Una tarde llegó del colegio apurada y pensando por dónde empezar a organizar, ya que sus múltiples actividades no le dejaban mucho tiempo, sin embargo cumplía con todo y se alegraba de mantenerse ocupada.  Esa tarde, su padre no la había recibido como solía hacerlo, aunque hubo inquietud por un momento, continuó recogiendo allí, doblando allá y escogiendo en otro lado.  Tomó su camino a sus ocupaciones, en realidad se sintió aliviada, en realidad ni hubo sorpresa al no encontrar a nadie... Al anochecer y regresar de mil cosas hechas, las paredes continuaban en una soledad adolescente, pero esta vez era su madre quien la esperaba, lloraba, no sabía qué explicar, no se podía culpar porque tampoco lo entendía. Deja a su madre y se dirige a su habitación, toma su pijama que reposa debajo de la almohada, con ella viene un mensaje: "Sueña mi niña, sueña, pero no despegues tus pies de la tierra"...