Mala recordaba el soneto de Sabina). Tan solo ayer, él la montaba, se abrigaba en su culo dilatado como una cueva donde se refugian los salvajes frente a la tormenta hostil, nadaba por los intestinos y vomitaba por su boca saliva y con la cual mojaba nuevamente el culo donde se volvía a perder dentro del mismo como si se tratara de Quieres ser John Malcovich pero en una cueva carnosa llena de mierda y semen. Recordando, la Mala sacudió su culo en la silla y se mordió los labios de gozo. Maldijo al pibe Tigre en voz baja –Más que pibe Tirge, gato. Y simplemente dejo de responder los mensajes del celular.

Palabras Clave: Un cuento de Mala Concha La Mala se sentía desengañada. El pibe Tigre que le había prometido su amor ahora la dejaba porque estaba celoso. Justo él que no dejaba títere con cabeza y entregaba a la Mala a ser devorada por las partuzas de hombres hambrientos que la bañaban de orina y semen. Justo él que se cojía a cualquiera sin importar argumento alguno. Justo él para quien el ponerla era un principio tan sagrado como dios para un cristiano o las vacas para los hindúes. El día gris se disipaba extinguía entre mensajes de texto de ruptura y el puré de reproches con sardinas (la Mala recordaba el soneto de Sabina). Tan solo ayer él la montaba se abrigaba en su culo dilatado como una cueva donde se refugian los salvajes frente a la tormenta hostil nadaba por los intestinos y vomitaba por su boca saliva y con la cual mojaba nuevamente el culo donde se volvía a perder dentro del mismo como si se tratara de Quieres ser John Malcovich pero en una cueva carnosa llena de mierda y semen.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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