El loco de la roca (Novela) -Captulo 4-
Publicado en Sep 02, 2013
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Pepe Luis esperaba a Don Pedro vestido con una pantaloneta deportiva de color negra, unas chanclas playeras sin calcetines, un sombrero andaluz y una camiseta del Athletic Club de Bilbao con el número 8 en la espalda. 

- ¿Es usted Don Carlos Sáinz Mayoz?
- ¡Pleno! ¡Acertó usted de pleno! ¡Ese soy yo! ¿Cómo lo ha podido adivinar, Don Pedro Sanromán Sanemeterio?
- ¡Jajaja! Me parece usted gracioso. ¿Cómo es posible equivocarse cuando viste usted de esa manera tan extravagante! Hemos quedado a las cinco en punto de la tarde y yo soy tan formal que ahora mismo son las cinco en punto de la tarde. 
- Sobre eso de las formalidades podemos hablar tranquilamente dentro de la cafetería. 
- Sí. Va a ser mejor que vayamos a la cafetería y nos sentemos en el rincón más oscuro de ella.
- Perdone usted, caballero, pero no somos dos enamorados clandestinos. Se confunde totalmente conmigo.
- ¿Es que no es cierto cuanto pienso?
- No sé si será cierto cuanto piensa o no será cierto cuanto dice; pero no tengo por qué esconder mi personalidad ante nadie... así que entraremos en la cafetería como dos grandes amigos y nos sentaremos a la vista de todos y a la vista de todas o se acaba aquí el diálogo entre nosotros dos. 
- ¿No hay otra alternativa?
- Queda la alternativa de que usted dialogue conmigo a través de los "emilios". Es la moda. 
- Está bien. Me urge tanto hablar con usted que, por esta vez, estoy dispuesto a hacer el ridículo. 
- ¿Sabe usted que es hacer el ridículo de verdad?
- Lo supongo...
- Pues suponga, por un momento, que el ridículo no es vestir de payaso sino ir de payaso por la vida. Los payasos son las personas más serias que yo he conocido cunado son verdaderos profesionales; pero ir por la vida de payaso no tiene nada que ver con ese digno oficio. ¿De acuerdo?
- De acuerdo. Es usted convincente.
- Hablando de lo convincente. A ver si le convence esto antes de comenzar con nuestro común diálogo si es que nuestro diálogo puede llegar a ser común: La vida humana está siempre pendiente de un hilo delgadísimo que, para más inri, no sólo es delgadísimo sino que es invisible. Tenemos voluntad de vivir y tenemos carácter para vivir pero el Destino está preñado de azar. Los dioses nos deben una explicación por ello. Y debería ser una explicación bien convincente para poder comprenderla. Cuando vemos tarde tras tarde a unos toreros que se juegan la vida ante los toros y salen indemnes cuando son volteados "de muerte" alguna vez por ellos pero se levantan indemnes o pasan dos días en un hospital y luego siguen jugando con la muerte (algunas veces la muerte les vence de vez en cuando) no comprendemos bien cómo puede ser que dos centenares de personas llenas de vida y que no quieren para nada jugar con la muerte sino sólo disfrutar de unas felices vacaciones, mueran cuando el avión (donde están completamente seguras de que el toro no los va a voltear) nada más despegar explote y salte en mil pedazos llevándose por delante la vida de ese casi par de centenares de personas que amaban la vida. Los chinos de la Antigüedad (no los de las Olimpiadas 2008 que creen más en el esfuerzo sino los de la Antigüedad que creían más en los misterios de la vida) decían que "vale más una cucharada de suerte que un barril de sabiduría". Esta es la síntesis redonda de todo esto. Y Dios no puede o no quiere explicárnoslo porque, como dijo Juan Ramón Jiménez: "Muy lejos de nosotros Dios se está bañando en su azul de luceros". Metáfora de vida. Metáfora de muerte. Son las dos únicas cosas que nos quedan a los que nos gusta escribir para poder explicarlo.
- No acierto a saber dónde quiere usted llegar...
- De momento sólo piense en una frase de Khalil Gibran que dice; "Para entender el corazón y la mente de una persona, no te fijes en lo que ha hecho sino en lo que aspira a hacer". Si usted quiere dialogar conmigo ya tendré tiempo de explicárselo. 
- De acuerdo.
- Entonces vamos a la cafetería y no se me venga abajo tan rápidamente, Don Pedro. Me gusta mucho que me lleven la contraria para poder demostrar lo que merece la pena ser demostrado. Llámelo usted defecto profesional si quiere... y ya veremos luego si es un defecto o es una virtud... 
- Si no fuese porque me urge tanto hablar con usted ahora mismo me marcharía de aquí para no volver a verle jamás en mi vida.
- Yo a eso lo llamo radicalismo. 

A Don Pedro Sanromán Sanemeterio no le quedó otra alternativa que aceptar porque se notaba inferior a aquel tal Pepe Luis. Empezó a descubrir que Don Carlos Sáinz Mayoz tenía una personalidad muy extraña pero que era toda una personalidad... así que aceptó la propuesta. Se dirigieron hacia la cafetería de la Facultad de Deportes. 

- Está usted todavía a tiempo de volverse para atrás, Don Pedro. 
- No puedo aunque bien quisiera. 
- Quien bien quiere bien puede.
- ¿Es usted refranero?
- De enero hasta enero. Soy refranero y lo prefiero. 
- ¿Lo prefiere?
- Si. Lo prefiero antes de ser un Don Nadie en medio de la Nada. ¿Me está comprendiendo?
- Es usted cristiano.
- ¡Exacto! ¡Lo comprendió! ¡Enhorabuena! ¡Felicitaciones, caballero! 

Una vez dentro de la cafetería, Pepe Luis eligió una mesa lo suficientemente central como para poder ser vistos por todos y por todas. Ya sentados y servidos los cafés sin incidente alguno, Pepe Luis esperó a que hablara primero Don Pedro.

- Me parece usted demasiado joven como para ser ya todo un veterano profesor universitario.
- Si le muestro mi Documento Nacional de Identidad usted podrá comprobar, como descubro que le gusta siempre comprobarlo todo, que tengo solamente treinta años de edad cumplidos este invierno pasado pero que, en la realidad, soy mucho más veinteañero que la inmensa mayoría de todos esos jóvenes que, porque tienen solamente viente años, creen que los demás no los hemos tenido nunca. ¿Sabe algo, Don Pedro? Son tan ignorantes que creen que han descubierto el amor cuando del amor no saben ni cómo se debe expresar . ¿Qué le parece esta paradoja?
- ¡Vaya! ¡Yo siempre he creído que alguien que tiene la fama que tiene usted debe tener por lo menos cumplidos los cincuenta! En cuanto a lo de los jóvenes ignorantes lleva toda la razón. 
- Pues ya ve que tengo la misma edad que tenía Jesucristo cuando comenzó a predicar su Evangelio. 
- Lo que no entiendo es que vistiendo usted tal como le estoy viendo sus alumnos y sus alumnas le tengan respeto. 
- Podías contarle un chiste fácil que quizás hasta sea verdad... 
- Cuente... cuente... 
- Que sólo me interesa que me tengan respeto mis alumnas y mis alumnos es totalmente falso. El chiste es el siguiente: cuando la tortuga pasa lo demás no importa. Que quiere decir que paso totalmente de quienes no me tienen respeto porque soy tortuga en lugar de camaleón y cuando digo camaleón ya sabe a lo que me refiero si dividimos la plabra en dos mitades. Un león en la cama es como una pequeñísima mancha de aceite en el altamar. Sólo empapa pero no trasciende.
- ¡Jajaja!
- Hablemos en serio aunque lo que he dicho no es un chiste sino una gran verdad. Puede llamarme Pepe Luis. No me importa en absoluto ser Pepe Luis y no Don Carlos. Es más, cuando mis alumnas me llaman Pepe Luis, más contento y a gusto me siento. De los alumnos, como le dije antes, paso completamente. 
- Pero... ¿cómo admite que le llamen Pepe Luis en lugar de Don Carlos?
- Escuche muy bien, Don Pedro Sanromán Sanemeterio, escuche usted muy bien. Lo primero que enseño a mis alumnos y a mis alumnas, y si mis alumnos no hacen caso me importa menos que un pimiento siempre que me hagan caso mis alumnas, desde el mismo instante en que los conozco por primera vez en mi vida, y a algunos no me interesa conocerlos más veces, es que aprendan a respetar a las personas sin prejuicio alguno. Que aprendan a respetar a las personas por las formas de vivir de esas personas siempre que no sean antisociales. Es la primera lección que les imparto antes de entrar en materias académicas. ¿Quién es mejor, Don Pedro, un profesor que enseña o un profesor que educa?
- Supongo que un profesor que educa... 
- ¡Pleno! ¡Vamos hoy de pleno en pleno, Don Pedro! ¿De qué le sirve a los alumnos aprender como cacatúas lo que ya viene escrito en los libros de texto? Si eso fuera la forma más adecuada para educar yo preferiría, mil veces de mil veces que se me presentara la ocasión, dedicarme a criar animales. 
- Tiene usted mucha imaginación, Don Carlos. 
- Imaginación es a Sabiduría como Verdad es a Inteligencia. ¿De qué cree usted que le estoy hablando?
- ¡Vaya Dios a saber!
- Exacto. Usted lo ha dicho. Dios lo sabe todo. ¿Ve qué sencillo es educar a quien no sabe?
- ¿Me está llamando ignorante?
- Le estoy llamando principiante que no es lo mismo. 
- ¿Y se puede hacer eso de educar siendo como usted es?
- Es la mejor forma que conozco. Tengo por norma que el respeto no empieza por la forma externa en que nos presentamos ante los demás sino que el respeto nace en el interior de una persona y se dirige hacia el interior de las demás personas. Conste que hablo de personas y no de quienes son cualquier otra cosa menos personas. Si alguno de mis alumnos o alumnas no comprende esto y me falta al respeto lo tienen muy crudo conmigo porque paso olímpicamente de él o de ella aunque les tenga que dar el aprobado porque me lo imponen desde la Junta Directiva de cualquier institución en la que esté trabajando; pero yo les suspendería a perpetuidad por no respetar la libertad de los liberados, y eso es lo que hago al no acordarme para nada de ellos. Quien no cumple con esta condición humana, de la que tanto habló André Malraux, que se vaya a estudiar a la Universidad de Oxford, o a la Universidad de Cambridge, o con los jesuítas, que esos sí que tienen muy en cuenta la forma externa para hacerse respetar. Y ahora... ¿por qué tiene usted tanta urgencia en hablar conmigo? Le advierto que yo tengo suficiente capacidad económica para vestir tan flamante, tan distinguido y tan elegante como viste usted pero... ¿eso me haría ser mejor confidente? Debe usted saber que yo visto como usted viste cuando la ocasión se lo merece y perdone usted pero no tengo ningún deseo de hacerle de menos ni de despreciarle sino de hacerle entender... y por supuesto que me visto como me da la real gana porque no soy más ni menos visitiendo más o menos sino que soy más cuando alguien me comprende y soy menos cuando no necesito que nadie me comprenda. 
- Está bien. Lo he entendido todo. He venido para tratar de un asunto relacionado con mi hija.
- Don Pedro, siempre hay un mundo distinto dentro de nosotros mismos y, en algunas ocasiones muy especiales, ambos mundos se encuentran y chocan para producir una especie de milagro personal. ¿Su hija es Micaela Sanromán Santamaría?
- Exacto. Tiene usted buena memoria.
- Cuando tengo alumnas tan físicamente agradables de ver no se me borran de la mente con facilidad y las retengo en mi memoria. Toméselo como un cumplido y no se moleste por eso, por favor.
- Tengo que reconocer que tiene usted buen gusto.
- ¿Cuántas hijas tiene usted, Don Pedro? ¿Tiene alguna otra hija todavía más guapa que ella?
- Micaela es mi única hija e hijos varones no tengo. 
- O sea, que Micaela es hija única...
- Sí. Eso es.
- Pues yo tengo dos hijas de muy poca edad. Son todavía dos niñas pero nunca he tenido que ponerles las manos encima porque siempre me han respetado y me consideran su mejor amigo. ¿Sabe usted cómo se consigue eso?
- Supongo que dándoles amor. 
- Sí. Pero hay muchas formas de entender lo que es darles amor. No es lo mismo educar para el triunfo que educar para el fracaso. 
- Pues ahora no entiendo qué tienen que ver ambas cosas. 
- Espere un momento y escuche con atención. Educar para el triunfo consiste en empatizar con los hijos y las hijas desde el mismo instante en que son concebidos y concebidas en el vientre de la madre. Después, desde que nacen, lo único que hay que hacer es convertirse en un niño como ellos y como ellas. ¿Usted cree que es tan difícil de lograr?
- Por supuesto que es difícil de lograr. 
- Es difícil cuando no somos capaces de ser como ellos y como ellas. Ahí comienza el respeto mutuo. No hace falta ser autoritario sino solamente tener autoridad. Lo demás sólo son apariencias que se vienen abajo y se desmoronan cuando ellos y ellas tienen las primeras crisis de la adolescencia. ¿Me está entendiendo lo que quiero decir con eso de las crisis de la adolescencia?
- Más o menos sí... 
- Ese es el problema. Las dudas. Si usted duda no podrá jamás desprenderse del autoritarismo. Porque siempre es autoritario quien duda sobre si tiene o no tiene autoridad suficiente. ¿Por qué cree usted que hay tantos jóvenes equivocados?
- Por su culpa. 
- ¿Por mi culpa?
- ¡Jajaja! No. Estoy diciendo que por culpa de ellos y de ellas. 
- Pues se vuelve usted a equivocar otra vez. ¿Quizás los amigos y las amigas?
- ¡Eso es! ¡Los amigos y las amigas!
- Otro error. Eso es lo más fácil de decir para quitarnos el problema de encima. Lo que sucede es que un problema no se puede solucionar echando la culpa a otro problema. 
- Ahora si que no entiendo nada... 
- Le quiero decir que el problema está en nuestra personalidad y no en la de los amigos y amigas de neustros hijos o hijas. ¿Qué clase de personalidad cree usted que hay que tener para que no exista el problema? 
- Supongo que ser como ellos y como ellas. 
- Pues entonces dígame ahora cuál es el problema de su hija. 
- Antes quiero saber una cosa. ¿Es usted el desdichado que le ha metido en la cabeza a mi hija esa idea de que puede ser una actriz del Cine?
- ¿Usted cree que yo soy un irresponsable?
- Todavía no tengo una calificación sobre usted y su forma de ver la vida. 
- O sea... que me está usted haciendo un examen psicológico para ver si me aprueban o no me aprueban como educador de mujeres... ¿no es eso?
- ¡Qué barbaridad está usted diciendo! 
- No se mosquee conmigo. A su esposa ni la conozco salvo por una fotografía que me enseñó Micaela. No me estoy refiriendo a su esposa ni tampoco a su hija. Me estoy refiriendo a las mías. ¡Jajaja! ¡Alegre esa cara, hombre de Dios! 
- ¡Jajaja! Tiene usted una risa contagiosa... pero comprenda que yo soy su padre...
- Comprenda usted que yo también lo soy...
- ¡¡Qué barbaridad está usted diciendo!!
- Le repito que me refiero a mis dos hijas. 
- ¿Siempre tiene usted tanta gracia?
- Me viene de nacimiento. Resulta que todos nacemos llorando salvo algunas raras excepciones en que al momento del nacer nos partimos de risa. Eso dice mi abuela materna que estuvo presente en mi parto. ¿Y ahora qué tiene usted en contra de la Cinematografía y por qué quiere impedir que su hija sea una de las mejores actrices de Cine que se ha conocido, que se conoce y que se conocerá? ¿Cree usted que siendo artista se va a convertir en una cualquiera?
- Eso pienso yo más o menos... 
- Pues entonces es que no conoce ni la mitad de la mitad sobre cosas de su hija que yo sí conozco. 
- ¿Me está usted diciendo que conoce facetas de mi hija que yo ignoro?
- Quiero aclararle, de una vez por todas pero bien aclarado, que en el Cine hay de todo como en botica. ¿Usted sabe que hay drogas que matan y hay drogas que curan?
- Eso sí lo sé. 
- Pues entienda que muchas veces la Cinematografía es una droga que cura. Y no me refiero exactamente a drogas sino a que hay personas, como su hija, que se pueden culturizar mucho más a través del Cine cuando aman de verdad al Cine y se dejan de las pendejadas que todos conocemos. 
- ¿Usted le ha inculcado esas ideas a mi hija?
- Está usted más despistado que un camello en el Polo Norte o que un dromedario en el Polo Sur. Ha sido su hija la que me lo ha enseñado a mí. 
- ¡¡Cuántas barbaridades más tengo que seguir escuchando!!
- ¡Oiga, Don Pedro! ¿Qué es lo que está usted imaginando?
- Lo peor. Me estoy imaginando lo peor. 
- ¿Y si me vuelvo a partir de risa se va a enfadar usted conmigo?
- Ya no sé bien ni lo que escucho ni lo que digo. 
- Pues entonces le tengo que decir que su hija es mi alumna más aventajada en el Taller de Cinematografía y aprendo mucho de ella cuando vive sus historias.
- Sé que ella tiene imaginación pero no tanta...
- Pues sepa usted que tiene mucha más imaginación de la que usted piensa. Es como una Alicia en el País de las Maravillas pero de carne y hueso. ¡Venga! ¡Cuénteme cuál es el verdadero problema por el cual quiere usted hablar conmigo! 
- ¡Ya no aguanto más! ¡Si no lo cuento exploto!
- Pues explote usted ya y suéltelo. Si un problema no se suelta pronto se convierte en un gran problema y si un gran problema sigue sin soltarse a tiempo se convierte en cualquier cosa menos en lo que deseamos. ¿De acuerdo?
- ¡¡Mi hija se ha escapado!! 
- ¿Que Micaela se ha escapado? Puedo creer hasta que los burros vuelan pero que su hija se ha escapado no me lo creo aunque lo diga usted de rodillas y a lágrima viva. 
- ¡¡Pues es verdad!! ¡¡Y se ha escapado con un viejo verde de ochenta y cinco años de edad!! 
- ¿Quién le ha dicho que es un viejo verde? ¿Conoce usted a ese tipo?
- Conozco su nombre y sus dos apellidos y sé que está más loco que una cabra montesa montada en una Montesa. 
- ¡Jajaja! Eso me recuerda de a lo loco a lo loco una vieja montada en moto y lo de Maroto el de la moto. Cuente. Cuente usted que se está poniendo interesante la historia. 
- ¿Usted cree que no está loco alguien que sólo habla de la Isla Hiperbórea?
- Eso es mitología y hablar de mitología no es cosa de locos. Por eso estoy rodando una película con su hija de figura estelar. ¿Le gustaría conocer un resumen de esta película en la que su hija hace el papel más estelar porque es la mejor de todas y la que mejor está?
- ¿Me está usted tomando el poco pelo que me queda?
- Eso no lo hago yo ni con Kojak. Sólo quiero que visualice usted el argumento de mi película para después seguir hablando del problema de su hija con mayor conocimiento de causa. Quizás le sirva de algo o quizás no le sirva de nada; pero estoy seguro de que a partir de entonces nos vamos a comprender mejor usted y yo. 
- ¿Es usted también un loco?
- Si estar loco es saber distinguir entre lo bueno y lo malo entonces sí que estoy más loco de remate que Tato rematando a puerta... porque resulta que su hija es de lo poco bueno que tengo en mi Taller. Si supiera lo que me ha costado descubrirla me comprendería mejor. 
- ¿Me está diciendo que aparece desnuda en la película?
- ¿Pero se puede saber qué significa descubrir para usted?
- Destapar. Para mí significa destapar. 
- Pues existe otra definición que significa hallar lo escondido o ignorado. 
- Hasta ahí yo no llego... 
- Pues quizás sea por eso por lo que ese tipo esté hablando de la Isla Hiperbórea y si es así... o está loco del todo o está más lúcido que usted y yo juntos. Así que hay que encontrarla. 
- ¡¡Eso es lo que quiero yo!! ¡¡¡Encontrarla!!! ¿Me ha oído usrted bien?
- Por supuesto que le he oído perfectamente. Casi me rompe los tímpanos. 

Ya todas las personas, en su inmensa mayoría jóvenes estudiantes de la Universidad, miraban sorpendidos a los dos. 

- ¿Vuelvo a repetirlo?
- No hace falta. Se ha enterado hasta el apuntador. Primero controle sus nervios, Don Pedro. Creo que si visualiza mi película tendrá más elementos de juicio para hablar de su hija con quien sea necesario o haga falta. Por otro lado sabrá lo super difícil que es encontrar a una futura estrella como es ella. 
- ¿Cómo se llama su dichosa película?
- En mi adolescencia conocí a una tal Leto pero, bajo mi punto de vista crítico, su vida no tenía ningún interés para mí así que no me decidí a hacer una película sobre su vida y elegí hacerlo sobre Latona. "Latona". Mi película se llama "Latona".
- ¿Eso qué diantres significa?
- Si está pensando en algún documental sobre las penalidades de Letonia se equivoca totalmente. No he dicho "Letonia" sino "Latona" y no es ningún documental sino toda una señora película. Lo que sucede es que hay muy poca cultura en esta sociedad en que vivimos. Termine tranquilamente su café y vayamos a la Sala de Proyecciones Fílmicas que he montado en el Gimnasio de la Facultad de Deportes. Pero no se lo diga a nadie par no echarlo a perder todo. ¿De acuerdo? No se lo cuente a nadie. No haga polvo mi película antes de terminarla. Y para eso es necesario encontrar a Micaela. 
- Si no hay más remedio... 
- Usted me asombra, Don Pedro, ¿Quiere o no quiere encontrar a su hija?
- No me refería a ella sino a eso de tener que guardar silencio. 
- Hay otro remedio mejor. Si a usted le doliera ahora la cabeza... ¿se la cortaría para evitar que le duela?
- Pues no... ni la cabeza ni nada de mi cuerpo... 
- Pues entonces, como usted no estaría dispuesto a cortársela porque eso sería una impotencia ante la vida, vamos a esa Sala que he improvisado en el Gimnasio y le ofrezco la oportunidad de ver el trailer. 
- ¿El qué?
- El trailer o, si usted lo comprende mejor, la sinopsis. 
- ¿La qué? 
- La sinopsis. 
- ¿Y eso qué demonios es?
- Una resumen del argumento. No confunda sinopsis con sinusitis por favor. 
- Ya comprendo. 
- Menos mal que ya comprende.

Ya en la Sala de Proyecciones Fílmicas, en la Facultad de Deportes de la Universidad de Murcia en San Javier, Pepe Luis le hizo una advertencia a Don Pedro. 

- Todavía no hemos grabado el sonido así que usted verá las imágenes mientras yo le narro el argumento según van apareciendo las escenas seleccionadas. 
- ¿Y eso es una sinusitis?
- Le repito que no he dicho sinusitis sino sinopsis. No confunda el trigo con el trago. 
- Está bien. Ponga en funcionamiento este cacharro de las proyecciones y cuénteme de qué va todo esto. 
- ¿Le apetece un trago?
- ¿Qué tiene para beber?
- Solamente agua. No tengo presupuesto para más. 
- Bueno. Beberé agua. 
- Ahí tiene el botellón y los vasos de plástico...

Don Pedro terminó de beberse el vaso de agua y se sentó ya dispuesto a permanecer callado. 

- ¡En unos cuantos meses puedo convertir a su hija en una verdadera estrella del Cine!
- ¿Solamente en unos cuantos meses?
- Eso le estoy diciendo y creo que hablo correctamente bien como para ser bien entendido. Pero vea lo que vea no se emocione demasiado. Para que Micaela llegue a ser una estrella mundial todavía tenemos que esperar unos cuantos meses.
- Pero yo no quiero... 
- Usted no quiere pero ella sí. Ahora cállese, por favor, si no le molesta estar callado unos cuantos minutos y no me ponga las cosas más difíciles. Lo más difícil que existe en el Mundo del Cine es conseguir que los espectadores permanezcan callados en esta clase de películas. 
- Espero no llevarme ningún disgusto... 
- Espero no llevarme ningún fracaso... 
- ¿Qué sucedería si fracasa con esta película?
- No voy a fracasar. Es de mitología y eso siempre gusta a todos, especialmente a la juventud. Así que no voy a fracasar. Pero si algo falla tendré que emigrar a los Emiratos Árabes Unidos para dedicarme a rodar una nueva versión den "Lawrence de Arabia" por ejemplo. 
- ¿Por qué arriesga tanto con mi hija?
- Porque conozco todas sus posibiidades. 
- Pues vamos a ver si es cierto todo lo que usted dice de ella. 
- ¡Oiga que yo no he hablado nunca mal de su hija! 
- Espero que no... 
- Y eso que no lo cuento todo...
- ¿Me esconde algún secreto relacionado con mi hija?
- El único secreto de su hija es que no es un secreto para mí. 
- Ya vuelve usted a liarme con su palabrería. 
- Palabras, Don Pedro, palabras y no palabrerías. 
- Espero que sea cierto. 
- Si usted está liado más liado estoy yo... 
- Pero... ¿cómo se atreve a tanto?...
- No estoy diciendo que tenga usted un lío extramatrimonial ni yo tampoco. Eso ni lo estoy pensando porque lo que estoy pensando es cómo puedo encontrar a un patrocinador. Usted que es multimillonario... ¿podría financiarme la peli? ¡Piense en su hija y no piense en mí! 
- Le echa usted mucha cara a la vida, Don Carlos. 
- Pepe Luis. En esto del Cine soy solamente Pepe Luis como verá usted en los registros de la peli. 
- Lleguemos a un acuerdo, Pepe Luis. Si la película me convence le prometo que la financio. 
- Entonces no se hable más antes de que se retracte de lo prometido y vamos al tema en cuestión. 
- La cuestión es que si es tan buena como usted dice... ¿cómo va a seguir rodando si no la encontramos a tiempo?
- ¿Encontrarla a tiempo de qué?
- De que no la asesine ese loco que se ha ido con ella. 
- En Cinematografía tenemos un dicho que dice que todo lo que desaparece aparece...
- Vaya filosofía más rara...
- Pero cierta, razonable, justa y, sobre todo, exacta. ¡Confíe en mí, caramba! 
- No, si confiar en usted confío, lo que no confío es en lo que va a hacer ese viejo verde que está más loco que una cabra. 
- No critique usted antes de conocerlo. 
- Es que si llego a conocerlo nadie más le va a poder criticar porque me lo cargo ipso facto. 
- Relájese un poco, caballero, y guarde silencio mientras yo hablo para irle explicando las secuencias y usted se limita a mirar nada más. Yo sólo espero que usted me financie. 
- ¿Siempre es usted así de pedigüeño, Don Carlos?
- Solamente cuando tardan un par de días en pagarme el sueldo y ahora... ¿puede ya hacer el favor de callarse?
- Pero si usted está hablando más que yo. 
- Reclame usted al Director de la Universidad pero deje que yo haga mi trabajo. Supongo que está usted nervioso por ver actuar a su hija pero tendrá que acostumbrarse a eso para poder comprenderla del todo. 
- Está bien. Le haré caso por esta vez pero como no aparezca... 
- Aparecer va a aparecer porque la necesito y nunca me ha fallado cuando la he necesitado. Es la más puntual de todos quienes componen el Taller. 
- ¿De verdad no hay nada entre ella y usted?
- Don Pedro... si sigue usted poniendo en peligro mi matrimonio al decir esas cosas le prometo que corto por lo sano...
- No. Cortar no, por favor...
- Entonces deje de insinuar cosas que no existen. 
- Todo sea por ella... 
- Pues ya está todo hablado y bien hablado. A ver si nos comportamos como seres con conocimiento y con conciencia cívica y social. A medida que usted vaya viendo las imágenes de las secuencias siga atentamente mi narración y no se mueva para nada aunque le pique un tábano borriquero. 
- ¿Hay por aquí tábanos borriqueros?
- Aunque usted no se lo crea en la Uni hay muchos burros y donde hay muchos burros hay tábanos.
- Vamos. ¡Comience ya a darle a la manivela y no me haga más reír porque de verdad que estoy preocupado!. 

Pepe Luis inició la tarea...

- Hija del titán Ceo y la titana Febe, Latona es una joven que se queda embarazada de Júpiter del cual es amante; pero la celosa mujer de Júpiter prohibe a Latona dar a luz en cualquier lugar en que brillase el Sol. Latona se ve entonces obligada a vagar por el mundo en busca de un lugar en el que poder alumbrar, siendo siempre atentamente vigilada por la propia Hera, y también por Iris y Ares. para poder escapar más fácilmente de tal acoso, Júpiter la convierte en codorniz, pero a pesar de esta discreta forma, no puede liberarse de su perseguidora. Finalmente llega a una isla errante llamada Ortigia cuyo nombre, que le parece muy feo, lo cambia por el de Delos la brillante, donde Poseidón, para burlarse de Hera, construye una enorme bóveda que permite cumplir con la condición impuesta por la mujer del gran dios de los dioses. Allí, Latona recobra su forma de joven bellísima y se dispone para tener a su hijos. Todos los dioses salvo Hera, asisten al parto, incluida Ilitia, diosa de los alumbramientos, que no quería colaborar, pero que finalmente aceptó a cambio de importantes regalos. Latona da a luz a dos gemelos, que luego se convierten en importantes dioses olímpicos y que se llaman Apolo y Diana. Primero nació Diana, ayudando ella misma al nacimiento de su hermano Apolo, asistiendo así a los horrores del parto, lo que le hizo convertirse en una diosa virgen que despreciaba a los amores masculinos. Latona es siempre protegida por sus hijos. Apolo mata a la serpiente Pitón cuando se entera de que estaba amenazando de muerte a su madre y, también, al gigante Ticio, que pretendió violar a Latona, instigado por Hera. Apolo, junto a su hermana Diana, ataca a Níobe y sus hijos porque se habían burlado de su madre. Un día en que Latona, en su constante huída de Hera, que le había prometido odio eterno, llegó exhausta a la Isla de Licia, pidió socorrro a unos campesinos que descansaban cerca de una laguna, solicitándoles un poco de agua. Éstos se negaron a entregársela, dominados por Hera e, inicuos, se atrevieron a enturbiarla. Entonces Júpiter acudió presto al lugar, ayuda a Latona y convierte a esos malvados en ranas, animales que tienen en el barro su modo de vida y disfrute. ¿Qué le parece, Don Pedro este resumen del argumento o sinopsis principal?.
- ¡¡Atiza!! ¿Esa chavala tan sexy es mi hija? 
- Por supuesto que es su hija. Lo que sucede es que hay muchas cosas de su hija que usted desconcoe. 
- ¡No sabía yo que era tan erótica!
- Amigo Pedro, el sexo deriva de la sensualidad del sexo y esa sensualidad del sexo sólo proviene del carácter espiritual humano. Por eso, cuando somos naturales, somos infinitos... y el límite desaparece para ser sólo un punto concreto sencillamente eterno. El erotismo no es materialisa sin más, como sucede con la pornografía, sino que tiene mucho componente espiritual añadido al materialismo de la sexualidad.
- ¿Usted le ha explicado ese tema a mi hija?
- A su hija y a todos los alumnos y alumnas del Taller... porque ustedes, sus padres, o no saben explicarlo o no se atreven porque piensan que es tabú. Crecemos mejor cuando somos nosotros quienes dominamos al erotismo y crecemos peor cuando la pornografía nos vence. ¿Descubre ya la gran diferencia que existe entre ambos conceptos prácticos? 
- Supongo que la diferencia fundamental es que el erotismo nos hace humanos mientras que la pornografía nos embrutece.
- ¡Perfecto! ¡Pleno! ¡Otra vez ha dado usted en la diana! 
- ¿De verdad habla usted con sus alumnos y alumnas de temas profundos?
- De verdad, Don Pedro. Por ejemplo, hace poco me dirigí a todos ellos y a todas ellas y les conté algo que todavía me acuerdo. ¿Desea escucharlo?
- Encantado de poder conocerle un poco mejor. 
- Si usted cree que conocerme mejor es conocer mejor a su propia hija... 
- Lo creo. 
- Pues les dije lo siguiente: Absurda se vuelve la materia de los espejos sin luz. Es como hundirse en un vacío sin ninguna otra cosa que el espectral fantasma de la Muerte. No tiene ninguna clase de recompensa vivir dentro de esos espejos oscuros de las drogas, el sexo fornicario y la violencia de cualquier grado y clase que sea. Te miras en ellos y no ves más que una sombra oscura de ti mismo o de ti misma. Nunca eres tú mismo o tú misma, compañero y compañera, viviendo dentro de esa clase de espejos; porque debéis saber que la oscuridad de vuestros espejos no son los míos. Nunca lo han sido. Y nunca lo serán. Que el mío (y los que me acompañan) son espejos con luz incluso en las noches más negras que os podáis imaginar. Podéis hundiros si queréis (porque tenéis libertad de decisión) en esos oscuros espejos de los que os estoy hablando; pero en ellos no estarán nunca vuestros "yo"... y simplemente seréis, en ese caso, seres deambulando por calles sin salida alguna. Sin embargo, ya véis, nosotros caminamos por miles de senderos con Luz de Vida Eterna. ¡Atrévete a salir de la oscuridad! Sólo depende, únicamente, de saber decir NO. 
- ¿Usted es capaz de hablar así con sus alumnos y alumnas. 
- Es el único lenguaje que tengo.
- Y lo aplica, por lo que veo, en sus películas de cine. 
- Mire usted bien, Don Pedro. Tengo algo que aclararle sobre el lenguaje de mis películas. Hay, al menos, tres maneras de expresar el lenguaje del Cine. Una es a través de los instintos. Quienes usan este lenguaje cinematográfico hablan de manera muy irracional pero asegurando que son los grandes experimentadores de la vida cotidiana y de los glamures y mire que es simpática esta palabra del glamur. Son los craks de la sociedad y cuando expresan palabras suelen hacerlo mientras comen mariscos aplastando duramente las muelas unas contra otras y a la par que hablan de la última conquista veraniega o el último automóvil del mercado (deben referirse al mercado de los frenos y los embragues creo yo). Su producto final es una especie de jerga monorima y monocorde, monótona y a veces hasta mononuclear. Otros expresan a partir del cerebro. Su lenguaje cinematográfico es tremendamente lógico y racional. Es propio de sesudos pensadores y filósofos. Basados en metafísicas y otro sinfín de categorías más o menos universales, hablan mientras desmenuzan alcachofas y midiendo todos los conceptos para ser perfectos y no tener errores de conceptualización o metodología o cualquier otro disparatado corsé para la expresión. Suelen dar como resultado un lenguaje muy especial, especifico, especializado y siempre espúreo. Por último hay quienes expresan su lenguaje cinematográfico a partir del corazón. No comen mientras hablan y su lenguaje, de tan sencillo y claro que es, es muy profundo y hermoso. La belleza de este lenguaje es que se expresa sin medir la perfección (como hacen algunos cerebrales) ni se expresa dando rienda suelta al desenfrenado frenesí de lo experimental (como hacen quienes articulan solamente bajo el poder de los instintos). El producto final es algo (prosa o poesía) lleno de contenido propio, rico en significado porque se puede manejar como se desea y por supuesto tiene tanta naturalidad y espontaneidad que no es perfecto (sino profundo), no es metódico (sino instintivo) y no es prejuicioso sino pluralista y abierto a la simple expresión de los humanos y las humanas de la Tierra que también los hay y las hay y si observamos existen en gran cantidad. ¿Qué le parece lo que puede llegar a ser mi película "Latona"?
- Me parece una película muy interesante... pero solamente para pequeños... 
- ¿Qué es ser pequeño, Don Pedro?
- No tener edad suficiente para ser considerado mayor. 
- ¿Y qué edad es esa con total exactitud?

Don Pedro se quedó sin saber qué responder.

- No es eso, Don Pedro. Esta vez no ha sido ningún pleno sino que ha clavado usted la flecha muy lejos de la diana. Piense usted en sentido filosófico antes de contestar cualquier cosa vulgar ante una cuestión verdadermaente importante. 
- ¡No ha habido ningún filósofo que haya hablado sobre eso! ¡Sociólogos, sicólogos y siquiatras hay un montón pero filósofos, que yo recuerde, no ha habido ninguno importante ni interesante! 
- ¡Qué importante es poseer una identidad personal que sea algo así como un estallido de ritmos cosmovisionistas que se proyecte en cada una de nuestras interpretativas representaciones en esta Cinematografía llamada Vida!. La mejor manera de describirnos es hacernos gestores vigorizadores de nuestros continuos sentimientos, recorrer el camino de nuestros a veces altos y a veces pequeños sueños para sentirnos aire, sangre, esperma de anhelo hecho realidad gracias al esfuerzo redentor de todos nuestros sentidos. Y es a lo largo de ese camino cuando nos debemos preguntar ¿cómo nace mi conciencia?, ¿cómo crece mi entendimiento?, ¿cómo surge mi esperanza?, ¿cómo termina de forjarse mi destino?. Las respuestas deben ser inclaudicantes: nace mi conciencia cuando aprendo a leer en los árboles, en los riachuelos, en las flores silvestres, en el viento abrazador, en la mitad de una mata de paja, en las manos de un anciano, en los lloros de un niño, en los ojos de los seres humanos... crece mi entendimiento cuando consumo habas que ha cultivado el agricultor, cuando bebo agua que ha caido de la lluvia, cuando siento mi alma crepitar en los crepúsculos... surge mi esperanza cuando meto sentimientos a mi cuerpo, cuando danzo al magno compás de las cuatro estaciones que se van acumulando en mi existencia, cuando mi sensualidad se hace desenfado de trópicos arrullados en el centro imponente del universo... y termina de forjarse mi destino cuando soy parte de ese escenario que resume todo el crisol de mis ideas expandidas por el cosmos de mi persona que, en ese momento, se hace cultura hegemónica, proyecto maduro de mis propios parámetros y vitrina de mi alma ante los ojos del planeta. Todo eso es ser pequeño, Don Pedro. 
- ¿Quién es ese filósofo? He estudiado Filosofía y he sido profesor de Filosofía durante algunos años antes de dedicarme al mundo empresarial de mis negocios pero nunca he estudiado a ese filósofo... 
- Pues existe... 
- ¡Cuánto me gustaría conocerle en persona!
- Quizás yo pueda presentárselo en alguna ocasión...
- ¿Y qué es entonces ser pequeño?
- Ser feliz sea cual sea la edad que tenga un ser humano. Así que, como usted ha visto en el resumen de mi película, ésta no está hecha para pequeños sino para grandes de corazón. Por eso creo que tendrá éxito. 
- Rebaja usted el éxito a la mínima expresión. 
- Escuche, Don Pedro. Ya vamos entendiéndonos mejor. 
- ¿Qué me dice usted sobre la felicidad?
- Enfocada desde un punto de vista filosófico es el estado de placer; pero resulta que la felicidad no se debe de enfocar desde un punto de vista exclusivamente filosófico. Han existido muchos filósofos que eran infelices del todo. ¿Sabía usted eso?
- Supongo que sí. 
- ¿Y a qué cree que se debe eso según su propia opinión?
- ¿A que a mayor conocimiento mayor infelicidad?
- No es exacto. Pensar de esa manera es un error fatal. Debe usted saber que somos pequeños días prendidos en una especie de esperanza sideral, pequeños días embarcados en el viaje milenario de muchos ocultos sueños, pequeños días compuestos de horas enhebradas en el telar de los propósitos, pequeños días envueltos en emociones y palabras, pequeños días de hambre y sed de sentimiento, pequeños días... sólo pequeños días de ilusión en esta época, en esta generación, en este tiempo en que tan necesitados estamos de una mayor concurrencia hacia la esperanza. La esperanza de que todos los humanos nos consideremos un continuo fluir de las pasiones hacia la estética del bienestar. Reflexiones para el alma en estas horas en que tenemos, como inmediata necesidad, hacernos verdaderamente tiempo de pequeños días inmersos en la continua evolución de lo humano. 24 pequeñas horas de salvación o naufragio, de victoria o derrota, de llanto o de alegría, de tristeza o felicidad... de quedarnos quietos o llegar muy lejos... 24 pequeñas horas para el continuo o discontinuo amor o para el desamor continuo o discontinuo. El poeta Cummings decía: "No ser nadie más sino tú mismo, en un mundo que está haciendo lo posible, día y noche, para hacer que tú seas alguien distinto, significa luchar la más dura batalla que cualquier ser humano puede enfrentar, y nunca dejar de luchar". Jane Wagner confesó que "Toda mi vida he querido ser alguien, pero ahora veo que debía haber sido más específica". Y Luciano de Crescenzo escribió: "Cada uno de nosotros somos ángeles con una sola ala, y sólo podemos volar cuando nos abrazamos a otro". Dentro de veinte años estarás más desengañado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que suelta las cuerdas de tus velas. Navega lejos del puerto seguro. Atrapa los vientos favorables en tu velamen. Explora. Sueña. Descubre. Haberse empeñado, haber hecho un esfuerzo, haber sido fiel a ciertos detalles... por sí solo vale la pena la lucha. Decía sir Wilson Osler que "estamos aquí para añadirle a la vida lo que podamos, no para obtener de ella lo que podamos". Y William Arthur Ward señaló "Somos más que lo que hacemos... mucho más que nuestros logros... mucho más aún que lo que poseemos". Henry Van Dike dijo que "El tiempo es muy lento para aquellos que esperan, muy veloz para aquellos que temen, muy largo para aquellos que sufren, muy corto para aquellos que se alegran pero para quienes aman, el tiempo es eternidad". La seguridad es una superstición. Evitar el peligro no es más seguro que exponernos a él con tal de que la vida sea una verdadera aventura y, como dijo Goethe, "cada día deberíamos ser más estimados por el valor de cada día". Al final, lo que cuenta no son los años en tu vida, sino la vida que hay en tus años. Somos pequeños días de triunfo o de fracaso. 24 pequeñas horas que se van acumulando en esa pequeña historia en que nos vamos convirtiendo tú, yo, él y ella, todos nosotros y nosotras que estamos escribiendo el inmenso volumen de la Historia de la Humanidad. La felicidad consiste en escribir bien ese volumen. Felicidad consiste en estar siempre con la voz humana convertida en sonrisa. Los ingredientes de la Felicidad son F de Fe, e de esperanza, l de liberación, i de imaginación, c de compañía, i de ingenuidad, d de deseo, a de autonomía y d de divinidad. 
- ¿Eso lo ha dicho algún filósofo?
- Si usted me considera un filósofo a mí he sido yo. 
- Pero... ¿no es usted profesor de Literatura y director de Talleres de Cine?
- No olvide que también enseño Lenguaje y por eso mismo sé que cuantos más conocimientos tengamos mayores posibilidades de ser felices tenemos. La ignorancia, amigo mío, no es para nada felicidad. Si usted conoce a algún ignorante comprobará que no es feliz aunque él diga lo contrario para encubrirlo.
- Usted se contradice. Antes ha afirmado que ha habido muchos filósofos infelices y que yo sepa ser un filósofo no es ser un ignorante. 
- Sí. Muchos filósofos han sido infelices pero no por culpa de sus conocimientos. 
- Entonces... ¿a qué se debe esta exstraña paradoja?
- A que el ser humano nunca es lo que parece ser. Un pensador puede ser negativo o puede ser positivo pero para ser alguna de esas realidades debe tener muchos conocimientos y manejarlos en sentido negativo, lo cual acarrea infelicidad, o en sentido positivo, que te hace ser feliz. Un filósofo es siempre un pensador o en caso contrario no sería un filósofo. Luego su infelicidad se debe no a que tenga muchos conocimientos sino a que los aplique de manera negativa. Los filósofos solamente son felices cuando todos sus conocimientos los aplican en sentido posititvo. 
- ¿Cómo podemos diferenciarlos bien?
- Los filósofos negativos razonan como viejos sin futuro, mientras que los filósofos positivos piensan como niños con muchas vivencias. Un futuro sin vivencias es un camino que no lleva a ninguna meta más que las vanas especulaciones. Razonar negativametne les hace perderse lo mejor de la vida que es, simplemente, saber... pero no saber para dar vueltas siempre alrededor de una ideología principal (error en el que caen numerosas gentes) sino en vivir todas las ideas positivamente valiosas. 
- Entonces... ¿cómo distinguir entre ideologías negativas e ideas positivas?
-La única forma que existe es superar el pesimismo y valorar el optimismo. La aventura diaria es lo que nos puede convertir en seres infelices o felices seres. Hasta los filósofos epicúreos cayeron en el error de no saber lo que es el verdadero goce de nuestras existencias. 
- ¡Está bien! ¡Lo acepto! ¡Soy pesimista porque no me despego de mi ideología aunque a partir de ahora intentaré moverme sólo por las ideas! Pero... ¡¡yo lo que quiero es rescatar a mi hija!! ¡¡Alguien ha raptado a mi hija y quiero que usted me ayude porque la conoce incluso mejor que yo!! 
- ¿Por qué está usted tan seguro de que alguien la ha raptado?
- ¡Porque jamás ha faltado ni un solo día a comer en casa o a comer acompañada de su novio!
- ¿Y no será que ella se ha ido libremente y no porque la hayan raptado?
- ¿Con un viejo verde de ochenta y cino años de edad? ¡¡Imposible!! ¡¡Mi hija jamás cometería tal locura teniendo todo lo que tiene!! 
- ¿Usted sabe bien quién fue Alberto Moravia?
- Sí. He oído hablar de él. Fue un escritor y periodista italiano. ¿Por qué me pregunta usted eso ahora?
- Porque se casó con la periodista española Carmen Llera. 
- ¿Y qué tiene de extraño eso?
- Lo que tiene de extraño es que Carmen tenía solamente 33 años de edad mientras que Alberto ya tenía 79. ¿Sabe por qué Carmen se casó con uno tan viejo como Alberto?
- Supongo que se enamoró de él. 
- Supone mal. Carmen no se enamoró de Alberto. No se casó con él porque fuera guapo sino porque estaba enamorada de su inteligencia. 
- ¡Mi hija no es Carmen ni su novio se llama Alberto! ¡Es imposible que mi hija haga una tontería y cometa una estupidez de tal calibre. ¿Sabe cuántos años tiene Micaela?
- Solamente 19. 
- ¡Pues el viejo verde que se la ha llevado no tiene 79 como ese tal Moravia sino que tiene ya la friolera de 85 y, además, León Tigre y Gato, que es como se llama ese desgraciado ni es escritor, ni es periodista, ni es inteligente... y no tine ni un sólo céntimo en su cuenta bancaria! Además, esa tal Carmen y ese tal Alberto... ¿se llegaron a casar o sólo se arrejuntaron?
- El asunto clave no es ese. El asunto clave es que la tal Carmen se unió con él debido a la sabiduría que poseía el tal Alberto. ¿Es sabio o no es sabio Don León Tigre y Gato? Eso es lo que nos interesa saber. ¿No puede haber ocurrido lo mismo con su hija Micaela y ese pobre viejo llamado León? En el mundo de la Literatura ha sucedido muchas veces. 
- ¡Pero no estamos en el mundo de la Literatura sino intentando solucionar un asunto de sentimientos y la vida sentimental de mi hija está ligada a la vida sentimental de su novio y no a la de un viejo verde! Repito que mi hija no es Carmen y no haría jamás la idiotez que hizo Carmen. 
- ¿Cómo es el novio de su hija?
- Roberto Félix es impecable. Un muchacho de veintiseis años de edad totalmente impecable en todos los sentidos. 
- ¿Lo suficientemente interesante como para que ella no se haya aburrido de él?
- Lo suficentemnte inteligente, lo suficientemente simpático y lo suficientemente guapo... lo que le pasa es que no tiene suerte en los estudios...
- ¿Qué le sucede con los estudios?
- ¡Lleva ya cinco años en la Universidad de Murcia y solamente está en Segundo de Derecho!
- Yo puedo ayudarle. 
- ¿Haría usted eso por mì?
- No. Lo tendrá que hacer él mismo por sí mismo y por nadie más. Sólo he dicho que puedo ayudarle pero no que le vaya a dar la solución a su problema. ¿Cuál es su problema?
- ¡Una vieja y absurda profesora de Derecho Penal que se ha enamorado de él y le hace la vida imposible suspendiéndole la asignatura porque él ni tan siquiera desea salir con ella a tomar un café en la cafetería de la Universidad! Los celos, Don Carlos Magno, los celos que tiene de mi hija que es cien mil veces más guapa que ella y un millón de años más joven que ella. 
- ¡Jajaja! ¿Es verdad eso?
- ¡Por supuesto que es verdad según dice él!
- Así que su hija Micaela es hija única... 
- Sí. Y es la heredera universal de todo mi imperio financiero. También es por eso por lo que la odia esa profesora que no deja en paz a Roberto. 
- Entonces el asunto se complica un poco pero yo hablaré conm esa profesora y verá cómo deja de perseguirle. ¿Cómo se llama esa profesora?
- Doña Suplicio Grande Malaparte.
- ¡Ah! ¡La conozco de haberla visto alguna vez que otra! Yo hablaré con ella para dejarle bien claro que o aprueba definitivamente a Roberto cuando llegue el próximo mes de septiembre o me encargo yo de publicar lo que está ocurriendo. 
- ¡Menos mal que usted es confiable! Estoy seguro de que cuando hable con ella mi futuro yerno ya no tenga que repetir más veces curso si es verdad todo lo que cuenta. 
- En cuanto a su hija, que es el verdadero problema que tenemos que resolver ahora, al ser hija única resulta que no tiene un hermano mayor o una hermana mayor como referencia y, por eso, tiene que estar descifrando ella sola, y sin la ayuda de su familia, los códigos de su vitalidad. Su hija tiene una vitalidad desbordante y eso hace que sea muy novelera; al ser tan novelera resulta ser muy aventurera y por eso puede llegar a ser, muy pronto, una de las mejores actrices de Cine de toda la Historia. 
- ¡No me venga otra vez con eso del Cine porque me llevan los demonios nada más que oigo esa palabra!
- Pues gracias al Taller de Cine yo la estoy ayudando a que se encuentre consigo misma. 
- Escuche bien ahora usted, Don Carlos Magno. ¿Por qué no se dedica solamente a estudiar Literatura y deja el Taller para quienes no tengan otra cosa en qué pensar?

- ¿Se está refiriendo a mí?

- ¡No! ¡Me estoy refiriendo a mi hija!
- ¿Sabe usted de verdad cómo es su hija?
- ¡La he criado siempre junto a mi lado!
- Eso no significa que sepa todo lo que es y todo lo que quiere ser. 
- Si no ha sido usted quien le ha metido en la cabeza eso de ser artista de cine... ¿quién ha sido?...
- ¿Está viendo cómo no sabe bien cómo es hija?
- ¡¡Sé quien es mi hija!!
- No se sulfure tanto y baje la voz para ser más discretos. No dudo que sepa usted quién es su hija. No planteo la cuestión de saber quién es su hija o no saber quién es su hija sino que le planteo el problema de saber cómo es ella. Usted sabe muy bien quién es pero... ¿sabe usted muy bien cómo es?
- Creo que dramatiza demasiado... 
- ¿Yo dramatizo demasiado?
- No. Me refiero a mi hija. Dramatiza todo demasiado. 
- Por eso mismo descubrí, mientras hablábamos de los grandes autores de todos los siglos, que llegará a ser una gran actriz cinematográfica. Dramatiza demasiado. Es cierto. Pero no se toma la vida tan a lo trágico como usted. 
- ¡Le parece poca tragedia que haya desaparecido con un viejo verde que ni tan siquiera es millonario y que le saca la enorme diferencia de 67 años de edad?

- Eso demuestra que no se ha ido con él por ninguna clase de interés... 
- ¿Me está usted diciendo que se ha ido con él por amor?
- No. Estoy seguro de que por amor no ha sido. Pero puede haber sido por cariño. 
- ¿Quiere decir que se ha ido volutariamente con él?

- Si no se demuestra lo contrario así ha sido. 
- ¡Me desconcierta, Don Carlos! ¡Yo no he acudido a usted para hablar de la personalidad de mi hija sino que recurro a usted para que me ayude a encontrarla. ¿Puede ayudarme en eso o no puede ayudarme en eso?
- En estos casos es mejor una colaboración. 
- ¿Es necesario avisar a la Policía?
- No lo haga. Sería un error fatal. Convertiría un simple drama que quizás sólo sea una comedia en una verdadera tragedia. 
- ¿Puede usted ya dejar de hablar en términos artísticos?
- Le voy a ayudar, Don Pedro, pero yo también necesito ayuda. ¿Con quién puedo contar para poder encontrarla?
- ¡Conmigo sin duda alguna!
- ¿Solamente con usted? ¿Y qué sucede con el novio de Micaela?
- Es mejor no contar con él. 
- ¡Se equivoca rotundamente! Si ese novio de Micaela es tan inteligente como se supone que es, y no hay motivos para dudar que así sea, le necesito tanto o más que a usted. Así que lo mejor es que trabajemos de manera tripartita; o sea, los tres en equipo y que no se conozca para nada este asunto por la Policía porque.. ¿qué argumentos tiene usted para hacer que toda la policía murciana se ponga a buscar a su hija que todavía no sabemos dónde se encuentra y que no sabemos si se ha ido por propia volutnad sabeindo que ya es mayor de edad ante la Ley? ¿Quiere usted que salte el escándalo, pasemos todos a ser interrogados y se merme su categoría como alto financiero empresarial y multimillonario? ¿Quiere usted pasar a ser noticia diaria hasta que todo el mundo se entere de algo que todavía no sabemos lo que es?
- Cierto. No me había dado cuenta de eso. 
- ¿Dónde está ahora el novio de Micaela?
- Roberto Félix está ahora en mi casa. 
- Entonces vayamos ya a su casa sin perder más tiempo. Tengo necesidad de hablar con él para saber por dónde debemos empezar a buscar. 
- ¿Sospecha usted que Roberto Félix pueda estar ocultando algo?
- Yo no. Pero la Policía sería lo primero que investigaría. 
- ¿Entonces qué tengo que hacer?
- Usted ha leído demasiadas novelas de Conan Doyle y de Agatha Chistie... ¿no es cierto?...
- ¿Cómo sabe esa faceta de mi personalidad?
- No se extrañe. No soy ningún adivino ni tengo poderes mentales. Lo sé porque me lo ha contado su hija en algunas de nuestras charlas privadas. 
- Son mis preferidas.
- Pues no confunda la realidad con la ficción. Conocí una vez al novio de Micaela pero no recordaba ahora su nombre completo. ¿Se llama Roberto Félix de verdad?
- Si. Roberto Félix Alegría del Monteverde. 
- Si es el mismo Roberto que yo conocí aquella tarde es imposible que esté ocultando algo. 
- ¿Por qué está tan seguro de ello?
- Es demasiado noble como para ser un traidor. Así que olvide ahora a los clásicos de las novelas de misterio. Quizás lo que está sucediendo sea mucho más explicable y, por lo tanto, no se pueda definir como un misterio. Con lo que sabe usted, con lo que sabe él y con lo que sé yo podemos llegar mucho más pronto a la solución de este problema que usando las lógicas de los mejores novelistas masculinos y las mejores novelistas femeninas del género de los misterios. Aquí me parece que la lógica no va a funcionar para nada. 
- No entiendo nada... 
- Por eso es necesario que me ayude Roberto Félix. Él debe saber muchas cosas sobre la forma de actuar de Micaela cuando hay sentimientos de por medio. 
- Pero... ¿cómo va a haber sentimientos de mi hija sobre ese pobre y desdichado viejo mendigo? ¡¡Eso es imposible!!
- Le repito que no use usted la lógica para solucionar este problema. No tiene lógica luego tiene que ser otro el motivo por el cual se han ido juntos. 
- ¡¡Esto es una tragedia!!
- No se lo tome como algo tan trágico. No tiene lógica... luego debe tener alguna solución mucho más sencilla que aplicando la lógica. Para encontrar a su hija debemos aplicar las teorías de los sentimientos amorosos y en eso Roberto Félix me puede ayudar mucho. 
- ¿Y mis sentimientos amorosos por mi hija?
- Tampoco los voy a olvidar. Aquí tenemos tres clase de sentimientos amorosos: el de un padre, el de un novio y el de un profesor. 
- Ahora sí. Ahora empiezo a comprender mejor...
- Pues en marcha. ¡Vámonos para su casa!
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Miembro desde: Jun 29, 2009
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Descripción

Novela de Ficcin y guin literario para Cine.

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Relatos Narrativa Ficcin Guin Cine.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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