• Fabio Bruhl
elhijodelviento
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  • País: Argentina
 
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Brillante sobre el mic
Autor: Fabio Bruhl  322 Lecturas
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Autor: Fabio Bruhl  329 Lecturas
Una tarde de noviembre creo que fue, la verdad es que no lo recuerdo bien, pero sé que fue una tarde cuando la vi... Flaca y altiva, escondida detrás de unas gafas y con un flequillo que me llamaba la atención, su cabello negro y largo despertaba las pasiones de mis ojos que no podían dejar de mirarla, aunque parecía muy frágil, en realidad no lo era, el primer encuentro que tuve con ella se debió a un pago que me habían realizado mal. Tamara, así es su nombre, tan especial como ella. Giró y olvidando u obviando las diferencias que había entre la encargada de un local de Cañitas y un proveedor que bajaba de un camión me habló con un tono demasiado imperativo para mi gusto. Ella me daba la orden de que cambiara el cheque o caso contrario lo denunciaría como robado… es usual que estas cosas pasen entre empresas de esta forma, lo que no es usual es que una mujer tan delicada y bella haga frente a alguien como yo, y para magnificar la acción con ese talante. Quizás fue a partir de allí que comencé a mirarla con otros ojos. Siempre la seguía estacionado mis pensamientos en su belleza particular y en sus ojos escondidos. Alguna vez mi teléfono sonó y detrás del frío parlante escuché su voz, el sonido era totalmente distinto, lejos estaba aquella mujer que me había increpado de esa manera, su voz ahora susurraba calma y tranquilidad, no importa para que llamó y la verdad es que tampoco lo recuerdo bien, pero si sé que el tono y el pausado de las palabras eclipsaron mis oídos. De a poco fui pasando más y más seguido por su puerta antes de entrar al Pub de al lado y también de a poco aproveché una y cien veces para volver a verla. Me seguía pareciendo tan frágil como el cristal y tan hermosa como la rosa cuando abre sus pétalos al sol, extrañamente nunca tuve el valor de hablarle, pero sí de seguir mirando la belleza particular que la encerraba detrás de ese pequeño cuerpo. Una tarde detrás del polarizado de los vidrios de mi camión, me quedé observándola y en aquel momento supe que ante la primera situación que tuviera no dudaría en hablarle, la suerte me acompañó y ella volvió a llamarme, en ese instante tomé el valor estimulado por haber visto aquellos ojos esa misma tarde y no dudé en decirle lo hermosa que la veía, ella sonó como sorprendida y dejó pasar mis cumplidos con solo agradecerlos, días después nos encontramos en la vereda y allí volví a decirle lo hermosa que mis ojos la veían... Después que pasara un tiempo, me animé a contarle que me moría de ganas de ver sus ojos de cerca, de sentir el sonido de su voz, no solo por el frío parlante y que su oxígeno fuera el mío aunque no fuera más que por diez minutos, lo hice una noche después de verla acercarse a la puerta, me moría de ganas de hacerle saber que mis ganas palpitaban al ritmo de su respiración y allí mismo cuando pasaba uno de los vendedores ambulantes de bijou que rastreaban la zona por la noche decidí mandarle un presente que abriera el secreto de mis ganas y el pedido a sus ojos que por favor me miraran... El anillo entre los escogidos llegó a destino y al día siguiente las casualidades rompieron las ganas, detrás del frío parlante otra vez escuché su voz, solo que en esta ocasión me contaba con palabras las cosas que no quería oír… en tres días partía a vivir a Bariloche... Bueno, la suerte me volvió a ser esquiva, se llevaba las ganas y el impulso y no se quedaba allí, también se empeñó en llevarse a Tamara, esa mujer de finas facciones escondida detrás de las gafas y que se estaba adueñando de mis minutos a diario cuando paraba solo para verla. Como de repente me quedaba con el final de algo que nunca empezó opté porque fuera un buen final y decidí que en su viaje se llevara el mejor de los recuerdos, el mío, y elegí las rosas más hermosas para que la perfumaran en su viaje. No sé muy bien cómo o por qué pero un rato después estaba frente a ella. Hermosa y sutil como la había visto, en cada mirada se adueñó de mi silencio y las palabras que brotaron de mí fueron las más estúpidas que pude regalarle... No aguanté la resignación de no volverla a ver y ahora sentado en una mesa de la vereda escribo este cuento que tendrá el final triste de su partida... Mañana Tamara se llevará consigo su belleza, su voz y mis sueños de contarle lo hermosa que la veo a diario. Las cosas siempre pueden empeorar y así pasó, un par de horas después que le regalara una carta de despedida sonó mi teléfono, en él otra vez la fría voz detrás del parlante, pero esta vez Tamara sonaba más cerca. Su voz me contó que quería que tomáramos un café antes de que se fuera y así volví a Cañitas a buscarla, mientras manejaba seguí hablando por teléfono con ella, casi como para no perderla, me esperaba a dos cuadras de donde trabajaba, en un bar que visité tantas veces ya. Antes de llegar y sin cortar la conversación bajé en el Pub de un amigo y levanté una botella de Ruttini y dos copas, inmediatamente después estábamos los dos en el auto hablando del por qué se iba, luego de unos minutos y bajo las ramas de un árbol de una plaza de Belgrano comenzamos a disfrutar de ese vino tan delicioso. El vino nunca lo terminamos de tomar y los besos que fundimos con nuestras bocas se volvieron la llave del sexo desenfrenado que nos hizo perder la noción del tiempo. La mañana nos encontró acostados al costado de una glorieta en el patio de un albergue transitorio, nos besamos una y otra vez, al salir de allí Tamara comenzó a contarme que quizás en un par de meses volvería, acerqué mi mano a sus labios y callándola le pedí que no hablara más... Las cosas deben seguir su curso y quizás alguna otra noche en Buenos Aires o en Bariloche nos volveremos a ver. Cuando bajó del auto, en la puerta de su casa, vi como mi deseo y las ganas de seguir al lado de aquella mujer se iban de la mano de un par de bolsos a miles de kilómetros de mí...  
Tamara
Autor: Fabio Bruhl  320 Lecturas
Tú eres la luz oscura que buscaba mi tristeza, Tus espinas se convierten en pétalos llenos de belleza, Nunca marchitas, se estremece tu cuerpo como una hiedra inconfundible, Mi incomparable flor en este hermoso jardín, Tu deslumbrante pelo negro destella al mejor jazmín, Te escogí por ser diferente a las demás rosas, Tú eres única.   Así fue como por primera vez, con tu piel oscura y tu cabello como el mejor de los estandartes, único con esos rulos bien definidos, haciéndote hermosa, la jovialidad que tenias en esa brillante piel oscura me hacia temblar al acercarme a ti, esos ojos marrones, penetrantes dueños de los latidos de mi corazón, esos labios hermosos que arqueas cuando se instala una duda en ti, tus piernas largas, dueñas de mi ensueño, tus manos de largos dedos con los que sueño que alguna vez toquen mi rostro. Ese rostro, el recordar tu imagen me hiela, esos pómulos, esas cejas que muero por acariciar, definidas y con un dibujo hermoso, las arrugas que se forman en tu frente y cada mueca que haces, sos tan hermosa que no puedo sacarte de mí.   Tus espinas me protegen, Hoy tus pétalos visten mi tunica, Quiero posar en tu cáliz, Busco un por que? Por que sin ti todo lo veo gris... Quiero ser feliz y si tus pétalos marchitan... Yo marchito. Eres la razón por la que lucho, Si te quitas la vida... Yo me la quito para siempre.   Poco a poco fui entrando en tu vida, mezclándola de tal manera que cada halito de mis pulmones pasaron a ser tuyos, en cada pensamiento mío se hallo tu nombre y cada hecho fue realizado por y para ti, me devolviste las ganas de vivir y la esperanza como sueño. En cada distancia el mundo perdía sentido y así pasaron los años para mí y para ti.   Recordare el último pétalo caído, Pero no aceptare la realidad, Cuando tú te hayas ido, Aunque no estés... Tu nombre permanecerá entre mis labios... Aunque te vayas... De mi boca jamás saldrá un adiós... Pues te querré eternamente... Eternamente marcara mi piel. Tu color negro es la sintaxis, Que lees en este papel, Donde narro cada beso, cada carita, cada abrazo que te di. Floreces dentro de mí.   No puedo dejar de pelear por tu amor, invento mil intentos y trato de olvidarte, me alejo y el destino se encapricha y me trae otra vez a ti, así vuelvo a pergeñar otro plan para llegar a tu corazón, una y otra y otra vez. Casi sin mas sentido que lograr estar por mas que sea una noche a tu lado, caen todos mis muros y vuelvo a empezar sin buscar en donde me equivoque.   Me recuerdo cada lágrima desprendida, Me lamento al no aceptar que te perdí tan solo hace un momento, Y sigo sin aceptarlo, quiero lanzarme al vacío, Para olvidar que te fuiste de mi mano y no quisiste regresar, Olvidarte será imposible pero quitarme la vida... No! Borrarme de tu camino y si no que me maten tus espinas. No me quedan suficientes lágrimas que caer por mi retina, Y mis ganas de vivir se van cuando tú me esquivas. No reconozco haberte perdido, ahora soy hombre muerto. Quiero volar hasta el cielo, no quiero estar cuando tu hayas vuelto. Marchita mi esperanza saber que lo nuestro es imposible, Tan solo soy un simple amigo... Me despido con la bala de este calibre.   Recuerdo cada lagrima y recuerdo que fueron tantas que pude llenar lagos enteros, es mas lo sigo haciendo mientras te escribo, ahora mismo, son todas tuyas como diamantes que caen por mis ojos. Acabo de escucharte por el frío teléfono que para mi, solo esta tu amistad y aunque no me trates como a tus otros amigos se que no puedo controlar el dolor y no quiero tu amistad prefiero estar suspendido en la nada. Así sufro cuando me haces esperar en tus espaldas o sentado en el vacío para hablarte. No puedo asimilar el hecho de la derrota y mucho menos la posibilidad de seguir marcando mi vida con tu tiempo y las cosas ya no tienen sentido. Me acomodo en el asiento de mi auto, detrás de la butaca del acompañante esta el revolver y dentro de el la bala hueca del 38, que siempre me acompaño y hoy me llevara mas allá... Vuelve a renacer por un segundo la esperanza y dejo esto para otro momento...   Mi rosa negra, tu angustia por dentro y bella por fuera, Cada pétalo que cae es una lágrima cualquiera, Eres única y todas te envidian... Tu color negro se va destiñendo con el paso de los días, Te guardo en mi vitrina, es un recuerdo muerto... Que en silencio sigue existiendo y guarda un sentimiento... Brotas en un edén, en un sinfín te sientes rara, diferente, Para mi especial por que mi vida encajas...   Es extraño saber que me enamore de ti, que no sabes ni siquiera donde ir, que tu rumbo cambia día a día y decido ir por otras flores para cambiar de jardín y me encuentro que las demás flores te envidian y quieren parecerse a vos. Todo me vuelve a llevar a ti, trato de mirarte desde lejos con la esperanza de que tu felicidad sea la mía, olvidando todo tipo de egoísmo te prefiero lejos mío pero que seas feliz... Te vuelvo a ver escondida detrás de la vitrina y todo parece volver a empezar.   Esa es la diferencia, a veces piensas, te preguntas el por que de tu existencia? Nunca crees en las creencias, Estas en una realidad diversa a todas las demás, Tu personalidad varia, distintas formas de pensar. Eres única, de cada mil rosas, negras hay tres... Marginadas de la sociedad por el color de su piel. Tú por ser distinta, yo fui egoísta y tu fría. Nada más por verte en aquel jardín quise que fueras mía.   Así tu locura me lleva y me trae, un día somos amigos y al otro enemigos íntimos, con suerte te levantas apasionada y si las cosas van mal ni siquiera me miras. Así cambian tus formas de pensar y quizás en el mismo día pases por todos los estadios, sin escalas en ninguno. Así por esto también y no solo por tu belleza, quise que fueras mía.   Por que estas al borde de la extinción, Por que eres tan bella y rozas la perfección, Un corazón tan puro y frágil... Pero parece tan fuerte desde el exterior... Y desde el interior sufres la depresión... Para ti es algo dulce el sabor de mi sangre... El viento ondea tus pétalos como un sauce, Aparentas lo que no eres... Y quiero poder conocerte... Por que el no hacerlo me hiere.   Así es como te muestras segura de vos misma, única y especial marcando cada segundo del mundo que gira a tú alrededor y nada mas parece existir. Usas todas tus armas pues sabes que tu falsa modestia lastima y así clavas tus espinas en mí, mi sangre cae rodando por mi piel y ni el dolor logra alejarme de ti, cuantas marcas llevo en mi alma antes de conocerte y saber que dentro tuyo hay dos personas...Aguanto las heridas y el dolor es el pago por saber quien sos.   Estoy loco por tus espinas, Que se han clavado en parte de mí, Formas parte de mi vida, Tu voz dulce me susurra en el oído... El tiempo se ha parado y mis latidos se han quedado contigo...
Mi Rosa Negra
Autor: Fabio Bruhl  424 Lecturas
Ella existió solo en un sueño, El es el poema que el poeta nunca escribió. Y en la eternidad los dos unieron sus almas... Para darle vida a esta triste... Canción de amor.   Flaco y desgarbado caminaba por las calles del barrio de la Paternal, se lo veía pasar por debajo del puente de avenida San Martín, quizás uno se lo cruzaba en la carbonilla o quizás en la estación. Siempre iba acompañado por su perro una cruza de boxer y callejero que le regalaron unos cartoneros, se sentaba a fumar en cualquier esquina donde hubiera con quien charlar, todas las baldosas del barrio eran suyas y cada una de las que había ya las había contado, era el dueño del asfalto y de cada cordón, sabia cada chimento de cada vecino, horarios y costumbres, nadie le prestaba atención al loco del barrio, quizás era como dice la canción, el poema que nunca escribieron, así vivía, así pasaban sus días de calle en calle de noche en noche y cada pitada el comenzó a soñar. A soñar con ella, la imagino con ojos de mil colores, con la piel más tersa y suave, con la sonrisa mas clara, cada vez que levantaba sus ojos a la luna ella estaba allí, se sentaba en la esquina del pasaje a levantar su cabeza buscándola...   El es como el mar... Ella como la luna... En las noches de luna llena hacen el amor.   El era como las olas que van y vienen siempre en el borde del mar y su mar era su barrio, los bordes los cordones. Las noches nubladas la buscaba recorriendo el barrio de una esquina a otra, se enojaba solo y así hablaba protestando por que no la podía encontrar, juntaba las colillas de los cigarros tirados en una cajita para cuando se cansaba de caminar buscándola sentarse en alguna otra esquina, sacar la caja y encenderlos de a uno, mientras pitaba miraba el cielo esperando que apareciera detrás de alguna nube, algunos días la veía como triste y escondiéndose, esas noches no se mostraba plena y libre, se veía como queriendo mostrar solo una parte de si, a la siguiente semana y después de hablarle durante siete noches la convencía de que se mostrara un poco mas y ella así lo hacia mostrando la mitad de su rostro para el. El se alegraba de convencerla y volvía a hablarle durante horas tratando de que se mostrara toda, así tardaba otros siete días en que ella se apareciera mas a sus ojos, sabia que le llevaba muchas horas convencerla y varias noches de charlas en las que le contaba todo lo que pasaba en ése, su barrio, sus calles, su lugar y que cuando bajaba el sol corría a la esquina del pasaje algunas veces con su perro y otras solo para esperarla a ella. Más cuando el sol comenzaba a asomar se moría de tristeza pues sabia que habría de dejarlo sin despedirse para verlo por la noche. Así seguiría una semana mas hablándole para que ella se mostrara entera y plena para sus ojos.   Y en la eternidad los dos unieron sus almas... Para darle vida... A esta triste... Canción de amor.   Así cuando la luna se mostraba llena y reflejaba las luces plateadas que caían sobre el, se sentía amado por ella. El extendía sus brazos y con las manos por delante de sus ojos veía como dibujaba su contorno, sentía en sus palmas como la acariciaba, sentía el calor en las yemas de sus dedos, sentía como durante esos siete días hacían el amor cada noche de luna llena. Cuando ella comenzaba a marcharse, a él se le llenaban de lágrimas los ojos y algunas rodaban por sus mejillas, casi que sentía como los rayos de plata secaban con piedad aquellas gotas de dolor.   El es como un dios... Ella es como una virgen... Y los dioses les enseñaron a pecar... Y en la eternidad los dos unieron sus almas... Para darle vida a esta triste canción de amor...   El podía hacer todo posible cuando estaba cerca de ella esperándola, aunque sabia que todavía no había estado dentro de ella, sus caricias y cuidados la seguían conservando virgen en esa altura que casi no existía para él... Una noche un camión del servicio sanitario lo levanto, era una de esas noches de luna llena, una de esas noches escogidas en las que estaban solo los dos. Una de esas noches en las que ella se mostraba enteramente desnuda para él, no entendían que el no se podía ir de la esquina del pasaje, que estaba allí para su cita con ella, él forcejeo y peleo hasta que lo redujeron colocándole un chaleco, la desesperación se apodero de él que no podría extender sus manos para acariciar esa silueta fabulosa, única y de él... Semanas después se escapo del Alvear donde lo habían encerrado sin permitirle verla, corrió por la avenida hasta la esquina de su pasaje, no la vio y lloro... Siguió caminando hasta la parte mas alta del puente de la avenida y parado en el borde la espero hasta que ella se asomo... Estaba plena, llena, redondo y brillante. Así el decidió llegar a ella para que nunca mas los separaran, así dio un paso al vacío. De vez en cuando paso por la esquina de aquel pasaje y todavía creo verlo extendiendo sus manos sentado en aquel cordón tratando de tocarla.    

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