Carta abierta de un soador a su desazn.
Publicado en Sep 21, 2013
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Lo sé, soy un enclenque. Uno de esos tantos queseguramente han aparecido en tu vida. Soy extraño, malhablado, juerguista y en repetidasocasiones pesimista; pero así soy yo. En veces -extrañas y escasas– poético,simpático, inteligente y con un futuro brillante –según tu criterio-.
También fui uno de esos pocos que -con gala deorador político y pecho-joyero que guarda celosamente tesoros confiados-pudieron hacer salir de tus labios, mente y corazón, un torrente desentimientos que hubiesen sorprendido y obligado a muchos, a emprender laretirada lejos de tu ser perfectamente imperfecto. Fueron muchas noches, muchosdesvelos, pero me quede a escucharlos, recibirlos, hacerlos propios. Y me quede–sin sentirme obligado- a ayudar a un ser con el cual me sentí ligeramente identificadoy que con el tiempo, descubrí que su obscuridad, misticismo y genio enfermizo erancasi los mismos que yo tenía tan fuertemente arraigados desde pequeño.
Crecimos juntos. Y no hablo de un crecimiento vulgarcomo bestias racionales, tampoco de un crecimiento corporal, mas bien comoseres humanos. Sentimentales. Y sucedió al escucharte, observarte y admirarte.También, con ello, llegaron las salidas de nuestros corruptos mundos, lascaricias sobre nuestros rostros, los abrazos que dejaron de tomarnos porsorpresa con su frecuencia, las miradas tiernas e inspiradoras, las bromasintelectuales según nuestros problemas psicóticos, las risas terapéuticas quecon asombro recibimos y una vida alejada del bullicio del mundo que concebimoscomo individuos y por un tiempo como si fuésemos pareja. Amantes intelectuales.
Nuestro odio por ciertas cosas nos unió más y nosmotivó a seguir juntos, de madrugada, de mañana, de día y de noche. Lloramosdesde nuestros escondites con la luz del celular en nuestros rostros, reímos deigual forma. Extrañamente nunca nos vimos llorar, no rompimos esa barrera entreel saber que lo hacíamos, y el ver cuando sucedía. Eso fue bueno para ambos,podíamos llorar a solas con la compañía mutua. Solo hacía falta una conexiónsegura.
Recuerdo que mis crisis las calmabas con abrazos, loscuales –extrañamente- nunca pude rechazarlos. Eran tan cálidos. Tu paciencia mesorprendía, nadie había soportado mis depresiones, crisis de ansiedad e inclusomi odio por todo lo que me rodea. Compartíamos tanto y necesitábamos tan poco.Solo uno al otro. Nos mirábamos, sonreíamos, poetizábamos, nos calmábamos.Infinidad de veces sentí ahogarme entre los mares de personas que me rodeaban.Pero llegaste y casi sin darme cuenta pude aprender a nadar y enfrentar lasgrandes olas humanas. Aunque fuese solo en tu compañía.
 
*
¿Y cómo olvidar aquellas tardes que disfrutamosjuntos? ¿Cómo descontinuar esas sonrisas? ¿Cómo demonios haría yo paradisimular la dicha? ¿Cómo supones que viviese sin tu compañía, durante tantotiempo y día tras día?
No olvido esa tarde en que nos encontramos bebiendoel néctar de los dioses llamado pulque. Bebíamos y reíamos al contarnos solo unpoco de nuestras vidas extrañas, apartadas y al mismo tiempo siendo parte de unsinfín de historias que se cruzan entre sí con el resto del mundo. Tampocoolvido esa noche entre la multitud, cantando canciones intrépidas, siendo partedel resto del mundo. Fue mi primera vez ante una sociedad que nunca me notó.Aquella; esa noche, sentí el universo en mi interior y tú provocaste unaexplosión de emociones que aun hoy no comprendo.
Compartimos literatura, música, llanto, penas,gloria, amor, muerte, vidas. Compartimos cuanto pudimos, mientras el momentoduró. Inclusive conté a la sazón de tu mente y visión mis anhelos de muerte.Entendimos que nos necesitábamos para salir adelante. Y funcionó, hasta que eltiempo se nos agotó. Con los más de mil mensajes, los millones de palabrasintercambiadas, el desborde de sentimientos inesperados, las lágrimasderramadas, las felicitaciones por logros obtenidos, condolencias por amoresperdidos e infinidad de cosas más, se extinguió nuestro momento. Los amoresllegaron, nuevas personas nos entusiasmaron. De aquellas pequeñas personas quese encontraron por ¨causalidad¨ en un vasto mundo aquel 10 de Junio, soloquedaron recuerdos; gratos, bastante gratos.
Estómagos-barriles llenos de pulque, coros salserosen las cuerdas vocales, oídos glorificados con notas de jazz en vivo, pielesennegrecidas por nuestras influencias musicales, poesías bastardas, fotografíasartísticas tomadas in fraganti yconfesiones tontas que dejaron al descubierto nuestra verdadera identidad.
Ahora, solo queda valorar y atesorar aquellosmomentos, vamos de regreso al mundo que nos patea con fuerza a la realidad.Retomaremos viejas manías, como regresar a los antidepresivos y losansiolíticos o los métodos ancestrales, como fumar hierba y beber pulque. Ysolo para poder soportar a la gente. Tal vez, con el tiempo, volvamos aencontrarnos y volvamos a ser amantes intelectuales como alguna vez mencione,esperando ninguno de los dos tenga que visitar al otro en un panteón, en uno deesos que tanto me gustan, tan poéticos, tan inspiradores; porque los volveríatristes y lúgubres.
Y sí llegase a verteen un futuro, espero no sea con una familia, tuya o mía; porque seguramenterenacerá en mí esa ilusión de regresar a los viejos tiempos y concretar lo quealguna vez sentimos.
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Foto del autor Ibrahim Rivera
Textos Publicados: 10
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Descripción

Palabras Clave: Amor adios agonia

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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