DON MANUEL GONZALES PRADA (ENSAYO PARTE 3)
Publicado en Jan 08, 2021
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                                PRADA EL PENSADOR

En Prada se ven dos aspectos, el pensador silencioso y oculto en lo interno de sí mismo, en el otro al apóstol, al libre divulgador de ideas, así pues el espíritu retraído, el misántropo intelectual en cuyo cerebro se ocultaba quien sabe que pensamientos, se presenta en la vida social y política como un irreligioso; si el hombre que no reconoce a ningún Dios, como el ateo fiscalizador de su conducta y de sus ideas, el que ha perdido la fe y que no siente ninguna necesidad religiosa, es ateo; ateo en cuanto a sus relaciones con la sociedad, decir que alguien es ateo es casi no decir nada, tantas maneras hay de serlo, desde el sabio hasta el poeta, desde el anarquista al indiferente, hay ateos científicos, ateos resultantes de especulaciones metafísicas, ateos racionales, ateos egoístas, ateos de la moral, ateos que lo son porque es fácil serlo, en el ateo caben todos los pensamientos y todas las iniciativas, como en el vuelo libre de las aves en todas las direcciones, en el teísta por el contrario solo caben los actos capaces de contentar a su Dios, de los límites que he dado se desprende que Prada fue un ateo racionalista, ateo ante la organización de la vida humana, ante los valores éticos intelectuales, ateo ante las cuestiones religiosas, pero tratándose del orden puramente filosófico me atrevo a dudar de su ateísmo; que terreno tan difícil concebir la no existencia de un Dios ¿un Dios? ¿Qué Dios? ¿Cómo comprenderlo? ¿Cómo concebirlo? ¿Cómo explicar su naturaleza? Voltaire ha dicho dilucidando sobre Dios “el eterno geómetra” reglamento la carrera de los astros ¿más donde esta? ¿está en un solo sitio o en todos los sitios? ¿ocupa un espacio? No lo sé, ¿dirige el universo con su propia sustancia? ¿es inmenso sin cualidad ni cantidad? No lo sé, lo único que sé es que debemos adorarlo y ser justos, la expresión eterno geómetra representa por sí mismo un límite, no podría otro hombre concebir a Dios de otra manera muy distinta, Voltaire dice que solo él lo concibe así.

La libertad en esta materia está en concebir la existencia de Dios, como a cada ser humano le plazca, debemos protestar pues todos los que no pensamos así, cuando un simple mortal quiere imponernos su idea de Dios, propia de él, cuando quiere forzar nuestra conciencia empujándola en la dirección que sigue la suya, en esas altas regiones del espíritu acaso no parecen inhumanas las imposiciones ideológicas, como concebir al ateo en la estricta etimología de la palabra, cuando los fanáticos insultan a alguien de ateo, es simplemente porque no comprenden a Dios como ellos, porque lo conciben de otra manera que puede ser diametralmente opuesta, en el terreno filosófico Gonzales Prada no ha sido ateo, no podría explicar más por tratarse de concepciones particulares de otro cerebro, solo se puede asegurar que no tuvo visos siquiera de una concepción antropomórfica o antro psíquica, fue puramente filosófica se explica pues el ateísmo ético y religioso de Prada; de la lectura de sus escritos, del análisis de su mentalidad, se obtiene que ha tenido la concepción de un alma que alienta la vida del universo, la idea de un algo en las leyes que ordena el desenvolvimiento de la naturaleza, Prada gusto siempre de contemplar el mundo natural, amo la ciencia con pasión de filósofo y poeta, quiso sondear lo desconocido sintiéndose pequeño frente a él, el ateísmo de Prada no nace pues de otra cosa que de un amplio concepto de la libertad, su panteísmo es idealista, desde el momento en que lo obsesiona y entusiasma las leyes naturales, y lo deslumbra el cuadro extraordinario del universo, en sus prosas y en sus versos se encuentra a menudo expresiones que divulgan esa vieja dirección, el siguiente rondel es una expresión propia de el:



                      AMOR UNIVERSAL


Amor universal, amor inmenso

Desciendes como lluvia de las nubes

Giras en alas de luz suspenso

O, como aroma de sutil incienso

En espirales onduladas subes



Sabia del orbe, inagotable arteria

Por ti recobra su poder vital

El yerto corazón de la materia

Amor universal.



También en estos versos finales de su soneto “a la naturaleza”


Ni sepulcro tendrás, ni cuna vistes

Fénix divino, sin morir renaces

Madre piadosa, sin nacer existes.



                                                     LA BRISA



                                                        (de exóticas)

Soplo de los mares, mensajera del verano

Tienes la dulzura de la miel y de los besos

Tu con la invencible seducción de lo escondido

Vienes de parajes ignorados por el hombre



Brisa de la tarde, mensajera del verano

Se la mensajera del amor a la hermosura

Deja la fragancia, los murmullos y las notas

Llévate suspiros de amorosos corazones.


En un párrafo sobre la naturaleza dice:

La naturaleza no parece justa ni injusta, sino creadora, es un infinito vaso de concepción, divinidad en interminable alumbramiento, es madre toda, seno y sin nada de corazón, porque no conoce la sensibilidad humana, con tanta indiferencia mira el nacimiento de un microbio como la desaparición de un astro, rellenaría un abismo con el cadáver de la humanidad solo para que sirviera de puente a una hormiga.

En otra parte dice lo siguiente:

Hay horas de solidaridad generosa en el que no solo amamos a la humanidad entera, sino a brutos y aves, plantas y lagos, nubes y piedras, hasta querríamos poseer brazos inmensos para estrechar a todos los seres, que habitan el globo terráqueo y el firmamento.

Naturalmente de esta tendencia se derivan resultados inmediatos y personales, sobre la valorización de las cosas humanas, Prada le daba a las ciencias un gran valor, viendo en ellas la preocupación más noble a que se puede aspirar, porque mientras la domine el hombre, más capaz será de conocer el complicado mecanismo universal, por fuerza tendría que ser después de pensar así de ser un evolucionista decidido que cree en el progreso y el desarrollo constante incontenible de la humanidad, por fuerza habrá de rechazar toda clase de vallas materiales y espirituales, se hace entonces un librepensador.

En Prada a pesar de todas las opiniones pasadas y futuras de los católicos, se encerraron cualidades que pueden hacer de un hombre el orgullo más puro de una sociedad, el valor humano más inmaculado en esa época, conduciendo su vida en perfecta armonía con sus ideas, no por sumisión, sino por una de las mismas razones de su ateísmo que le ordenaba odiar el mal y amar el bien, sin necesidad de la fiscalización de un Dios, conduciendo así su vida supo ennoblecerla con atributos tan superiores que glorifican la personalidad de un hombre.

Ya dije que en el fondo de sus concepciones filosóficas existía una idea de Dios, una sensación de Dios, de un ente universal, no como parcialidad dualista sino inherente a la materia y a la vida misma, y esa sensación de un todo sistémico y funcional, lo condujo irremisiblemente a un panteísmo poderoso, se observa esa dirección cuando extiende sus meditaciones sobre el problema de la vida, cuando lanza su mirada más allá del mundo y del valor inmediato de la existencia, es un panteísmo que está más cerca por su fondo de los filósofos de la escuela eleática, del panteísmo fundamental de Jenófanes y Parménides, pero despojado de la poesía alegórica y a veces litúrgica, con que los filósofos antiguos revestían a sus sistemas, un panteísmo quizás más próximo al de Spinoza.

Los científicos analíticos como Spencer y augusto Comte se tocan con Prada, lo que los acerca es su manera de comprender el espíritu humano y el mundo, la ética y su interpretación de las ciencias y de la mecánica de la vida.

Prada cuando se detiene a meditar sobre la vida y la muerte, lo sorprende la duda, se le presenta formidable como una sonora interrogación, complicada como un jeroglífico, que a otros los llevaría a una desesperación completa, la vida y la muerte, he aquí el eterno problema, la liza secular donde las filosofías y las teodiceas han roto tantas lanzas.

Amilana y aterra considerar a que parajes, a que transformaciones puede conducirnos el torbellino de la vida, al nacer parece que uno entra en una danza macabra para nunca salir, caer en un vertiginoso torbellino para girar eternamente, sin saber cómo ni porque ¿hay algo más desolado que nuestra suerte? ¿más lúgubre que nuestra esclavitud? Cuando la cabeza gravita con el peso de una montaña, cuando el corazón se retuerce en nuestro pecho como tigre vencido, pero no domesticado, cuando el ultimo átomo de nuestro ser experimenta el odio y la náusea de la existencia, cuando nos mordemos la lengua para detener la explosión de una blasfemia, quien pensando acaloradamente no se ha hecho esas mismas y otras preguntas, sobre el problema de la muerte, quien no ha sentido esa punzada de curiosidad que viene desde la tumba, que hace nublar la frente y trae muchas horas de insomnio y de silencio, nos dice en el siguiente triolet:


Para verme con los muertos

Yo no voy al camposanto

Busco plazas, no desiertos

Para verme con los muertos



¡almas hay que yeden tanto!

Para verme con los muertos

Yo no voy al camposanto

¡corazones hay tan yertos!


Gonzales Prada fue un espíritu formidable, se impuso a todas esas interrogaciones, a todos los sugestionadores cuadros del misterio, fue el hombre que después de la crisis se yergue pletórico de fuerza y de voluntad, nada amortiguo su alma, nada lo redujo a estar quieto, nada lo disuadió de mirar hacia el porvenir, ni de escudriñar ávidamente los horizontes de la filosofía, fue un eterno luchador y visionario; porque amilanarse exclama:

“venga lo que viniere, el miedo como las solfataras de Nápoles, solo puede asfixiar a los animales que llevan la frente ras con ras del suelo, no a los seres que levantan la cabeza unos palmos de la tierra, cuando la muerte se aproxime, salgamos a su encuentro y muramos de pie como el emperador romano, fijemos los ojos en el misterio, aunque veamos espectros amenazantes y furiosos, extendamos la mano a lo desconocido, aunque sintamos las puntas de mil puñales”


                                                       LA DUDA

                                                                                     (de exóticas)

                                                                                         Ritmo ternario

A mis ojos el mar

A mis plantas la arena

Se esfuman en oro de nimbos arcaicos

Las nieblas de plata y azul de los montes

El sol matutino


Velada mujer misteriosa

Partamos me dices

Con manos de hierro me coges las manos

Me arrastra, me empuja a la nave


¿Quién eres? Pregunto

Si hermosa te sigo por islas y golfos

En calma y tormenta

Por años y siglos



El velo desplegad, divina hermosura

La helena de parís, la venus de Nilo

¿tu nombre? Me llamo la duda

La fiel compañera del sabio

La vista del ciego

La fuerza del débil


La fe me prescribe

La ciencia me aclama

Partamos, partamos

Gloriosa la vida vivida contigo

Dichosa la muerte venida por ti.


Prada siempre tuvo la obsesión de una muerte rápida, deseaba una muerte instantánea, quería desaparecer estando en la plenitud de sus facultades, de pie como el emperador romano, según lo decía y lo había escrito en uno de sus libros, sentía horror de las extinciones lentas, de los delirios, de las agonías prolongadas, en que generalmente el hombre es capaz de muchas pequeñeces, debilidades y gestos femeniles, deseaba que nunca su cuerpo inspirara compasión como en el momento de la agonía, porque temía que sus enemigos pudieran gozarse con ese miserable instante, el hombre que agoniza pensaba, ya no es un hombre, es un mísero ser, incapaz de mover un dedo, un pobre trozo de materia humana, su muerte preferida era encontrarse con una catástrofe o en la lucha contra un enemigo.



                                                           MI MUERTE



Cuando vengas tú, supremo día

Yo no quiero en torno mío

Llantos, quejas ni ayes

No sagradas preces, no rituales pompas

No macabros cirios verdes

No siniestra y hosca faz de bonzo ignaro



Quiero yo morir consciente y libre

En medio de frescas rosas

Lleno de aire y luz, mirando el sol

Ni mármol quiero yo, ni tumba

Pira griega, casto y puro fuego

Abrasa tu mi pobre viento alado


Lleva tu mi polvo al mar

Y si algo en mí no muere

Si algo al rojo fuego escapa

Sea yo fragancia, polen, nube, ritmo, idea.

El escepticismo solo estuvo en Prada en la palabra, en la digresión introspectiva, en sus momentos de crítica, no oprimió ni desvió su voluntad, no disminuyo el vuelo investigador de su espíritu, ni produjo en su pecho ese suspiro lento y fatal del desconsolado, al contrario, alienta una suprema confianza en los destinos del hombre y en la obra futura de la humanidad, a los hombres de otros tiempos infundían alientos y esperanzas las teologías, a Prada hijo legítimo de su época infunde perfecta fe la marcha conquistadora del conocimiento, ve un mundo de verdades ignoradas, capaces de transformar la vida, y de ser ejemplo de una moderna estirpe de pensadores.

Los tiempos que vendrán están preñados de misterios para los presentes, ellos solicitan como un poderoso y gigantesco imán y no hay fuerza posible que impida a la curiosidad humana ir a descubrirlos, solo el retrogrado, el indiferente o embrutecido, o el huérfano de visiones puede extrañarse del porvenir, horrorizarse a lo desconocido ¿Quién no entiende todavía que las cosas de la vida tienen un valor distinto en cada época, que nada hay fijo ni dogmático en el mundo moral? ¿Cómo ser pesimista si se ignora lo que aguarda el porvenir, si se ignora de lo que serán capaces los hombres del futuro? Por eso el hombre deberá ser siempre optimista, porque en serlo esta la fuerza y la vida de todo, creyendo en algo se conquista, no creyendo en nada se es conquistado o destruido.

En Prada se ve al hombre de acción positiva en sus luchas reformadoras ¿Quién se habría atrevido a idealizar, a valerse de argumentos poéticos y de sedantes expresiones para modificar el carácter peruano? El amor a las verdades de la ciencia, al arte, al pensamiento, a la exaltación del alma, en su actitud de pensador no hubo ningún fin preconcebido de hacer filosofía, ningún propósito de afirmar su nombre como filosofo, la mayor parte de su atención fue absorbida por la suerte de la patria, como hombre de movimiento y de lucha, se dedicó a lo que reclamaba una inmediata colaboración, a lo que merecía antes que todo el esfuerzo de un peruano, era la patria en la idea también comprendida por él.

No resisto el deseo de incluir las siguientes frases:

Para muchos necios y también para unos cuantos sabios, el artista se reduce a un ser extraviado en el camino de la vida, como si la disquisición del filósofo, el escolió del erudito, el discurso del orador, el artículo del periodista o el informe del abogado, fueran superiores al cuadro del pintor, a la partitura del músico, al monumento del arquitecto, a la estatua del escultor, al himno del poeta; el hombre que pierde el cabello y acorta la vista de sus ojos, velando por engrosar las páginas de un libro consagrado a la ilustración o al entretenimiento de sus semejantes, merece tanta gloria como el misionero, que va de montaña en montaña predicando el amor entre los hombres, como el medico que lucha brazo a brazo con la muerte en la ciudad desolada por la peste, como el soldado que pelea valerosamente en el campo de batalla.

Las musas de la antigüedad duermen el sueño de la muerte, bajo el artístico mármol de pharos, la fe de la edad media desciende a hundirse en el polvo de las catacumbas, pero las fuentes de la inspiración no se agotan ni se agotarán jamás, la ciencia tiene flores inmortales de donde pueden las abejas extraer miel de poesía indefinidamente; el arte ocupa la misma jerarquía que la religión y la ciencia, como posee la música o el ritmo, excede a la ciencia en la armonía y como no depende de creencias locales, ni se manchó jamás con sangre, excede a la religión en lo universal e inmaculado.



                                                     VIDA NATURAL

                                                                                         (ritmos cuaternarios)


Se disipo la natural melancolía del invierno y al prolífico regreso de las brisas tropicales, se derriten los nevados del volcán, se desvanecen las nostálgicas neblinas de los lagos.

Desgarro la naturaleza su ropaje de aridez, de oscuridad y de tristeza, coronándose de blancos azahares, se apercibe a su divino desposorio con el sol.

Las misteriosas, las mirificas potencias de la vida, por arterias invisibles se derraman de los cielos a la tierra, de los seres a las cosas, palpitando en las raíces de los bosques, desbordando en las entrañas de los mares.

Es extraño como pudo nacer en el segundo cuarto de siglo pasado, un espíritu tan armonioso y fuerte, un cerebro de tanta ductilidad de ideas, tan excelentemente dotado, su figura se erige solitaria como aquel blanco mármol de pharos que el menciona, por el sereno helenismo que corría por su alma, por la noble libertad de sus pensamientos, su cultura fue un gran salto en la vida intelectual del Perú, fue un golpe de luz en medio de la oscura noche de las ideas nacionales.



                                                           EL HOMBRE



El carácter social es la hombría del individuo como parte de un conjunto, el carácter en lo intelectual y en lo estético es algo distinto, aunque en lo intelectual y lo estético también hay hombres sombras y hombres iluminados, en esto último intervienen los idealismos, los anhelos y las preferencias, tan difíciles de conformar dentro de los moldes de una opinión, porque esos caracteres son aves libres que surcan el espacio en todas direcciones, son como ejemplares de una rara fauna en que el investigador, apartando sus ojos calza sobre ellos las severas gafas del mentalista.

El carácter por antonomasia es en lo social la personalidad inconfundible, causa y efecto, medio y fin de las acciones en sí misma, es una firme columna voluntaria que corriendo por toda el alma, como una espina dorsal, mantiene erguida la personalidad del individuo, destacándola en medio de la muchedumbre; así como en lo intelectual y en lo artístico los hombres muestran el temple de su carácter en la ostentación y defensa de sus ideales y gustos, de sus teorías y quimeras en la sociedad muestran ese temple en el rumbo de sus conducta, en sus opiniones y en sus actos; los cortos de espíritu, los que atraviesan por el mundo esclavos de las costumbres, dudosos de sus fuerzas, incapaces de saborear la propia libertad, los que viven la vida instintivamente, sin darse cuenta de la grandeza de ella, constituyen la obra muerta de nuestro género; los caracteres idealistas y sociales póstumamente por lo común, son la masa con que ellos trabajan las bellas esculturas de la inteligencia y los gallardos edificios de una moral; los grandes filósofos y poetas, todos los hombres geniales no fueron más que caracteres superiores.

En nuestros días se advierten pocos casos de caracteres heroicos, nuestra era de mayor libertad y tolerancia los hace imperceptibles, cuando echamos la vista atrás a las épocas post medievales, los rayos luminosos que rasgan sus penumbras nos hieren fuertemente las retinas, cuando pasamos nuestra vista por el campo iluminado de los tiempos modernos, aquellos haces de luz son apenas visibles, solo en los instantes anormales brillan los de más intensidad.

A cuantos nacidos para grandes acciones hundió la sociedad en su mundo de generalidades y vulgaridades, buena cuando despierta pasiones en nuestros pechos, cuando nos inocula de este modo fuerza y voluntad, cuando nos enciende los anhelos de algo, cuando conmueve con su espectáculo todo lo que hay en nosotros de poetas y de filosofo, pero maldita si nos rebaja y vulgariza, destruyendo todos los gérmenes de superioridad que acaso poseíamos al nacer, si nos convierte en esclavos, cortando el vuelo de nuestros ideales o destruyendo nuestra preciosa libertad de pensar, si nos maniatan sus costumbres, sus mandamientos y prejuicios, y nos mezcla con ella y nos nivelan en nuestras virtudes y en nuestro poder, la sociedad es una jibá gigantesca que en actitud desplegada invita y atrae con halagos, desde que el hombre empieza a ser dueño de sus actos, el débil o el neófito que cae no se desenvolverá jamás de ella, mil lazos aprisionaran sus manos, mil fuerzas pesaran sobre su cabeza, enmudecerá su boca y llegara hasta el servilismo, mil atracciones lo llevaran a un terrible laberinto.

La nación peruana presenta el caso notable de don Manuel Gonzales Prada, este hombre reboso el límite del carácter simplemente social, mirando el proceso de la cultura nacional, se ve destacarse a Prada como un árbol recto, desconocido en medio de un bosque de arbustos hemipléjicos, durante los años de sus mejores campañas patrióticas, hizo pública en la acción misma su hombría poco común, sus amigos recuerdan muchos pasajes de su vida en los que patentizo su carácter, sentía horror por la hipocresía, el servilismo, el comercio social y político de los hombres que habían dado baldón y desprestigio a la patria, por eso se negó a entrar en la lucha por la presidencia de la república, cuando era la primera cabeza de la unión nacional, cualquier otro hombre, pues abundan los ambiciosos sin escrúpulos y sin el concepto de valía personal, habría presentado su candidatura, en un periodo en que los motines y las revoluciones llenaban los pechos, de bajos instintos y vergonzosas relaciones políticas, hacían casi obligatoria una conducta de cabecilla infatuado, irrespetuoso y dictatorial, reconociéndole sus motivos para eximirse de entrar en la lucha por la presidencia de la república, viendo hacia el pasado creo que el Perú lamenta esa decisión, porque hay ocasiones en que temporalmente conviene vencer pudores y hasta sentimientos personales, para conseguir un triunfo más trascendental, se trata ya de una especie de sacrificio por el amor a los ideales, cuanto no hubiera ganado el país con el alma doctrinaria de la unión nacional, si de su seno hubiera salido Prada y hubiera entrado en la lucha por la primera magistratura, aunque quizás no hubiera triunfado, el éxito pudo venir después, atraído por la mayor fuerza doctrinaria que hubiera provocado el primer intento, suponiendo que Gonzales Prada hubiera ascendido al poder, esto habría significado un hecho sorprendente en la historia política del Perú, habría originado movimiento de ideas, no provocado por el seguramente, porque se comprende que no serían muchas las fuerzas ciudadanas que lo apoyasen, además las mejores cualidades de un gobernante son la prudencia y la sagacidad, Prada ya no era el joven loco de veinticinco años, poco profundo en sus pensamientos, su gobierno quizás habría sido la iniciación de una época de ideales políticos y nacionales, que hubiera dado por tierra a todos los caudillos y caudillajes que no significan ni representan nada, las virtudes de la vida privada de aquel posible mandatario, se habrían manifestado también con toda su integridad, en la vida pública, porque es seguro que hubiera sacrificado cualquier bienestar o dignidad material, antes de ir contra su manera de ser, inquebrantable era su carácter, única su idiosincrasia personal; Lima la ciudad de las galanterías, de los agasajos, los aplausos, las bienvenidas, la de las famas personales, donde todos se conocen y se estrechan las manos muchas veces al día, no pudo tentar jamás a aquel carácter majestuosamente sereno, inalcanzable por el humo de las liricas superficialidades, una de sus frases que repetía con frecuencia entre sus amigos íntimos, muy sencilla pero que arroja muchas luces, que dice una infinidad de cosas y que puede escribirse como epígrafe en sus escritos de combate decía “soy peruano, pero no doctor ni coronel”.

La vida privada de Prada fue una de las más bellas y nobles, fue naturalmente una consecuencia de su perfección mental, como hijo, como padre de familia, como jefe de hogar, de sus actos abiertos a la caridad, de su amplio y claro concepto del bien, se desprende de su conducta en la vida pública lo que es la vida privada, como en todos los aspectos de su vida fue el mismo; uno de sus amigos más allegados don Glicerio Tassara dijo en una ocasión sobre la personalidad de Prada como hombre social, como amigo es franco y charlador con los íntimos, discreto con los de menos confianza y muy reservado con los recién conocidos, agradable y elegante en el trato y de excelentes gustos, en su conversación observara el mismo sello decisivo y firme de sus escritos, matizando a menudo su charla con figuras literarias y juegos de lógica, poseía un gran dominio de expresión verbal, cautivaba con su conversación, sus amigos íntimos teníamos en el al hombre más franco y elocuente, había momentos en que era tal su entusiasmo que con sus palabras parecía abrirnos su corazón y mostrarnos sus más recónditos sentimientos; gustaba dicen del estilo de broma volteriana en el juicio y en la frase, pero no sonreía como el francés.

Una de las cualidades más notables como hombre social fue la penetración psicológica que hacía de todas las personas, para él era necesario conocerlas bien, por eso para que alguien pudiera llamarse su amigo, tenía que transcurrir algún tiempo, se ve pues por que gozaba de la reputación de hombre reservado e impenetrable, todo lo contrario, era con los amigos de confianza, locuaz, expresivo, confidente, para ellos era tan agradable su persona que podían considerar su amistad como un verdadero regalo social, como un deleite en la que estaba su cultura y sus buenas preferencias, en sus charlas predominaba la franqueza, no había pensamiento ni opinión que ocultara.

La elocuencia de Prada es la fuerza interna que impele la idea, es el alma de la frase, el poder insinuante, la varilla mágica, Prada por eso admiraba a Marco Tulio Cicerón, conocida es la manera que se expresaba en sus discursos contra el poderoso Catilina:

“quosquoe tanden Catilina abutere patientia nostra”

Estando una vez en el senado frente al conspirador, le dice con tranquila pero sugestionadora elocuencia:

“Ya te oigo: me dices que aguardas la opinión del senado y que, si este pronuncia el fallo del destierro, obedecerás; no yo no hare esa proposición, repugna a mi carácter y sin embargo vas a saber lo que todos los magistrados piensan de ti; sal de Roma Catilina, libra a la republica de sus temores y si solo aguardas estas palabras, si, marcha al destierro, bien Catilina ¿lo ves? ¿observas el silencio? ¡nadie te detiene, todos se callan! ¿esperas a que hablen para obedecer? Su voluntad no se aplica bien por este silencio (pasaje de la primera catilinaria (así convencía Cicerón, así triunfaba la elocuencia)

Cuando el rebelde Cinna (Seneca “la clemencia”) se levanta repetidas veces contra Augusto, este lo hace comparecer por fin, solo frente a él le dirige una oración tan razonable, tan insinuante, tan bien desarrollada, que al final Cinna conmovido, renuncia a toda conjuración y se hace amigo y colaborador del más grande y civilizado de los emperadores romanos, tal es el poder de la palabra, pronunciada o escrita, cuando posee el arte de conducirla y presentarla.
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En Prada se ven dos aspectos, el pensador silencioso y oculto en lo interno de sí mismo, en el otro al apóstol, al libre divulgador de ideas, así pues el espíritu retraído, el misántropo intelectual en cuyo cerebro se ocultaba quien sabe que pensamientos, se presenta en la vida social y política como un irreligioso; si el hombre que no reconoce a ningún Dios, como el ateo fiscalizador de su conducta y de sus ideas, el que ha perdido la fe y que no siente ninguna necesidad religiosa, es ateo; ateo en cuanto a sus relaciones con la sociedad, decir que alguien es ateo es casi no decir nada, tantas maneras hay de serlo

Palabras Clave: MANUEL GONZALES PRADA PARTE 3 PERÚ ATEO SOCIEDAD VOLTAIRE FE DECIR APOSTOL DIOS

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Análisis



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