EL PRODIGIO
Publicado en Mar 25, 2013
Hay barreras que son inrompibles. Paredes que no tienen puertas ni ventanas, pues cuando se levantaron, no se les dio opción a mirar mas allá del latido de un corazón, o la trasmisión de información y de energía entre una causa y un efecto. Y es que la ciencia no pierde su precioso y necesario tiempo en creer y aceptar lo que un pálpito admite, una sensación afirma y un suspiro ve como la verdad de un mundo que toca lo imaginario y lo indemostrable. Pero hay milagros que rompen los esquemas. Que acaban con las mas concisas tablas periódicas. Y vuelven de un revés, en un derecho, todos los conceptos firmados a la luz de un escaner. Porque cuando eres tocado por esa maravilla, por ese portento de destello inesperado, ya no hay ceguera, ni explicaciones, ni conclusiones erróneas, ni experimentos, ni programas sabiamente elavorados. Pues quien lo ha sentido. Quien ha pasado al reino de la FE por el pórtico de la experiencia, ya no tiene motivo para la duda, ni para la vuelta atrás, ni para el renuncio, pues dicen que quien llega a ver la cara de un dios, nunca ya vuelve a ser el mismo. Y entonces todo lo construido se derrumba y de detractor te conviertes en el arquitecto de tu propio mundo interior en armonia con lo que estaba en tu antigua morada y no te importa abandonar tus hábitos, tus verdades y tu vida guiada, pues empiezas a saber sin ser enseñado y no intentas ser maestro de lo aprendido. Y caminas...solo caminas. Mas...aún y a pesar de tal prodigio y de que tal claridad te abre los ojos y la forma de ver cualquier paisaje, hay algunos que somos tan humanos, tan cobardes y llenos de temores que tenemos la luz de sol delante y nos cegamos por mirarle de frente...cuando debíamos de cerrar nuestros ojos para sentir solamente su calor. Quizás es la fé la que te elige. Quizás no necesita de comprobaciones y su único secreto es que es inherente a nuestra propia condición. ... a condición de dejar de ser lo que somos para empezar a ser lo que queremos ser. Simplemente felices.
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