Está de moda en México el caso de abuso basado en un supuesto poder de una
funcionaria pública. Lamentable y patética es la posición de esta pobre mujer salida de no sé dónde y que sólo vino a manchar más la ya de por sí apabullada "profesión" de político.
Se trata de un caso más que, a lo largo de la historia de México, ha sido el pan
de cada día de una sociedad desesperanzada y que ya no sabe qué hacer. "¡Pobre
México!", gritamos algunos convencidos de que ya no hay "para dónde hacerse"
como decimos por estos lares. Sin embargo, la vida sigue, cada quien viendo por
lo que más le conviene. El altruismo está muerto, pero se sigue simulando
intentar armonizar una sociedad decadente donde el individualismo ha triunfado.

"¡Una funcionaria pública! ¿Lo pueden creer?", expresión de primer mundo tal vez,
pero que en México ya no es sorpresa. Tendríamos que volver a  independizarnos, pero ahora de todos estos improvisados que sin considerar por un instante la posición privilegiada en la
que se encuentran, dilapidarán seis largos años sociales y acumularán por seis
largos años individuales sin ningún reclamo, sin ningún remordimiento, sin
ningún sentido.

Lo repito y lo recalco, "¡El altruismo ha muerto en México!" y a mí ya no me interesa en lo más mínimo rescatarlo, huyo de aquí.