A Canta Calicias.
Publicado en Dec 26, 2021
A Canta Calicias
En Formentosa, el adalid de las corridas, el Toro Manchego, y exégeta de profesión, puso fin al acuerdo de preconcubinicencia con su pareja, la hermosa formentosana Adelaida de Avellaneda, señora de Mancilla y Torre vieja, una de los Grandes de Castilla y León. Los detalles de las razones del por qué tal acuerdo llegó a su fin nunca quedaron del todo claros. Las malas lenguas afirman que el arreglo llegó a su término luego que ella descubriera que el Toro Manchego se había ido de gira de lidias por el país sin siquiera dejar un mensaje de despedida. Ni el manager Tolomano, ni el secretario pudieron convencerla de echar pie en tierra, retroceder cuatro pasos y no echarse el mantón de seda sobre los hombros y emprender la retirada. El huerto de la casona quedó sin regar, la casa tipo palaciega, sin cuidar. Nadie estuvo para limpiar la entrada al llegar el toro Manchego, ni para recibirle sacándole las polainas, ni para guardar sus ropas lavadas y planchadas, ni darle de comer su forraje molido con avena y lechugas hidropónicas, ni para prepararle su bebida favorita, leche de tigra con ron. El Toro Manchego no salió de su habitación por semanas. No quería pastar, ni podía dormir. Se paseaba día y noche desde la puerta a la ventana sin parar mirando hacia los deslindes de su propiedad, esperando el regreso del carruaje de la hermosa Adelaida, la prima rosa al despuntar el alba. Pasaron madrugadas, se sucedieron eclipses de sol y de lunas, miles de angelus en el horizonte. Se le estaba yendo la vida al Toro Manchego sin que su amada dama mancillana reclamara su lugar bajo su coraza. Un día, el mundo abrió los ojos sin poder volver a presenciar con disfrute del espléndido espectáculo digno de vigorosos atletas atenienses que sólo el Toro Manchego era capaz de brindar en la Arena. // 23.12.2021.
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