Trgica noche de pasin
Publicado en Sep 25, 2013
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¿A quién se le podría ocurrir? – Dime a quién – exclamó colérico el inspector al llegar a la escena del crimen. En todos estos años, nunca he visto nada igual,  ¿Acaso tú? Casi más parece una burla hacia la policía francesa ¿Tan poco confiables parecemos, que necesitan intervenir? O ¿Simplemente es un acto preparado necesariamente por alguien que nos odia y desea a toda costa perjudicarnos? Arguyó con tono apesadumbrado llevando ambas manos a su cabello cano que acicalaba su rostro aguileño, al tiempo que dejábase caer sobre sus posaderas a un costado de la cama a cuyos pies yacía el cuerpo sin vida de la mujer. De espaldas a él, a pasos de la ventana que daba a la calle, el sargento T., leía atónito la carta dejada por la mujer. Era inexplicable que siendo la víctima relatara con lujo de detalles los detalles del crimen pasional, adelantándose incluso a su propia muerte, más inexplicable resultaba que terminara culpando de su muerte al canino (único testigo de lo realmente ocurrido en la habitación) que a la llegada de ambos hombres se hallaba sobre la cama sosteniendo en su hocico el papel que lo incriminaba.
 
¿A quién se le podría ocurrir? Seguía diciéndose el inspector con un tono gastado que suplicaba una respuesta del más allá. En tanto, la tarde parisina bajaba su telón, con un crimen aparentemente resuelto que no aguantaba lógica alguna.
 
 
FIN
 
 
Sí, has leído bien amigo lector, es el fin de éste relato, no te has equivocado y menos yo, la culpa es de ella (me refiero a Antonella, la protagonista y única responsable de que las cosas hayan tomado éste rumbo) Sin lugar a dudas, debo confesar que más de una vez leí que algún escritor empezó su novela por el último capítulo, uno de ellos fue Truman Capote (quien de algún modo me inspiró) pero de ahí, a escribir el final en la primera página, eso fue idea sólo de ella… la mujer inspiradora de esta historia y que terminó siendo mi amante. No, no es lo que piensas, no se trata de la confesión de una aventura amorosa en mi vida… todo comenzó, con la idea de escribir de amantes, de algún modo me apasiona éste tema, esas vidas llenas de intrigas, mentiras, pasión descontrolada, en contrapartida a la frialdad de la cama del marido o la esposa; estas dobles vidas, que se alimentan una de otra y que al faltar una de ellas la otra tiende a morir de inmediato, pues pierde su sentido, es lo que tanto me fascina. Entonces para llevar a cabo mi creación literaria imaginé a una mujer llevando esta vida, se llamaría Antonella, y vivía por entonces, con su esposo un hombre de familia en un hotel parisiense, mientras se resolvían ciertos problemas con la herencia de su padre, que era disputada por su hermano mayor amante del dinero y las comodidades. El esposo de Antonella, sería un hombre de poco carácter que se dejaba influir en demasía por su madre, quien fuera por entonces, la responsable de la unión con su hijo, puesto que vislumbró en ella la pasión que le faltaba a su heredero y apostó a que le daría junto con varios hijos la estabilidad emocional que según ella, el pequeño Philips necesitaba. Lo que no contaba la madre de Philips, era que su primogénito no pudiera concebir. Fue así que tras tres años de espera, y no habiendo descendencia decidió sacarlo de la mansión que le había regalado para su matrimonio (argumentando que sería por el periodo de tiempo que durarían las reparaciones y mejoras que necesitaba imperiosamente la casona; tiempo prudente para que su hijo mayor pudiera darle los nietos tan anhelados  que se había casado recientemente con una bella joven irlandesa y a quienes les estaba prometida la casa en caso que ello ocurriera) El pequeño Philips que nada de eso sospechaba, se dejó llevar al hotel a pesar que Antonella percibía los planes de su suegra.  
 
Cierta noche, en que la apasionada Antonella soñaba con un hombre que la poseía con furia, pensé en buscarle un amante, y se me ocurrió que el joven mozo que atendía las mesas del hotel, sería el amante indicado para mi intrigante diva. Era joven para ella, bien parecido, rudo y de contextura fuerte, ideal para iniciar una aventura con mi fogosa doncella. Entonces sucedió lo inesperado. Despertó del sueño agitada, como adivinando mis intenciones y gritando ¡NO! ¡Ese mozalbete imberbe no lo quiero, quiero un hombre de verdad! Y ¿Un hombre como quién? pregunté. Un hombre como tú, es más, te quiero a ti dijo apuntándome de modo desafiante. ¿De qué hablas? Yo soy el escritor, el creador de esta historia, debes entender que todo esto es ficción… Ficción, ficción, estoy harta de todo eso, necesito sentirme mujer aunque sea por una sola noche…Pero eso es imposible – repuse. Imposible será para ti, pero no para mí… ¿O acaso por ti, no corre sangre por tus venas? Pues claro que corre, yo soy real – contesté  ¿Real? ¿Estás totalmente seguro de ello? ¿Y si fueras la creación de otro escritor?; ¿Qué dices, deliras? – Contesté- ¿Tú también deliras? – me recriminó - ¿Me creas, me imaginas, me ves, me haces sentir, pero todo es tu imaginación? Haces creer a tus lectores, que me excito con caricias, que mi cuerpo convulsiona de placer, que mis pechos son firmes y suaves ¿Acaso los has tocado? No lo necesito, uso mi imaginación, es todo. No necesito matar a nadie, para relatar un crimen, esa es la magia. Vivir la ficción ¿entiendes? ¡Escribes, escribes e imaginas! Vives imaginando  ¿Cuándo te vas a dedicar a vivir? dime ¿Cuándo? Vivo a través de ustedes, me apasiono creándoles un mundo, una vida, y me alegra que otros disfruten de mis personajes, no te das cuenta que muchas mujeres querrán ser como tú después de conocerte, que muchos hombres soñaran imaginándote… ¡NO, NO, y mil veces NO! Yo quiero ser tocada de verdad, que un hombre ponga las manos sobre mi cuerpo, me apriete con sus manos, y me haga sentir la más perra de las perras… Bueno trabajaré para eso – contesté dando por terminada la conversación. ¡NO! No me entiendes te quiero a ti, desde que nací he esperado por ti… ¿Perdón? ¿Qué es todo ese cuento que desde que naciste? tú naciste hace un momento cuando yo te cree ¡Eso es lo que crees tú! escritorcillo de cuarta, te lo voy a demostrar y entonces sucedió. Me desvanecí o eso creo y aparecí desnudo en la cama de Antonella… ¿Qué es esto? pregunté asombrado. Ficción, sólo ficción, según tú me contestó con tono burlesco…anda ¿No deseas tocar mi cuerpo? y levantó las sábanas para demostrar su desnudes… No atinaba a nada, no entendía como mi mente podía llegar a un nivel tan elevado de sutileza, me parecía tan real, olía su proximidad, su calor, su perfume, podía escuchar nítidamente el timbre sensual de su voz, podía apreciar su ondulada cabellera caer de manera grácil sobre sus hombros… ¿Quieres huir? Anda ahí está la puerta dijo indicándola con una mueca de su boca. Me incorporé y me asomé al umbral sin importar el estar desnudo, entonces vi por el pasillo que venía Philips. Tu marido viene hacia acá – exclamé agobiado. Y que te preocupa ¿Acaso no está en tu mente? haz que se devuelva. Cerré los ojos y empecé a pensar en que sucediera algo con él, pero por más que me esforzaba nada de eso pasó. Philips entró a la habitación y yo me encontraba desnudo a los pies de la cama, manteniendo los ojos cerrados, expuesto a una situación patética, en la que permanecí mientras sostuvieron una de esas pláticas insípidas propia de los matrimonios que no tienen nada más en común, que la conveniencia para las familias, el dialogo entre ambos terminó cuando el indicó que a las ocho bajara al vestíbulo, que quería que jugara Bridges con la esposa del gobernador. Antonella no me sacaba la vista de encima, y mantenía en todo momento una sonrisa socarrona en su rostro, tanto así, que en un momento Philips, le preguntó- ¿Qué te parece tan gracioso mujer?, Nada cariño es sólo mi imaginación que ve a un hombre desnudo a los pies de la cama, tiritando de miedo porque tú lo sorprendas… Sin duda que eso sería algo gracioso, deja de pensar en hombres desnudos y preocúpate de bajar a la hora, no me gusta que me dejes mal ante mis invitados… ¿Amor, no te molesta si antes hago el amor con mi hombre imaginario? exclamó Antonella con un tono desconcertante que Philips, no supo contestar y moviendo la cabeza cerró la puerta tras sí. Ya ves, ven a la cama, puedes hacerme el amor y me estiró los brazos… Estás helado cobíjate un poco antes de tocarme. Pareces tan real, con sólo contemplarte me podría enamorar  -exclamé… El escritorcillo incrédulo ¿Ahora dice que me ama? y hasta hace un rato decía que yo era pura ficción, sólo creación de su mente…Anda toca, puso mi mano en su vientre, te parezco irreal, es carne de mujer, una hembra deseosa que la hagan suya, que esperas, acuérdate que debo bajar antes de las ocho ¿No escuchaste a mi maridito? Bésame, hazme tuya de una vez. Se incorporó hacía mi, sentí sus labios y el peso de su cuerpo sobre mí; la besé suavemente, No así no –reclamó-  no es una novelita rosa, yo quiero pasión, piensa que soy una mujerzuela ¿Me besarías así? no verdad, anda inténtalo de nuevo, eso es, más pasión te dije, tócame, quiero que abuses de mi, así está mejor, mucho mejor, sus pechos ardientes y dispuestos me fueron encendiendo, y luego al sentir sus hermosos glúteos firmes entre mis manos que hacían halago a sus veintisiete años, provocó que sin importar si aquello era un sueño o una forma de conexión onírica elevadísima, o eventualmente la invención literaria de un escritor lo que me hacía sentir esto, me dejé llevar y gocé cada centímetro de la piel de Antonella, que vivió entre mis brazos su primer orgasmo. Nunca vi mujer bramar como ella lo hiciera aquella vez, parecía de otro mundo, todo su ser exudaba puramente sexo. Con una sonrisa en sus labios, luego del éxtasis vivido, me besó y me dijo susurrando al oído, ¡lo sabía, lo sabía! sabía que contigo sería distinto, gracias mi amor, ahora puedo recibir dichosa la muerte. Se metió al baño, la escuché cantar mientras se vestía, en tanto yacía tendido boca abajo, esperando despertar de ésta locura y ponerme a escribir, escribir, la pasión que Antonella había despertado en mí, sí, lo escribiría en primera persona, como el amante que entraría a su habitación cada día o noche en ausencia de Philips. Sí, eso haré, mandaré de viaje a Philips, por varios días, un mes, meses quizás, para vivir mi pasión con Antonella, si eso haré… o mi amada y dulce Antonella. Cerré los ojos y me quedé dormido sobre las sábanas impregnadas aún de su olor de hembra.
 
Me despertó su mano acariciándome suavemente la espalda, había amanecido. ¿Dónde estoy? Dormimos juntos toda la noche… y Philips, pregunté… Se fue con sus primos por unos días a la Villa de la Abuela, estaremos solos unos días mi amor… dijo esto besándome (Acaso, no era lo que yo tenía tramado, pero que aún no lo había escrito, ¿oh si?; da lo mismo) respondí el beso de mi amada, y de inmediato dispuesto a hacerle el amor le saqué el camisón que traía…ante su mirada atónita pregunté -¿No querías pasión? En tanto me incorporaba sobre ella… Sí, mi amor, es que pensé que estarías cansado luego de lo de anoche… ¿Anoche?...sí, me hiciste el amor casi toda la noche…va, creí que había dormido… ¿A eso le llamas dormir? Entonces duerme, duerme, amor mío y me abrazó asiéndome contra ella. Los días siguientes solíamos pasear por el parque, me presentaba a sus amistades y cuando decía que era escritor, la gente me admiraba, y me llenaba de halagos, más cuando preguntaban que escribía, ella se adelantaba para responder que estaba trabajando en la novela más importante de mi vida y entonces - sólo me limitaba a asentir.
 
No recuerdo bien, cuanto tiempo llevábamos juntos viviendo nuestro romance, pero una noche luego de habernos amado, le confesé que nunca había sido tan feliz en mi vida, pero que deseaba volver a mi vida. Su sonrisa se desdibujó de inmediato. ¿No eres feliz conmigo? Me preguntó dolida. Sí mi amor, por lo mismo quiero volver para escribirlo, cómo tú has dicho será mi mejor novela, ya no será necesario imaginarme las escenas de pasión, podré hablar de ello con propiedad porque sólo tendré que recordar cada instante contigo…y ¿Qué pasará conmigo? si tú te vas moriré… No mi amor, regresaré por ti, seré un escritor famoso, me pedirán otras obras, y me internaré en tu mundo cada noche… ¿Y cómo si tú no sabes como llegar? Bueno, me enseñarás o crearemos una puerta secreta, en fin, en éste momento no lo sé…Ya se nos ocurrirá algo… ¡No has entendido nada! Sigues siendo el escritorcillo de cuarta, me respondió y se incorporó hacia la ventana. La luna bañaba su silueta, me parecía tan real, que podía haber aceptado quedarme con ella para toda la vida. De pronto se giró hacia mí, y me preguntó ¿Qué es ficción? ¿Qué es real? Bueno, esto claramente es ficción – respondí – sin siquiera pensar mucho en la respuesta… ¿Así? ¿Sabes cuanto tiempo llevamos juntos?...no lo sé, la verdad es que no me he dado cuenta ¿dos o tres semanas? Seis meses, para ser exacto, dime entonces ¿Cómo explicas que hayas vívido tanto tiempo si todo esto es ficción? Un ser real, no sobrevive tanto tiempo comiendo y bebiendo cosas irreales… Bueno, en un mundo irreal, todo es posible, un minuto puede transformarse en un año, o en varios años, hasta en siglos si así lo quisiera, podría hacerte renacer en otro siglo, yo mismo acaso, vivo en el siglo XXI, algo que tú ni siquiera imaginas… de hecho esta historia es virtual, la he creado para que otras la lean, pero no existe, no podrán nunca tocarte, sentirte, es todo ficción…y ¿Acaso mi cuerpo te pareció ficción? ¿Mis orgasmos te parecieron producto de mi imaginación; crees que soy tan estúpida para distinguir lo real de lo irreal? Tus personajes son irreales, tus historias, tus estúpidas narraciones son irreales, pero yo ¡Yo soy real, nací para ti, soy tuya, si tú no me aceptas, no tiene razón que exista!...¡Antonella, no sigas! esto debe acabar, fue bonito, quizás la experiencia surrealista más impresionante que haya tenido, y que quizás jamás tendré, pero eso es todo…¡Eso fue todo  para ti! te atreves a llamarme ahora una expresión surrealista ¿Eso es lo que fui para ti? ¿Sólo eso? Una ficción erótica que te sirvió por unos meses para copular…¡Antonella, no lo pongas en ese plano!...y ¿En que plano quieres que lo ponga? te he dado los mejores años de mi vida, y ahora me botas como un manuscrito sucio al papelero… ¡Tú no tienes vida, entiende Antonella, tú eres sólo parte de mi creación, así como te cree, puedo hacerte desaparecer!… ¡Entonces hazlo! o mejor aprovecha que viene Philips y deja que él lo haga, así será menos doloroso para ti…Tu esposo es otra creación mía, hará lo que yo le diga… ¿Estás seguro?. La puerta se abrió y la figura de Philips, se vio imponente en el umbral. ¿Cómo pudiste Antonella? ¿Cómo pudiste engañarme con él? Antonella bajó la vista, por primera vez la vi sumisa. ¿Quién es este hombre? ¿De donde apareció? Antes de que ella contestara me adelanté, y le dije quien era, soy el escritor que los ha creado y quien tiene el poder de hacer y deshacer con la historia y sus personajes. Ustedes son meramente eso, simples personajes fruto de mi creación – contestó de modo tajante. Philips, me miró fríamente y luego le preguntó a Antonella ¿Y tú le creíste?  Luego, con una sonrisa en los labios, se volvió hacia mí, y en un tono sarcástico me increpó - Haber semidios ¿Qué se supone que hará con nosotros ahora que ya descubrí el idilio que tenías con mi esposa tras mi espalda? ¿Matarme para quedarte con Antonella? Y ¿Luego qué? Es lo que trataba de explicarle a ella antes de que usted entrara en escena…pero ¿Cómo no es usted quien gobierna el guión? Últimamente han pasado cosas que se han salido de control…respondí apesadumbrado. Pretende usted reconocer que no tiene el control total de la situación, entonces si no es usted, es otro escritor quizás ¿Vida te das cuenta? exclamó en forma aparatosa dirigiéndose nuevamente a Antonella, que para mi sorpresa permanecía callada. Todo está escrito en la carta que hay en el cajón del velador dijo ella indicándole con la mano. Philips se dirigió resoluto hacia el velador, abrió el cajón y sacó el documento. Primero la leyó en silencio, y luego girando sobre sus talones se dirigió hacia mí, indicándome en voz alta, un párrafo de la misma. Aquí dice que Antonella le matará a usted con un abrecartas, miré a Antonella y vi que en su mano derecha, empuñaba el abrecartas, totalmente absortó, sólo atiné a decir ¿Pensabas matarme? Ella asintió con la cabeza… luego Philips continuó, producto de mis celos debo golpearla y tirarla sobre la cómoda donde se golpeará fuertemente en la cabeza perdiendo en un instante la vida, sólo vivirá los segundos precisos para alcanzar a pronunciar el hechizo que me convertirá en un perro. Terminaré sosteniendo esta carta en el hocico esperando la llegada de la policía… Querida, me parece fantástico el final, ni el mismo Allan Poe, hubiese podido tramar uno mejor ¿No lo cree así, señor escritor?… ¿Qué le sucede? ¿Se siente mal? No puede morirse ahora, no antes de que Antonella le entierre el abrecartas. Una extraña sensación se apoderaba de todo mi ser ¡Vamos querida actúa rápido que se nos muere!, antes de dejar de ver la luz, alcancé a ver la mirada endemoniada de Antonella abalanzándose hacía mi, y sentí como me enterrara el abrecartas directo en el corazón, en el preciso instante que creía estar escribiendo mi mejor novela.
 
 
                                               *********                    
 
 
 
 
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Foto del autor Esteban Valenzuela Harrington
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Descripción

Cual ee el limite de la ficcin?

Palabras Clave: Real

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



Comentarios (2)add comment
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Raquel Esther Gmez Aguiar

Una historia de ficción excelentemente lograda, por lo general el escritor incursiona como primera persona en el momento que crea oportuno intervenir, pero en esta solo hasta el final develas tu creatividad.
Mis sinceras felicitaciones.
Un abrazo
Responder
September 26, 2013
 

Esteban Valenzuela Harrington

Muchas gracias Raquel, siempre es grato recibir un comentario de tu parte.

Un abrazo,

Esteban
Responder
September 26, 2013

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