• catalina
catalina20
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  • País: Argentina
 
Querida Margot: Ya no se puede hacer nada. Me alejo de casa por que me convertí en un monstruo, un monstruo sediento de sangre. Ojala pudiera volver el tiempo atrás y mejorar las cosas. Pero no basta con desearlo. Lo hecho, hecho esta, y no se puede cambiar. Así es que ahora me alejo de ti, querida amiga, y de mi familia para no ponerlos en peligro. Mi familia no va a soportar que yo este lejos, así que procura consolarlos. ¡Ah! Y otra cosa. Jamás les digas la verdad, puesto que te tomarán por loca y te encerrarán en un psiquiátrico. Hoy me voy a suicidar en el río donde ambas solíamos jugar siempre y si de verdad eres mi amiga ¡no intentes detenerme! No soporto la idea de vivir eternamente. ¿Qué es la vida cuando no tienes nada, ni siquiera a dios de tu lado? Siendo lo que soy no creo que me reciba en los cielos. Para que veas que no miento te contaré lo que pasó aquella noche de pesadilla Ruega para que cobre el valor para contar todo tal cual paso. Antes de empezar prométeme quemarás esta carta en las cenizas del fuego para que nadie descubra mi secreto que debes guardar celosamente.   Estaba  tomando unas vacaciones en el campo de mis abuelos. Estaba contenta por que la pasaba bien. Una noche mi abuelo nos contó a mi abuela y a mi que hace muchos años, cuando el era niño habían ocurrido en el campo una serie de asesinatos y un desaparecido que se encontró su sangre en la cama pero no su cuerpo. Mi abuela pensó que tenía miedo, así que le rogó que se callara. Yo me fui a dormir tranquila. ¿Cómo iba a sospechar? Bien sabes que no soy supersticiosa. Justo ahora desearía no haber dormido. Esa noche escuche un sonido raro. Un movimiento rápido y silencioso. La luna llena brillaba en el cielo azul tapada solo por alguna nube perdida. A media noche alguien golpeaba la puerta de mi pequeño cuarto con tal fuerza que me extraño que no la echara abajo. Me levanté de la cama rápidamente y corrí el cerrojo. Lo que vi fue una pesadilla. ¡Oh ni te lo imaginas! Allí delante mío estaba un joven de unos 18 años (no se puede identificar la edad) era de un cabello color rubio platino, pero lo que mas me espantaron fueron sus ojos color rojo vivo y sus colmillos. -Cálmate, la transformación no será tan larga si no te resistes- me dijo. -¿Quien eres? ¿Qué eres?- le pregunte -Soy lo que todo el mundo busca y quiere ser, inclusive tu abuelo- -¡Un vampiro!- -Así es, soy el vampiro al que encontraron mi sangre en la cama, pero jamás encontraron el cuerpo, tu abuelo estaba completamente enfadado cuando no lo eligieron a el para serlo, y me eligieron a mi- -¡nooooooo, estoy soñando!- -Pero estará orgulloso de ti que eres su nieta, ahora quedate quieta- Lo que pasó luego fue instantáneo. Abrí la ventana y salté por ella. El suelo estaba a más de un metro de distancia. Pero lo toque sana y salva. Luego empecé a correr hacia cualquier dirección pensando en lo que haría y lo que me sucedería. El vampiro corría a más velocidad que yo, Así que supe que por nada del mundo debía detenerme. También podía verme aún en los rincones oscuros. Las piedras del campo me hacían ampollas en mis pies descalzos y  amenazaban con un gran dolor que no tardó en llegar. Las ramas en el piso amenazaban con tirarme al suelo y deslocarme el pie. Pero no debía caer si no quería ser alcanzada por el. Sobre todo odiaba la idea de que eso sucediera y me convirtiera en una fiera, sin alma y sin corazón para escuchar latir, y sobre todo no quería convertirme en una asesina sedienta de muerte y de discordia. El vampiro estaba enfurecido y era obvio que esta huída no la había planeado en su matanza. Yo era su primera victima y tenía el honor de ser vampira, quizá tan poderosa como el. Hace cuanto que no había más muertes en el campo de mis abuelos. -60 años- había dicho. En resumen hacía 60 años que el vampiro no bebía y ahora estaba ansioso (quiero decir obsesivo) por probarla. ¿Y si me subía a un árbol para que no me encontrara? “Los vampiros pueden volar” me dije “sería inútil. Podía escuchar su voz de rabia a solo 6 metros de distancia. Corría todo lo que daban mis piernas, pero mi corazón latía con fuerza reclamando aire y respiro. Las ramas celosas me arañaban mi pobre rostro, dejándome alguna que otra cicatriz. Gritar no serviría de nada ya que nadie me escucharía y la cabaña estaba muy lejos. Me cuesta creer que esta anécdota sea real Margoth, y tu también. Puedo leer tu mente y puedo ver tu rostro palido como un fantasma. ¡Y como no! ¡No me gustaría estar en tu lugar leyendo esta carta! Pero créeme, es mucho peor vivirla. Así que ya te imaginas como me sentí. Toma aire aquí viene la peor parte. Puedes quemar la carta sin leer el final o terminar de leer. Me alegra que hayas decidido seguir, respira hondo. Hazlo otra vez. Muy bien, aquí vamos. Me llevé un árbol por delante en mi desesperación. Este me hizo caer de bruces, al suelo en el montón de hojas verdes y amarillas. Sin siquiera defenderme se me acercó el vampiro y me paralizó los brazos para que no pudiera escapar y, sobre todo, para que no me moviera. Lo cual no hizo falta por que todo mi cuerpo y mi alma se paralizó de temor. Hasta la naturaleza se calló. Era un mundo de silencio. -Pudo no dolerte mucho, pero tu me lo has hecho difisil, niña- La vista se me nublo de repente. Apenas sus colmillos tocaron mi garganta lancé el grito más fuerte de mi vida. Luego desperté en el mismo lugar donde había caído. “solo un sueño” me dije. Pero las dos gotas de sangre en mi garganta me ardían fuertemente y entonces lo supe. Era una vampira. No sabes lo que es saber lo que se siente ser una vampira cuando crees en Dios y en la vida eterna. Pero en el cielo ya no hay lugar para mi. Prefiero suicidarme ahora que vivir cien años bebiendo sangre. O peor, esperar conseguir otras victimas como hizo el vampiro. Así que ya sabes Margot. Sabes la verdad, y de seguro creen que una broma. Pero es la realidad. Te libero de ser amiga de una vampira. Te quiero y adiós, hasta nunca jamás ya sabes no esperes encontrarme en el cielo por que el cielo es para los santos y para los que son dignos de entrar Así que no esperes verme allí. Fuiste una gran amiga Margot y se que lograras guardar el secreto. Por favor quita esa cara de horror de tu rostro, junto con tus lagrimas Por siempre tú amiga hasta en la eternidad Gabriela PD: búscate otra amiga mejor que yo ¿si? La estaca esta aun centímetro de mi corazón. Siento como el infierno se abre para mi.   Margot dejo la extensa carta de su amiga. Gabriela no solía hacer bromas a sus amigas. ¿Que hacer ahora que sabía su secreto? no. De seguro Gabriela se estaba burlando de su propia inocencia. No entendía que rayos le había pasado. ¿A que estaba jugando su amiga? Bueno si, aceptaba que había tenido miedo. Ni siquiera sabía que Gabriela escribía tan bien, puesto que la carta estaba tan bien detallada como si realmente lo hubiera vivido. La tentación de romper la carta era irresistible. Pero Margot no era ninguna supersticiosa. No creía ni en fantasmas ni en demonios, como los vampiros. -¡Margot!- La voz de su mamá la llamaba. Pero no quería acudir, puesto que necesitaba pensar en la maldita carta de terror que Gabriela le había escrito. -¿Margot? ¿Por que no contestas, hija? ¿Te sientes mal?- dijo su madre entrando en su habitación y tocándole la frente. -Me siento perfectamente mamá, necesito acostarme un rato- -Bueno, Margot, si me necesitas me llamas ¿quieres?- -Si mamá- Esta salió del cuarto mientras Margot reflexionaba sobre Gabriela. Pronto Margot olvido la carta, puesto que otras cosas vinieron a su mente. Lo que no esperaba era que, al día siguiente sus padres le informaran que la policía había encontrado muerta a su amiga en el campo de los abuelos con una estaca en el corazón. Fue ahí cuando se dio cuenta de que algo raro había pasado. El problema era ¿Qué? Mientras Margot lloraba le vino a la mente lo feliz que había sido Gabriela en la vida. Ella había ido de fiesta en fiesta con su alegría contagiosa y su carácter divertido. Muy rara vez se la veía seria o enojada, o…. desesperada. “¡La carta!” dijo una voz en su cabeza. No, no podía ser. Su amiga había sido victima de una alucinación. Esa noche Margot no podía dormir. Las pesadillas iban y venían como fueran trenes en busca de pasajeros para llevar, y, como no conseguían, se detenían siempre en Margot. Ruido en su ventana. Como si alguien quisiera romper el vidrio. No quería levantarse, no quería abrir. ¿Acaso sus miedos no podrían dejarla en paz solo unos segundos? Una corriente de aire la abrió. Se levantó para cerrarla, pero allí no había nadie. -¿Lo ves? ¡No hay nadie golpeando!- La cerró y se dirigió a su cama para acostarse, pero alguien en la oscuridad estaba sentado en ella. En el joven solo se distinguían sus ojos rojos. -Ah llegado tu turno de morir- -¿Quien eres?- -Creo que sabes perfectamente quien soy- -¿T…t…eres el vampiro?- -Si, y tu eres mi primera victima- -Creí que era la primera- -Tu amiga decidió suicidarse voluntariamente, no es mi culpa que no sepa apreciar la inmortalidad- “La carta” dijo su mente -¿Se me concede una última voluntad antes de morir?- -Concedida mientras no te escapes- Margot agarró la carta de Gabriela y se dirigió y la tiró a la estufa de su cuarto. Luego espero que las cenizas se consumieran. -Que sea una muerte rápida- -Muy bien- Al entrar, los padres de Margot a despertarla, la encontraron tirada en el suelo, junto a un chorro de sangre. Estaba muerta.
secretos de una vampira
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