El agua fría y cristalina corría por tu cintura, tu largo cabello se dejaba juguetear por el viento, y alegre él, lo rosaba cerca al agua; que celosa, atrapaba sus puntas y las mojaba, traviesa tu, sumergías todo tu cuerpo en ella, que con rabia te apresaba queriendo no salieras, sin embargo con regia voluntad y alegría, emergías, cual diosa de mis sueños ante mí, con tierna sonrisa me has robado el alma con semejante momento he vuelto a creer bendigo las desgracias que he pasado mujer… mujer… mi diosa mujer.