Por ahora soy invierno
Publicado en May 25, 2013
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Ver sus ojos apagados sin el brillo particular era una tortura interna a la que me había sometido diariamente y estaba harto, había intentado de todo, acercarme a ella, alejarme, hablar, pero el día de hoy pareciera que mi paciencia estaba agotada ¿Era egoísta?, ¿Debía hacer algo más?, entonces voltee de nuevo a verla esperando un milagro divino algo que me hiciera creer que podría recuperarla, pero nada, las esperanzas eran vanas, su mirada seguía perdida por la ventana.
-Sofía, podrías prestarme atención por un momento-. Pedí con la voz más neutral que pude, aunque dudo que cualquier otro tono lo hubiera notado.
-Claro- Su cara se dirigió a mi posición el gesto era el mismo, algo monótono y aburrido- ¿Qué sucede?-.
La pregunta en si me molesto, acaso tenía que suceder algo para que me prestara la mínima atención pero tome una bocanada de aire y me tranquilice.
-Terminamos- le solté con naturalidad, me sentí un idiota patán y queriendo no pronunciar nada intentar una vez más, sin embargo una parte de mi evaluaba su reacción y fue doloroso encontrarme con la misma expresión como si nada pasara- Las cosas no están bien, seguro te has dado cuenta, y pues es lo mejor cada uno por su lado-. Lo que me quedaba de orgullo me hiso sonreír como si le hablara a una niña pequeña que no entiende el asunto.
-De acuerdo- la simplicidad de su respuesta me tomo desprevenido- Si hay algo que tengas aquí en mi recamara o en la casa tómalo con toda libertad-.
-De acuerdo-. Imité dolido, me quede quieto concentrado absolutamente en cómo regresaba su mirada a la ventana y continuaba con su contemplación del cielo.
Una especie de lagrimas se empezaron a formar en mis ojos, y hacían que me ardieran, eso estaba realmente mal, mi cuerpo entero parecía desconectado de mi mente, mis brazos descansaban a mis costados, la respiración era casi imperceptible y más que dolor sentía la incomprensión trasladándose por mi cabeza en busca de respuestas.
Salí casi por impulso, baje las escaleras rápidamente, no deseaba pasar un segundo más en esas paredes grises en las que habría prometido dibujarle mis sueños, de las que hablábamos tanto y ver como ese lugar absorbía lo que quedaba de Sofía.
Me halle en la calle solo con la idea de volver a mi casa, lo peor del asunto es que llegar a mi casa era una pesadilla quedaba relativamente cerca de mi posición actuar pero pensar en pisar esa casa significaba pisar el lugar donde tienes miles de recuerdos.
No seas melodramático trate de repetirme, ahora es pasado, mañana será un nuevo día, entonces tome la pocas ganas de sonreír que me quedaban, emprendí camino a casa, pensando se positivo y atraerás cosas positivas.
Al pasar por una vereda de árboles viejos y ver las hojas caer pensé que tal vez era como esos árboles que pasaban distintas etapas: con hojas, sin hojas, pero lo único que permanecía igual era el tronco, la madera de los que estaban hechos, si todas las personas éramos así, ¿Cuál era la Sofía real?, ¿De qué estaba hecha?
-Demasiadas preguntas por hoy-. Me convencí a mi mismo de callar mis propios pensamientos y solo ver a mis pies moverse a través de la tierra.
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Foto del autor Cecilia
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Descripción

Dejar ir es sinnimo de perder?

Palabras Clave: Mirada Vereda

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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