En otoño, del arbol de la vida caen las letras
Publicado en May 01, 2011
En otoño, del árbol de la vida caen las letras
Elegía en homenaje a Miguel Carlos Pieve El 30 de abril, fue el día en que la ley de la vida marcó a fuego a los cultores de las letras, esos que burilan la palabra construyendo ilusiones o diciendo verdades; esos que supieron trascender lo común, lo cotidiano. Dos hombres que fueron grandes a la vista de otros hombres y mujeres, cada uno en su debida dimensión. Ernesto Sábato, escribió en el reverso de la hoja del almanaque del 30 de abril su última palabra: adiós. Un adiós que no será tal porque cada vez que leamos algo que él ha escrito, como lázaro en esas letras resucitará. Como decía Borges "sin querer exagerar el sistema decimal", don Ernesto acarició la centuria. Tuvo la osadía de escribir acerca del nacimiento y la muerte del sol, sobre Hombres y engranajes, Uno y el universo. Con una asombrosa mirada cosmopolita. Pero ha sido sin duda su esfuerzo por esclarecer los hechos turbulentos de la década trágica en la argentina, cuando como presidente de la CONADEP (Comisión Nacional de Desaparición de Personas) le imprimió a las acciones de la horrenda dictadura su "Nunca más". Acá en nuestra comarca, el mismo día, como ironía del destino otro escritor emulando al gran maestro de las letras, escribió su última palabra: Adiós. Se trata de Carlos Miguel Pieve, escritor. De una prosa llena de poesía y una poesía plena de encanto supo plasmar a través de su inspiración sentidas piezas literarias, que recorrieron periódicos, diarios, revistas, antologías. Aún esperan sus obras que lo acoja un libro, para que la posteridad lo recuerde en toda su dimensión. De una sencillez asombrosa, supo plasmar amistades en su camino por esta vida pasajera para ganarse un lugar allá donde viven los santos, en el cielo. En un ejemplo digno de emular, destacar y elogiar que ha tenido tres hijos del corazón a quienes junto a su esposa Liliana acogió con inmenso amor y cariño. Obtuvo premios y menciones literarias, integró las Antologías: Escritores sanvicentinos; San Vicente Escribe. Solo resta mencionar un párrafo de su prosa: del trabajo: Barrio San Cayetano: Atardece... los marginados caseríos se llenan de melancolía, al cielo le van naciendo ráfagas de tenue color rosado, una bandada de aves revolotea buscando orientación para llegar al nido. Cerca de ahí el gruñir de una sierra del aserradero se va apagando al finalizar la jornada... O cuando a través de la poesía expresa: Cenizas Fuiste resplandor de luna En mis largas noches, el rocío fugaz Que bañaba de cristales los amaneceres Tu voz, sonido celestial dando cadencia cuando creía morir ... Hoy aquel volcán de fuego se apagó Sus cenizas, amortajaron mis sentimientos Naciendo un olvido. Hoy del árbol de la vida, han caído las letras... la pluma duerme un silencio letal, que se encenderá cuando alguien lea sus obras. Miguel Carlos Pieve, como yo, como tantos sanvicentinos, amamos esta tierra a la que queremos verla florecer en un futuro esplendoroso. Ahora que el otoño hace caer las palabras de los libros, te prometo, amigo, no habrá olvido yo velaré junto a todos los sanvicentinos tu obra. Poeta, descansa en paz.
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