• javier castillo esteban
raskolnikov
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Una historia bien documentada habla de un ser que vivía en la calle T., cerca de la esquina del abrevadero. Nadie daba fe de su rostro, mas una luz mortecina que se encendía dos veces al día, y las visitas intempestivas de la señora Roy deshacían la ficción.Congregados en la plaza, los ancianos elucubraban acerca de su imagen, como si fuera de verdad lo que sus lenguas viperinas inventaban. El 2 de diciembre, y bajo una intensa nevada, la señora Roy acudió como cada mañana a la casa, enferma y acechante, y sacó los retazos de un papel garabateado soltándolos al viento, con la ventura o la suerte de entrar silbando en mi habitación, mezclándose la revelación con los copos gruesos y esponjosos. Recompuse con celo cada parte del escrito, con las carencias del original, descifrando e interpretando lo más acertadamente posible ciertos renglones:   En ese momento estaba yo fumando en el alto de K. embelesado por el regocijo de una visión prohibida, alentando a que la vieja diera el paso. Ella sin embargo recelosa, repasaba cada palmo del casco mayor sin margen al descubrimiento fortuito en mitad de la tempestad. Finalmente sacó el manojo de llaves de su bolso y abrió la puerta del destartalado edificio para perderse en la negrura del vestíbulo. Las tejas patinaban aleatoriamente, y las grietas de la fachada acompasaban la mala salud de los cimientos. Creíamos todos que más tarde que pronto se derrumbaría el mamotreto, muriendo el misterio consigo, y provocando la vana estampida de víboras removiendo las piedras y contemplando el cuerpo aplastado de aquello con vida.  Esta sería la última oportunidad antes de evaporarme y desaparecer  de aquel inhóspito lugar, del que nada bueno perduraba ya.   A las dos ,una enorme figura se agachaba para no llamar la atención  mientras la vieja posaba las manos sobre un manto gris  de paño ocultando la cabeza y el tronco. No puedo describir el terror que sentí cuando un rabo  asomó por debajo  del escudo improvisado. Los ahogados resoplidos confirmaron la silueta demoníaca que se desplazaba con torpeza, manteniendo el equilibrio con ayuda de su protectora.   He pegado la nota de forma anónima en el tablón del ayuntamiento, esperando la reacción de los vecinos. El experimento puede salirme muy caro, los perros ladran con furia hoy, salivando rabiosos a mi paso. Rosa la panadera no me ha dirigido la palabra, incluso Javier me ha mirado con hostilidad  Los nervios se han esfumado al llegar a casa, creo ser víctima de la sugestión, nada malo rodea mis pesquisas, nadie recuerda haberme visto colocar el cartel. Voy al baño y me miro de frente, tampoco mi piel ha mutado, noto un cosquilleo en la parte posterior de mis rodillas, y respiro aliviado. Mi rabito sigue meciéndose con dulzura.
LA BESTIA
Autor: javier castillo esteban  538 Lecturas
La coraza apelmazada cierra la atmósfera y vacía las calles de aceras fútiles, deformando aleatoriamente las lindes del pensamiento cabal y mesurado. Si de verdad llueve, que me asista su frescor y me cale de humedad. Que atienda mi discordante fortuna para inferir que no soy nada si no destilan las nubes su pesar. Así, odio igual que amo las gotitas rompientes contra mi cuero, las hojas soldadas al suelo bajo su compacta dedicación, los exabruptos de jóvenes envejecidos, sin margen para las impresiones, concentrados en el ciclo mortuorio, la chispa con que las mujeres sortean vastos charcos, las miradas extraviadas y el sinfín de paraguas horteras y frágiles. No puedo vivir sin escuchar el silencio de un domingo gris y opresivo ni el gorgoteo atorado de las cañerías cuando aumenta la presión de mis venas. Los colores del mundo pierden valor y confieren mayor subjetividad a las cosas, más incoherentes pesquisas, y menos inapetentes conclusiones.   Esto es para mí el cielo y el averno, el placer y martirio; es, sin duda, las ganas de no vernos.
ESCAPAR
Autor: javier castillo esteban  537 Lecturas
Una rosa roja   Después del bochornoso espectáculo del primero de octubre, no confundir con la revolución, uno se pregunta si tanto alarde de democracia resulta, no solo ingrato, sino falso. La última vez que un clavel se cimbreaba en la boca de un cañón tuvo lugar en Portugal, una rodilla militar implorando paz. Aquello fue bello y emotivo, y simbolizó el clamor de un pueblo harto y cansado. De la misma manera interpreté el pasado domingo la mano del president al esgrimir una flor como prueba fehaciente de libertad. Pero en concreto, de su libertad. No la del ciudadano apaleado delante de las cámaras o de la acometida policial tergiversada en televisión.  Todos, hasta el menos informado, sabíamos de sobra que el referéndum no tenía ningún tipo de base legal ni fundamento constitucional. Lamentablemente la Constitución del 78, al igual que el estatuto de las autonomías únicamente tiene validez cuando de exigir privilegios fiscales se refiere o la creación de instituciones paralelas al órgano central. Instituciones sufragadas con dinero público de los catalanes y que trabajan por los deseos de unos pocos. El año que viene se cumplirán 40 años de democracia en este país, 40 años de farsa para algunos y décadas de ejemplo internacional para otros. Porque no debemos olvidar que la Ley para la Reforma Política sentó las bases del sistema participativo que hoy conocemos. Con todo, desde la Corte más rancia nos llegan noticias de represión, española por supuesto, aquella que impide el ambiente festivo de una votación yerma y no vinculante. Pero lo más triste no es ver a un niño entre una porra y un manifestante, tampoco la actuación de maquillaje de la academia o los lingotes de sangre comprados para la ocasión, pues el festival de cine de San Sebastián se había clausurado el día antes y no quedaban más conchas que repartir. Lo más insultante estaba por hacer su aparición en el escenario, el sumun del paripé teatral. Un hombre de traje y corbata , adelantaba un discurso de investidura propio del mayor orgasmo megalómano cuando, después de la jornada dominical, dedicó un brindis al sol al anunciar la independencia para la pasada semana. Detrás, en la sombra, una alcaldesa pidiendo la dimisión del Gobierno electo por el simple hecho de desbaratar una votación, ilegal desde el primer momento, llevada a cabo hasta las últimas consecuencias. Manos a la cabeza y disgusto, pena y conmiseración para su pueblo. Argumentos de impotencia y de manos encadenadas para no perder la confianza de los catalanes, pues ellos siguen inmersos en el sueño de Compayns.
Qué sola se deja ver la lágrima , apartada incluso de terrenos sin hollar y construcciones horripilantes. Camina siempre evitando haces de luz que la hablen de sus mentiras , de sus idas y venidas, de mártires compromisos con la vida . Tan desterrada, que cae de bruces sobre otra hoja infesta de tinta. En ese lugar los monstruos escriben literatura de altura . Empujada al fin desde la otra fila de butacas , vierte lo que solo ella sabe a cierta ciencia. Consigue únicamente volverse ante el público harto de pena.De una vez, amalgama de culturas y estrambóticas decencias, acuden a sus pómulos rosados. Aquellos endurecen afiladamente sus curvas  sirviendo de impulso vehemente. Páramos, montañas y ríos son sobrevolados de actuación, fruto de una mezcla entre sensibilidad artística y el verdadero objeto que impone sus reglas .
He perdido a alguien .No era la persona con la que te das de bruces en la plaza mayor, que cruzas dos escarceos nocturnos y cuatro copas malparidas que desembocan en conversaciones vulgares con un visos de verborrea y realidad absurda Era alguien  y algo, siendo una relación curtida y alicatada por los incontables otoños. Una conexión desprendida y fraternal al mismo tiempo, donde sobraban las palabras y bastaban los hechos.Simplemente eras tú   Hablo en pasado, pues no queda de ese amigo sino una enfermedad brutal, sin meta, que ha arrasado hasta con los rescoldos de un ayer. La cadencia de los días se repite siendo el más bueno de estos, sórdido Su corta edad consigue acrecentar la compasión de los hombres, que temerosos se acercan a él, fingiendo un falso interés. Rechazar a cada instante la caridad ofrecida a espuertas consciente de vivir en un mundo impío y verdaderamente interesado por el chismorreo, me parece una postura sabia.   Deambula un fantasma errante siendo mártir de un mundo loco y atormentado. Avezado reo a los grilletes como estampado lúgubre de su imagen, donde sus desvaríos son perros fieles de su viaje, donde la dirección de sus ojos se ha extraviado y no advierte las lindes de la desesperación   Descansa ahora para coger más fuerzas, las necesarias para querer a quien te quiere. Buscando entre los estantes sucios de mi conciencia y de lo que queda, desde lo más hondo, puedo aseverar que te quiero   Hace tiempo que me siento acosado por un sueño   Sueño con vivir después de la tormenta, sueño con que allá a lo lejos, quizá, exista una gran linterna que me ciegue y me devuelva a ti, y tú vuelvas a mí, que solo haya sido una pesadilla dentro del estribillo onírico, que tuerza este camino para que  regreses con nosotros, con los vivos dementes, que no estamos enrejados y que se nos convida a ser libres    Sueño despierto y dormido con mariposas de enormes y fastuosas alas anaranjadas volando sobre nuestras cabezas, que descubriendo sus entrañas nos demuestre que la fe, si bien tarde, solo es mensajera de buenos presagios.   Dedicado sinceramente a tí, uno de mis mejores amigos y una referencia a lo largo de mi vida, Te extraño 
tu
Autor: javier castillo esteban  529 Lecturas
Ella seguía dormida. Yo no podía dejar de imaginarla, tranquila, soñando quizá o plenamente inconsciente, incapaz  de recordar nada. Era bella, tanto ,que no bastaban las palabras para arrancar un ápice de su blancura, de aquella piel  suave en comunión con la almohada. Lo más cerca de colapsarse balbuceaban mis ahogados susurros , al borde de abrazarla sin final, hallando una forma exacta de abordarla sin interrumpir el vaivén acompasado de su pecho. Ahora arriba ahora abajo, midiendo el tiempo por cada segundo que mis ojos evitaban decir adiós.Hubo un instante en que se arrebujó en las sábanas y yo temiendo su reacción fingí dormir, creyendo más sensato no delatarme.Había tomado el relevo de mis huidizas intenciones, pero me esforcé en mostrarme ido, bajo el inoportuno efecto de la aurora ,que asomaba indecisa.No abrí los ojos. Ella entonces acarició mis labios. No me contuve. Sonreí. De repente dejé de notar sus dedos , y me sobresalté. Ella seguía dormida, o eso se desprendía de la posición en que su mano quedó sobre el colchón. No volví a echar el cerrojo a mis párpados, pues las ojeras juzgarían mi felicidad al día siguiente.
Pondría en otras manos la decoración de mi casa, incluso el color de las cortinas. Pero lo que nunca dejaría al mal o buen Agüero es el derecho y el deber de quererte
Alumbramiento… En la vega perdida, como nunca nos miran Los ojos bien abiertos del vigía Lloro… Sincero y convencido De miedo y de estupor ante el mundo inadvertido Inocencia… De  rodillas costrosas que reflejan su energía Enmarcando las heridas de una vida bien vivida Altivez Maldita y sin cura, pretende los secretos De una edad que no es la suya Sueños… Que arrullados por el viento vencen la desgana Pintando corazones con el color de la mañana Vaivén de hojas cimbreadas… Que rosadas son sus raíces y verdes las montañas Enarbolando soles , venciendo a las canas Vejez  y pensamiento… Conquistan un lugar para el invierno Que descansa taciturno entre los llantos del silencio Muerte… Que escudriña nuestro cuerpo vencido y harapiento Dibujando una sonrisa que rescate los comienzos Soledad… Allí complacida se sienta a esperar Cansada de sus rejas ha decidido volar
UNA VIDA
Autor: javier castillo esteban  528 Lecturas
Todavía tengo la cara grabada de un tío que, con gesto displicente, nos ha invitado a apagar el flash del móvil . Pensábamos que la basura espacial se había evaporado con los créditos, pero a la pesadilla todavía le quedaba algún minutito. Los más listos y apresurados apuraban ,hastiados, las últimas estúpidas bromas del corsario sideral y el resto de sus compinches, recostados sobre el pasamanos que da entrada a la sala. Entretanto, los espectadores más recalcitrantes, entre ellos nuestro amigo barbudo,esperaban el último cohete.La bendita claridad de los focos nos ha permitido, por fin, movernos de nuestros ajados asientos y poner rumbo a la tierra.Ya los vaticinios publicitarios nos avisaban, y ya se sabe que el que avisa no es traidor, de que la película era "divertida".Ciertamente no sé qué gracia se puede concluir de quedarte más solo que la una en otro planeta y con remotas posibilidades de regresar. Pues nada, Matt nos demuestra que con un poco de ABBA y mierda humana la vida puede ser maravillosa. También se alude en la campaña comercial de la película al "papel de su carrera"( refiriéndose a Matt) De verdad espero que se hubieran comido un buen hongo para decir semejante majadería o que después de todo sean accionistas de la fundación, porque de lo contrario ya puede comerse  tranquilamente la pensión de actor jubilado con sus deliciosas patatas al ketchup. Aunque pensándolo bien, ya que nos sobra el dinero, dejémonos de repetir escenas hasta la saciedad, pues la jeta de guaperas y el cuerpo escultural ya lo tenemos...La última parte del bodrio se concreta en una oda a la moda hipster y al  patético compadreo(con celebraciones dignas del mejor fútbol americano) de todo el equipo de la NASA y la agencia secreta de Mao tse Tung.ierra. Dicen los entendidos haber ciertas películas que ,aun teniendo coraje y buenas intenciones, su lánguido e impotente desarrollo muere en soledad y dejan una huella fácil de borrar. En este caso ni la epopeya de patatero marciano, ni el disco estudio improvisado en Marte me generan nada, como mucho hiel. Algo huele mal en la meca del cine o $uena demasiado poco, pues no me creo que a Ridley se le haya atrofiado el cerebro cuando viajaba por el espacio. Por cierto ¿es Jeff Daniels el jefe de la NASA ? ¿O lo he soñado?
1“De mi pueblo son las cerezas”, dicen. Y también las miradas como lanzas. Mipueblo no tiene un aspecto diferente al mundo, pero la asfixia es mayor, casimaterial. Enclavado entre un río caudaloso y su afluente, destaca su campanariosobre el resto de abominables construcciones. De feo es muy real.Aquel verano, como todos los demás, jugábamos a no vernos en un embrollo decalles, que subían y bajaban, que huían despavoridas. ¿A dónde iban con esapremura si allí, arriba o abajo, nada esperaba? Quizá una ráfaga de vientoencabritado, o el calor aplastante de aquel verano, apostado hasta en la sombra.Nada más.En ocasiones me escuchaba y me compadecía de esas cuestas susurradas porviejos de los de bastón y sus chismes incombustibles, también por sus rencillasvestidas de fanfarroneo. Los niños, empujados por sus abuelos, y éstos por losretorcidos propósitos de sus hijos, salían como un rayo a casa de la «Patro» odel «Peje» para anunciar al forastero. En mi pueblo, si no vives durante lascuatro estaciones del año, eres «forastero». «Forastero» significa un estatusdiferente, ni bueno ni malo, simplemente otro estado de cosas y personas.2Se erige todavía en lo alto de mi pueblo una iglesia de ladrillo marrón, sinespadaña, pero de grandes tañidos. La casa de la familia se situaba a dos palmosdel templo, a su cobijo. » Tolón, tolón», así, formando una tediosaonomatopeya, algunos nos desvelábamos de noche, a cada hora. Hasta hacepoco ese sonido hubiera sido nostalgia, amor, familia, cariño… ahora me taladrala sien.La sacristía tiene una entrada exterior, como queriendo no ser vista, pero yo laveía muy bien. La relación de mi abuelo con el cura también la veía yo bien, sinextrañeza, aunque escondido. Mi abuelo siempre tuvo buen trato con la iglesia ytodo lo concerniente a la institución, sin embargo decía que “la calderilla p´alcura». Una calderilla que se traducía en monedas de cobre ganadas al parchís.Esa forma despectiva de referirse al párroco y sus acólitos entroncaba con lasganas de llevar la contraria al más pintado, incluso los que pensaban como él ytenían idénticas creencias.Mi abuela lo reprendía a veces, las menos, cuando soltaba esas perlascontumaces. » Tú qué sabrás, si en la radio no paran de decir que es bueno»,refiriéndose a un venerado delantero centro que tenía la selección. Para miabuelo era un «mierda seca», solo en palabras, claro, mientras éstas sirvieranpara promover desasosiego. Y ella de mirada torva y él sonriendo, por fuera ypor dentro.3El 23 de agosto me llamó mi prima. Noté su voz alicaída, cansada. – ¿Te pasaalgo?, dije cortando sus últimas palabras.Ella se mantuvo en silencio durante unos segundos.– No, no. Todo bien… hemos quedado en el cruce todos los primos. ¿A qué horallegarás?– Todavía no lo sé, depende de Charo. Viene desde Madrid en tren– Vale, llámame cuando llegues y voy a buscarte.– Un beso, Belén.Mi prima nunca ha sido especialmente risueña, pero sí alegre y distendida, concarácter, por lo menos para nuestras conversaciones y también, creo, para locotidiano. La quiero, aunque creo que no se lo diré jamás.4Dieron las 5 en la estación. Las traviesas vibraron y la suspensión chirrióimplorando una revisión temprana. Ahí estaba.Cuando Charo pisó el último peldaño el andén se había vaciado de abrazos,sonrisas y ojos crisolados.Besos, de los de siempre, quizá con algo más de empeño- ¿Cómo estás, cariño?- Bien, algo preocupado.- Tranquilo, no será nada.Friega en la espalda y consuelo. No supe qué decir, solo la miré, agradecido porterminar con esa condena que sostienen las palabras camufladas.El coche no estaba lejos. Conduje lo más deprisa que pude la primera mitad delcamino, sin hablar, aparentemente tranquilo. Paramos antes del peaje a echargasolina.- ¿Quieres conducir un rato?- Sí, dos veces.- Tienes que coger el coche, Charo. Ya verás cómo te arrepientes cuandotengamos que ir a vivir a Vitoria.- Entonces lo cogeré…- Ok, dije. Supe que aquella conversación acabaría con un “cuando lonecesite”. Es curioso cómo el chantaje resulta muy eficaz, usado concautela, contra la cerrazón. Pero el miedo es otra cosa. Algo mucho máspunzante que una dirección opuesta- Bueno, pues ya hemos llegado… ¿Qué tal cariño?, ¿Cansado?- Solo ha sido una hora. Tenía ganas de llegar- ¿Estás seguro?, confirmó Charo.Apreté el acelerador para dejar atrás ese paisaje desolador del sur de Navarra.Promontorios de arcilla que se confundían con la aspiración por reverdecer dealgunas plantas bajas. La nacional constituía un oasis de asfalto, el únicoaliciente que podía asumirse sin bostezar.5Las últimas curvas de la carretera provocaban en mí el efecto de un pájaro antesde estrellarse contra la corteza de un árbol. No quería llegar, quizá un últimodesvío antes de atajar por el puente oxidado, una excusa por dilatar a tiempomis esperanzas.Me miró con ese semblante irremediable, contrato en exclusiva de losenamorados, y acto seguido señaló en diagonal -Están ahí-6Agosto, la canícula de los meses. El sol caía sin consuelo sobre los meandros. Lapresa había comido tanto terreno que el río parecía un arroyo artificial, unacascada con bomba de las que decoran los parques japoneses. Eso sí, el cartel nohabía perdido su encanto. Viejo, blanco, anunciador de atávicas costumbres ysofisticadas puñetas.Malena, Isca, Luis, Cintia, Álvaro y, por supuesto, Belén. Todos ellos mudoscuando aparecí.Intenté mostrarme sereno, incluso con gracia, pero no conseguí que mispalabras fuesen menos fútiles, improvisaciones mal construidas. Desistí y mecentré en Charo, escudo siempre a tiempo. Malena por fin dijo algo- ¡Teníamosganas de verte primo!, luego hablaremos, ahora vamos a probar el vino quehemos traído.7La casa de nuevo, sin evocaciones. Real. La puerta azul, de barrotesdesconchados. Siempre estuvo atrancada y aquel verano también. EmpujóMalena y detrás entraron las tres mujeres. Escaleras de baldosa con puntitosencima conducían a un descansillo que hacía las veces de prismático. Desde allíuna plaza yerma, ladrillos de más casas y una cooperativa de agricultoresabandonada.Luis, Álvaro y yo nos reíamos de cualquier tontada e intentábamos no reparardemasiado ni en sus gestos ni en sus ademanes involuntarios. Estaban tristes.8Finalmente confesaron, todo, ya lo creo que sí. Las nubes se deshicieron enformas extrañas detrás de cada palabra para no obstaculizar la interpretación desu cielo límpido, lleno de verdad. Sensibilidad abyecta, pero inextricablementevibrante, la de palabras malsonantes en mi cabeza. Un abuso, la violación.Nuestro abuelo había manoseado a todas ellas. Y aunque tuve la capacidad deseparar la imagen del objeto, seguía intentando colarse, como una serpiente, laobstinada tarea de dos cejas sibilinas e insatisfechas desparramadas sobre lacarne.9Quise llorar, pero no me salía. Demasiada rabia e impotencia. Salí de la casapara pensar. Para no dar pábulo en el fondo. Hubiera sido muy injusto acapararla atención a pesar de ser quien más necesitara consuelo. Porque no me gustónunca afrontar la realidad más allá de los sobacos de la familia, del clan.Prevalecía la confusión entre dos ríos en apariencia igual de caudalosos.¿Cómo podía un monstruo hacer bocadillos de chorizo frito?Tardes enteras sin yo darme cuenta de que sus manos peludas eranpremonitorias de algo más salvaje.Todo hubiera sido diferente si en vez de pasar por alto que la paga para unos eramayor en algunos casos, o que simplemente no existía en otras manos,denostadas porque sí. Lo consideré algo incluso jocoso cuando me lo contabaBelén cabreada. Dinero, de nuevo, que no fluía sino a través de la familia,sorteándola.10Volví y me despedí de todos ellos. Luis primero, después Álvaro quitando hierroal asunto, como siempre, intentaron disuadirme en balde.Todas ellas de mirada compasiva me entendieron más allá de sentirnos unidosen esa tarde crepuscular. Las mujeres encañonan, sin darse cuenta, pero elgatillo casi siempre les resulta áspero.Nunca lo estuve más. No quería verlos. Significaba aseverar de golpe, ejercitarseen la certeza. Yo estaba bajo de forma.Las manos se despidieron aquí y allá en un acto de languidez inefable. Prontolas vi diluirse entre vastos despojos anaranjados a los que renuncia el sol cuandohuye. La noche había llegado.
Ojos de vidrioPoca pasta Pamplona y sus costumbresJulio de jarana Alcohol , perversión Tradición en la dianaTarde de júbilo  Esperpento nocturnoPantacas sucios , pañuelo achampanadoTambién de noche , palabras sinceras Cabeza de máquina , a todo trapoVuelta a casa Final de un 14Otra más fría , esta con espuma
Jarana
Autor: javier castillo esteban  526 Lecturas
Amigos virtuales, amigos que no se esconden pese a ocultar su rostro, Se han contado la vida en palabras descuidadas, calculando a ojo el alcance del disparo, cercano a la cabeza. Ya es tarde, y la noche no divaga a la hora de ennegrecerse por completo, despertando ilusiones desprovistas de significado en otro lugar     -Por los pelos… El viento ha pasado como una exhalación, llevándose consigo el soplido de otra confesión -Y tú ¿qué? -Yo… pues… Nací y crecí donde la hoja caía puntual, ubicado en la frente que tanto se retuerce , pero que pocas palabras derrocha -¿Eso es todo? Puedes mucho más! -Sinceramente no, pero prefiero saber más de ti, qué te hizo conocerme sin yo saberlo -Otro tanto a mi favor, por cierto, sigo ganando, faro distraído… de todas formas te creo, pero no estoy segura de la verdad que quiero -¿Tienes algún problema con mi silencio? -Más bien al contrario, dudo de que el silencio se adhiera a tus labios en apariencia tranquilos -Al final has resultado ser tú la suspicaz… -Bueno, quizá tengas razón, pero imagina ahora que lo vivido es un flexo bajo el cual nos escuchamos, y apartados de él, nuestro encuentro se disipa. -Yo lo llamaría fantasear, lo que existe son las letras que nacen del teclado e Internet dispone en tu chat -Demasiado relamido, ¿no crees? -Basta ya! No es sino una conversación extraña que nos quiere enredar -Tú lo has dicho, nos quiere… -Ahora la que noto extraña es a ti   Internet perdió la conexión, y las luces de la casa se apagaron en ese momento.   Fran se llevó la cuchara a la boca regocijándose de su encuentro con la creatividad. Acabó de cenar y revisó el cuadro eléctrico, comprobando que todos los pilotos habían saltado. Los subió, y la casa recuperó la calidez , ignorate de que toda acción tiene sus consecuencias. Las escaleras le condujeron a su cuarto,  al abrir la puerta una mujer apuntaba cada uno de los versos imaginados, robando la historia y escapando fugazmente por la ventana.   Fran no pudo hacer nada y lloraba sin remedio, hablando con su voz, arrepentido de soñar despierto.  
REGRESION Todo apuntaba al desastre. Palomitas por el suelo y una antesala desierta donde los únicos tertulianos éramos nosotros. Dos mesitas redondas y sucias componían un mobiliario desvencijado y dedicado a esperar de mala gana la proyección. Demasiadas señales que evidenciar y sortear. A las once y 5 minutos comenzaba, con retraso, la película. Ignora el monstruoso barrunto, me decía en clave de soliloquio. Ya en el asiento, y después de ver a Daniel Craig inmerso en la que se anuncia como la mejor trama de James Bond en años, llega nuestro turno. Palabras borrosas que dan nombre al título y superpuestos varios renglones que nos avisan de la temática de la cinta. No entiendo cómo el suspense enseña su badajo antes de ser encumbrado, aunque buen detalle para desviar, insuficientemente a la postre, la atención del espectador. Con todo: Satán para el público bueno y para las medias sonrisas santurronas que confiábamos en la pericia del director para salir de los atolladeros. Buen ritmo desde el arranque. Atmósfera rural y decadente, lluvia y limpiaparabrisas que funcionan, también coches de policía blancos y negros que nos llenan de nostalgia y regocijo… así que carita de embobado.  Etiqueta americana para fardar de producto nacional. Hasta ahí, todo bien. Pronto comienza a truncarse el visionado cuando de soslayo y con cara de preocupación, igual que la que pone el pobre Ethan, asistimos a, no a una, sino a varias actuaciones inverosímiles que juegan al pilla pilla en las estribaciones del patetismo. Indicios de fango debajo del espejismo. La tensión, si es que en algún momento la hubo, se diluye en medio de una serie de interrogatorios más parecidos a un casting  que al abuso de una rubia, joven y bella. Tampoco Emma convence en su histrionismo a pesar de las lágrimas de cocodrilo que recorren un rostro tan grácil como acartonado. El zenit de la película se acerca lánguidamente dejando varias migas de pan detrás de las espontáneas apariciones de una joven, vencida por la bucólica juventud de graneros y alcohol, que pretende abandonar su pasado, no sin antes provocar diferentes desdichas y el desconcierto del agudo inspector y su cínico acompañante. Clarines y timbales para un desenlace abrupto e insultante, aunque en armonía con el secuestro sin rastro de la intriga y el abandono total de cualquier elemento que respire la angustia de los primeros thrillers del chileno. La sensación, una vez que todos hemos regresado, es la de una mentira mal contada. La tenencia de una idea abrumadora, incluso para Amenábar, nacida de un suceso real, quizá excesivamente real.  Posiblemente Volver, sino es de la mano de Almodóvar, está sobrevalorado.  En este caso, la ingente publicidad puede haber sido el anodino presagio para impedirnos ver el bosque y ser conscientes de la protección de que gozan los genios cuando desfallecen.
REGRESION
Autor: javier castillo esteban  526 Lecturas
Ayer vi un pato volar. Pensé en aquello que me habían contado días antes sobre esta complementaria e irrisoria faceta del pato. También recuerdo cómo se reían de su aleteo y de su trastabillado aterrizaje antes de volver a remojarse mientras lo señalaban simultáneamente y simultáneamente se tornaban histriónicos. A mí me pareció un vuelo limpio e intenso. Era un tiempo desapacible, sin embargo el estampado de su plumaje, erigido entre las nubes y el resol, se mostraba intrincadamente bello, parecía su pico un impío torbellino que devoraba el espacio¿Por qué no podíamos volar? Probablemente por no contraer la deuda merced a la burla de los demás haciendo acopio de celo en nuestra cita con la apariencia El pato pasó delante una vez más, pues mi cuarto miraba al hogar de las aves. La sensación de apremio se difuminó con las últimas gotitas que se desprendieron de su fulgurante partida. El lago había quedado huérfano, mi sonrisa, incorruptible.
pato
Autor: javier castillo esteban  526 Lecturas
EraseheadHistoria de una recuperación ( y de mi atrevimiento) En el universo de las alegorías existe un pequeño reducto para el orden y la interpretación. A veces , de tan exiguo que resulta el espacio, perdemos el rastro de migas de pan y lloriqueamos a fin de que alguien nos encuentre y se apiade de nosotros. En este caso nos hacemos amigo de otro héroe desubicado: Henry¿realmente su nombre es ese ?Siguiendo las instrucciones de los rumores que navegan por viejas cañerías y  en base los infructuosos intentos por abandonar su tabuco, el triste impresor se entrega a la creación de un engendro imaginario ,pero real a nuestros ojos, de una brillantez repugnante. Una criatura monstruosa que alude, ni más ni menos, a la escisión más terrorífica de nuestro ser.El engañoso viaje por el matrimonio y demás parajes sin color deberían contribuir, gradualmente,al flamante delirio que pretende apoderarse del espectador.La cabeza borradora que brinda su peinado dibuja, igual que un lapicero, el infierno en tonos grises y enfadados, cimentando su propia existencia entre porciones de realidad y paranoia. El público respira a duras penas y abre los ojos cuando el viento que sopla a lo largo de todo el metraje se detiene. iar. Durante el proceso de regeneración de la memoria...Labios mojados en agua caliente que rodean la mirada sensual de la vecina suntuosidad. Embeleso y traición consumada,Pasión y deseo soterrados que se evaporan sin darnos cuenta. Un truco más del mago.Atisbamos una luz que nos prepara para el siguiente paso, un puñal teatral que nos tiende un rostro familiarLos deshechos ,que caen como copos de nieve impulsados con un ventilador , nos indican que es hora de tirar la basura.Luz y más luz.Él termómetro va a estallar y las tijeras rusientes ya se acercan con temor a desatar el sumun de los fluidos, la escena ficticia de un  morador agonizante.Desprendido del mal, desde un cerrojo observa el cierre de una puerta sin pomo, la alicatada caricia , la media sonrisa cómplice o la imagen de un extranjero sin cabeza, un pasajero invisible.Luz blanquísima Final o principio de una segunda oportunidad. Primeros planos para 1977, angustia, horror y compasión. Una declaración profundamente triste, otra obra histriónica ,Otro fenómeno excepcional.
   Era preciosa aun revestida de pliegues, también muda. Yo escribía en clave de disgusto. Eso, por lo general, no conquistaba. Pero ella insistió. Un resumen de mi vida fue, quizá, la hechura en que mis manos acometieran, por fin, la faena. Tenía unos minutos, igual que un juego, o un reto,tiempo insuficiente para explayarme en describir los despropósitos de otros escarceos infructuosos. “Una mujer, mejor sin nombre, de ojos verdes y pelo enmarañado, supuestamente por el salitre, según sus hilarantes aspavientos…” Se agarró las manos, implorando ser la primera.La forma más grácil en que me han interrumpidonunca.Ella sacó su cuaderno. Dibujó una tabla de surf. Plasmó el salitre como una suerte de mineral ofuscado, que visita siempre inoportuno. Cejas incontroladas por interpretar. Arriba, dos veces, siguiendo el hilo inconexo con el cual la impaciencia empuja. Reparé en sus labios blanquecinos y cortados. Eran, como siempre, lo primero con lo que uno desea conectar. Eso sí era salitre.Creo que ella lo advirtió mucho antes. Por eso se acercó a una distancia imprudente para un chico de provincia, tanto, que me tambaleé sobre las dos patas de la silla. Me recompuse, aunque las oí crujir con fuerza.  - Yo es que soy así, valiéndome de un fútil argumento.       Sonrió por primera vez, no sé muy bien si por lo estúpido o lo pueril. Todavía hoy espero que por lo segundo. Me mostró los otros bocetos que había comenzado sin llegar a concluir ninguno. ¿Por qué sí esa tabla de surf?  Entonces comprendí cómo, cada vez que bajaba la cabeza, ella intuía mi soliloquio interno sin esfuerzo.De repente señaló detrás de mi, posiblemente más allá de donde escudriñé al volverme. La cordillera se extendía inmisericorde, conjugándose riscos y verdes faldas montañosas sin linde. - Pero no hay mar…Me devolvió la negativa, ladeando su cabeza con insistencia, y arrancó la hoja del cuaderno. Seguí muy de cerca aquel lagrimón en busca de su accidentado pómulo. Pero aún estaba a tiempo de retirarlo, y así lo hice.  Escribí sin consuelo, magnetizado por la emoción. Sus pupilas recorrieron con la misma ferocidad toda esa sarta de verdades rendidas ante el silencio.   
La muda
Autor: javier castillo esteban  523 Lecturas
Elegía a un perro   Te  escribo ahora que estás vivo para no leerte muerto De largos caminos están cansadas tus patas Y amigo te has hecho de la pesadumbre en los ultimos días La dicha  sin embargo  la percibo invicta en tus ojos Marrones en  invierno y amarillos en primavera   El séptimo u octavo no recuerdo Como tampoco el día ni la hora Solo la imagen de una perra extenuada, Marcada por  los partos de mil bestias tu hocico me buscaba a tientas En medio de una jauría de sollozos   Tu nombre desmerecido por tu bravura Se ha paseado inocente por las bocas de los hombres que de tu hermosura  han quedado prendados   Qué  gallardo te presentas hoy , ajeno a la vejez Luciendo tu  pelaje blanco y canela que el sol barniza a conciencia Agitando  ardorosamente el rabo al cruzar  el umbral de tu jardín   Cómo rebosa en este tarro tu desinterés extranjero de nuestra ruindad cuando con mayúsculos lametazos  nos contagias  tu viveza   Ay! el día que me faltes… Cuan ingenuo y descreido  al pensar que no te extrañaré Aquí contaré las horas, a la vera  del río susurrante bajo el relente del valle madrugador esperando volver a contemplarte
Solo quedan mis manos que, al contacto con tu pelo rojo, se vuelvan ceniza. Tu sencillez refulge por la noche y me guía hasta tu pecho. Allí descanso al compás de un rumor entrecortado, interrumpido cuando hablas con lágrimas dilatadas, cuando los pómulos de confesiones se encogen. Quisiera escribir de tí a los demás, pues nace de mi piel la necesidad de exhibirnos juntos, mecidos por el pasado, ora arriba ora abajo, igual que el océano azul y escrutador. Pero solo queda eso...Mis manos enredadas en el fino vello de nuestro reencuentro, tan custodiado que no recuerdo si fue verdad o fue silencio
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VOZ
Autor: javier castillo esteban  520 Lecturas
Es castaña y tiene los ojos verdes. Nadie como ella para saber de qué se componen sus insinuaciones. El miedo, claro, siempre está presente, por eso creemos conocerla. De no ser así, no diríamos que su vestido está manchado de sangre. Hablan estruendosamente en torno a ella, como queriendo desatornillar los secretos. Pero son intangibles, indelebles a la huella sigilosa. ¿ Quieres conocerla? Pues llámala, aunque con cautela. Siente pavor a ser descubierta, igual que tú. Camina lento, despacio, actúa sobre ti mismo.
Al principio fue una insinuación , algo con lo que entretenerse en una de esas reuniones amigas del desdén. Dos parejas o cuatro amigos, todo depende de quien lo esté leyendo.Ensalada agria, gambas y kéfir expendían sus restos por el plato como excrementos.Menú ponderable en calidad para estómagos insaciables.Tintineo de copas , todo listo para alzarse la voz los unos a los otros. También hubo silencios.Antes de que el cine corroyera el debate, H reparó en la ventana que daba a la noche.- Sabemos nuestros nombres, de nuestros ascensos y algún que otro secretos todos estamos servidos, pero seguramente ninguno sabe quién vive en la ventana de enfrente.Unos y otros se miraron furtivamente en busca de alguna expresión familiar.- ¡Es verdad, coño! ¿ No os habéis dado cuenta de que esa ventana tiene siempre la persiana subida ?Aquella pregunta me inquietó por lo retórico, como si H. pudiera aclararlo de repente, aún más cuando mis amigos parecieron quedarse mudos, sin nada que aportar al misterio.Como un resorte me levanté sin mediar y me dirigí al balcón . Coches, humo y algunas personas que en otras circunstancias hubieran sido sospechosas, pero que ahora sólo conversaban estáticos. La ciudad y la noche se presentaban extraordinariamente ajenas a los delirios de H.Me volví hacia los tres.- Quieres acojonarnos, tío - le dije con temple aparentado. - Lo que tú digas- ¿ Qué quieres conseguir con todo esto? - Solo digo que nadie se plantea la vigencia de cosas tan cotidianas por muy extrañas que resulten.Ellas se mantenían calladas, de un semblante indefinido,  aunque nunca he sabido si por miedo. Sentía aquello igual que una farsa destinada a reírse de mi .- Bueno, ¿ los demás no decís nada ?Los cristales se rompieron formando un estruendo infinito. Alguien aulló algo desconcertante desde la calle . Me asomé de nuevo acariciando las jambas del resquebrajado marco sin secciones en sus lados  .Las personas Que instantes antes charlaban, me advirtieron ahora con desprecio.- ¿Esto es una puta broma, H ?- Mira detrás de ti. 
CÁNDIDOPero la sorpresa que me esperaba al llegar a Móstoles Central me inquietó aún más. Losdestellos azules se proyectaban en la fachada del museo, desdibujando la ondulantebandera de Madrid y su comunidad. -Estrellas ensangrentadas, comentó el inspector girando hacia mí su inquisitiva mirada.Fumaba sin parar.En la maqueta del patio, mis iniciales garabateadas a cada flanco se confundían con lainscripción del autor.- ¿No hay arma homicida?, pregunté fingiendo entereza.- No lo sé, dímelo tú.Las pupilas del inspector se bandearon con violencia, esperando una intervención que,lejos de promover, evité a toda cosa.- Según este informe, dos vecinos llamaron en diferentes intervalos al escuchar disparos.- Sigue leyendo.Repasé para los dos: “...uno de los cuales advirtió a un coche patrulla de la PolicíaNacional, que estaba aparcado sobre la acera”Se deleitó con la última calada.Las puertas del furgón se abrieron inmisericordes. Lo siguiente que recuerdo es el olor atriclorometano por la mañana.
CÁNDIDO
Autor: javier castillo esteban  516 Lecturas
El mejor premioEl pasado viernes recibí un premio por escribir. Empeñarme en recrear abiertamenteese tiempo con las otras dos premiadas, amigos, organizadores, y algún que otroaficionado a la literatura resultaría quimérico, incluso presuntuoso. Hubo personasfundamentales en mi vida que faltaron, quizá por los mismos motivos que me llevarona presentar las menos de 2000 estridentes palabras que exigían las bases del concurso.Lo lamento y espero puedan perdonarme, y entenderme. Quedará, pues, pendiente derevisión, el vasto terreno de las emociones y su inescrutable gobierno.La sala ocupada por el Ámbito Cultural de El Corte Inglés acogía una pequeñaexposición de pintura que todavía puede visitarse. Retazos de Navarra que, bajo laadecuada inclinación de varios flexos, confieren al rectángulo un cierto aire friki paralos amigos del mundillo. Merece la pena acercarse y departir con la autora. La mujerno ha perdido ni un ápice de su belleza pese a los años.Una ojeada en perspectiva auguraba el viaje al fondo de la habitación, donde vino ycanapés redondeaban una celebración de manual, por lo menos para quiénesrendimos pleitesía a toda suerte de apetitos, sin marginar a una cosa de la otra.En este contexto pude conocer a Blanca, la ganadora al “Mejor relato navarro”. Susonrisa era real, tanto como la enfermedad con la que ha convivido desde muy joven.Sin embargo, aunque las secuelas que ella me relató podrían aflorar sin preguntar, suánimo lo advertí intacto, ajeno a la aspereza de conmiseraciones e inciertospronósticos.La noticia del premio le sorprendió sobremanera, más aún por haberse producido tressemanas después de presentar su primer libro. “Y eso que soy de ciencias”, me dijoincrédula. Yo no tuve respuesta para eso, ni tampoco más palabras para ensalzar elvalor una mujer que rezuma talento.Recientemente ha escrito una novela autobiográfica, abordando la enfermedad desdesu experiencia. Una lectura recomendada, a ciegas, que seguro contendrá la inefablevalentía de sus gestos.Su historia fue el 4º premio, y no conllevó dotación económica.
Hazte las preguntas No respondasÁbrete paso Siempre se puedeAlberga un sentimientoAmbiciona, devoraMata, si es porque vivesSiempre se puede Respira , más hondoDoblégate Saborea la derrotaSiempre se puede Y más ahora Tan ridículamente solo Frente a tu propia imagenSiempre se puede 
"Hola", me dijo antes de despertar. !Otra vez no! Aquel día, según la predicción, el mundo se preparaba para morir. Miré a través de la venta y contemplé las últimas hojas del manzano cimbrearse. Una ráfaga de viento, una pueril sonrisa, el manillar apoyado en el suelo. Pupilas abiertas, cerca de los 10 años. No lo sabían. Caminé largo rato por la carretera, que a esas horas monopolizaba el espacio que sigue al mediodía y conduce a otro sueño. Las cortinas quietas en las ventanas de los edificios de ladrillo rojo. Habitaciones negras, sin presencia observable a pesar del desasosiego.  Nos habían anunciado un inminente impacto. La radio lo difería una vez más. Por lo visto, nuestros coetáneos se habían desprendido felizmente de sus rutinas, aquellas que preservaban celosamente horas antes. Yo había quedado con Salvador, mi ángel destructor. Más allá de la balaustrada en la que se erige la urbanización, por encima del puente de M, una cultura de otro tiempo se reunía en el centro de la plaza central. Parecían compartir algo más. Se susurraban reiteradamente en un movimiento casi mecánico . Salvador estaba sentado en uno de los bancos , al margen de la confusa amalgama. Fumaba tranquilamente. Una , otra calada y exhalaba el humo. Su indiferencia me daba miedo y al tiempo me atraía . Un comportamiento absurdo como cualquier otro, un libro o una película para hacer culto. Más que eso.La luz se eclipsó de repente.- ¿ Qué hay?Él sacó otro cigarro 
Los versos, a menudo, son hacia el amor, una caricia mal expresadaCirros que envuelven tu pupila cuando ésta llora desconsolada.De esta manera hombres encelados, carecemos de blasones y de espadasSolo estrofas que el corazón escupe para ser penosamente forjadas De renglones y  destellos, con calculadas manos de ingenieroHalló la humildad su hueco en este pequeño surco almizcleroPorque de matemáticas son más puras las sumas y restas del obreroDespués de llegar a casa y aborrecer el cazo medio lleno. Nunca deduje de la poesía ni un resquicio que me inspirara a estudiarla.Mas prefiero anunciar la pluma de aquel que juzgue en recitarlaCon las venas bien abiertas y  la sangre tan vasta que maldigas demorarla.Pues la tormenta no revoca ni su aroma ni sus distinguidas abarcas. No deseo vanagloriarme ni  asistir al cadalso de repetirmeSería otra tentación la que escogería que por sí sola pudiera seducirmePues si estuviera roto en mil espejos, o de dolor extasiado por no rendirmeNo usaría la tinta con el fin engañar al candidato que ha de reducirme Asumiría el sofocante peso de la manera menos sincera y más abatidaAtado de pies a manos a un ritmo lento, oliendo mi propia vida.Creyéndome muerto, abrazando mi espalda de recuerdos que la aguanten erguidaDevorando los guijarros que los escombros han revelado en la ruina
POEMA
Autor: javier castillo esteban  500 Lecturas
He caído. Después de perder buena parte de mi sueldo en la ruleta y otra suma, nada desdeñable, prestada por un amigo, puedo decir que se acabó, o eso creo.De la misma manera dejo el tabaco, asociado a una supuesta creatividad y a una certera miseria, a alcohol y a dolor de cabeza. Hasta ahora no lo he compartido con nadie porque es humillante y penoso, vergonzante a más no poder. Noches calmando mi frustración expeliendo humo, una densa nube en misión de envolver las luces del casino, de cubrirlas para que no deslumbren .Incluso las letras han buscado refugio ante el poder letal de mis impulsos. Se han alejado, no sonríen, y miran escondidas detrás de un árbol con formas extrañas cuyas raíces se hacinan en el parque. Temerosas pues, una, no la única, ha regado con un aleteo de luz este inhóspito alto en el camino. ¿ Quién eres? A veces no lo sé, quizá un vago recuerdo de infancia y juventud destartalada, una sombra de otra sombra, noche engendrada por el sol y alba parida por la noche.
El camino que separa el trabajo de mi casa acude a los sentidosSe viste el atardecer de pinceladas naranjas y escurridizas, el final de la jornada Son primero los edificios de los 70 , muy altos, aquellos que dejo atrás sin mirar de reojoLa ciudad  escupe maneras que se cruzan alrededor del inmenso parquePaseantes aliviados caminan en direcciones opuestas  Hierba que inunda de un verde muy oscuro los fosos de la murallasEn su día supe de historia y del siglo en que se erigieron , toscas e impávidas  Más allá, a través del puente, la  piedra liquenada engulle a las hormigasOtras prefieren el itinerario más largo, el que les aleja inútilmente Pero las hojas se bandean con las primeras horas de la noche El viento aúlla
EL PASEO
Autor: javier castillo esteban  500 Lecturas
Ayer  visité el pueblo de los ancestros por parte de padreMuchos años atrás, cuando mi existencia no proyectaba silueta, la familia vendió la casa de tres pisos heredada de mis abuelos y estos de mis bisabuelosHoy, yacen en el panteón más grande del cementerio próximo a nuestro destino, allá donde la sombra del ciprés no alcanza a guarecerlos. Un ángel de mármol blanco y polvoriento escudriña las tumbas posando con gracilidad sus pies sobre éstas. Oramos por ellos y proseguimos nuestra rutaEn las tripas de Aragón y encajonado en un valle arcilloso duerme Daroca, enclave estratégico y militar Al llegar tropiezo con un sol radiante que ilustra los vestigios de  varias murallas, ligadas a una baja entrada remodelada, ascendiendo la escarpada  ladera  y poniendo cerco al invasorMirando en derredor, hilvanando la imagen anterior advierto sendas almenas derruidas que dominan la ciudad sobre los riscos, además de diversas oquedades en la roca que sugieren nuevas cuevas Abducido súbitamente por el entorno, me adentro en las entrañas de la fortificación hasta conquistar el barrio de la morería. Saboreo incesantes saltos seculares sin piedad y me percato de algunos carteles diseminados guiándome por la ruta monumental Que recorre los vericuetos de la localidad por calles angostas y negros pasillos  bajo los cuales el peso de las edificaciones hace crujir viejos maderos superpuestosEn el corazón de Daroca se yergue la colegiata que merece especial atención, pues no solo sobresale su imponente fachada sino igualmente las escenas sobre las arquivoltas que retratan el juicio final, fieles al estilo románico-góticoEl carácter de las gentes que allí he conocido no difiere mucho del nuestro, y salvo el trato noble y solícito del policía municipal, que nos ha aconsejado un buen sitio para comer y el horario de apertura de los comercios, nuestra relación ha sido bastante fríaEl plato típico de la zona es la paletilla de cordero, que si bien estaba rica, no era nada espectacular. Resulta chocante a la par que evidente la decadencia del lugar, donde abundan los fósiles y la juventud está en peligro de extinción. La misma miseria que a otras aldeas se ha precipitado sobre Daroca, siendo víctima del anquilosamiento industrial. La harinera no mitiga un irremisible éxodo hacia un futuro más halagüeño dentro de empresas instaladas en núcleos de población más venturosos.Pienso en la idea del abandono, cómo nuestra familia y muchas otras se han visto obligados a partir y desprenderse de la infancia y sus sempiternos recuerdos, arrastrándolos como una valija raída por la nubecilla gris que levantamos al caminarA lo lejos queda el resplandor de nuestra efímera visita cuando miro por el espejo retrovisor y lentamente se diluye el embrujo de la vega. En mi interior sedimentada una sensación de nostalgia y anhelante retorno atora mis pensamientos durante el viaje de vuelta
un pueblo
Autor: javier castillo esteban  498 Lecturas
AGUACERO     02 de febrero Quiero cambiar. Lo he decidido al ver a un tipo esperpéntico en la solapa de un best seller. Me parto de risa con estos libros basados en personajes cotidianos y sonrientes, que quieren decir: “Es fácil, pero no todo el mundo vale”. Seguramente por este motivo y por su repugnante peinado, he ideado algo parecido a un diario, intentando detallar los pormenores de un personaje que no difiere de alguien cotidiano. Supongo que es más “fácil” reconocernos en vidas mediocres que sorben café en presentaciones, que en epopeyas escandalosas. Creo en verdad que sería mucho más estimulante y provechosa una entrevista entre borrachos que exudara la gloria y las bajezas del escritor, las nubes y los claros de una oda al ingenio, porque realmente no todo el mundo vale… En cualquier caso, no creo en mi mediocridad pero sí en el día a día, y también en el día siguiente, espantosamente parecido al anterior. Ahora, sin embargo, nace de mis entrañas un pájaro con las garras afiladas transportando un bulto viscoso que hará estallar nuestra aflicción de un momento a otro. Se detiene en lo alto y mira de soslayo a las cabezas que caminan sin par, solitarios viandantes del bucle.  03 de febrero He soñado algo realmente extraño. Un payaso era proyectado hacia el cielo con su prominente nariz brillando, marcaba una dirección constante, sin perder altura,  hasta perderse en la oscuridad. El público se ha quedado absorto con las palmas de sus manos (izquierdas y derechas) por encima de las cejas, como un tejadillo para la luz de las estrellas. Al poco rato ha descendido y se ha quedado clavado en la tierra mientras padre, madre, hermanos y el resto de la caterva circense tiraba de sus piernas. La situación era ridículamente graciosa, y recalco lo de extraña por las miradas inquisitivas puestas en mi nariz, que paulatinamente se hacía más grande a medida que el cuerpo del payaso era extraído de la tierra. 04 de febrero Intentaré no cenar demasiado, me desvelo empapado en mitad de la noche, retorcido  por la pantagruélica cita con la comida de táper. Bien sabe mi estómago que no es fácil empresa, ya que la ansiedad de estos últimos días me lleva a comerme a mí mismo con tal de no pensar y regocijarme en el dolor. He dejado a mi novia y después de unos días de aparente sosiego y espíritu limpio, me cago en mi decisión precipitada y tardía. Tengo cierta afición en prolongar una situación tediosa, y acto seguido romper la relación por la vía rápida, de cuajo, como corta el cuchillo la mantequilla dura y apelmazada, como si el tiempo transcurrido hubiera sido un segundo respecto a la estepa de nuestra existencia. Ahora le echo de menos más que antes y tengo una fijación enfermiza por tener sexo sin alma, raciones de carne dispuestas a la penetración sin resquemor, gemidos distinguidos entre la maraña de remedios silenciosos sobre hogares muertos. Ella me hace jurarle que habrá más cosas, sesiones de cine insoportable y alguna que otra cena tensa por no saber de qué despachar. Me engaño a mi mismo, y con ello le hago un daño invisible, que cercena los escasos hilos que nos unen. En el fondo me da lástima la conclusión de este capítulo, ya que Sandra ha sido el contrapunto al resto de noviazgos que he tenido, un contrapunto quizá demasiado polarizado. 07 de febrero El fin de semana ha sido magnífico, un día de vacaciones dilapidado en la cama y dos días de voluntariado en casa merced al vacío creciente que ha dejado la separación. Ha nevado y sin embargo el manto blanco no hace sino evocar la sensación de cristal opaco que delimita el bienestar de la amargura. Los copos han cesado su aterrizaje masivo tejiendo una enorme telaraña que expande una vista hiriente del horizonte, simulando los montes nevados baluartes de nuestra prisión. Leo un poco del extranjero de Camus, mientras mis párpados se cierran con el desabrido destino de su protagonista en mente, las imparables fuerzas del destino que nos conducen a parajes inhóspitos, paraísos terrenales sin esperanza. …El mismo día… Trabajo, trabajo y más trabajo… Llego  a la oficina y veo esa montaña de papeles acechándome, entonces me imagino a un leñador canadiense que a hurtadillas y por puro hedonismo aniquila árboles sin tregua, mientras ríe  como un descosido. Después se enciende un pitillo, aun cuando su pecho oscila violentamente, me mira y me guiña un ojo, mi cuerpo tiembla en una mezcla de rabia y profunda melancolía. Este sentimiento persiste al abrir el correo y un tono agudo, parecido a un timbre recorre los pabellones de mi oreja límpida y solícita, presta a escuchar las majaderías de decenas de cazurros. En sí mi puesto no me disgusta, es cómodo y no requiere una comprensión excesiva de las diversas áreas. Al principio por supuesto estaba que echaba humo, me salió un sarpullido por toda la cara y vivía el resto de mi tiempo libre acordándome de tal contrato, y de una gestión a medias. He aprendido a desconectar tanto dentro como fuera de mi labor administrativa, ahora solo me dedico a escribir cosas que mi cerebro distorsiona a menudo, relatos, poesía y excreciones como ésta. Escribo en una web autodefinida como un espacio de expresión literaria, un lugar para compartir tus escritos y recibir asimismo críticas y elogios. Me siento orgulloso de haber creado una pequeña secta de fans de mi obra, al igual que una serie de amantes en silencio que admito que no me escriben gracias a la pintoresca envidia que pulula por allí. No os llaméis a engaño, tampoco creo que lo que escriba sea ni mucho menos de calidad, pero desde luego no es peor que la mierda que escupen algunos mequetrefes. No abundo ya en fallos de estilo ni gramaticales, incluso ortográficos, sino de monerías sin sentido, más dignas de facebook que de un aspirante a escritor. Quizá me esté metiendo en un jardín ajeno, como un perro con los ojos inyectados en sangre, pero jamás toleraría cosas así: “él me ha escrito, y jo, no parece muy inteligente, pero tiene un culo… Ahora me está mirando y sus ojos brillan como los míos, pero espera, cómo sé que mis ojos brillan?, acaso estoy llorando… ¡oh, creo que lo amo!” Sería podridamente condescendiente si dijera que tengo que relamer el vómito de las comisuras para no romper en un reguero de los garbanzos de ayer. Voy a ser razonable y empático lo prometo, haré el esfuerzo por entender a la gilipollas que escribe esto, y únicamente le escribiré “es horrible” en el espacio para las valoraciones. 8 de febrero Copio una entrada que he leído recientemente en facebook: “ETA ha matado a casi un millar de personas si contamos las víctimas mortales y las colaterales. Colateral es una palabra violada en este caso y sin música. En muchos recodos no lejos de P. se ha matado en nombre de la libertad y la lucha de un pueblo oprimido, y cuando se ha hecho el “jurado popular” ha fallado en contra de las víctimas. Se ha argumentado: “algo habrá hecho”. Detesto la frase, pues no puede ser más gratuita y comodona, tan aposentada en los divanes de la indiferencia y tan al margen de la realidad. Anhelamos ser ciegos con tal de no fragmentar la belleza incólume de la ignorancia, alimentando miserablemente castillos sobre nubes jabonosas. … Algo me hace pensar en Víctor irremediablemente Víctor es alguien vacío, formado de números y de información, mobiliario inútil y desvencijado que ocupa parte del espacio reservado al pensamiento y a la reflexión. Las personas que lo conocen  rehuyen de su compañía. Lo creen pueril y homosexual, aunque esta segunda faceta de su personalidad subyace del primer calificativo, ya que prefieren reírse detrás de su conciencia a manifestarle que es un maricón. Sin embargo, pese a su vacuidad, me parece un tio fenomenal, y creo más bien que la apariencia de pánfilo que transmite se reduce a una ingenuidad vital que lo mantiene erguido. Alguien bien distinto es Carlos, el cabronazo de mi mejor amigo, obsesionado con cambiar el rumbo de su vida, despabilarse y no vivir de acuerdo a los demás, tener un criterio propio en las tareas más básicas. Lo miro mientras no calla y su flequillo años 60 ondea al viento. Cómo le gusta a Carlos graznar de las carencias de casa! Me troncho de la frialdad con la que busca gresca en cualquier ocasión, ya sea con Víctor o conmigo, haciendo de sus peroratas la pluma que nos cosquillea hasta enzarzarnos en la violencia de los silencios, en esa tensión que supura lentamente los estragos de la impotencia. Entonces  pienso en la bonita y frenética imagen de mi puño devastando su cabeza. Luego han de llegar las disculpas y las muecas santurronas, el tímido reconocimiento de la culpa y el sincero y cálido abrazo.  Así somos, unos bichos orondos y aventajados, del mismo brillo de la lata de garbanzos deglutidos, los hermanos exangües e inseparables que se rajan la cara con el viento aterrador de P. No me perdonaría añadir una palabra más sobre Víctor puesto que ni mi desarrollo personal ha fructificado en sus raíces ni soy capaz de catapultar conclusiones tan agudas y detenidas como las de Carlos. Yo más bien  lo encuadraría dentro del sinfín de entes pragmáticos que bucean en el fango diario, un funcionario del estado mayor, casado, con dos hijos y una fulana cerca de los cincuenta que le ayude a superar los baches  9 de febrero “Algo habrá hecho”, odio reconocer tópicos, pero ahora me doy cuenta de la huida de sandalias partidas de Egipto, del efecto aciago de los individuos sin pasión, y de la repulsa de los hombres hacia los que vulgarizan nuestras vidas Mis padres me preguntan por Sandra, no sé muy bien qué decirles, ni qué decirme a mí mismo. Estaré engañándome con esta pantomima, pero lo cierto es que el polvo que hemos echado hoy no ha tenido desperdicio. Realmente habíamos quedado para eso, le he recogido a la altura de de la calle C. con T. y le he invitado cortésmente a subir a la oficina para que me enseñara la nueva falda de tubo negra que se había comprado en una tienda asquerosa. En defensa de este concurrido tugurio diré que ofrece unas mujeres igual de cachondas que estrafalarias y eso me excita sobremanera. Ha bajado a por condones y se ha quedado el cambio, algo que no es de extrañar a estas alturas. Al llamar a la puerta, tenía una erección que incluso me sonrojaba. Desde la sala de reuniones he visto una persiana que descendía como una serpiente hasta la maceta del alféizar, dejándola entornada. De no haber trabajado varios años en el centro y en concreto en ese viejo edificio, habría sido más espontáneo y menos paranoico, pero finalmente he decidido arrastrarla hasta el baño. Su  redondo culo blanco asomaba debajo de la falda al tiempo que apoyaba su mano izquierda sobre el gotelé de la pared, me penetraba ella más que yo, así que toda mi atención se prestaba al movimiento pendular de su cadera. Sentado en la taza del váter, con el rostro agonizante, observaba la luz mortecina de media tarde a través del cristal translúcido que da al patio. Un dolor punzante en la sien  vaticinaba los segundos mortales en que a duras penas nos subiéramos los pantalones y nos enfrentáramos al pasado. 10 de febrero Busco algo que turbe esta paz, un asesinato o un demente quemando el bosque, un móvil capaz de despertarme de este letargo que me está consumiendo. Si sigo un segundo más en casa dormiré, pero no de cansancio sino del vertiginoso debilitamiento de los músculos. No vivo mal en casa, mis padres me quieren y me cuidan, me protegen al punto de convertirme en idiota. No les culpo en cualquier caso, mi carácter es bastante proclive a dejarme rodear por los brazos de la comprensión y el afecto prolongado sin límites, un infinito espacio al gozo. Mis amigos convienen en que debería independizarme y sacarme las castañas del fuego, y no discrepo en absoluto, quizá de esta manera comenzase a evolucionar, encontrando el ajetreo necesario para respirar sin agujeros.  Ahora estoy ahorrando y posiblemente la astucia del metal y el papel con su inherente sabiduría consigan levitar mi culo del sofá para dedicarme a escribir, el motor de mi existencia y lo mejor que sé hacer. Escribiría sobre Sígor, un loco vecino amigo mío que viajó a las antípodas para encontrar a la mujer de su vida, alguna melenuda que casara con sus ideales, otra desviada sin escrúpulos que destrozara su esternón a fin de arrancarle  los pulmones y comérselos. Él entiende así el amor, corresponde a las mujeres con su autodestructivo corazón que ama más que reflexiona, vuelca su ser a otro ser que ingiera la delicadeza de sus “cuidados”. Su casa, enclavada en el frontón del pueblo, dista unos 200 metros de la mía y compartimos casi todos los placeres que pueden demandar dos jóvenes de 26 años. Juntos vamos a alentar al equipo de casa, asimilamos el fútbol como otra demanda ineludible de la materia, bebemos cual animales y discurrimos con el café postrero acerca de las cazas nocturnas de mujeres con el badajo blindado. Fútbol y sexo, sexo y fútbol, sumas que no alteran el producto, una consecuencia ávida de las causas que lo crían. A veces pienso que las mujeres lo son todo para él, un constante flujo de movimientos desordenados para un cerebro con TDA. Trabajador y buena gente, residuo de las ensoñaciones de viajar y regresar, el bendito estímulo que justifica la insoportable paz reinante. 12 de febrero Me he comprado una bici de carretera para dejar de pensar en ella. Cuánto sufro sin su inadvertida presencia… Ha suplicado entre lágrimas que no quiere más sexo sin lugar para otras cosas, necesita ese grado de afecto ocupado en paliar el goteo incesante sobre sus pómulos. Me duele a mí también no poder ofrecer lo que ella quiere, pero desde ayer siento el deseo de seguir concretando citas, saboreando la práctica del presente. No pido empezar desde 0, sería horrible tener que asistir al derrocamiento de mi fe y mi alegría, solo apurar las horas que restan con ella, estirar el dulce esbozo de su sonrisa, tendiendo un puente hasta la mía. Tumbado en la cama he evocado el color amoratado de sus manos, presas del duro invierno, mis manos envolvían el perentorio efecto de la delicadeza, sutil y despiadada, vocalizando las diferencias de mi piel frente a la suya. 13 de febrero He rodado más de 60 Km. montado en la trotona, así la he llamado. Creía morirme a los 20 minutos, frustrado por mi nefasta condición física, pero sin duda los constructores de esta preciosidad se acordaron de los catetos con pretensiones de subir puertos, y por alguna extraña razón a los 14 Km. la rueda devoraba el asfalto. Con todo, algo debió de  escapar al entendimiento de las almas compasivas, pues a los 20 km el plato más grande ya no engranaba, y las piernas pataleaban al aire en los descensos más acusados. He seguido la ruta hacia el pirineo sin detenerme un instante, la blancura anegaba los campos confiriéndoles una asistencia espectral, mientras un cielo límpido hacía florecer las coronas a lo lejos, cuesta arriba, cuesta abajo mi cabeza se ladeaba acompasando la postura encorvada de mi espalda.  En el promontorio de U.V he parado a descansar y a echar un trago en vano, pues la fuente estaba congelada y no tenía ni un euro en el bolsillo, eran las doce y el sol se acercaba sin ruido reverberando sobre la nieve incólume. Una tablilla descansaba sobre el cartel que despide el pueblo, escoltada por un exuberante ramo de claveles blancos y amarillos, el grabado rezaba: Nuestro patrón de personalidad, por lo menos el mío, nada lo derrumba, solo Dios. Este renglón y el frescor de la mañana me han llevado a terrenos hollados por las creencias, de la mano de seres que deambulan por el mundo con la estrella, tan brillante y liviana, que quiebra su existir en el lugar más tranquilo y anhelado. Qué grato sería ahogarse en las profundidades de la literatura, del mismo modo que el ciclista pereció en aquella curva que tantas veces lo había engatusando con la gracilidad y el embrujo de su serpenteo. Confundimos dicha y destino, y aunque creo en el valor intrínseco de cada término, no se me ocurriría desligarlos. Dicha tiene una connotación positiva, y lo asumimos como tal, pero el destino lo empleamos libremente para hacer consecuencia de nuestros actos, si algo se da de fábula es un destino bueno, si algo cae de bruces, es mi destino el que me conduce a este aciago final.  Así, el ciclista prefirió los ríos de sangre que la cama de diamantes, y el destino fue la dicha que se tornó en su destino. ¿Fue un destino bueno, fue un destino malo? Lo desconozco y no soy quién para juzgar a un cadáver, pero lo que sí está claro es que fue su destino, y una piedra sepulta ahora sus vivencias, echando un cerrojo a la verdad que lo condujo a rodar en libertad. En todo caso, ¡qué  difusa es la línea que manejamos para justificar el peso de la  balanza o la dirección de la pelota que, o bien cruza la red, o anida timorata en nuestro campo…! Se terminaba la carretera hasta donde podía distinguir, pues las señales azules indicaban el paso por la autovía. Es curioso porque recibía pitadas de algún que otro coche y me ha parecido realmente increíble el afán que tiene la gente en N. con las bicicletas, se conoce que Induráin perdura en el recuerdo de muchos, entre los que me incluyo. Llegando a P. las piernas me empezaban a flaquear y mi garganta árida comenzaba a suplicar agua, cuando un aldeano con su camisa de manga corta desabrochada, pantalón de pana y zapatillas de felpa, se ha presentado haciendo ostensibles aspavientos con su manita y exhibiendo su voz fina y aterciopelada. En pocas palabras me ha informado que la autovía era para los coches, o eso he deducido porque al hombre le restaban tres dientes amarillos y hablaba más con el pulmón que con la boca. Rápidamente he levantado la bici y la he tirado al otro lado de la valla, el hombre estirando sus dos manzanas me ofrecía su calor desde el suelo, me he santiguado antes, y  así, me he lanzado encima del bárbaro fundiéndonos en un tétrico abrazo.  Me miraba con unos ojos henchidos de vicio aceitoso, rezumaban los poros del pecho amor a cero grados, y antes de que me invitase a visitar su choza junto a la autovía me he largado despavorido pedaleando a con todas mis fuerzas. Ya en la distancia el grito de “guapo” retumbaba en mis sienes y apretaba con violencia los dientes por no girarme y meterle el manillar por el culo. Me sentía ultrajado y me compadecía de las pobres ovejas que por allí pacen a escondidas del degenerado. 19 de febrero Sirven las escuelas para desamueblarnos la cabeza, sino fundamenten las dificultades en decidir, en el sufrimiento padecido al salir de la burbuja… Supuestamente es el impulso para incentivar la postura reflexiva de directrices y el conocimiento. Sin duda nos apremian, pero siempre de la mano, recibiendo un apretón al patinar de medio lado. Así nuestro cerebro asocia rápidamente para qué servimos y para lo que somos unos auténticos zoquetes.  Gracias a esta inestimable ayuda estudiamos carreras soporíferas y tremendamente útiles que confieren el pragmatismo y las ganas de ser un señor anticipado, otro vulgar hombretón que respeta los pasos de cebra y se queja de sus suegros en el trayecto a la casa de éstos, donde el tonto del culo de suegro soltará los rigurosos exabruptos por llegar tarde a comer, o cuestionará la mala educación del hijo trasto. Será que mis pensamientos sabiamente han escapado del fluido de las relaciones duraderas y comprometidas, será Sandra y sus circunstancias las que me atemorizaban cada noche creyéndome en una balsa existencial, en un transitar sin marejada, abatido por la lucidez del confort y de la podredumbre que resquebraja el dominio del crecimiento. Será, será… arremolinadas en esta sarta de pensamientos aparecen unas letras de otro siglo, no recuerdo de quien: Será que mi vida se la traga este momento y que desespero buscándolo para no soñar más, empapado de realidad y de tormento, de caricias extraviadas. Mi rumbo peregrino algún ladrón me lo ha robado , por eso me enredo a menudo en los zurcidos de otro tiempo, asido a la sonrisa eterna que blandía por las calles el señor de barlovento. 20 de febrero He pasado varios días fuera, Carlos se las ingenió para remolcarme y pasearme como un guiñapo por el pirineo. Insistió en que fuera a esquiar con él, tratando de envolverme con sus capciosos argumentos acerca de los innumerables beneficios de este deporte. Al principio, cabezón y orgulloso como yo sólo sé, me negué puesto que aún me dolían las hostias de cuando era un crío y al jefe de estudios del colegio se le ocurrió la magnífica idea de llevarnos al pirineo a desarrollar la faceta comunicativa entre los alumnos. Yo ya tenía 12 años, mis amigos y mi equipo de balonmano, no necesitaba romperme los dientes para demostrar a mis padres que, además de estúpido, era sociable . Tampoco entendí el hecho de llevar bolsas de basura a casa de la visita al punto limpio con motivo de estimular el reciclaje entre los nuestros en vez de usarlas para recoger las mierdas de mi perro. ¿Alguien se ha parado a pensar en la actitud de los policías multones si nuestros perros nos recogieran las mierdas al cagar con una bolsita de plástico?  No creo que premiasen a los perros por su civismo sino más bien nos sacudirían un porrazo merced al escandalazo. Entonces, ¿qué es civismo? ¿Es que nadie vela por la impudicia de los perros? En fin, supongo que este es otro asunto del que nadie me ha sabido dar respuesta, ni siquiera mi profesor de ciencias que me plantó un 0 atlético, pero ahora no viene al caso… Llevamos su coche para eludir la simpatía de la provincia limítrofe hacia el equipo de P., ( en la última ocasión me rompieron la luna trasera gracias al tamaño de la pegatina). Verdaderamente es más sensato así y menos excitante, últimamente mido mi integridad con el mismo rasero que mi demencia, y quizá sea el primer punto susceptible de cambio, el paso para distorsionar la pesadumbre del confort. 25 de febrero Las primeras señales de la primavera dejan huella, el despertar es más claro y el ocaso más postrero, el sol comienza a brillar con fuerza y las nubes aglutinan los rayos retenidos para abrirse paso. La inestabilidad propia de esta época me azota los sentidos, haciéndome más partícipe de lo que escribo y medito. Confío en estos papeles, de la misma manera que siempre me lo recuerda Carlos, él siempre me provoca intencionadamente para que continúe con el trabajo forzoso de la obra,  para evitar que el sueño flote en agua de borrajas y se plasme definitivamente en su forma final, ausente de remilgos y prefacios. Las opiniones de quienes mejor nos conocen no son siempre, o más bien nunca, plato de gusto, pero no por ello dejan de contener el arraigo más objetivo de un mismo, depuradas sentencias que desligan la mancha del agua radiante.  Los padres aportan por otro lado el apoyo y la duda inherente, con el aviso constante del éxito efímero, convocándonos a una nueva sesión de nuestros arrebatos pasados y despojándonos de pájaros tan bellos y ufanos como irreales.  También yo aporto al respecto la sumisión inmerecida de la edad temprana, correspondiendo con “tenéis razón”… Pero en esta ocasión será diferente, invertiré, malgastaré y me consumiré, apurando el valor que conciba mi reino estomacal sobre los restos, me nutriré de los deseos profundamente sedimentados y probaré el placer de convertirme en la mirada que devora a mujeres bien alimentadas, a culos despampanantes y a protuberancias desconocidas, esta vez me ahogaré en los recodos de lo incierto a fin de extasiarme, sólo extasiarme.           RODERO
Es primavera, y una bandada de pájaros recorre desnortada la ciudad. En este momento parece muerta, aunque no lo está. Escudriña por debajo y por encima de nubes. Allí se encuentra, sola en una esquina, la verdad más sublime y dolorosa. - ¿Qué os pasa ?- Ya no me hablaSu mano empuja la cuchara, casi con rabia, hundiéndola en el potaje. No puedo ver más adelante, pues se encoge y endurece el gesto. De mirada prácticamente torva me devuelve los intentos por comunicarme y sentirlo cerca. - ¿ Es bueno contigo?- No lo tengo claro A escasos metros del incidente una sombra merodea impaciente, próxima al desencanto y de inefable movimiento, Se acerca a la puerta y toca la aldabaUna, dos y detiene el golpeo.-! Vete de aquí!(...)- Tranquila, no va a pasar nada.- Por favor... dile que se vaya .- ¿ A quién?---- AHHHHHHLa visión del sol en lo alto se difumina después de la lluvia. Lo niños pisan los surcos que describe la tierra roja y quebrada.
CUALQUIERA
Autor: javier castillo esteban  496 Lecturas
Me dolía la cabeza de tanto pensar en el asunto, aunque no era eso lo que no más me irritaba, sino la interminable diatriba de mi padre sobre los malavenidos consejos que rodaban de lado a lado entre dos amigos en la misma situación. Qué pensaría el sol de aquella tarde despejada sobre nosotros… Lo más probable es que fuéramos de risa bajo el armazón de un Seat destartalado… Cuando se calló, me quedé contemplando el campo, las enormes extensiones de trigo que lindaban con el badajo de promontorios redondeados, envolviéndolos en tonos dorados hasta que la noche volviera a buscarlos. Esta imagen me llenó de serenidad y me recompuse ligeramente, el sueño se apoderó de mí antes de poder escuchar el siguiente sermón.   Después de aquello no recuerdo nada más, casi con toda seguridad. Me encontré delante de una valla en mitad de una gruta mientras algo parecido a un tejón me miraba de reojo. Pese a lo grotesco no tenía ni fuerzas de asustarme. Estaba encerrado. Sobre la plataforma carcelaria un cristal puntiagudo en virtud de lanza lo amenazaba frenéticamente. Mis pupilas seguían el hipnótico caminar de aquel ser extraño y silencioso rodear el habitáculo, pues al final de cada paseo señalaba con su pezuña el principio de una trocha… Cuando me dispuse a recortar el camino, gritó algo ininteligible, parecía una advertencia a juzgar por su alteración. Seguí, y a medida que avanzaba ramas de gran tallo y hojas muy verdosas me golpeaban en la cara una tras otra, no dejándome atisbar el metro siguiente. El silencio tenía delicados tonos imperceptibles que hundían al cuerpo en un estado húmedo e inquietante. Ya poco quedaba de el sol radiante, pues su esfera se había desecho paulatinamente entre  la exuberante telaraña tejida por la naturaleza.   El sendero era prácticamente lineal y terminaba en un recodo seco. Un hedor insoportable provenía de debajo de varias maderos superpuestos en forma de cruz .Sin detenerme a pensar sobre mi situación retiré con cuidado la cruz y escarbé sobre la tierra, que se elevaba creando un aura polvorienta sobre mí. De repente el suelo cedió en ese punto y caí de bruces contra una chapa metálica. Un escalofrío me recorrió la espalda, era el coche de papá. Me deslicé rápidamente del techo, pero los cristales se habían tornado opacos y no podía discernir nada del interior. Dudé si abrir la puerta, me temblaba todo el cuerpo. Cuando me decidí posé la mano sobre la manilla del conductor, sentía mi sangre congelarse por segundos, me faltaba aire. Instintivamente alcé mis ojos por encima del marco de la puerta… El tejón me miró sonriendo con sus pezuñas incrustadas en el volante. 
La CHICA danesaDesde un balcón teñido se vislumbra el origen de una lágrima contenida... Tersos y confusos pómulos dialogan con una voz clara y divinaLa contemplativa vida del pintor en el mismo rincón, diluida entre fiestas de copete y cigarros con boquilla, se desprende y marca sus propios recodos, aferrada a una identidad desconocida e imbuida por una certeza que irrumpe subrepticiamente.Los peces y los barcos que atracan en Copenhage sirven de paleta al director para exhibir el fresco de una sombra que únicamente anhela hallar su horma.Allá, más lejos si cabe, se derrumba la otra cara del matrimonio, la segunda mejilla de un ser cómplice inocente de la ruina y la incomprensión, la frustrada existencia de quien se vacía por henchir los resquicios inhabitados de los demás.Entretanto , los retratos de alguien que no conoce su piel se desvanecen tiernos y tranquilos durante el sueño reparador de unas manos asidas con gracilidad a la almohada. Ser artista pasó a un segundo plano, un esbozo reducido a la dedicación auténtica y sin fisurasEl escenario muta con una facilidad detrás de los pilares de una sociedad estigmatizada por talentos histriónicos y acaudalados. De bigotes y levitas, de creencias desechadas y de sueños casi palpables. Los residuos de la Belle Époque abren paso a un surrealismo en ciernes, un optimismo camuflado de apariencia y metal.Pero la muerte no cesa y en su camino pedregoso recoge los cuerpos que yacen en las acequias, solos, incorruptiblemente desamparados y con el único abrigo de saber que algo o alguien más vital y sincero que nuestra almidonada chaqueta bulle dentro de nosotros.La estética ha muerto en manos del lirismo, las voces exhaladas se distorsionan hasta cobrar sentido con el singular fin de concernir la unión de dos almas. Nace igual que perece el valor descorazonado, mas en esta ocasión la balanza ha decantado su figura vacilante hacia un mundo pleno y completo.Lili ha vencido a la vida
Era vasto y concurrido. Un camino agujereaba los recovecos del recinto bajo cuyo cabellera verde el mundo hedía primavera.No era motivo para detenerse, pues las gramíneas sedimentadas en la ribera del camino empedrado remontaban un vuelo suave y amenazante para mis pupilas. Seguí recto, desoyendo los consejos del mapa atajante,hasta donde pude anunciar la cuesta que bajaba para volver a subir. Más lejos de allí el alféizar y la jaula desvencijada imitaban tintineantes el ritmo de la tarde, aunque no quedara sino un trecho vertido en trámite. Tres árboles más, y el gris sustituiría a la tierra artificialmente húmeda. Último escoyo, el colmo del camino, unos ilusorios zapatazos con los que abandonar el cielo límpido . La mujer ,con la espalda recostada sobre la hierba y los pies arañando la corteza de un castaño enfermo devuelve su altiva mirada a la bicicleta de radios quietos. Lleva puestas las medias de rejilla que siempre quiso exhibir a escondidas mientras simula leer el libro que sostiene con índice y pulgar, pese a mirar al infinito de frente, dispuesta a colisionar consigo. Planea su deseo, aún con la esperanza de que pueda ser refrenado, ella juega sin que él lo sepa, estira su pierna apuntando a la copa, cae una falda en desuso,la hojas se mueven con una racha de viento. Ambos sonríen y lloran, humos y bocinas retoman su día. 
En realidad, no son muchosCada alma con su rostroLigado a sus mentirasY otro voto que me embuchoQue se note que militoQue nadie juega con mi ira Nuevo día en reflexiónDe otros cientos sin corduraEsperando una propuesta Y no me falta la razónCuando hablo sin mesuraDe mi paciencia indispuesta Pero ya vienen Ataviados con eleganciaInadvertidos como arpíasEllos nunca mientenAl tratarse de abundanciaDe negarse las victorias Ojos de avariciaUna vez sin esperanza ¿A quién sirve este mantel?Voto de obedienciaLugar para alabanzasLucha sin cuartel
Rebajas o migajas...En nuestro afán derrochador, cómplice de vestimentas malhumoradas, nos adentramos en el esperpéntico escaparate de nosotros mismos.No importa ya el carácter subliminal de la oferta, ni siquiera la cara bonita del vendedor. El objeto de la visita resulta de comprar y comparar si un establecimiento u otro defienden su postura, o lanzan sus productos a la hoguera de las vanidades. Entonamos una sílaba en silencio, un murmullo que solo nuestro ego puede escuchar, asediamos el mundano reflejo de gente sin escrúpulos ni conciencia, y una vez allanado el terreno...Preconizamos el arte y la cultura, sometiendo al instinto a las más inmisericordes bajezas con el único fin de ver nuestra sonrisa de medio lado.En mi caso la sonrisa trasciende en un gesto sincero, pues ni las compras ni el sabor de "fuentes de cartón" pueden impedir que me acompañe el viejo leño de la amistad, tu otra mitad, el vértice adyacente de un día impregnado de ganas de rompernos los bolsillos.
Ni te conozco ni te sé Pero no vivo ausente a la pérdidaAhora que tu voz se ha marchitadoTus letras son tu feVerdad que no feneceLegado manchado de tintaTuyo y de quien salpicaste de talentoUna tilde solo para este hasta luegoBendición Que Dios te guardeNos veremos en otro viaje 
Lo más grande de esta vida son las mujeres- pensaba Javier al observar a Nuria aporrear el teclado. Era la hora del almuerzo, y sin tiempo de incorporarse avasalló a Nuria en su puesto. -         quieres tomar un café ¿ -         no tengo mucho tiempo, he quedado para comer y a las 4 cuando volvamos lo podemos echar en la máquina -         había pensado que quizá 10 minutos antes nos viéramos en la esquina, me gustaría hablarte de algo -         tan importante es..?- sonrió ella- no sé si llegaré a tiempo, hacemos una cosa, tendré el móvil a mano y si acaso te mando un mensaje , vale? -         Bien, vale   Cogió su abrigo magenta del perchero y salió corriendo   -         adios- nos vemos luego -         hasta luego!   El despacho quedó vacío con sus ganas flotando, y el pensamiento evaporado, hasta que sonó el teléfono. Asintió en varias ocasiones y pasado medio minuto , colgó y  puso una nota en el monitor de Nuria. Antes de abandonar la oficina, advirtió sus gafas arrinconadas, las cogió y escapó al bar de enfrente para comer El bocadillo vegetal era especialmente bueno en ese sitio y  mientras comía  la mirada abotargada de la camarera lo engullía a él   Miró por la ventana, pero ella no aparecía, pagó la comida y el vino y esperó en la semiterraza. La lluvia fina empezó a caer sobre los zapatos que despuntaban fuera del toldo, sospechando el plantón   A las 4 aparcó el periódico que hojeaba encima de la cuba de madera, y subió  las escaleras con un dolor terrible en el pecho .Cuando fue a abrir, la puerta se volteó repentinamente y la marabunta de cucarachas se precipitó por el pasillo, sorteando a Javier sin dejar rastro.   En el hall de la oficina, Nuria yacía en el suelo con el corazón infartado y un post-it en la mano:   Van a venir de AIPE , los del control de plagas  al mediodía les he dejado las llaves debajo del felpudo, me comentan han encontrado un nido importante de cucarachas en los cimientos del edficio, te aviso para que no te asustes si llegas antes Un beso   Javi  
infarto
Autor: javier castillo esteban  479 Lecturas
        El otro día escuché que escribir no es trabajar, una ofensa no solo dirigida a mí, sino a todo aquel profesional o enamorado que dedica su vida a ello. De repente me sentí cansado, justo a pocas semanas de comenzar un nuevo viaje ligado estrechamente a este OFICIO.   Mi opinión, aunque merezca ser tildada de insolente, me confirma que cada persona explota sus aptitudes y desarrolla los recursos que posee, sean manidos o escasos, Sin embargo la experiencia se traduce en que nos dejamos olvidado el barro, con la intención de construir de adobe el futuro, creyéndonos ideólogos de la construcción por poner paja sobre paja, prescindiendo de la masa que la une En cualquier caso, la frase caló con posos, y me cuestioné: ¿Será que levantar yunkes es el único trabajo que concebimos digno y productivo, o que las ideas nacieron solas y fluctúan entre la niebla ascendiendo como el globo que perdió aquel niño? Las piezas encajan en este puzzle trasnochado y resulta  tristemente cierto, aun a día de hoy, y en lugares no tan recónditos, hablar de asuntos de hombres y de “cosas” de mujeres al margen de un todo. Heroicidades viriles frente a labores femeninas y abnegadas contradicciones que se camuflan en una atmósfera insostenible.   No hablaré una vez más de sexismo, sino más bien de las exiguas lindes que dispone nuestra mente anquilosada en el buen hacer y en la rectitud de una persona honorable Se me ocurren muchos ejemplos bien cercanos de frases entrecomilladas  “trabajar para ganarse el pan”, “eso son mariconadas…”,“ muchos pájaros en la cabeza…”que han conseguido bloquear nuestra creatividad, abocándonos a caminos sin salida. Pero no se trata de enumerar el  profuso legado de garrote vil que hemos mamado, sino de rebelarse contra las osadas sentencias de quienes nos ningunean y pretenden convertirnos en víctimas del tiempo que nos ha tocado vivir.   Queremos un futuro menos precario, lejos de pucherazos, con menos fútbol, con más verdades, con justicia y menos alardes. Partiendo de estas premisas, habría que ir pensando más en el deber que en los anhelos utópicos de “un mundo feliz”, donde todos nos miremos un poco menos el ombligo y prestemos un ápice de nuestra atención ahí fuera. ¿O sería ésa la verdadera utopía?

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