Es la hora de las mil rocasdespeñadas,la de los diez mil fusilescargados.Muere la tarde y revientan las calles.Abren los cuerpos y queman sus almas.En la hora de las mil dagassangrando,la de las diez mil crucesardiendo. 

No vienen a por ti... Cadera rota, muñón ahogadoen el mar rojo, creado por tu padre, rey de los cruzados.Novienena por ti, sombra de huído, malla partida,carne, carne...Duna de olvido, luz de plata,espalda,brazos,pies degollados en el río de salfumánque inventó tu madre, reina del alabastro.No vienena por ti,pestaña, pupila, navaja, imagen demediada.

"Em vaig treure les ulleres i vaig posar la cadiraenmig de la cambra".Era tiempo de despedirsey basta.De abandonar para siempre el juegomaléfico,estúpido,enfermizo,agobiante,exterminador... de aprender de las letras,de ahogar mi cabeza en un libro,de dejar empeñada mi razónen un colgantedonde se iba a pudrir antes que yo.Y Sant Cugat era el sitio idóneopara tachar la última palabra. La convertí en simio grotesco con aromas de tinta."Però no era res més que un gargot, un gargot".

Brut, sucio, viejo. Viejo musgo.Viejo musgo bajo los pies de cera.Viejo frente al cristal velado de la ventana.Del marco roñoso, comido, de madera.Aire brut, viejo, enfermo, de una habitación perenne.Pies de cera arden.

La calle donde vivo muere como un pez fuera del agua,su triste agoníano la compensan todos los pasos, todas las huellas, las sombrasque se graban sobre ella, la calle es el mausoleode nuestros devaneos, esperanzas, tristezas,lo acumulado.Que a la calle agrieta.