Capricho V
Publicado en Feb 05, 2010
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Cierto día, varios años atrás, Annie despertó mirando el cielo azul. Fue a la escuela y se divirtió con sus amigas hasta que un maestro le armó un injusto drama por sus notas. Entonces unas nubes habían aparecido en el firmamento; momentos después, una colosal tormenta acosaba la ciudad. Horas más tarde, enfadada aún, estaba en su clase de francés cuando salió el Sol otra vez.
Annie llevaba algunos meses en Roma cuando notó que ese extraño día bien pudo ser una anunciación de su vida hasta entonces. Damien se volvió el Sol, su Sol. Lo mismo a la inversa. Ambos estaban heridos cuando se encontraron, pero el tiempo y la intimidad cambiaron eso.
No solo sus trabajos para Fotografía Arquitectónica eran mejores. Ella misma se sentía mejor. Feliz como nunca había estado, junto a Damien se llenaba de energía y vitalidad. A su vez, Annie tenía una forma peculiar de alegrarlo con una simple mirada. El bien mutuo que se hacían era evidente a ojos de los demás.
En los tres meses que llevaban juntos se habían descubierto el uno al otro. No tardaron en vivir en el mismo piso. El único problema era que el semestre se terminaba. Annie debía volver a Amsterdam en enero, porque le faltaba el último semestre de su carrera.
Un precioso día de diciembre, se encontraban en una cafetería de la plaza Navona. Damien había estado tomando algunas fotografías mientras Annie estudiaba para su examen del día siguiente. Charlaban mientras bebían un delicioso café y observaban a la gente que pasaba por la calle. La ciudad estaba emocionada por la Navidad, todo el mundo se veía alegre. El ambiente era relajado.
Hicieron una pausa y se miraron. Damien iba a hablar cuando un flacucho Papá Noel se paró junto a la mesa. Llevaba una gran bolsa de terciopelo rojo en las manos.
- ¡En Navidad deberían estar felices, tontuelos! - Hurgó cómicamente en la bolsa mientras entonaba un clásico villancico. Antes de que pudieran reaccionar, sacó una cámara y se tomó una foto junto a la pareja. Dejó la fotografía en la mesa y se alejó sin parar de cantar.
Annie agarró el papel y observó la imagen. Tres rostros sonrientes le devolvieron la mirada. Suspiró.
- Me siento como una niña de nuevo, Damien. - Su voz sonaba apagada. - No quiero que deje de ser Navidad, y odiaré regresar a la escuela.
- Annie... - Damien se veía preocupado. - Annie no quiero que te sientas así. Sé que no es consuelo, pero escúchame. Sólo tengo que quedarme en Roma cuatro meses más, después podré hacer lo que sea...
- ¿Lo que sea, Damien? Tú mereces irte a algún extraño lugar y luego conseguir el trabajo de tus sueños en una importante revista. - Se detuvo, algo triste ante la perspectiva de Damien yendo a un lugar muy lejano.
- No me importa eso, Annie - dijo Damien, en un repentino y serio susurro. - No quiero nada de eso si no puedo tenerte a mi lado. - Ella lo miró. Hubo una pausa. - Lo sabes.
Annie lo sabía. También sabía que vivir sin Damien sería tan tonto e imposible como intentar tocar su codo con su lengua.
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Foto del autor Andrea Palomini
Textos Publicados: 14
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Descripción

Palabras Clave: Siempre era igual V

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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