Un sueo
Publicado en Aug 28, 2010
Un sueño
Esa noche soñé un sueño extraordinario. Por ante mis ojos desfilaron tres mujeres, que no eran en realidad tres mujeres. Me acompañaban por el camino mis dos amigos, que a decir verdad, no son dos. Lloré al ver al lado del camino los cuerpos mutilados, cortados, descuartizados, desgarrados...lloré. Uno de mis amigos lloró conmigo, no sé si de terror, o solamente para no abandonarme en mi llanto. El otro, primero vomitó algo normal, luego algo mucho más asqueroso que restos de comida...vomitó un sin fin de carcajadas al ver los cuerpos tirados y apilados en la carreta aquella. Llegué o llegamos a un bar, que no era un bar. Me miró de arriba abajo un portero, que no era portero en realidad. Se parecía más, aquel hombre de barba candado y cabello largo, a alguien conocido que no pude identificar en ese momento. Llegaron. Llamadlos como quieras. Ponle el nombre que desees, si en realidad querés nombrarlos. Y entonces... comenzó la batalla. El bien contra el mal. La verdad contra la mentira. La mentira contra la ilusión. La verdad contra los sueños. Llegó y me llevó fuera (de lo que creí un bar). Me contó quien era. Yo sabía que lo conocía, (no personalmente, pero me lo imaginaba así, bueno eso creo ahora), me mostró el cielo y en el, dos arcos de luces amarillentas que cortaban un poco el cielo, sin cielo. Me dijo que era un sueño. Me dijo que despertaría, pero mucho más importante, me mostró la puerta. Pero mucho más importante, me ayudó a ver el cartel en la puerta. Pero mucho más importante, me ayudó a leer el cartel. Lo que no pudo hacer el pobre...fue lograr que le hiciera caso. Al despertar, descubrí mi rostro mojado en lágrimas. Al cerrar mis ojos, una luz como el sol, iluminaba mi mente, mi alma, y no me permitía pensar casi en nada. Es justo mencionar que nunca, nunca, jamás, me sentí tan feliz y tan pleno como aquellos días lejanos. Hoy cierro los ojos y la oscuridad me cubre, tal vez a lo lejos... puedo distinguir un fulgor anaranjado, pero tan imperceptible que ni vale la pena el nombrarlo. Cuando pienso o siento, no encuentro más que dudas, penas, inseguridad y sufrimiento. Será por eso que dejé de decir la verdad. Porque la verdad trae luz consigo. Trato, sin embargo de no mentir jamás. No sirve, y perdemos tiempo. Será, tal vez, por eso que dejé de comunicarme con los demás. Será, a lo mejor, por eso que dejé de escribir, y de anhelar y de soñar y de amar y de recordar. Lo peor, que cometo a diario los mismos errores. Me olvidé del cartel de la puerta. El cartel, tan gigantesco, que cubría el horizonte y que decía...las cosas no son lo que parecen.
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