la espera
Publicado en Dec 15, 2014
Si enamorarme no me costó nada,
olvidarte me cuesta todo. Es porque me valieron sagrados tus ojos, que al perderlos perdí la paz, perdí la calma` Y peor aún, perdí mi alma. Un poeta nace llorando vive soñando muere amando Iba en pensamiento goloso cuando columbraron mis ojos: Veo que su sonrisa me mira, entre suspiros de esperanzas, la miro y pienso ¿Me lo dicen a mí? Esos ojos tribunales, azules, mágicos y fatales, me dieron alas y yo, me lancé al aire, dejó una huella y yo, seguí sus pasos. Fue una mañana de enero. Ella era como yo, un poco libre y le dio algo de crédito a mi alma, de donde yo pudiera cobrar alguna esperanza. Como en una lectura crítica, para ser pensada de nuevo, su imagen como una idea que merece un repaso, como un libro la releo en mis insomnios, desnuda la sueña mi mirada. Con un pie en la tierra y el otro en el cielo, curioso espío en mi interior para ver si mi esperanza crece. Mis ojos devotos no la soltaban, oído, gusto, tacto y olfato, tampoco se resignaban. Por la abundancia de sus dones, mis cinco sentidos prendidos a ella quedaron. Detrás de ella, alas son mis ojos, llenos de contemplados desafíos. Poética obra, inexpresable como inimaginable, éxito sin precedente de una ilusión romántica. Grabaré en piedra o en bronce los tópicos de su feminidad con versos invocados desde su ser. Sin cargar la conciencia medí… y me hallé capaz y suficiente hasta aventurar mi fe…entonces me favorecieron sus ojos: No lo dudé, solté el freno, perdí la rienda, me apoye en mis versos que ya los tenía ciertos y así… tardos y vacilantes sus pasos, me fueron llegando. Estas líneas en blanco no alcanzarán a cubrir los muchos elogios que para ella tengo, una sola de sus miradas basta para entorpecerme, para quitarme el raciocinio y terminar embobado y sin sentido. Mi ser que se sabe dominar pierde su cuota de control en su trasatlántica mirada, en ese momento crítico, cuando me mira, me vuelvo un idiota y ella lo sabe, se da cuenta que me explota por los ojos, en ese preciso instante me brota un deseo y una pasión que nunca es calculada, me nace así, espontáneamente, casi instintivamente y sin buscarlo. Siempre hay una zona equívoca, no sólo en las palabras, también en los gestos y los silencios, y ella sabe pasearse muy bien por esos lindes de lo difuso. Coquetea ella con esas miradas conspiradoras que impiden justificar mis tímidas sospechas, mientras yo, me conformo sólo con mirarla en esta dicha sin pretensiones, para luego tenerla vigente en mis fantasías. La única felicidad que parece posible: El sueño, sueño donde yo recibo en alarde de sinceridad todos los elogios de su mirada. Ella funciona como un fijador para mi pecho, sus ojos, sus manos, su pelo; no necesito esforzarme para recordarla, soy un espectador inclaudicable de su belleza. Yo también ya quisiera que ella pudiera, como yo, retenerme en la mirada y que mutuamente con la misma franqueza nos recordáramos…pero ella a veces, me mira con una atención de segunda mano, con una mirada pobre llena de numerosas cautelas, en esa frontera imprecisa de la amistad. Otras veces es sostenida su indiferencia, mientras me ejecuta el éxito de su tímida crueldad; casi sin convicción a veces me escucha, con sus respuestas monosilábicas parecería que niega mi existencia, mientras yo, siento el peso de toda su ternura obligada, pero otras veces, con más suerte, siento como brilla sobre mí, el sol de su mirada y veo como me contempla, como si yo, fuese un espíritu importante, quizás por la poesía, no sé, quizás se imagina hablando con un poeta, no sé… dudo, mientras su voz me arrastra y yo, sin poderme resistir, hasta dejarme con la voz temblorosa y quebrada; ella mirándome y yo desesperado, confirmando que cuando ella me mira y me habla, el mundo es un callejón sin salida. Por eso siento que, cuando me habla, me quedo sin defensa y recubro mi cobardía con gestos forzados de amable cortesía, soñando con esa posibilidad, quizás vana, de que me pueda corresponder su amor. En un momento así, sólo pensar en su ausencia, me desvela. No le temo a la muerte, si no a una idea de una vida sin verla. Todo mi temor se precipitó el día que me presentó a su novio, se me encharcaron los ojos; yo le dije rojo de vergüenza: Es de felicidad. Mientras pensaba: A ella la fortuna le dio un amor y a mí… a mí sólo la amargura de los celos, junto con esta bronca, bronca que en mi mano es la que se levanta y se hace puño y golpea mi pecho. Aquí, en mi mejilla… en esta mejilla ,la despedida; quemándome la mancha roja de sus labios y yo, mirándole a los ojos, queriéndole llegar al alma, preguntándome cómo sobrellevar el mañana. Yo lo intente con mis versos y con la fuerza que mi ingenio prometía, pero virtudes ajenas pudieron más y mostraron el puerto de mis fracasos. Como lamento esos besos caídos privándome del placer de los sentidos, ya me ofenden con sufrido daño en lo esquivo de su mirada. En un momento así, tanto odio mi suerte, tanto duele mi dolor, tanto quiero mi muerte. Recordando o mejor dicho, intentando olvidar su gracia prescripta, después que de mi destino desapareció, ruego, suplico; que ni en mis ojos, ni en pecho, que de ella ni la sombra quede, ya mi pena a su castigo dejo. ¡Qué la espuma refrescante borre en esta noche de farra! ¡Qué suba hasta los umbrales del abandono y llegue hasta los vaivenes en esta tierra firme en borracheras que se pasean por el fuego de su castigo! Primero fue la música, la risa, el barullo, el bochinche, después el vino tiró para otro lado, filosa la bronca entrando a matar, así nació la tristeza, y el llanto, que el vino no quiso calmar. Merodeando en el habitual laberinto de los abandonos, llenándome de culpas y de pánicos en el cuenco de los desalientos, sin apogeo piden mis brazos algún abrazo, quizás un día pueda el amor hacer algún alto en este desaliento, o quizás es falsa esa invitación de la vida hacia la vida. De la nada, hacia a la nada va mi vida con sus grietas en mi cielo y en mi tierra donde mi sol esconde su vergüenza, flotando entre mis miedos. Ahora ya sé que los sueños incumplidos son pequeñas muertes, las dudas: Sus espantos, los olvidos: Sus asesinos, pero a veces quisiera olvidar la muerte, recordando en ella un momento de goce, un minuto de gloria, o un día de esperanza en ese paraíso de contemplación purificado. - Mi soledad, un síntoma de su ausencia. A ella, siempre la esperaré, aunque mi espera sea inútil. -Tu espera será la viva expresión del masoquismo humano, hay cosas más altas que llorar por un amor perdido. -¿Qué puede ser más alto que el amor? -El amor es esa profunda e íntima comunión entre dos seres, si eso nunca existió o si eso se rompe lo que queda no es amor, aunque sea insoportable no, no es amor, el pasado ya no es tuyo, sólo es tuyo ese barroco nostálgico recuerdo. -Me quedaré esperando de ella ese tónico abrazo. -¿Esperando…? la paciencia es tu enemigo, quizás te canses de esperar. -Tanto la esperé y siempre a destiempo, quizás tengas razón, quizás no. - Conformarse a esperar, esperando en la esperanza, esperanzado en un sueño, ¿Soñando qué…? Deja tu agonía de llorar junto a las ruinas, antes que la vejes nos escombre, antes de que sea tarde para opinar diferente, si no ¿qué haremos con este cuerpo que está de más y con lo que nos sobra? - Dicen que: “El tiempo siempre te acomoda a tu lugar”, y yo no puedo más que esperar. Desde la razón o la locura, desde mi fe más pura, no puedo hacer otra cosa que esperar. - ¿Qué, esperaremos que la vida nos borre como a un error? Yo creo que la única presencia que puedes abrazar en esa biografía de la nostalgia es su ausencia in vitro en esas fotos guardadas en tu celular. Si ya no hay palabras, si ya están o si ya fueron todas dichas, sólo queda este informe de su ausencia. -Pensar que en su mirada era, con esa mirada tan de mi alma, ahora presagio de sombra y abismo de olvido. Yo sé, la espera duele…pero a veces vale la pena. -¿Qué, tu lengua no se cansa de tanto nombrarla? ¡Eso no es memoria, sino tormento! No mires al pasado que te distrae del presente y no miras el futuro. - Una vez, azules me miraron sus ojos y se mezclaron con el verde de mi esperanza, esperanza que jamás antes tuvieron mis ojos. Despuntadas las flechas que me atravesaron, mortalmente herido de amor, ahora ya no la puedo olvidar. Qué puedo hacer si el deseo y la pasión mueren por manifestarse, me brotan por los ojos, se desprenden por las manos y me explotan por el pecho. -Si cruzas los límites de la razón, con el cuerpo despedazado y roto las carnes, dolorosamente ensangrentado del pelo de la cabeza a la planta de los pies, en agonía que arranca el alma, tanto que, entre un difunto y vos no habrá poca diferencia ¿No abandonarás la vida en lecho de doloroso duelo? -Amortiguados mis sentidos, quedando mi alma floja y sin fuerza, ¿qué más puedo hacer, sino aferrarme a la esperanza de volverla a ver? -Estás en el lugar equivocado, corriendo detrás de las fortunas que se disipan con la vida y se pierden con la muerte, engañado por la promesa de fortunas verdaderas, así la vida no cuesta nada. -Con mucha librería en los dichos, defiendes la vida, que muchos la estiman y la tienen por buena, pero es una verdad mesclada de mil mentiras…sin ella no se vivir. -Como tu sombra no me puedo negar, te acompañaré vagabundo y sin provecho, representando tu tragedia por los tablados del mundo en el teatro de la vida… pero los recuerdos así, tarde se curan y para siempre duelen, que lo mejor es aprender a vivir con ese hermoso recuerdo mirando al futuro. Muchas mujeres hay con espíritu noble y titulado, que si no la aventajan en hermosura y verdad, otras no se quedan atrás. -Para que me entiendas, imagina. Recogía en ella, las flores de su mirada, tan solo en mera contemplación y con cada pétalo de visión sacramental, soñaba con los misterios de su voluptuosidad. Cruel aventura fue pensar su mirada sobre la mía, pero cómo evitarlo si de ella brotaban destellos deslumbrante de gloria, sueños de inclinaciones ardorosas, tan sólo para entregarme perdido a la razón de sus leyes, hacia donde me arrastraban sus dones. Ya en los lindes de la revelación; me invitaban a una excursión por los campos de la poesía, para volver a los hechos milagrosos de su ser. Su pelo, sus ojos, la voluptuosidad de sus curvas, sus piernas entre cruzadas, laberinto de suntuosa complejidad, ahí, cerca pero lejos desgarrando entre el hecho y el deseo. Tan solo te muestro uno de los modestos tesoros de comprensión de los innumerables finos matices que revelan su gloria desnuda, que para mí fue terror de adoración de ese asombroso retrato, que establece la tónica a toda mi vida, fijan la clave en sus ojos, y tallan su forma en la vid de mis versos. Yo me pregunto ¿Habrá otra igual? Para olvidarla, no hay más tiempo, te dejo una gota de mi llanto, esa que al caer no se olvidará de ella.
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