Sospecho de todo el mundo porque el mundo es sospechoso,
porque a través de la raíz de la Tierra
es que nos enamoramos, nos amamos, nos herimos de amor,
salimos lastimados luego de los besos, luego del sexo.
Soy sensible no sólo porque escribo,
soy sensible porque siento,
porque pienso,
porque olvido.
Soy sensible porque cuando el aire es frío tengo frío
y cuando quema el suelo siento me arden los pies.
 
Sospecho del amor porque sospecho del mundo.
Encontrando espantos y maravillas vivo siempre
y como siempre, siempre estoy volviendo de una batalla anterior.
Mi vida es un tango violento y los amores pasan como un río tempestuoso
porque son dulces pero imponentes
y me excitan,
y me halagan,
y me dañan después
y quedo medio muerto en la arena fría de la soledad.
 
Así, me enamoro de bellas crueles que no perdonan un traspié
y dicho lo dicho
luego del traspié
me quedo ausente de felicidad, anémico de vida,
medio muerto,
o me muero tal vez
y no me queda más Olimpo que el de pensarme un fantasma con huellas digitales:
entonces escribo
y es la poesía
lo que me salva del olvido eterno.
Y escribo, muerto en vida.
Pero aún respiro
porque escribo.