ELENA CASTRO SE QUIERE CONFESAR
Publicado en Oct 24, 2018
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HELENA CASTRO SE QUIERE CONFESAR.
Dios mío, estoy arrepentida de mis pecados, iré a la iglesia de mi barrio.
Veo poca gente en el confesionario, formaré parte de la fila de la gente que van a confesar sus pecados, sólo hay tres personas adelante… parece que ya se retira una de ellas, sólo quedamos dos, pasa la siguiente y sigo yo, me arrodillo “En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo amén” rezo el yo pecador y pido a Dios que me de valor para confesar mis pecados.
El padre dice: escucho tus pecados.
Acúseme padre de ser envidiosa, de ser calumniadora, de odiar a cierta gente, de ser tramposa para ganar beneficios, de jurar en falso, de no asistir a misas, de burlarme de personas defectuosas, de decir mentiras, de hablar mal de los sacerdotes.
Hija mía, ¿qué dices de los sacerdotes?
Que aburren con extensos sermones, que se meten en política para convencer a la gente de que deben odiar a ciertos políticos, que algunos son humillantes con la gente humilde… padre, usted me va a perdonar por lo que voy a decir: Usted no respeta la comunidad, porque cuando reparte las hostias, usted acaricia la cara de Elsa y todos nos damos cuenta, es falta de respeto, pero bueno padre, eso es perdonable, lo que no es perdonable son los sacerdotes que abusan sexualmente de los niños, deben ser sancionados y destituidos. Algunos de ustedes son inteligentes, buenos y honestos, pero sé que unos quieren dejar los hábitos para no pertenecer a comunidades vergonzosas, ¡qué lástima, que paguen justos por pecadores! Hace falta reflexionar sobre sus vidas de sacerdotes, ustedes, como seres humanos deberían tener derecho a casarse a construir una familia, a desempeñar honestamente su cargo, son necesarios, de pronto y sorpresivamente el padre salió corriendo del confesionario y de la iglesia, venía otro sacerdote a ocupar el lugar del confesionario, yo me retiré de la parroquia, y… cuál sería mi sorpresa al escuchar en la calle mi nombre, de una voz conocida: Hola ¡Helena!!! Mira estoy aquí cerca de ti, mírame, Hola Diego ¿qué haces aquí? Helena, ¿no reconociste mi voz en el confesionario?  ¿cómo así?, no entiendo… ¿No te diste cuenta que te confesaste conmigo? No… no puede ser… Ja ja mi querida Helena, acuérdate que tú me comentaste que te querías confesar ahora mismo, yo quería hablar un rato contigo, me adelanté, llegué a la iglesia, vi que el confesionario estaba desocupado, me dio curiosidad de saber de tus pecados y de otras gentes. Cuando entré al confesionario corrieron unas viejitas, hicieron fila, y entre ellas tú. Ya sé cuáles son tus pecados, pero escuché que alguien dijo: viene el padre Javier, me asusté y salí corriendo… y ¿no te diste cuenta de que no estaba vestido como sacerdote? Eres un miserable demonio… No Helena es un chiste, ¿Un chiste? Te costará cárcel el chiste, porque te voy a denunciar por falsedad en persona, me has engañado para enterarte de mí privacidad y, en la de otras personas. Maldito, que Dios te castigue, pero Helena, somos amigos, pensé que te causaría risa, fue una broma… qué broma ni qué diablos, mereces castigo. Tú sabes que mi papá es abogado, ya mismo le voy a pedir que me represente y te denuncie. Helena, por favor, perdóname, acuérdate que hemos sido buenos amigos, sí… buenos amigos hasta hoy, porque a partir de este momento eres mi peor enemigo, pero Helena, ni siquiera te puse penitencia, no te mandé rezar unas cuantas oraciones. ¿te sigues burlando de mí? Búrlate de tu madre, lárgate de mi lado, déjame seguir libre a mi casa.
Llegada la noche, el papá, la mamá y los dos hermanos de Helena la observaron llorando, todos preguntaban la razón del llanto. Con voz quebradiza y abundantes lágrimas Helena empezó a contar a su familia el suceso, pero el papá y los hermanos reían a carcajadas, ¡Vaya!, ¡qué chistoso es Diego! ¿Ustedes también se burlan de mí? ¿Les parece chiste que ese miserable sepa mis pecados?, les parece chiste que haya suplantado a un sacerdote? Todos se burlan de mí, mi madre es la única que no se burla y me comprende. Perdón Helena nos causó risa, nos pareció una broma como otras tantas que Diego acostumbra y nos hace reír. No soporto a ese hombre, mañana mismo lo denuncio. Cálmate hija, regálate unos minutos de reflexión, piensa que él y su familia son nuestros mejores amigos, debes agradecimiento de lo mucho que nos han ayudado económicamente, con excelentes ideas, grandes ayudas y hasta sacrificios cuando te enfermaste de neumonía, Diego corrió a ayudarnos, se turnaba con tu mamá en las noches para cuidarte en la clínica, te acompaña, te defiende, te protege, un amigo igual no es fácil encontrar.
De nada sirvió la reflexión del papá. Al día siguiente, acompañada de la mamá denunció a Diego, fue citado a la casa de justicia, nada se logró, Diego tuvo que pagar una multa, Helena siguió enojada, no permitió que volviera a visitarlos.
Diego escribió a Helena una cariñosa carta en la que le pedía perdón. Analizó cada pecado que ella confesó. Dijiste que eres envidiosa, yo te conozco bien, a nadie has hecho daño por envidia, sólo deseas tener lo que no tienes y eso te ha servido para superarte y progresar. Que eres calumniadora, eso crees por juzgar el mal comportamiento de algunas personas, no confundas juzgar con calumniar. Que eres tramposa para ganar beneficios, no dejas hablar a personas que ofenden, les hace ver que no son inteligentes, bueno a veces haces trampa en los juegos de mesa, pero eso no es tan grave. Que juras en falso, sí, juras a tu papá que no has fumado, lo malo no es el juramento, lo malo es que fumes. Que te burlas de personas defectuosas, es verdad, te burlas de mí por tener grandes las orejas, mal, muy mal, me duele cuando te burlas, también te burlas de los viejitos, debes pensar que tú también serás viejita, yo perdono que de mí te burles, pero debes cambiar. Que dices mentiras, pero si lo reconoces puedes cambiar. Que odias a cierta gente, no la odias, rechazas a los capos, a los delincuentes, a los ladrones, a los criminales…  Que hablas mal de los sacerdotes, pero no de todos, de los que criticas tienes razón y bien hecho que lo manifiestes. Bueno, ¿y tú crees que yo soy perfecto como Dios? No, no, no, cometo muchos pecados y ni siquiera he querido confesarlos.
Helena, te amo de todo corazón, si no me perdonas, jamás te buscaré y si me perdonas te propongo que seas mi novia.
Espero tu respuesta.
Diego, te perdono, te amo y acepto que seas mi novio.
 
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Foto del autor Lucy Reyes
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Descripción

HISTORIA DE UNA CONFESIN Y EL RESULTADO

Palabras Clave: CONFESIONARIO VIEJITAS PADRE LLANTO.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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