Ella es paciente, espera el momento menos pensado y aparece. Con aires de arrogante, con una soberbia desmedida de aquellas que saben de su autoridad y del poder que me domina. Aparece y ya no soy la misma. Una fuerza oculta impulsa a mi interior a querer rebelarse, a salir con ráfagas de mi garganta, reservada para la ocasión que con un chasquido de dedos ella la dirija. Los ojos se me llenan de lágrimas, busco luz para aliviarme y controlo la humedad que recorre  a mi rostro demacrado.   Nunca es bien recibida, jamás la espero con alegría; sin embargo, ajena  a mis sentimientos siempre me visita. Cambia mi voz, mi respiración se agita; impide concentrarme, me anula y ella sigue así, como si nada, por mi vida. Toda mi vida. Ya lo siento, es su cómplice, se me hinchan los ojos y la nariz sin olerlo lo adivina. Viene y en un estruendoso estornudo que por un momento me alivia, veo que la señora alergia se ríe de mis lágrimas, de mi frágil defensa contra su ataque, siempre  sin  trincheras.

El amor tiene doble personalidad; algunas veces pega, azota, desangra tus heridas, succiona de ellas y goza tus lamentos en silencio, pero con sonrisas de ironías. Otras, te arropa entre sus brazos y te muestra desde arriba lo que pierdes llorando, atiende tus caprichos y te enseña de ellos mientras seca tus lágrimas con temblorosos dedos, llenos de compasión. Como intruso atrevido se introduce en tus adentros y recorre los mil recovecos, impulsa la sangre en el viaje y te hace florecer aun creyendo en los eternos inviernos. Genera inquietos remolinos o sacude con temblores a todo tu cuerpo, trae calma con sonrisas dibujadas y paz en el alma que creíamos enredada o acabada. Egoísta en su tiempo acapara los pensamientos y cuando  quiere ser libre, rápidamente se escapa… dejando en la memoria trozos de su cola que quedará  eternamente atrapada. Enseña  a volar en su compañía, presta sus alas mientras  eleva y  presenta los cielos. Lleva bien alto y allí aloja, a la mayoría de los mortales por un tiempo. Parece que le place ver el encuentro con la realidad abrupta cuando sin su presencia no hay sustento y la caída es inevitable. Se habla de él con mucho conocimiento, los poetas, enamorados, vos, yo…todos somos expertos; más llegado el momento no podemos explicarle a la razón porqué lo queremos si provoca tanto sufrimiento, porqué le dimos la llave de nuestro corazón si cargado de recuerdos y nostalgias apenas  lo deja latiendo. El amor. El de carne, el de sangre, el que se pinta con nombre propio o es un ideal, una creencia, un arte. Estrellas fugaces, cometas ligeros sobre universos oscuros; la luz eterna, el calor del sol.   Tantas causas y consecuencias  en su honor. Tantas injusticias se justifican usando la palabra como si fuera escudo o salvación. Tantas historias sangrientas y tristes en su nombre o con su perdón.  El amor.  A veces hace liberar batallas; es el amo, y sumisos  llevamos  las espadas en su defensa. No hay nada mejor. En otras sentimos los coletazos que aún pegan en nuestros cerebros viejas historias y lo insultamos, lo queremos lejos, lo tachamos con una gran cruz en nuestro interior. Castiga, acaricia, cura y lastima. Nos alejamos, lo buscamos, lo queremos, nos liberamos y de nuevo, con esperanzas lo esperamos. Es necesario, un vicio del que no te liberas tan fácil cuando lo pruebas. Un verdugo que bajará la guillotina mientras pronuncia hermosas promesas y aun así nos robará una sonrisa, una ilusión… Un cómplice delincuente que logrará de vos lo que nunca creías, un transgresor de principios que arrastra y que convence con verdades que paralizan o que movilizan con la misma intensidad; una simple palabra por la que seguimos día a día, la que nos da sencillos o extraños objetivos, la que impulsa cada mañana aún con pereza a levantarse, poner el pecho y lucharla. El que lo conoce, padece de inviernos y de otoños pero también se maravilla por conocer los brotes verdes en cualquier paisaje de hielo. Sabe de alturas y de abismos, de caricias y bofetadas; sabe que nada se valora si no se tiene.  El amor a tanto y por tanto… ¡pobre mortal aquel que nunca lo sintió!

Amigos quiero compartir mi alegría con todos ustedes.He publicado mi primera novela y en gran parte debo a esta página el coraje de hacerlo.Ya he vendido mi primer libro ¿no es genial? Lejos de mi esta en lucrar con esto, porque mi objetivo nunca fue ese, sólo escribir, compartir y llegar a lectores. Con esta posibilidad  llego a muchísimos más y no saben la felicidad cuando vi que alguien apostó por mi novela...¡Por mi! cuando en la misma página se ofrecen de grandes y conocidas autoras.Eso es todo y  gracias a todos los que me incentivaron a hacerlo... Federico a vos en especial, a Caro con su aliento, al Mago, a Gloria, a Stella, María, a mis amigas Sara, Silvina y Adriana que incondicionales me llenaron el correo con coraje que no tenía. también Enrique, Gustavo que me siguieron y me marcaron aciertos y desaciertos, a Román, a Kalu... ¡en fin!  no los sigo nombrando porque seguramente me faltarán muchos. Gracias ! Gracias de nuevo!