• javier castillo esteban
raskolnikov
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Me giro sobre las sábanas y veo la incipiente luz de la mañana.  Aunque no lo creas, Tengo miedo... con tu espalda expuesta a los surcos del dibujo. Mis yemas recorren algo que todavía no sé si es tu espalda.  Y yo... qué más da. sigo Sorteando granos de arena en un ejercicio que extrañamante se parece a una letra . Decía  A... y tú no adivinabas mi nombre. Cerrabas los ojos con fuerza, como si quisieras descifrar con arrugas aquel juego sin sentido. No había apuro , seguía allí , arrullando con esmero los vaivenes de la marea . Tampoco hacía falta ver para imaginar cómo la espuma se deshacía y retornaba hacia aquella inmensidad azul oscura. Entonces , en un arranque incontrolado, la rodeé con fuerza antes de que sintiera mi verdadero llanto.-¿Me quieres ?  Y fueron dos , juro que fueron dos  Tan vivas y tan  quietas  las que me responden “ te quise”
- me tengo que ir Eso fue lo que dijo después de que el centelleo imantara aquellos cuerpos tendidos sobre el césped.Entrelazaron sus manos y juraron pasar el verano juntos.Los caminos hasta la presa, los guijarros esculpiendo el río- que a esas horas no presumía de corriente-Las idas y venidas por una rampa maldecida  a la hora de la siesta.Ella era su primer contacto con el pudor .De repente espabiló con un “ come que se enfría”Preguntaba al abuelo día sí, día también, acerca de su infancia . Sonreía, pero no decía más. Era suficiente .Tenía un mostacho estricto, igual que su carácter. - Cómete la fruta y lávate los dientesY mis ojos abiertos de par en par creyeron en volverla a ver una vez más- No vengas tarde La esquina de la casa de gitanos , Pascual , su boina y sus sempiternas arrugasLa huerta y la finca de la CheloAllí por fin , las escaleras blancas y su rostro que, desde abajo , encarnaba los atributos de una mujer.- Mis padres han preguntado por “ el capitán “- Está bien. Me ha hecho unas alubias con chorizoNo entendí nada de esa carcajada . Me sentía idiotaEntonces bajó, despacio, y antes de pudiera él echarse atrás , lo apartó con su dedo índice y empuñó el manillar- Vamos al río, hace calor .
El vuelo   La última vez que se  emitió señal de radio  cruzábamos nubes con forma de almohadas. Los pasajeros estaban dormidos en el avión menos yo que merodeaba de aquí para allá nervioso. Mi compañero de viaje hacia minutos que no respondía  encerrado en el baño, aporree la puerta por última vez y esta  cedió lentamente empujando el cuerpo inerte sobre mis pies. Su rostro pálido me estremeció y un nudo apretaba intensamente mi garganta. Corrí a llamar a las azafatas, pero no había rastro .Repare en dos ancianos cerca mía   Que cogidos de la mano, me miraban sin mirar con los ojos entornados y una sonrisa diabólica, me arrimé tímidamente a ellos y antes de que pudiera preguntar descansaron simultáneamente el mentón contra su pecho.no tenían pulso Cuando levanté la cabeza  un niño de pelo negro de unos 5 años me examinaba desde las primeras filas de asientos, haciéndome un gesto con el dedo para que acudiera a su posición, avancé un ápice cuando huyo disparado hacia la parte delantera del avion, seguí su estela resollando sin perder huella de su camino hasta llegar a la sala de mandos donde la puerta se encontraba entreabierta. El corazón marchaba forzosamente a medida que me acercaba,di un paso más y abrí la puerta.Dos cráneos verdes de sustancia gelatinosa conducían el aparato, delante del cristal una enorme bola roja, de repente sentí un calor sofocante. Mi respiración les sobresalto y cuando viraron las cabezas pude reconocer mi rostro y el de mi compañero.
El vuelo
Autor: javier castillo esteban  387 Lecturas
DE RATONES Y HOMBRES Ni el mismo John Steinbeck debió  de ser consciente de la impresión que marcó su obra. Tampoco los cientos de alumnos que leen la novela a diario en las escuelas americanas.  Una historia acerca de la amistad y el vasto precio de su contenido. Quizá, no es seguro, algunos encontremos en aquellas líneas un espacio recóndito y rodeado de zarzas para creer en el ser humano.  Lo pretencioso de esta carta pugna seriamente con la sensibilidad, pues el objeto de la misma no es urdir un ensayo sobre el literato ni regodearme escribiendo de literatura contemporánea. Dos sucesos con los que, sin quererlo, he tropezado esta semana, y que para mí son dignos de mención, me han llevado a recordar a aquellas personas que aún leen las Cartas al Director. Éstas, plasmadas en una única hoja, pueden parecer intervenciones rutinarias, incluso hay quien las considere exclusivamente reforzadoras de una la línea ideológica. Puede que sí, puede que no, un contingente irremediable. En cualquier caso, tras haber recibido la gratitud de dos personas (ellos son los sucesos) y el respeto por opiniones como la mía y el resto de ciudadanos escritores en este espacio, me siento orgulloso, no de mi persona, sino de las bases que sustentan la opinión y son altavoces del pueblo.  Vivimos una era de escasez lingüística, y lo que es peor, adolecida de buenas palabras, en donde el misil informativo prima sobre las pequeñas aportaciones de los héroes anónimos, los que pican piedra y recogen montones. Ya es hora de que nuestras incursiones verbales no queden relegadas a conversaciones de bar. Que salten al papel, que emborronen de tinta el soporte que únicamente convierte la voz en algo tangible y veraz. Es ésta, una simple razón como cualquier otra, la que me ha hecho volcarme sobre el ordenador una vez más. Ánimos  para todo aquel que conserve un ápice de interés por conocernos a nosotros, y a la sociedad que configuramos, porque, a pesar de que el verbo destile debilidad, no es irreductible, y hallará razones todos los días para expresar lo que otros no tienen ganas o simplemente dejan para otra ocasión. Que no quede faro sin luz ni astillas sin arder. Leamos, escribamos y compartamos, no como doctrina ni dogma trasnochado, sino como lanzadera de ideas y juicios, aunque sean reprobables, pues en la reprobación duerme la crítica de otro individuo disconforme, y por lo tanto real.  Sorteemos el miedo que tuvieron los protagonistas tras elegir la vida. Ni es frágil ni se quiebra con tanta facilidad como aparenta. El Diario sigue vivo y nosotros con él.
Pedro es un extraño de si mismo. Lo guia de la mano  Luisa, su mujer, a casa de una amiga. Debe hacerlo de esta manera, de lo contrario lo perdería. En más de una ocasión ha escapado con los niños jugando al escondite Pedro ha sido niño y lo sigue siendoLa casa está construida de hormigón y pintura blanca y posee un corral en la parte trasera  donde antaño la familia criaba gallinas  Luisa sienta a su marido en el sofá, mientras platica con Ramona. Los chismes aletean en la habitación creyendo Pedro que se trata del vuelo de mariposas. La sonrisa pueril y  los dientes asomando, corretea alrededor del sofá intentando dar caza a las de color amarillo, esas son sus preferidas.Pedro fue cautivo incontables veranos de su armonía en la parcelita de su abueloLuisa pone grito en el cielo, y ataja con su brazo huesudo el frenesí de la sombra cándida. Ramona la tranquiliza restando importancia al suceso y convida a Pedro a jugar con un estuche con pinturas y papel. Garabatea el papel, trazando líneas oblicuas y paralelas, evidenciando en el papel un vestusto retratoEl perro de Ramona melenudo como una oveja y zalamero, descansa sobre la baldosa. Pedro llama su atención  chistándole, el animal abre los ojos y excitado menea el rabo y comienza a ladrar como un poseso. Pedro le pisa al rabo y se lleva la mano a la boca ,desatando risotada incontenibleLuisa suspira, y antes de que pueda incorporarse de la silla, Ramona posa firme la mano en sus rodillas y esmerada recalienta un puré de verduras que reposa en el frigorífico. Ella misma pone el babero a Pedro y  ayuda con un cuchara de gran tamaño recoger los restos del puré que caen densos por las comisuras. Come con tal fruición que se atraganta a cada sorbo. Mientras, cabizbaja Luisa  oculta la lágrima derramada sobre el mantel de franela blanco.Pedro, amigo del vino recio y  de los manjares que ofrece la tierra fértil de la Ribera,  celebraba reuniones en la sociedad por todo lo alto, engrandeciendo su magnificencia entre los lugareñosCuando salen de la casa la noche respira por cada poro que ilumina testarudo las cabezas del matrimonio.Luisa Abrocha con fuerza la cremallera del viejo abrigo de Pedro cuando este miraimpasible el paso de los escasos coches que circulan por  la calle SoledadPedro había heredado el abrigo de paño de su padre, y prometió enfundárselo hasta el día de su muerte La humedad penetra una vez más en los andurriales del alma de Luisa al acostarse, sus soliloquios nocturnos son el visitante que acude como invitado cerrando un círculo deliranteAntes del sueño mira a su marido y acaricia el semblante, hercúleo y suave a un mismo tiempo, inmune a la memoriaPedro sonríe complacido y cierra sus  ojos
ALZHEIMER
Autor: javier castillo esteban  386 Lecturas
  Las nubes lloriquean el cielo Sedimentadas de escarcha Convocan lustrosas a los Sueños rebosantes Frágiles y bandidos vitales Escapados del silencio Ahora pueden hablar alto Y más claro que mis lagunas Solo  quedamos los buenos Que abren la puerta de corazones Henchidos de paciencia Desposeídos de cantos sin importancia Deleitantes gustos estrafalarios Se acercan a galope Untados de soledad Doblegados en papeles negros Somos roca y piel Verso acrecentado de rigor y desaires Calma nauseabunda que nada En mares secos Y orillas brotantes de sal desmedida Paladeando fragatas hundidas Presentes transformados en ecos Cristales partidos  sobre calles mentirosas De tímida sinceridad y oídos quietos Calima en suspenso La que traemos con el viento Y al llegar, Pisadas de caballo Miradas frívolas Y sus almas colmadas de nuestro periplo
En el bar de fausto espaldas resquebrajadas descansan, será por ello que Crimen se despereza con gusto bajo el tintineo de los hielos. Es una tarde aciaga como las demás, pero el nacimiento del ocaso provoca el efecto rejuvenecedor de la sed, recorriendo hondas pupilas dilatadas ,mientras  la vista  experimenta las nubes que ofrece su costumbre bebedora La atmósfera no dista demasiado de la muerte prematura y sólo resquicios de barro convocan sensaciones vivas y maleables en un suelo eternamente pisado . Los impulsos del silencio despiertan y permiten que el asesinato se produzca lejos del bar y de los rostros abotargados  Entre tanto ,sobrevuela la pasión febril de las citas inaccedidas por el techo del bar, que  viste de un rojo encarnizado la imagen.Primero el hormigueo debajo de la piel, cuando la sangre fluye forzosamente, y  segundos más tarde, los colmillos brotan engendrando sanguíneas raíces   Los esclavos, abrumados por la llamada del rey, amanecen desnudos formando un ejército de chupasangres empedernidos listos para la caza La ciudad transita oscura en sus propios latidos y la luna amarilla cierra las avenidas, en cuyas aceras habita la prensa, con sus hojas desperdigadas y mojadas de noticias atrasadas.
Un hombre cansado, de los que ,con o sin sombrero, viste su edad, vino a visitarnos. En su caso, el sombrero negro era lo de menos.Los surcos y arrugas salpicaban el rostro del viejo, sus argumentos no nos convencieron de prácticamente nadaNos habló de un lugar cerca de la fuente de entrada estrecha. Dentro, gemidos extraños y voz queda. ¿ Hay alguien?Salió de sí y dirigió la mirada a un punto inconcreto. Ahora más palabras que fluían en una amalgama de significados.- !Para ya por favor!.-espetó mi mujer. Su barba se extendía gris camuflando las dos mitades de aquel labio revelador.- Allí había algo más real... Podía verme en perspectiva, mucho tiempo atrás. - Todo esto no tiene ningún sentido. Si quiere, puede quedarse a cenar, no tenemos problema. incluso puede dormir en el sofá, la chimenea mantiene la habitación templada toda la noche. - Mañana no habrá más humo  - Mira, lo mejor es que se vaya, nos está asustando ya.El viejo no dijo más y abandonó de un portazo el exiguo espacio formado entre los conversadores.Deslicé la cortina para ver qué camino tomaba. Nadie. Luz mortecina, como si los faroles emitieran sus últimos estertores. De repente, negro. Clara clavaba sobre mi una mirada lánguida y terriblemente triste. El cuchillo agarrado con fuerza por su mano derecho refulgía gracias a la única luz sin fundirse.- ¿ Qué haces con ese cuchillo?-¿Por qué has tardado tanto en echarle? - Cariño... Ese hombre estaba aterido y no parecía haber comido nada en todo el día.Dio un paso más hacia mi- Me trae sin cuidado, tenía miedo--  Clara, deja el cuchillo, ya se ha ido...( Golpes de aldaba que provocaron estruendo)La mirilla no mostraba el exterior - ¿ Quién es?-Los faroles de la plaza recobraron lentamente el halo de luz El cuchillo cayó al suelo y la sonrisa histriónica de Clara se despidió anunciando una ducha antes de dormir.Abrí la puerta. En ese instante un frío gélido acometió las entrañas de la casa. Suspiré, tomé aire.-Clara!-
UNA VISITA
Autor: javier castillo esteban  385 Lecturas
Es tarde, y yo sigo observando desde mi ventana...el cielo derrama abultadas lágrimas que se posan en la aceramientras un manto blanco se prolonga a lo lejosengullendo el horizonte nocturno e impenetrabley yo sigo observando desde mi ventana...Secunda la función el viento Que  exhala vigoroso sus penuriasy Esgrime desafiante su distinguido acervo ante la tierra que pisa y yo sigo observando desde mi ventana...Caen rendidos los árboles, de sustentar sobre sus hojas cimbreadas el peso del inviernoque antes morir coletea como un pez y yo sigo observando desde mi ventana...Las gentes se guarecen en sus casas despotricantesDe las nubes creadas en la alcoba del paraísoY no sabenCómo, lo que muere es su corazón,Que ha dejado de palpitar Por el reniego de la naturalezay yo sigo observando desde mi ventana...el sueño se aproxima apacible y mis pensamientos dormitan recostados en la quietud que respira la nochebuscando su sillón entre las fragancias perdidas que deja la nevaday yo sigo observando desde mi ventana...
nieve
Autor: javier castillo esteban  384 Lecturas
Que  es esto?- gritó sin oirse  Martín la mañana del 21 Todas  las  palabras de la noche anterior le causaron una profunda herida Marta y él convinieron  no verse y  darse el espacio, ese que crece más por dentro que por fueraMartín recorrió esa noche las calles de Fuenterrabía, explorando razones evidentes que concluían  en  sordos gimoteos. La ciudad era desierto a esas horas y pensó que la mejor opción sería retirarse y hallar descanso a sus secrecionesLos vecinos más trasnochadores cerraban las verdes persianas carcomidas por la humedad del mar, y cuatro pescadores farfullaban el transcurso de la jornada con los vasos vacíos. La  apacible brisa y los relojes que rotulaban el tiempo le causaban desasosiego, por lo que resolvió correr para alcanzar sin demora su destino y abrazarse a la almohada concediéndose a la oscuridad de un cuarto sin ventanasDobló la esquina de San Pedro aminorando  el paso al percatarse que en la otra acera  dos ojos que parecían cuencos amarillos le escudriñabanDe su nervuda mandíbula caía una baba interminable que no quebraba el fino hilo de su gruñido La galopante respiración de la carrera se había transformado en una turbación que envolvía todos los luceros de aquella noche despejada, aguantó el incesante jadeo y avanzó acurrucado , simulando no haber reparado en nada extrañoEl animal inició la marcha al mismo tiempo marcando el ritmo de su visión nocturna La presión de la sangre en su sien era insufrible y despacio comenzó a exhalar el aire que se estaba pudriendo enjaulado en sus pulmonesApenas quedaban 50 metros para llegar al portal, Martín miró atrás y distinguió a la silueta peluda recortar la  distancia. el pájaro revoloteó agazapado en la maraña de un seto desviando ligeramente la atención de su perseguidorAprovecho la ocasión para emprender la huida, y la sombra salió tras él. Llegado al portal no acertaba con las llaves ,  y unos dientes afilados se lanzaron coléricos a su brazo derecho , mientras Martín se defendía a duras penasEn el acto, un silbido alucinante  ejerció de reclamo a la bestia, Y se esfumó  por la callejuela contiguaLa contienda duró una vida en la cabeza de Martín, que descompuesto subió a casa y se metió en la cama apretando con fuerza los párpados sin advertir la herida sangrante en su pielA La mañana siguiente Itziar atrancó la puerta desde fuera  presa del pánicoLas zarpas se hundían en la madera y los incesantes ladridos de su hijo , parecían aullidos
AVERSION
Autor: javier castillo esteban  384 Lecturas
    He regresado de Asturias hace dos días, y el gusano de la ciudad ya ronda debajo de mi piel abultando su silueta, las vueltas son repulsivas y nunca he pensado en energías renovadas. Simplemente el final de un sueño plácido que disimula su halo para no entender las vacaciones equivocadamente  Han sido unos días magníficos y durante mi ausencia en el papel varias noticias de especial relevancia que no me dejan indiferente. No le faltaba  razón  a Úrsula Iguarán cuando gritaba a la vida que la casa de los buendia era una casa de locos, símil probable de Marquez  sobre este mundo. Una grieta en la aparente calma y la vulgar esperara, que de tan honda se cierra en la superficie haciéndose verdaderamente  sangrante en su interior  Lo llaman Gabo por cierto, supongo que la gente más cercana a él, yo sin embargo lo prefiero Gabriel, pronunciando cada una de sus letras, esgrimiendo el poderío de su bíblica entonación. Hasta  las verdes montañas y el agua pura penetran  las notas de su colosal obra y me estremezco evocando  los interminables días con el sol de metal hostigando a un náufrago o el fatal destino  de un hombre sosteniendo sus propios órganos, aun con fuerzas para caminar  Así, mi mente merodeaba engullendo kilómetros por abruptos pueblos que retuercen carreteras apremiando su origen, disponiendo el horizonte frente a calas de aguas claras y falsos espigones Atrapado por las redes de pesca que cede la naturaleza, flotando en compañía de los peces entre boyas y mareas Exquisita sidra la que nos escancia la literatura regando una estancia  abigarrada pero sabrosa Los días han pasado gracias a Dios en pos de preservar lo efímero , y no evaporarse la sustancia importante, la que está en el fondo sedimentada aglutinando estaciones En todo ello mi pequeña reflexión entendiendo globalmente  el carpe diem, inseparables  el claro y la noche y resolviendo la  fusión de los días que mueren antes de nacer  y los que , por otro lado, siguen otro sendero, y embelesan , sustentando  su gracia en  el aire que insuflan,  meciéndonos en su apacible vaivén, 
Yo estaba temblando y tu no menos que yo. Algo tenía que surgir de tu boca pero el camino quedaba obstruido por la timidez, yo no tenía intención de decir nada  contemple gozoso el simpático sufrimiento por escupir las palabras, inventando excusas a lo inevitable, haciendo ver que nuestra forma de actuar estando juntos no coincidía exactamente con los cánones de una amistad, que sentimientos intrusos habían abordado nuestro cerco Por supuesto yo llevaba detrás de ti mucho tiempo atrás, pero quizá mis acercamientos y conatos de emprender algo se difuminaron el verano que me dijiste que preferías que las cosas siguieran como estaban   Al final , y  compadeciéndome del mal trago, te tendí mi mano lo suficiente para enhebrar el hilo de tu real intención y así, conectados comenzar la marcha,   hoy vuelve a ser 22 de abril y pienso:   Dos años ya. Dos años en los que el viento ha soplado con fuerza unas veces , las otras más despacio, pero ha seguido soplando y eso es lo importante. Tiempo en el que nuestros corazones han tomado cita conociendo cada arista fusionando la viscosidad de sus paredes. Saboreando y padeciendo la sustancia de su masa Espacio de Quehaceres matutinos , y nuestro amor que no ha cesado de trabajar , reclamando lo que es suyo, visitando la lluvia que coincide siempre en este día Labrando  hasta encontrar cavidades que llenar con su miel, callado e intimo   Despierto y la mañana pesada se yergue diferente porque tu estas cerca de mi, y noto tu hálito y siento como mis labios se desperezan colmados de arrebato y ternura de creciente locura, De  anhelos y sangre que duerme en las llamas de nuestros encuentros Agudos y vividos. Eternos mártires que saben su destino   Tormentas provocan mares , para servir al silencio que todo lo cubre con su fino manto, jugando al escondite con la calma, llana y suave  libre de su verdor opaco, de la espuma, donde refulge el brillo metálico de un pez chapoteando de alegría, regocijándose en  tus ojos alados   Entonces elevo mi ser, envuelto en la luz que marca la ruta y descubro tu cuerpo desnudo que me conduce al portillo de las nubes, y cogiéndote la mano escribo en lo invisible, en la inmensa blancura  la mancha de nuestro paso
  Dentro del salón la ventana está rota y su cuerpo cristalino esparcido como la tierra, infinitamente removida. El claro de mayo  penetra y Su brillo choca contra las paredes formando punzantes  rayos  que alcanzan todos los objetos La calma exhibe los escombros de sombras interminables que lindan el episodio Sentado sobre la fría mañana, contempla los ribetes nacarados del sol y bate sus recuerdos en un ingrato esfuerzo por retener la vida En su mente el ermitaño acoge una sucesión de colores en fila que visten las alfombras indias de cuadrados y rombos entreverados, resaltando el contraste del lugar  bajo una luz  eternamente pálida Lucia, con una bandeja dorada en su mano izquierda, camina  descalza  y apremia su paso epicúreo, abordando el suelo de terciopelo donde sus pies olvidan los resquicios del invierno.  La taza exhala su aroma  denso que empaña los cristales de té, y aíslan la habitación de puñales advenedizos. El  hombre y su bastón que no ven más que negro lo imaginan diferente cada día. Después de escuchar los diálogos del silencio, su dedo recorre el espacio invisible trazando cuidadosamente el contorno , saturándolo de color .y con espacio suficiente para el simulacro 
el ciego
Autor: javier castillo esteban  384 Lecturas
-Qué calor tan horrible!- voceó el oso frente al zoológico. Su pelaje  lacio y deshabituado al clima de Barcelona, se caía a mechones Regresaba a su segunda residencia tras varios años con la esperanza de encontrar allí a Rosario, su cuidadora. dejando atrás Canadá, y sus abruptos estanques helados, debajo  de los cuales buceaba el menú del día   La recepción  se encontraba desierta, así que aprovechó el oso para sortear el torno, levantando primero una pata y luego la otra, concentrado en no caer de bruces. Avanzó pocos metros jadeante, y se tendió sobre el banco más cercano haciéndolo crujir, El ejercicio, con el que no tenía cita, y la fatiga del vuelo dieron paso a una profunda somnolencia que culminó en la cerrazón de sus peludos párpados   Cuando despertó, su corazón salió arrojado con violencia ante la impresión que le produjo la imagen. El caimán que observaba fijamente el sueño del oso, dio un respingo y cayó sobre sus escamas, echando a rodar su gorra blanca. Visiblemente cabreado se incorporó rápidamente y pidió explicaciones al oso, arguyendo que no había comprado su ticket. El oso desconcertado pagó el ticket y advirtió un cartel con el mapa del zoológico. Pero  no hallaba el sector de sus congéneres los nombres de los sectores habían cambiado e incluso los espectáculos eran otros, Preguntó al caimán por las cuevas, en el tiempo que el reptil blandió sus ojos a la altura de la panza del oso y con gesto altivo giró la cabeza dirección al  norte siguiendo el puente que cruzaba la extensión de  pinos En mitad de la caminata los vítores surgieron de la espesura y un humillo denso con aroma a tierra seca ,se elevaba esbozando figuras casi transparentes sobre el  cielo inmaculado La barahúnda removió las tripas del oso en la mixtura de emociones, quien a pesar del miedo, alojó tímidamente la cabeza en el bosque conducido por la estela de humo. A medida que la vegetación mermaba se podía vislumbrar el exterior marcando el final del sendero, Varias ramas llenas de savia separaban su hocico de la enorme explanada, y desde su escondite podía ver un nutrido grupo de avestruces que hablaban entre ellas, intercambiando frases indescifrables - los animales han tomado el zoológico- pensó Sobre sus  rasuradas cabezas, pendidas de una polea, tres guardianes que el oso reconoció enseguida; la flameante hoguera extendía el esplendor y Rosario  amordazada, en medio de los dos hombres presos, sacudía su cuerpo con violencia, pretendiendo inútilmente propulsar el balanceo. El oso, desesperado y  con una rabia incontenible, irrumpió con la intención de liberar a los humanos, ignorante de su plan, sin saber que su piel había sido tan codiciada durante su ausencia, se hundió en una zanja camuflada, desapareciendo su sombra, los animales volvieron a sus fosas .y La recepción y las tiendas de souvenirs retomaron la actividad.
Se ríen de mí por no reír como ellos, por no hablar como ellos hablan. Creen en la inocencia de su violencia aun cuando me ven llorar. No deben significar nada las lágrimas, pues, tan olvidadas en pupilas yermas.Su piel es tostada, seguramente por pasar largas horas debajo de la esfera irritante. Tampoco son ellos más mundanos al tragar con la vida igual que un carro de mil piedras.Yo también sé cargar sacos llenos de dolor sobre mi espalda. Las calaveras chirrían por el roce, se sienten ocultas, pero detrás de la tela las oquedades del hueso ofertan lugar para las alimañas.Ahora, y más adelante, el lienzo será la expresión de un confidente acusado de traición. OBligaré a su ahuecada oreja a escucharse las venas.
23 de febrero 1981, Madrid La metralla retumba en el congreso y las cabezas  asistentes se agazapan bajo sus mesas. Todas…menos dos. …. Pasado y presente se unen hoy formando una línea difusa. Se ha extinguido tu vida, descarriada hace ya tiempo por una enfermedad cruel, sucumbiendo a la fatalidad de los días y a las noches, consumando el tétrico romance con la muerte. , El recuerdo de tu sugestiva sonrisa me trae ahora un soplo de aire fresco que repara mi aflicción. sobre  mis manos resbalan hoy  pétalos del empaque y la fuerza y que has exhibido en los momentos más oscuros de este desgastado reino. Tus firmes resoluciones agotaron un régimen atrofiado ,y  siendo un hombre de estado como dicen, buscaste la convivencia de una  gran comunidad enfrentada por odios inmortales sin cura, anteponiendo el devenir de un pueblo a la ambición de tu trono Te acusaron de todo  a lo que la lógica atañe y hoy lloran tu muerte como si fueras un desvalido agonizante. Para mi, sin embargo, serás el mismo héroe de ayer  bajo la fosa, equivalente a los innumerables extranjeros de la vida pública que batallan en silencio. Un alto en el camino y una fuente que lava mi rostro de los miedos que  amenazan la libertad,   Los ojos los tengo henchidos de emoción por tu muerte y es que aun siendo un desconocido, te siento tan cercano como el rocío matutino, porque un centinela de la tolerancia y el respeto es hermano de todas las almas que moran esta orbe. Probablemente seas el ejemplo de adalid que añora nuestro  tiempo, que a falta de pan se conforma con migas creyéndose un  señalado ejemplo de  altruismo y generosidad Deseo ver tu alma por dentro y por fuera, de ver cómo asciende hasta evaporarse y quedar perpetuada en el cielo eterno de nuestra juventud , Guiado por esa luz que refulge entre las sombras te dedico estas líneas a ti, presidente 
  Lleno mi voz de otro tiempo y soplo lentamente el presente mas drástico que nunca, brotante de vestigios reales que sinceran el buen hacer,   hoy la mañana es generosa ceñida a los seres de corazón desnudo ataviada de comisuras empinadas que agradecen su llegada   mi boca rebosa el agua teñida turbia de vivir dentro de mi cuerpo y frente al temor solo queda lo innegable la cúspide y el valle  oculto la certeza y la duda   lleno mi ser con aquellos que expiaron su pena respirando tu perfume entregando su patrimonio al arriscado olor sosteniendo la disputa por reencontrarse   entretanto mis ojos han conquistado el brillo el nacimiento del verano suspirado el verdor y la lluvia  que pasean a mi lado los lagos de paciencia que revisten la tierra   
dualidad
Autor: javier castillo esteban  382 Lecturas
Las letras, tan inquietas como estaban, anhelaban escapar de la prisión de tapas duras. Cuando el lector abrió la celda se sumieron en un reclamo inaudible de libertad. El lector disuadido por el papel  cientos de veces repetido, abandonó una vez más su distracción, ignorante de la agonía literaria Esa  noche cuchicheaban unas con otras urdiendo un último plan en pos de convencer a su salvador A la mañana siguiente, despertó temprano y despabilado por una fuerza desconocida, preparó un inmenso cuenco de café que derramó por la camisa fruto de la impaciencia. La lectura acuciante de aquel libro lo mantuvo en trance hasta que decidió abrir la primera página y sumergirse en el cuento.   Nunca antes le habían causado semejante impresión los renglones que leyó sin compasión de una sentada. Quedó atrapado por el embrujo que revestía las palabras extranjeras, recostándolo sobre el diván. Sin más lugar para el análisis de su embeleso, reclutó a las personas de responsabilidad de la editorial, exhortando su publicación inmediata, una joya que iba a circundar el planeta   Entre tanto las letras exultantes guardaban silencio, con las extremidades de su cuerpo puntiagudas y sonrientes, en armonía con la música del exterior, visionando una lámina muy fina de ilusión.   El día concluyó con una acalorada discusión entre el lector y los editores, reticentes a la publicación y exposición de la obra, esgrimiendo su escasa validez como instrumento comercial … Hormigas negras diminutas lloraron largas lágrimas de tinta, emborronando pasado presente y futuro, Después del estallido, resquicios del fluido formaron una costra irrompible , desde donde  hoy aún podemos contemplar la luna y los puntos perdidos en la infinita espiral reivindicando su hogar .
CatarsisNo me complacían los trucos facilones de ese miserable rendido a la adulación, desmoronándose sin saberlo, y por eso, salí aquella noche sin dirección lejos del local abarrotado de luces y hondas bocas, de misterios fingidos. Mi pasos eran ecos de una noche maldita, esforzada en ser lo que no era, y yo sin embargo mi nariz  rastreaba los resquicios de la autenticidad perdida. Doblé la esquina y di frente a unos pandilleros que ejecutaban su sombra sobre el estampado refulgente  de la ciudad, en posición amenazadora. Sus siluetas no me resultaron extrañas puesto que los abrigos tres cuartos enfundaban a la mayor parte de los borrosos caminantes en esos días. Los cuellos giraron a izquierda y derecha cuchicheando opiniones referentes a mí. Después un largo silencio,y la corpulenta imagen de un hombre errabundo emergido de la niebla con los pantalones raídos y la camisa desgarrada. Dos pasos por delante del grupo, comenzó a farfullar un soliloquio incompresible acerca de la aurora y de un final inminente, apuntándome con su dedo índice. Lo respeté sin interrumpirle hasta que mis articulaciones dejaron de recibir la señal de mi cerebro engrilletado al espectáculo.El sol nacía Vestido de adelfas Cubierto de calima Responso de la vidaEfímera despedidaLa luz cegadora se tornó rosa y gris hasta desvanecerse en una profundidad insondable, desprendida de las luces omnipresentes . Solo el cielo huérfano de estrellas acogiendo mi pequeñez en su exorbitante silencio., y en lontananza las islas que restaban por ser devoradas, que como la tierra emitían los destellos de un faro en medio de la nada.
catarsis
Autor: javier castillo esteban  382 Lecturas
Bajé las escaleras agotado y con la corbata desabrochada, después de una noche entre hienas huidizas y rostros insaciables. Para entonces había sacrificado el proyecto aun no habiéndome posicionado, ofrecía constantes esperanzas a fin de quedarme tranquilo y escapar de aquel tormento.   Llegué al sótano, y me sobresalté al ver la puerta del coche abierta, me detuve y estudié el terreno para acercarme sin ser visto. Deje el maletín detrás de una columna, y agachado describí un arco rodeando el objetivo. El coche se movía de arriba abajo dando ligeros botes,  haciendo crujir el chasis del bmw. Reconocí entonces los gemidos ahogados de la asistenta acompasando las sacudidas violentas del controlador del parking Mi pulso aceleró el instante lleno de rabia e incredulidad, me incorporé de un salto y abrí la puerta trasera En el coche no había nadie, y un sobre en blanco se balanceaba al borde del asiento. Lo cogí y en su interior la cara de alguien muy parecido a mí, aunque sin ser yo, sonreía mezquinamente. A pie de página, una nota subrayada decía:   La otra noche estuve aquí, no me hiciste caso, Esta vez has accedido a encontrarme Libérame ahora para no hallarme en el ocaso Sentirás mi aliento al prenderte e iluminarme   (¿Qué sinsentido era ése?)   No le di demasiada importancia, y achaqué el suceso a algún empleado ansioso por poner a prueba los límites de la reunión, y de cambiar su asquerosa rutina   Arranqué el coche y me detuve ante la barrera, pasé la tarjeta por el lector pero no respondía, así que me introduje a hurtadillas en la cabina. Había papeles desordenados encima de la mesa y restos de comida. Retiré los desperdicios para ver el control de mandos, en ese momento guardé la respiración al comprobar la cara de la nota, El gesto era prácticamente idéntico, con alguna salvedad. Revisé cada hueco del habitáculo hasta dar con un botón verde, lo pulsé y la barrera se alzó  lentamente dejando libre el paso.   Me dirigía de nuevo al coche cuando las luces del parking se apagaron, a excepción de las señales que indicaban las salidas de emergencia. Un desagradable chisporroteo provenía de a cabina, los dos monitores de las cámaras seguían encendidos y la pantalla estaba pixelada. El monitor de la izquierda se ennegreció y mostró la difusa imagen de una figura dentro del parking, me acerqué más y vi que apremiaba sus pasos  hacia  la cabina. Tensé mis músculos para defenderme del ataque, cuando se apagaron los dos monitores y la oscuridad se hizo absoluta   El silencio era insoportable y podía escuchar mi respiración antes de manifestarse, el sudor borboteaba en mi frente. Pasaron interminables minutos hasta que me decidí a entrar en el coche y salir. Di el contacto y giré la ruleta.   Las luces de posición mostraban mi cuerpo inerte en el suelo.
Cuenta el romance a través del pasado, detenido y con ganas de no acabar. Durante semanas, las personas que por allí paraban, le preguntaban por el lugar donde se habían fotografiado las calles empedradas o aquellas vidrieras mediterráneas.  Respuestas prolijas en un ejercicio por no olvidar y cristalizar el recuerdo.La última de estas imágenes en blanco y negro esgrime la sombra de un amor. Detrás, la ventana anega de luz una habitación que, por lo demás, parece dialogar con el silencio.  Los hombros caídos y la mirada más allá del revuelo de las hojas me permiten seguir esa linea invisible que crece hasta el cielo como raíz húmeda y fértil. El marco también es blanco y matiza su profundidad en contraste con una oscuridad que no suena a nada. Sólo el viento, sin instrumentos ni cuerdas , escurridizo e insolente en su llamada, sostiene la observación.
MARCO
Autor: javier castillo esteban  382 Lecturas
De encuentros con ardores está colmada mi almay años pasados menguados por la estancia del hastío Sueña conmigo tu ausencia que ha buscado  cien inviernos abrigo detrás de mi cuero Fluyen ríos de palabras desbocadas que encallan en las orillas de nuestro ser ResolviendoCaminos que lustran terrenos arcillosos y obturan Cantos sin remedio Acude esta noche tu nombre para deleite de espíritus impíos que sucumben a este amor olvidadoQue impere el silencio entre labios desmemoriados que descansen nuestros cuerpos ondeando en estanques de ilusión 
Refugio
Autor: javier castillo esteban  381 Lecturas
Qué haces mirando al frente osada fundadora del horizonte escarbando en tus delirios de refulgentes líneas Escondida amiga Que yerras nuestra guía Y conspiras acerca de ti Sobre si no alcanzas fin Compuesta de jugo tu verdor explosionas ornando la falda de lagrimas mojadas Alterada por la música de tus versos En tu fondo desconsolada Por los s años del olvido La corteza queda retenida Por estrellas que guardan Corales tan distantes Sirena errante Faro maldito Con tu penetrante trago Cual vórtice se lleva La savia  de una vida Junto a un sol renombrado Queda sumergido El despido de tus reflejos Piélago perdido
mar
Autor: javier castillo esteban  381 Lecturas
Una botella cubre la cabeza hasta el cuello, lugar donde discurre junto a otro cuello. Cada parte sólida se halla paralela y tiene el mismo apellido aunque prácticamente no compartan más que el espacio inmediato. Se cuestiona que lo inmediato es difuso, e incluso puede equipararse a los esfuerzos de la propiedad por lindar con otra errática edificación con el fin de parecer más suntuosa.   Naia y Andrea sobreviven así, intentando ser algo más que ellas mismas cuando se tocan. Llaman relación a vivir sin molestar, a pesar de que el vínculo proceda del infierno. No se me ocurre otra acepción para los irrepetibles casos que desentraño al pasear, ya sea de día o de noche. Pero, en seguida, puedo uno percatarse de que  el término “relación” ensucia la instantánea. y que el anhelo individual sirve tan solo de fantasía o quimera. Naia murió a manos de Andrea. Ésta la respetaba, incluso a veces la quería, sin embargo el respeto dividido no es algo aceptable para nosotros, y menos el amor. Digamos que este sentimiento, nacido en apariencia apacible, puede coexistir desdoblándose, a costa de perder veracidad. Puedes fingir con la misma intensidad que se fluye, siempre y cuando conserves la careta alicatada y no se desprenda su herrumbroso interior, mas en el momento que has perdido el objeto sincero de tus actuaciones, también pierdes juventud. Por esto motivo, no es de extrañar que Andrea cortara por la mitad a su compañera de “sentimiento” cuando descubrió la infidelidad.   El hecho de dejarse arrullar por las emociones más superficiales es por igual miserable y humano, nuestro cuchillo afilado que degolla inmisericorde. De todos modos, la razón invita a pensar en capas ineludibles, sin las cuales exhibiríamos con descaro nuestro viscoso gusano, de aspecto sumamente horripilante y guardián del camino que conduce a otro paradero. A este punto final y sin retorno debieron llegar las amantes. Lugar frío que recoge los miedos y el vórtice oscuro al que debían enfrentarse solas.
Nueco conato de conflicto.Parecía Carlos empecinado en no escurrir el bulto. Alfredo, en la misma intensidad de ceguera, dio un manotazo a la carrocería de cuero blanco. Yo ensimismado, si una, si otra si las oportunidades perdidas.flarMiraba por el cristal, los edificios hacían un esfuerzo por camuflar su ignominiosa contemplación . No lo conseguían.Antes de cenar fui al cajero y saque la tarjeta olvidando el dinero , nuevo y liso, en la boca expendedora.Me habían robado. ¿Rabioso, resignado? Creo que ninguna de las dos. Mi acompañante en el cajero salió silbando con cara de no conocer la calma. Cené de prestado aunque prometí devolver el dinero a Carlos después de jugarme la calderilla a rojo o negro. Casino cutre, dependiente más si cabe. hurgué en cualquier recóndito bolsillo con cremallera. Ahí estaban mis 20 euros robados y pocas monedas más.Rojo, impar, tercer tercio...10 euros de vuelta a las arcas de Carlos. Fingía incredulidad al comprobar que nadie me robó el billete.Cuando salimos pido el cambio de monedas por billetes . El rostro detrás de la cabina me hace el cambio a regañadientes. Noche suave después de la tormenta. Miro a Carlos y dejo que sea Feliz unas horas más, Previa promesa, mediante este relato, la vuelta de los 20 euros sin retorno que creyó colarme disimuladamente en la cartera.
Robo
Autor: javier castillo esteban  379 Lecturas
OSASUNA   La primera vez que pisé el Sadar tenía apenas 10 años ,  mi padre me cogía de la mano para cruzar la carretera. Era un partido de copa del rey  contra el Sevilla , y los gritos provenían de las fauces del estadio retumbando en mis oidos como una marcha militar. Dimos el ticket a un tio con una txapela roja y buscamos la localidad apremiados por llegar antes del inicio. . La peña Indar Gorri , que se situaba en el graderío sur, esgrimía una visible pancarta bicolor, haciendo dedicada mención al Logroñes , a sus aficionados  y madres. Siendo un crío, no captaría la procacidad de su mensaje hasta pasados unos años cuando entendiese de qué versaba eso de los colores.   A las 9  rodó el balón y no retiré mis pupilas del juego. Otrora mi camiseta, que había sido blaugrana merced la influencia  de mi hermano, sabida referencia desde mi niñez, se diluía como el copo un nieve fundiéndose con las riberas del río serpenteante que daba nombre al estadio, descubriendo una tierra ardiente debajo de unas Niké, talla 41 Transcurrida la primera parte me hallaba sentado sobre el frío bloque de hormigón con un gorro de lana de colores similares,  observando con una admiración inusitada a once jugadores de camiseta roja y pantalón azul que jugaban torpemente el balón, a trompicones, creando un notable contraste con su ilusión y el brío, con la casta de chavales valientes que sabían lloran aquello que les era suyo.   Delante de nosotros  una familia, donde el  padre reía los improperios escupidos  por su hijo y una madre enfurruñada soportando estoicamente el panorama, y yo escandalizado con la gracia con la que tomaba el padre el asunto, volví la vista a la hierba   y  supe que a mi pesar o fotuna repetiría ese gesto del que nunca estaré orgulloso, pero que mil veces ha brotado  como sanguijuela que tiene entre sus patas una porción, la más profunda y viscosa de mi ser, que conoce mis horarios, el sufrimiento, y el sueño de la pasión que huele a  juventud y nos recuerda vivos sintiendo la camiseta pegada a la piel, asociada a las tardes más felices de mi vida   La música es mas triste y melancólica ahora que tus valores son tan bajos como tu ánimo OSASUNA, no obstante el fútbol es el reflejo de nuestro camino, de búsqueda ,de lucha y anhelos,  de no  vencerte , de integridad, y con la misma firmeza dignificar a tus rivales y también de segundas oportunidades…   Por ello y porque deseo que me representes como antaño, al margen y por encima de victorias o derrotas, estaré ahí una tarde más, fiel como un perro, guardando la espada reluciente que espera a su venerado poseedor.
 Al sol Luz de llanto Luz de campo Sol austero que no gasta su grandeza Nos congrega a su encuentro postrero Arrancando los vestigios de una Tarde coqueta Te haces de rogar Esperando que las lagrimas echen a rodar pero aun Resistes sonriendo A la luna de mitad Para ser su sombra cuando brille Para ser su aire cuando huya En los tallos de la hierba Al raso de este valle has vuelto muy contento enrojeciendo las protuberancias de su pecho Para encender su rostro céreo Y convertir estas cenizas en la sal de nuestros cuerpos Las lagrimas han cesado Y ahora el cielo es tu redondez espléndida Tan viva Tan despierta Que ahora lloro yo por tu ausencia 
al sol
Autor: javier castillo esteban  377 Lecturas
Escapé de la literatura unas horas para quedar con Marta, hacía mucho que no la veía y me invitó a cenar a un restaurante vietnamita. La comida era la misma que pedía a domicilio a los chinos de abajo aunque el local estaba decorado con más gusto y tenía un dragón vigilante que iluminaba sus ojos La conversación era fluida Y mantenía los platos calientes,  que por otro lado, no diferían gran cosa unos de otros, la soja como elemento común e indispensable y carnes y verduras. Bebimos agua Noté el nerviosismo incipiente en sus labios, igual que sus manos merodeaban inquietas los cubiertos sobre la mesa  como si deseara contarme algo , y antes de abordar el postre espetó. -          Quiero proponerte algo , pero aquí y en confianza -          Tú dirás, yo ya sabes… -          Bueno, resulta que el otro día a mis amigas y a mi se nos ocurrió hacer una fiesta , en la que vayan chicos solteros ,.. bueno solteros y gente maja ya me entiendes.. -          ¿ gente maja? A que te refieres -          Gente decente, quiero decir personas parecidas a nosotros , ligadas un poco a la iglesia al margen de que sean practicantes o no -          Yo doy el perfil? si claro! A eso me refiero, tú eres un buen ejemplo, no comulgas pero eres un tio simpático, y en cierta medida afín Pedro sonriente- bueno sí, me refería si era un modelo de lo que demandais, ya sabes que salgo con Sara, -          Sí, lo sé en cualquier caso puedes pasarte un rato sin ningún compromiso tomamos algo y luego ya quedarás con ella, no hay problema -          Lo pensaré -          Hemos creado un evento para invitar a personas de nuestro entorno que tengan ese corte y que estas a su vez inviten a otras, a las relaciones más cercanas Pedro con guasa-Sabes que eso puede acarrear más de un degenerado en la fiesta no? -si, espero que salga todo bien, aunque corremos riesgos, en cualquier caso hemos pensado también que la gente que acuda se mona , pero también habrá un grupo de feos , - eso si que es cruel… Marta riendo a carcajadas,-no es eso!, pero piénsalo así “cada oveja con su pareja” -          Muy oportuno el refrán, un buen rebaño de ineptos y degenerados, -          Venga pedro, anímate que puedes perder? -          Igual me paso solo por ver el panaroma -          Será a las nueve en el bar  Retrat -          Ese esta en paulino caballero no´ -          Si, ese mismo La noche siguiente y fiel a la cita del dia anterior Pedro se presento en el bar, y entonces lo vio claro .el plan había cuajado,  incluso él  tenía su hueco Al otro lado de la barra Marta era felicitada por el éxito de la iniciativa y no creyó reconocer a  Pedro, su hermano, dentro del grupo de patitos feos
natural
Autor: javier castillo esteban  376 Lecturas
    Se acerca la Navidad, en mi caso, un periodo frágil para los sentidos y donde es difícil desligar la felicidad nostálgica de la tristeza, orlada de pérdida y adioses, de rostros y lugares que se han difuminado y confundido con el tiempo.   Me gusta soñar despierto, y aún en ocasiones cuando el viento es favorable mis pensamientos viajan desnudos e inocentes ante los ventanucos del pasado. Me deleito entonces con el pino vestido y el periplo de los reyes que caminan hacia el portal escoltados por manos invisibles, protegiendo las ofrendas al niño En el sueño, el castillo de Herodes escudriña desde las alturas las vastas tierras y a los campesinos subyugados convencidos de que su poder no muere en manos de ningún salvador.   Así transcurren los días de fiesta en mi casa, con la nieve perpetua simulada con un spray y la cenefa que sustenta el colorido del cuadro, mientras los romanos caen una y otra vez de un falso promontorio, dispuesto a la derecha del belén.   A veces pienso que estas sempiternas figuritas de plástico representan algo más que un accesorio devorado por su uso, que denodan sus esfuerzos en pos de transmitirnos las sencillas imágenes que creíamos muertas, sirviéndonos de vasos comunicantes entre el presente y el tiempo perdido.
  De tu acceso divino aprendí Que es más grato vivir que esperar Por ello vierto aquí Las rusientes ganas de explorar Con tu pelo enroscado a mi espalda Golpeo una y otra vez sin cesar A la estruendosa aldaba del alma Que una luna más alta quiso tocar Bendita ilusión de nosotros Vistos desde la altura celeste Haciéndonos calculados gestos De la caricia más hiriente Ahora que no estoy muerto, Ahora, quiero llorar Para saciar a mi cuerpo De agostos sin mar
-  ( bla )- ( bla ) (Blue)- ( bla ) ( bla ) ( bla )- ¿ No crees ?- (.               .) 
He visto a un sapo sacar su lengua alada y capturar un mosquito, su estomago entra en erupción digiriendo el conformado bocado . y gira los ojos acechando  mi mano que  se posa autónoma en el agua para servirla de base   La charca luce espléndida en su retiro primaveral, acogiendo a los obstinados visitantes en un mediodía  sordo, donde los juncos palmean la calma que se inmola en el follaje   El ruido ha cesado y los pájaros dormitan el almuerzo en las copas de los árboles, imperando sobre la naturaleza  . Sigo tumbado de espaldas a la tierra contemplando como el mundo se hace asfixiantemente pequeño y cierro mis parpados para no tener miedo gastando media tarde mientras se retuercen las nubes  que aminoran la marcha, abarrotando el cielo cobalto  de una blancura que recuerda a verano. En mi alma, aun despierta, la tristeza  respira profundamente  y late por nuestro reencuentro vespertino.   A Las siete de la tarde amanezco por segunda vez y emprendo el camino a casa , subiendo y bajando los continuos promontorios que  atildan la falda del valle. El sol  fusiona su  cuerpo detrás de las montañas destiñendo la vida, y la noche se acerca. La  puerta  me espera en el mismo lugar de siempre con su falsa madera, demostrando su inerte estado.  Acuciado por un hambre bien conocido, preparo dos carpas con jamón degustando el crepitante contacto de las escamas sobre el aceite hirviendo . y dispongo la mesa con un viejo mantel de cuadros rojos y blancos separando las dos copas llenas hasta la mitad de zumo rojo El baile de cubiertos secunda el ritual hincando una y otra vez su filo contra los peces Mi cuchillo culmina la cena crujiendo la manzana, convirtiéndose súbitamente en el último eco del día Más tarde dan las doce y  el aullido del silencio reverbera en la habitación en un reclamo insoportable por embarullarme en los sueños que no despiertan.
soledad
Autor: javier castillo esteban  375 Lecturas
Se encontraron  en ese mismo instante, y no distaba mucho el lugar de su ilusión.Los muebles estaban en el mismo sitio recogiendo el polvo de la memoria impregnado en las paredes. La mesita de noche cojeaba ahora de una pata y las copas eran verdes como el vidrioLa cogió de la mano y supo que nada de lo que formaba parte del pasado se traducía en su media sonrisa.Ella absorta en su mirada, quiso adivinar los años, contando las pequeñas betas sanguinolentas que crecían desde su pupila hasta refugiarse en los párpadosEl cartel del edificio fronterizo se iluminó dejando entrar una luz blanquecina en la habitación y los dos cuerpos imantados por el alboroto se echaron a la calle.Pasearon durante largo rato, dándose de bruces con un restaurante cochambroso e intimo. El camarero sirvió las cartas encuadernadas y abiertas por cada esquina  que pugnaba con la grasa que comenzaba a penetrar el papel.Una vez sentados fueron cautos de no elegir nada que recordase otro tiempo, limitados a cenarse con cumplidos mientras el vino se hacía de rogarLa madrugada se rehizo en sus secretos y las palabras puntiagudas crearon ecos sin respuesta, cruzaron la carretera y cogieron un taxi que les llevara directos a la cama, donde sus cuerpos se encargaron de cerciorarse lo mucho que se habían echado de menosAmaneció temprano, lo suficiente para ser consciente de que ella lo había abandonado, encendió un cigarro y exhaló el humo lentamente, asimilando el sueño que acababa de partir y que ahora lo azechaba de reojo.
Ilusión
Autor: javier castillo esteban  375 Lecturas
Esperar y esperar…  Así, con esta reiteración pronunciada sin una clara dicotomía, podríamos resumir el sino de los protagonistas de este film estrenado en 1942, una fecha que no obviaremos si tratamos de entender  el contexto histórico e interiorizar el mensaje propagandístico presente en prácticamente toda la película, algunas veces de manera más sutil y otras más diáfana. Meses antes de la proyección de la película, EEUU había sufrido un ataque en su base naval de Pearl Harbor, lo cual supuso la posterior entrada del país en la Guerra. Sin embargo, la población se encontraba en ese momento fraccionada entre los fieles a  la participación en el conflicto y los que se mostraban reticentes y abogaban por una postura neutral.   La premier  de la película en Nueva York fue un éxito y se tornó en un  elemento catalizador, una suerte de catapulta para escépticos e indecisos. Ingrid Bergman y Bogart hicieron el resto suscitando el deleite de la crítica delante y detrás de la pantalla y sirviendo de puente para el gobierno americano. pues el rodaje coetáneo con sucesos actuales ganó en profundidad y tuvo un fuerte impacto en una sociedad  avezada a soñar con el cine que engullían.   Casablanca respira sin asistencia y escupe  desabridamente su verdad, aquella que los ávidos lectores evocarán irremediablemente del Argel camusiano. La ciudad está ambientada en 1941 y refleja la colonia francesa bajo el gobierno de Vichy- La relación entre el prefecto francés Louis Renault y el Mayor Strasser manifiesta este patrón colaboracionista con el régimen nazi- A medida que transcurre el metraje nos imbuimos de la desesperación que portan quienes se dejan caer por el Café de Rick, un lugar de encuentro para refugiados y de todo aquel que huye de la Guerra con la esperanza de hacerse con un visado que los conduzca al otro lado del atlántico, un guiño al país de las oportunidades que represente el continente americano. Rick (Bogart) regenta este café/casino, y se presenta  como un hombre cansado y en cierto modo cínico y aparentemente situado al margen de la problemática que lo rodea, actitud que la narración expondrá debido a un desencuentro amoroso en el pasado con Ilsa( Ingrid Bergman). Las frases que contiene la película cobran una importancia capital y son la base del mensaje propagandístico que arroja su visionado. Así en las primeros compases de la película, presenciamos la visita que recibe  de Ferrari, dueño de otro local de la ciudad, en donde éste desafía la actitud  desentendida y poco colaborativa de Rick, cuando dice “El aislacionismo ya no es una política práctica”, haciendo alusión a la población americana contraria a la Guerra.   Por otro lado,  los estereotipos formados en pantalla ejercen de paradigma para muchos soldados americanos que tuvieran miedo de no volver a ver a su familia después de partir hacia la Guerra. Para ello, tanto la figura de Rick, al dejar partir al amor  de su vida con otro hombre por  ayudar en Casablanca, diciendo: “ Yo tengo mi labor aquí” , o Laslo, quien a pesar  su matrimonio con Isla pide a Rick que le dé un visado con el fin de salvarla, anteponiendo el honor de la lucha a una vida los dos juntos. La Guerra está por encima de lo demás, incluso del amor. Siguiendo esta misma línea, otra escena resulta significativa  y apela a la virilidad del potencial combatiente en su aportación a la causa por justificar el alistamiento.  En la segunda mitad de la película, la presencia de oficiales nazis en el café se incrementa al punto de apropiarse del piano que antes tocara Sam, entonando canciones alemanas. La respuesta se traduce en un canto de la Marsellesa a pleno pulmón por parte de los franceses que allí se encuentran. La consecuencia de este atrevimiento es la clausura del local de Rick. Por último, me gustaría señalar una de las últimas escenas de la película que creo, por su duración incisiva en pantalla y su muestra cuasi publicitaria, se convierte en el eje vertebrador y  sirve como colofón. Después de que Rick tienda una emboscada al Mayor con ayuda de Renault, el prefecto descorcha una botella de agua (Vichy Water), no sin antes percatarse de su procedencia. Una vez así, la tira a la papelera y después la patea, posiblemente en un gesto por rebelarse contra las directrices que imponían los nazis al gobierno colaboracionista de Vichy  La estridencia de la escena es reemplazada por otra en laque  la dirección de dos rostros contemplan 
CASABLANCA
Autor: javier castillo esteban  375 Lecturas
  Cuando pasé la última hoja, lo vi doblarseDos mechones a cada lado, como esponjas, formaban un surco hirsuto, aunque camuflado. El resto de la carne, arrugada, obedecía el dictamen de su frentePedro; ese era su verdadero nombre. De vez en cuando parecía escucharme, encerrado como estaba en revolver la tierra con cada azadazo. Mi miedo no se hacía el estrecho con él.Uno, dos, y hasta tres silbantes movimientos. Las venas se marcaban en espiral por su antebrazo, casi absurdas.Al hoyo todavía le sobraba profundidad y el sol ajusticiaba sus inexactitudes; pronto plantó el filo y me miró. Más adentro, debajo de la piel, algunos murmullos se asomaban retorcidos, dando fe de pensamientos más lejanos.   Como sabría algún tiempo después, toda esta gesta de golpes, no sé si fingidos, se dedicaban por entero a la última y única tarea de todo hombre; olvidar.  Luego de apoyarse sobre sus rodillas, jadeando como un perro, se dirigió al cuarto enrejado. Allí guardaba los aperos y demás utensilios de labranza - Mañana seguiré, espetó con media sonrisa,Así, aparentemente victorioso, subió las escaleras que daban al porche; sus pasos eran lentos, pero firmes. Un sonido metálico, que parecía rodando en círculos dentro del cuarto enrejado, cesó de repente. Pensé en una arandela, de las que siempre hay cientos en ciertos tabucos con olor a humedad.  La puerta seguía cerrada, sin cerrojo, pero inexpugnable ante mí  y mis imaginados seres que acechaban el jardín. Me imagino que ahora no tendrá ese efecto magnético sobre los nuevos propietarios.  Los pasos deshicieron su camino, recortando las escaleras más rápidamente esta vez. Antes de pisar el último escalón, su cuello se volvió en un giro inverosímil, y me miró inquisitivamente - ¿Has tocado algo? - No. Creo que se ha caído alguna herramienta... Se interpuso de un salto entre el cuarto y yo, aprovechando el silencio para empujarme, no sólo a mentir, sino a creer en mi mentira. - ¡Te digo la verdad!, insistí apresurado. - Tranquilo. Sé que no mientes. En ese momento pensé en que había pasado algo por alto. No recordaba una reacción así.- Con la mano detrás de la espalda tiró de la manilla y me hizo una señal para que me acercase antes de escurrirse ante mis ojos.A cada paso notaba mi corazón estirarse y encogerse, al filo de un estrecho espacio sangrante. ¿Era alguien capaz de secretar saliva en una situación semejante?-¿No entras?- Su voz me pareció distinta, irreal.Acaricié la blanquísima jamba que anunciaba otro espacio, cerré los ojos, y, por un instante, creí flotar por encima del jardín y el enorme muro de hormigón. Desde allí, tan alto, la vieja propiedad se parodiaba a sí misma.  
En los vestigios de una verde pradera entre los escombrossolo quedan el tablazón y los harapos de una vidael viento sopla ahora con fuerza revisando instintos y notas perdidasrefugios indemnes de una esencia libre y ricael cielo sórdido de  un apoteósico desenlace regresa hoy azul y límpido desvaneciendo las brumas de un terreno hollado por tu presencia 
Libre
Autor: javier castillo esteban  374 Lecturas
 Solo, contigo te acuestasPese a todo, La noche asciendeImpregna todo de su negrura Protegiendo la vidaLo que respiras,Pero también miente,Igual que cualquiera  Y prometeIlusiones, brotes de irrealidad y póstumos consuelos Elementos que cierran el círculoLo atiborran de sentido Hasta que despiertasUna vez más y para siempre
SOLdeEDAD
Autor: javier castillo esteban  374 Lecturas
Decenas de órbitas negras observaban el manto invisible de Sara. La reunión había transcurrido como todas, transformando la saleta en un lugar irrespirable donde las  voces  impronunciadas reverberaban intensamente, -La guardia civil sigue buscando el cuerpo- susurraba  Ander al grupo más cercano Los padres desolados descansaban en dos sillas situadas junto al hall, concedidos a  las lágrimas y al pésame de los congregados, -         Marga ofrecía un falso padecimiento. -         -Gracias-  casi al mismo tiempo los progenitores de la víctima En la reunión , varios desconocidos con gabardinas  comentaban el siguiente paso Marco, el hermano, arrebujado en una de las esquinas de la sala pensaba en Nuria, el amor obstinado y atrapado en la pantalla de su móvil,   Un golpe seco acalló la incipiente algarabía y las miradas se clavaron en la cancela que se abría lentamente acompasada por chirrido de los rieles oxidados. Sara se incorporó desde el suelo tambaleándose con la piel arañada y articulando torpes pasos hacia la cristalera ,. Sus piernas sin vida vencieron de nuevo, quedando de rodillas frente a la masa y su rostro se apagó, Las sombras se arremolinaron alrededor de Sara, que yacía sin vida En ese momento,   su cuerpo comenzó  a convulsionar , y  los vómitos se sucedieron Mientras la sangre camuflaba la maraña del pelaje animal.   Marco advirtió en ese momento cómo los hombres de la gabardina salían apresurados entre la confusión , y la puerta del velatorio quedaba entreabierta.  En el interior del féretro un gato se desperezaba
funeral
Autor: javier castillo esteban  374 Lecturas
La ventana estaba entreabierta y olía a humo. Cuando me incorporé estaba acorralado en una granja lejos del mundo.Vi a las esclavas completar la ronda una detrás de otra conun margen de cinco metros. Al voltear el edificio la luz naranja se tornaba verde hasta que un pájaro, cualquier cosa, hacía sospechar un cambio en su sistema periférico, y la alarma se disparaba. Mi frente era un lago, 2014 se había fundido con la historia, y sólo la foto de Amí me recordaba el calor  decasa,La huida, me hallaba rendido aquella noche, y desarmado.Dos vueltas y a la tercera se despejaba un paso de diez metros entre ellas extendiendo su itinerario programadopor el recintoLa última oportunidad de sumergirme en la noche y desaparecer, no dejando pistas.Agarré la saca por el hombro y salté desde el granero en dirección al bosquecillo que lindaba con la parcela, sinllamar la atención de ningún ganso. Me senté contra un tronco recomponiendo mi respiración sin mover un ápice mi postura. Cerré los ojos para descansar Fue en un instante cuando mis párpados traslucieron el oro blanco de la luz matutina, gobernada por el reposo de la naturaleza Las esclavas, simularon ser invisiblessupervivientes, silbando a la mañana la ilusión provocada, La humedad me envolvía y cuando levanté la vista un cartel señalaba la granja.Erigida solitaria, imponía su  hermético semblante sin indicios de actividad.  Una esclava, la más grande de todas, asomó su ridícula cabeza verde desde el portillo y  quieta me escudriñópalmo a palmo, barruntando el cortejo. La densa saliva manaba en un hilo irrompible deleitándose con la imagen de la violaciónEn un acto interminable y horriblemente extraño el insecto concluyó la penetración, volando de nuevo,Me supe en otro cuerpo, sin duda más ágil y limpio, execrando mi piel sobrante, y moví las alas contemplandodesde la altura a mis víctimas, la versión multicolor de mi abdomen les daba miedo.
Asalto
Autor: javier castillo esteban  374 Lecturas
  Quedose mirando la manzana rebosante, a un paso de estallar y expandir el intenso aroma derretido y evocado con asco. La apariencia noble y robusta cubría el interior decrépito y consumido por las brasas. Pensó en dejar de escribir mientras las palabras se deshacían, apremiando la vejez de una pulpa viscosa, para quedarse sepultadas bajo el tiempo Años después y cuando no había sido de él sino dos relatos superfluos, miró a su madre y atisbó el amor impregnando el plato innombrable y despreciado. La manzana daba vueltas sobre el plato de duralex  con la piel arrugada. Creyó entonces que su interior era dulcísimo y puro, que el calor magnificaba sus facultades y su sabor, y que la piel era el espejo que nunca debió dejar de entender Desde entonces la manzana descansa libre contemplando el oficio del protagonista que alcanzó la gloria aun sabiéndose ocupado por otra vida no menos sincera. El siguiente libro habló de frutas y verduras, del cultivo y el trabajo de la tierra y de su manejo en la cocina y la definitiva presentación del emplatado. Los comensales se sentaron y degustaron la creación acuciados por un hambre terrible. Al terminar los segundos hablaron entre ellos y deliberaron.  La respuesta fue unánime y se convirtió en la mejor lección que ha aprendido: La carta era fea y el plato delicioso   

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