El asma ó una escena doméstica
Publicado en Oct 19, 2009
El chico no puede respirar. La garganta se le cierra impidiendo toda entrada de aire. Su madre lo lleva en brazos hasta baño, enciende el calefón, abre el grifo del agua caliente a tope para dejar condensar vapor y mirando al chico a los ojos, le indica con gestos cómo tiene que respirar. El chico, siguiendo los movimientos que le indica la madre, inhala profundo, dejando salir el aire también por la nariz. El mundo es apenas conocido, pero nada de lo que ve le resulta extraño. El agua sale hirviendo de los grifos espesando el ambiente de vapor, mientras el chico detiene su mirada en los azulejos color verde agua con sus bordes oscuros que tanto atraen su atención. Por la claraboya el vapor sale profuso mientras un rayo de sol se filtra haciendo nacer infinitas partículas de agua. No se le hubiera ocurrido pensarlo en ese momento, o por lo menos no hubiese sido capaz de formular la siguiente idea, a saber, que los ojos de su mamá eran lo más hermoso que había visto jamás, y que por ellos, a través de ellos, desde una remota conciencia que la frescura de su mente nueva no era aún capaz de captar, el mundo se le presentaba a la vez como una promesa maravillosa y como un lugar de enorme misterio y desconocidos abismos. Para ese chico de tres años, no poder respirar, una vez superada la desesperación del instinto, significaba un ritual a la vez silencioso y grave, amoroso y doméstico, de los ojos de mamá puestos en los suyos, reflejándolos como desde un espejo, y la expresión inagotable de esa mirada.
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inocencio rex