• javier castillo esteban
raskolnikov
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Hola MiguelAyer remataste con un hilo muy grueso la etapa universitaria. Se que estas ya cansado de tanto libro y trabajo. Pero el esfuerzo solo lo podrás valorar con perspectiva, y transcurrido el tiempo oportuno, te halles satisfecho contigo y con lo que haces y quizá hilvanes las razones que te llevaron a adentrarte en esta empresa, confiriendole un sincero sentido.Mi regalo de graduación no va a ser nada material,Te voy a regalar algo más intenso y profundo, como son las palabras, porque considero que son la mayor  herencia que hemos recibido, porque con ellas tocamos algo dentro de los hombres. Para mi escribir ha sido una forma de  Resucitar, y ser libre. Este "poema"es tuyo:Asomas tu cabeza rubicunda al margen del grupo, esgrimiendo tu escucha sin ser paso en falacias y reproches , la inocencia fija el rumbo al equilibrio, ignorante ser de la mezquindad que circunda esta tierra.Baston que apoya apremiantes confidencias y lágrimas anhelantes de descanso en mullidas telasdispuesto cada noche a enloquecer con incontables tragos, nos haces reír sin mesura ocupándonos exclusivamente de saborear nuestra amistad sellada en momentos plenamente lúcidos. Que grato es dar fe  en la intimidad de esta relación que perdura cuando otras han quedado marchitas  e inacabadas y pese a no vernos conservar la certidumbre de tenernos.Felicidades Miguel.Tu amigoJavi
Escapé de la literatura unas horas para quedar con Marta, hacía mucho que no la veía y me invitó a cenar a un restaurante vietnamita. La comida era la misma que pedía a domicilio a los chinos de abajo aunque el local estaba decorado con más gusto y tenía un dragón vigilante que iluminaba sus ojos La conversación era fluida Y mantenía los platos calientes,  que por otro lado, no diferían gran cosa unos de otros, la soja como elemento común e indispensable y carnes y verduras. Bebimos agua Noté el nerviosismo incipiente en sus labios, igual que sus manos merodeaban inquietas los cubiertos sobre la mesa  como si deseara contarme algo , y antes de abordar el postre espetó. -          Quiero proponerte algo , pero aquí y en confianza -          Tú dirás, yo ya sabes… -          Bueno, resulta que el otro día a mis amigas y a mi se nos ocurrió hacer una fiesta , en la que vayan chicos solteros ,.. bueno solteros y gente maja ya me entiendes.. -          ¿ gente maja? A que te refieres -          Gente decente, quiero decir personas parecidas a nosotros , ligadas un poco a la iglesia al margen de que sean practicantes o no -          Yo doy el perfil? si claro! A eso me refiero, tú eres un buen ejemplo, no comulgas pero eres un tio simpático, y en cierta medida afín Pedro sonriente- bueno sí, me refería si era un modelo de lo que demandais, ya sabes que salgo con Sara, -          Sí, lo sé en cualquier caso puedes pasarte un rato sin ningún compromiso tomamos algo y luego ya quedarás con ella, no hay problema -          Lo pensaré -          Hemos creado un evento para invitar a personas de nuestro entorno que tengan ese corte y que estas a su vez inviten a otras, a las relaciones más cercanas Pedro con guasa-Sabes que eso puede acarrear más de un degenerado en la fiesta no? -si, espero que salga todo bien, aunque corremos riesgos, en cualquier caso hemos pensado también que la gente que acuda se mona , pero también habrá un grupo de feos , - eso si que es cruel… Marta riendo a carcajadas,-no es eso!, pero piénsalo así “cada oveja con su pareja” -          Muy oportuno el refrán, un buen rebaño de ineptos y degenerados, -          Venga pedro, anímate que puedes perder? -          Igual me paso solo por ver el panaroma -          Será a las nueve en el bar  Retrat -          Ese esta en paulino caballero no´ -          Si, ese mismo La noche siguiente y fiel a la cita del dia anterior Pedro se presento en el bar, y entonces lo vio claro .el plan había cuajado,  incluso él  tenía su hueco Al otro lado de la barra Marta era felicitada por el éxito de la iniciativa y no creyó reconocer a  Pedro, su hermano, dentro del grupo de patitos feos
natural
Autor: javier castillo esteban  372 Lecturas
    Te posan Y ocupas tu sitio en la mesita de día Absorbiendo el sol Legando tu compañía De cristal y barro tus huesos, de vacío el estómago que de  hondas fragancias se alimenta masticando espinas y tallos tiesos   Te posan Y ocupas tu sitio en el ocaso relevando el aire marchito con una nueva inquilina que de dicha y  reposo se impregnan  tus paredes sin memoria  vadeando azules fantasías     Te posan y ocupas tu sitio en la mesita de noche ocultando los brotes rebasan tus diques y cimbrean las ramas evocando la muerte sometidas a la eterna negrura planean en silencio  carentes de prisa los pétalos perdidos lejos de tu vida
Yo estaba temblando y tu no menos que yo. Algo tenía que surgir de tu boca pero el camino quedaba obstruido por la timidez, yo no tenía intención de decir nada  contemple gozoso el simpático sufrimiento por escupir las palabras, inventando excusas a lo inevitable, haciendo ver que nuestra forma de actuar estando juntos no coincidía exactamente con los cánones de una amistad, que sentimientos intrusos habían abordado nuestro cerco Por supuesto yo llevaba detrás de ti mucho tiempo atrás, pero quizá mis acercamientos y conatos de emprender algo se difuminaron el verano que me dijiste que preferías que las cosas siguieran como estaban   Al final , y  compadeciéndome del mal trago, te tendí mi mano lo suficiente para enhebrar el hilo de tu real intención y así, conectados comenzar la marcha,   hoy vuelve a ser 22 de abril y pienso:   Dos años ya. Dos años en los que el viento ha soplado con fuerza unas veces , las otras más despacio, pero ha seguido soplando y eso es lo importante. Tiempo en el que nuestros corazones han tomado cita conociendo cada arista fusionando la viscosidad de sus paredes. Saboreando y padeciendo la sustancia de su masa Espacio de Quehaceres matutinos , y nuestro amor que no ha cesado de trabajar , reclamando lo que es suyo, visitando la lluvia que coincide siempre en este día Labrando  hasta encontrar cavidades que llenar con su miel, callado e intimo   Despierto y la mañana pesada se yergue diferente porque tu estas cerca de mi, y noto tu hálito y siento como mis labios se desperezan colmados de arrebato y ternura de creciente locura, De  anhelos y sangre que duerme en las llamas de nuestros encuentros Agudos y vividos. Eternos mártires que saben su destino   Tormentas provocan mares , para servir al silencio que todo lo cubre con su fino manto, jugando al escondite con la calma, llana y suave  libre de su verdor opaco, de la espuma, donde refulge el brillo metálico de un pez chapoteando de alegría, regocijándose en  tus ojos alados   Entonces elevo mi ser, envuelto en la luz que marca la ruta y descubro tu cuerpo desnudo que me conduce al portillo de las nubes, y cogiéndote la mano escribo en lo invisible, en la inmensa blancura  la mancha de nuestro paso
ISLA     Una gota pendía del techo de bambú aspirando a caer en el centro de la frente, pero en el último aliento, desligandose ya de la madera, aparté mecánicamente la cabeza y se estrello contra el suelo Estaba Acostumbrado al azul radiante que bronceaba la isla, la jaqueca  sin embargo se había instaurado permanentemente en mi cabeza merced a los constantes golpes de calor   Era tarde y el horizonte cobrizo se mostraba como un planeta invasor a través de la prisión , deshaciendo su ardor en el océano.  Los sonidos de la noche surgían entonces de la exuberante maleza mientras la marea cesaba su actividad y el agua muerta  evocaba un gigantesco pantano preñado de vida escondida. Me arrebuje en mi camisa hecha jirones buscando la postura más cómoda para dormir ,posando la cabeza encima de unas mullidas hojas de coco. El cielo terminó por cubrir de negro todos sus  resquicios y quedé completamente solo.   A la mañana siguiente me desperté exhausto, como si la pesadilla se hubiera encargado de  apalearme enredando mi mentes  su  viscosa ficción. Se sucedían eternas las horas de mi reclusión en el palafito, y aunque desconocía la fecha exacta , los “hombres de los huesos” se dejaban ver el mediodia, cuando el sol alcanzaba el cenit, para demostrarme que la tierra seguía orbitando. Me acercaban un plato de pescado fresco y espinoso que tragaba con fruición Tenían la piel cubierta de hojas selváticas  y la mandíbula encajada por una máscara ósea de jabalí, y hablaban entre ellos un idioma ininteligible  Debajo de mis pies un cerco de agua más densa conformaba el hogar de dos tiburones que circundaban el edificio sin descanso, cumpliendo las estrictas órdenes de sus benefactores  Las primeras fases del día transcurrieron idénticas a  las anteriores y únicamente la visita de los mosquitos fue un acontecimiento celebrado por su disparidad, el resto de la mañana lo dediqué a contemplar el casco hundido de nuestra embarcación     Calculo que serían las dos de la tarde cuando el viento comenzó a cimbrear las palmeras más cercanas doblegando sus ramas, que lamían ya la orilla. En ese momento, un nutrido grupo de “hombres” salieron despavoridos, adentrando sus pateras en el agua. Miré confundido hacia la selva vacilante de resolver el motivo de su huida, pero la atmósfera henchida de humedad se fragmentó ante mis ojos, anegando la playa de calima.  El sudor me caía a chorros cuando adivine el silencio imperante en la isla . La niebla se disipo y  me halle  lentamente rodeado de nada    
He visto a un sapo sacar su lengua alada y capturar un mosquito, su estomago entra en erupción digiriendo el conformado bocado . y gira los ojos acechando  mi mano que  se posa autónoma en el agua para servirla de base   La charca luce espléndida en su retiro primaveral, acogiendo a los obstinados visitantes en un mediodía  sordo, donde los juncos palmean la calma que se inmola en el follaje   El ruido ha cesado y los pájaros dormitan el almuerzo en las copas de los árboles, imperando sobre la naturaleza  . Sigo tumbado de espaldas a la tierra contemplando como el mundo se hace asfixiantemente pequeño y cierro mis parpados para no tener miedo gastando media tarde mientras se retuercen las nubes  que aminoran la marcha, abarrotando el cielo cobalto  de una blancura que recuerda a verano. En mi alma, aun despierta, la tristeza  respira profundamente  y late por nuestro reencuentro vespertino.   A Las siete de la tarde amanezco por segunda vez y emprendo el camino a casa , subiendo y bajando los continuos promontorios que  atildan la falda del valle. El sol  fusiona su  cuerpo detrás de las montañas destiñendo la vida, y la noche se acerca. La  puerta  me espera en el mismo lugar de siempre con su falsa madera, demostrando su inerte estado.  Acuciado por un hambre bien conocido, preparo dos carpas con jamón degustando el crepitante contacto de las escamas sobre el aceite hirviendo . y dispongo la mesa con un viejo mantel de cuadros rojos y blancos separando las dos copas llenas hasta la mitad de zumo rojo El baile de cubiertos secunda el ritual hincando una y otra vez su filo contra los peces Mi cuchillo culmina la cena crujiendo la manzana, convirtiéndose súbitamente en el último eco del día Más tarde dan las doce y  el aullido del silencio reverbera en la habitación en un reclamo insoportable por embarullarme en los sueños que no despiertan.
soledad
Autor: javier castillo esteban  368 Lecturas
  Lleno mi voz de otro tiempo y soplo lentamente el presente mas drástico que nunca, brotante de vestigios reales que sinceran el buen hacer,   hoy la mañana es generosa ceñida a los seres de corazón desnudo ataviada de comisuras empinadas que agradecen su llegada   mi boca rebosa el agua teñida turbia de vivir dentro de mi cuerpo y frente al temor solo queda lo innegable la cúspide y el valle  oculto la certeza y la duda   lleno mi ser con aquellos que expiaron su pena respirando tu perfume entregando su patrimonio al arriscado olor sosteniendo la disputa por reencontrarse   entretanto mis ojos han conquistado el brillo el nacimiento del verano suspirado el verdor y la lluvia  que pasean a mi lado los lagos de paciencia que revisten la tierra   
dualidad
Autor: javier castillo esteban  378 Lecturas
Buenos días,       Mis gafas están torcidas, y tal efecto ofrece la imagen de mi vida, reducida a una constante caída. Inclinadas hacia la izquierda, aprecio mejor el impacto que el inicio del resbalón. Al contrario sucede si giro mi cuello a la derecha. Esta circunstancia no me aflige, pero teniendo en cuenta la única y final rampa me siento a veces removido por hallar  la línea recta, saltar los obstáculos y no arrollarlos.   Hoy de regreso a casa  he visto a mamá torcida, haciendo saltar la tortilla en la sartén, Cuando se ha desplazado sobre sus pies he dejado de ver la tortilla un segundo y al verla estamparse  contra la sartén, me he sentido  plácido y sereno.   Le interrogo sobre si mi situación es la idónea para ser feliz, si la acera interminable no estará determinada por las cuestas sin nombre que me acosan todo el tiempo. Ella me responde que “claro, es algo pasajero, y lo que te hiera ahora te hará más fuerte e importante en el futuro, donde los problemas son mas graves) Me reencuentro aliviado, aunque la inquietud continua latente.   Salgo a la calle buscando largos caminos con desenlace, agarro mi cazadora y reojo una vez más el perchero amenazantemente deforme, creador de sinuosas ramas en la cúspide, que sirven de colgador al resto de abrigos y bufandas. Me doy prisa por llegar al paso de cebra antes de que el luminoso marque el caminante rojo, deteniéndome  en el último instante ya que  los coches suben y bajan sin esperar al cruce,   Un hombre abominable con sombrero tapa su cara y el sobretodo  abultado exhibe acopio de descontrol Algo empuña  en la mano izquierda irreconocible desde la distancia., mientras el  temor me enreda. El semáforo se torna verde y el extraño se acerca a mí con paso estable. A centímetros de mi rostro, me quita con delicadeza las gafas y sin tiempo para el ocaso coloca unas nuevas patillas   Me quedo quieto y el extraño desaparece, para cuando quiero volver, la carretera se inclina hacia la derecha dejando mi  ojo izquierdo tuerto.  
las gafas
Autor: javier castillo esteban  393 Lecturas
La sangre de las palabras   Halladas tan tiernas En un osado rincón Las margaritas me espolean Para reclamar a los poetas Evocando la verdad Cuando agitadas discuten el Crear sin seducir Escoltando la corriente Atisbando el porvenir Orando sin creerte Ni dando fe a tus vestidos Inútil zurcido Desfigurada actuación No latiendo con pasión Sin remedio encontraremos Escollos, desiertos Atados al asiento      Esta mañana He soñado todo el tiempo Amar y llorar cada renglón Que de tan hondo sentir Nos comamos los hombres Desde alturas remotas Bajo nubes jugosas Veamos la tierra florecer Ciega y sincera Con nuestro nombre crecer Espléndida amiga Ofrecida por Dios Nos vislumbres concedida A los eternos olvidados Con la pluma abierta Y el papel colmado Mientras la tinta anhela La nueva historia Que brote de nuestra entretela     
  La maleta estaba en la sala 21, girando el primer pasillo a la derecha, después de sortear sendas puertas volteadas, resistidas a tornarse, y golpeándole en la cabeza.   Prisa salía con ella y se dio de bruces con el hombre agitado en busca de su equipación. Se encontraron de repente y él arguyó tembloroso la importancia del contenido   Cuando K. regresó a la estación se sintió invadido por cientos de miradas expectantes. Fue entonces cuando recordó lo  que a lo largo de su vida había preferido olvidar,  incontables historias de párrafos sin padre, dejando el título para otro momento.   Fugado de su ensimismamiento se concentraba en los pasos que ahora le conducían de vuelta al centro de aquellos ojos  de un brillo lacerante, haciéndose camino entre la carne vigilante A las doce recibió la llamada, asintió sin obviar la atención de sus observadores y salió disparado   Prisa había sustraído la maleta donde bostezaba la equipación, ignorante de su propio secuestro, puesto que ella no era sino la ropa que ahora vestía su secuestradora.   K. desesperado se aferró a la barandilla de aluminio cuando las piernas de su pupila afilaban el hielo ofreciendo un espectáculo sin precedentes en la pista de la vieja estación. La miraba como a una extraña, limitándose a contemplar la calidez de ese vestido tan familiar.   La patinadora saludó con gracilidad convocando el apoteósico aplauso en derredor suya, y abrió los ojos.
LA MALETA
Autor: javier castillo esteban  434 Lecturas
    Historias de gloria miserable De muertes prematuras, derretidas en invierno Miradas confundidas, dirigidas a tu regazo Imploran desgastada clemencia Con exultante apremio Mientras Viertes tu voluntad osada Erigido en tu abrasador silencio Anuncias sobre el agua clara Recuerdos de la solitaria vena Atiborrada de sangre Anciano vigilante De biblias y profetas Fusiles y cadenas Heridas de la guerra infinita Obstinado dilapidador de la simiente Posas tu primer beso sin tinta Ocultando la corriente Y aún sigues colgado del cielo Guardando el ocaso y la aurora Estampando el fresco azulado Creador de la luz y a sombra Bajo este terruño apagado
  En la parada de la Escucha todo el mundo reza, dejándose engullir por el espíritu  invisible. Acuden por este espacio las sombras de otras gentes que de tanto esperar sepultaron sus huesos sobre la acera, implorando un trago y un pan. La clemencia de pocos es reservada para las manos más rápidas que arrancan de su benefactor las migajas con apariencia exuberante cuando los clavos restantes son miradas destartaladas. Y así transcurren los días y las noches de aquellos ojos quebradizos y olvidados fluctuando en la misma estación, pendientes del tren rebosante de raíles de hierro y esperanza Entretanto la luna sonríe porque se sabe observada, núcleo incandescente de hormigas desperdigadas. Ella no tiene frío ni miedo, y por eso se cobija a la intemperie ofreciéndose confidente de la oscuridad y los relatos versados de miseria y necesidad, de astucia peligrosa en favor de la supervivencia.
RATAS
Autor: javier castillo esteban  453 Lecturas
Trémulo se halla el forastero, que penetra en nuestra casa con miedo a desnudarse y respirar su ignominioso secreto.   He aquí el motivo de escribir y describir, sustentado en los versos primigenios, anfitriones de la renovación de mi pluma, tan vanidosa e inexperta en su ingenio   Esta noche me encomiendo al vasto follaje, despojado de concesiones y halagos insinceros, es momento de enfrentarse a los poetas, ricos y maltrechos   Siento las primeras relaciones, nacidas de embeleso, portadoras de las llamas protectoras de palabras sin respeto.   En privado he descubierto el calor de unos abrazos, el ininterrumpido aliento, el infatigable viento que rachea en el desierto.   Vuelve a clarear… Y En el margen orillado, allá donde escribo, deambula mi verdad, tan triste y olvidada que no quiere ni llorar, pues ni el hecho de estar triste es consuelo   Pero hoy el cielo está despierto, y permite vislumbrar las versiones doradas que proyecta tu pelo al ondear, siendo ésa la única verdad sin remedio.   Desenfundo la estrofa, y aguardo ensangrentado, a cuantos desean ojos ciegos y corazones insensibles, y es que también para ellos fueron los versos y para ellos los escribo   Os doy las gracias, por haber erigido este lugar de ladrillos bien dispuestos y cimientos de bondad, hondo resumen de pasos fugaces sin criterio y certezas sin misterio.   Ahora  enmudecido, corro ante el cobrizo amanecer huyendo cual fugitivo a fin de preservar el ánimo de ayer.  
  Quedose mirando la manzana rebosante, a un paso de estallar y expandir el intenso aroma derretido y evocado con asco. La apariencia noble y robusta cubría el interior decrépito y consumido por las brasas. Pensó en dejar de escribir mientras las palabras se deshacían, apremiando la vejez de una pulpa viscosa, para quedarse sepultadas bajo el tiempo Años después y cuando no había sido de él sino dos relatos superfluos, miró a su madre y atisbó el amor impregnando el plato innombrable y despreciado. La manzana daba vueltas sobre el plato de duralex  con la piel arrugada. Creyó entonces que su interior era dulcísimo y puro, que el calor magnificaba sus facultades y su sabor, y que la piel era el espejo que nunca debió dejar de entender Desde entonces la manzana descansa libre contemplando el oficio del protagonista que alcanzó la gloria aun sabiéndose ocupado por otra vida no menos sincera. El siguiente libro habló de frutas y verduras, del cultivo y el trabajo de la tierra y de su manejo en la cocina y la definitiva presentación del emplatado. Los comensales se sentaron y degustaron la creación acuciados por un hambre terrible. Al terminar los segundos hablaron entre ellos y deliberaron.  La respuesta fue unánime y se convirtió en la mejor lección que ha aprendido: La carta era fea y el plato delicioso   
    Fin de año   Sería tremendamente insolente destacar algo de este 2014, ya que  provocaría la envidia y el recelo del resto de circunstancias que han asomado su cuerpo. Por este motivo, he querido ornamentar una serie de árboles que erijan uno mayor, para así aglutinar la apariencia y el dolor, la alegría y la tristeza, y cada una de las emociones que copan esos vacíos insustituibles   Uno de los árboles lo culminaré con las prendas de familia, que utilizan el vestidor privado, junto al gabanero, para arreglar los asuntos en su regazo, siempre con la firme batuta de la ternura.   Otro con las horas de amistad, extrañas al tiempo, y repartidas en noches de palabras y placeres. Teniendo en cuenta la posición de este árbol y para corregir la paulatina postura caída que había adoptado, he colocado dos bolas brillantes y doradas que representan el contrapeso de algunos ineludibles adioses. Ellos se sabrán protagonistas de este árbol.   Al siguiente lo dejaré libre,  pues discurre segregando un halo intermitente En este caso, la  imagen debe seguir tal cual era para refulgir con mayor intensidad y mostrar su autenticidad, a la espera de una nueva partida y de un nuevo regreso.   Otro, dedicado a la paciencia y al amor recogido de mi abrigo en invierno, y mi sol de primavera, al rumor de las olas que circundan su hogar y a la infinita resistencia de carácter.   Otro a mi pluma digital, que no se ha olvidado de navegar con y sin cabeza, atizando contundentemente a la conciencia y a la estupidez, pues somos ambas cosas por igual, aun cuando nos creemos la antítesis de la postura absoluta.   Otro estrechamente ligado al anterior, pero que merece su propio lugar, al tratarse de alguien que me hizo revivir “literalmente” y me ayudó a explotar aquellos tesoros ignotos y escondidos.   Otro a las herramientas de carne y hueso que me ofrecen el sostén  y la confianza necesaria para seguir trabajando. El aprendizaje carece de final a todos los niveles que alcanzo a comprender.   Otro por los proyectos de vida   Otro para el año venidero, alentándolo de cambios que deparen una sonrisa entre los que menos tienen, tanto por dentro como por fuera.   Y otro para ti, querido lector, que alimentas la sublime misión de plasmar lo que no soy capaz de transmitir con la voz.
En el trayecto de tu ojo, cándido y lloroso, encontré un lugar para sentir Henchido de placeres que tornan la piel rugosa Creí desaparecer engullido por las fauces del mar Inserto desde siempre en el cielo límpido de tus albas madrugadoras Confiado de brumas e impresiones confusas   Descubrí que juntos éramos menos sinceros que despiertos Aun cuando evocábamos marginales veredas sin nosotros Por ello, desmantelados los sentimientos, he comprendido mi cabeza vacía, sin afectos Vuelta una alimaña carente de obligadas tareas   Y así, propuesto a recuperarme, te he dibujado con sangre, Con el verso exprimido de enjuagues infinitos Para desvariar en cuentos de ensueño, despojados de aceras sin linde Fusionando nuestros vientres en la rosaleda multicolor Que destila labios con sabor a primavera,   Tú y yo, caricia pretenciosa y gratitud baldía Sol negruzco y azabache divino Dos tallos sin cortar, prestos a olvidarse 
POEMA
Autor: javier castillo esteban  393 Lecturas
  Mis labios enmudecen cuando mi sino atiende  inquieto, retozando frente a vuestra tez presto a la venganza de no evocarte en su desnudez desaliñadaacude frágil y decidido a tu visitadespreocupadamente bella  La pericia he ido perdiendo, de no escribir quizá,sumido en intrincadas cuestionesque no hallarán veredamas soy recalcitrante, letárgico intérprete de certezasafincado bajo el relente donde el grillo escucha cantar a la noche,y en cuyo silencio inspirador he vuelto a vislumbrarte  Cómo, sin saberlo, de ausencia he despertado  cavilando la forma de cosernossobre cada tarde fría y lluviosa hemos prevalecido ante los anhelos pues ya es verdad que te sientoarrebujada contra mi, encogido por tu aliento.   
  Los veo allí, moviéndose como hormigas, con sus cascos blancos apuntando al sol, inquietos por repeler sus rayos lacerantes. Sudan gotas exhaustas y hablan alto, muy alto, pues sufren de ignorancia, de oídos taponados y miradas esquivas, de pasos que todas las mañanas recorren el lugar a esa misma hora. El color de alguno resulta extraño, y de cuando en cuando la piel blanca se mezcla con las costumbres de las incivilizadas maneras para tornarse en otro extraño y descolorido compañero. También comen, seguramente de ayer, pero comen.   En las sillas y mesas de los locales más nobles y selectos nos encomendamos a la providencia, y nos indignamos cuando alguien menciona el asunto, pues creemos sin dudar que la providencia, con todos sus ángulos y prismas, los debiera arrullar lo suficiente para conseguir un lustroso empleo y un exquisito pan duro. Por ello, no queremos oír ni hablar de desigualdades ni de partos provocados, bastante tenemos con gestionar la sobredosis de estrés que discurre, como un guijarro arrastrado por el río de la cotidianeidad, para además procurar la refinada reflexión de nuestras vastas mentes a galimatías inútiles y tareas triviales.    Probablemente no sea necesario acudir a clichés ni difamar a locales de moda para perorar sobre la voracidad, nacida cual pájaro de fuego que a cada exhalación arrasa las inmediaciones y contagia su fuego eterno y secular.                                                                                                                                 
  Se fue mirando de reojo…  Cientos de pájaros rebosantes de color desenfundaron su onírica vestimenta a fin de constituirse en la quiebra de las lustrosas plumas, en el abandono reiterado e ineludible. La tormenta había pasado, y aunque la humedad traspasó los huesos y la razón, acordó, con las prematuras hojas caídas, las últimas condiciones del otoño. Estaba cansado, derrotado, sumido en la habitual desazón de los desenlaces. La expectativa de la noche anterior se tornó en  un cielo indeterminado, encalado en nubes y espacios diáfanos que conforman  cualquier día en las postrimerías del verano. La oscuridad con su efecto igual de embriagador que pernicioso me cautivó hasta los confines que delimitan lo real de lo ficticio. Era grande en el sueño, poderoso,  incluso cruel. Hoy, sin embargo, me siento igual de vulnerable que la hortaliza, zarandeada por dos manos vulgares y desgastadas, exorbitantes garras que me sujetan contra el filo de un cuchillo alborozado La piel tostada se desprendió, también, de varias capas ofreciendo al mundo la desnudez de nuestra alma, la auténtica experiencia vital y descarnada que habita en nosotros con pleno derecho y sin reparos. Se esfumó Epicuro, y en la nube de polvo arrastró consigo los placeres infatigables, la depravación recalcitrante que precede al tedio y a las buenas maneras, al decoro indecoroso. Antes de ahogarnos, en el borde de un río rumoroso y constante, se cristalizó nuestro reflejo en el agua, allá donde nuestro ego quedó varado eternamente y aguarda codicioso la llegada de la nueva estación, la más pérfida y maldita, la más propicia para escapar, a través de hechiceras imágenes, hacia la inefable voluptuosidad de lo arrinconado. 
Ayer   ¿Qué ha sido del viejo que tarareaba en el parque? ¡Qué solo iba siempre el muy condenado, hablando consigo mismo sin más compañía que sus palabras flotantes y su perro ciego! No se oyen ya sus pisadas ni sus estertores con sabor a muerte, pero en vez de alivio siento vacío. No es lo que quiero, me niego a apiadarme de un ser cuyo propósito se había tornado en pasear, sin embargo... Si lo volviese a ver, por algún desatendido pálpito acudiría a conversar con su voz, pues no la he oído sino rimando vetustas canciones…   Anteayer   Miraba el lago con demasiados caprichos innombrables atravesando mi mente. La paz de aquella desconocida charca era irrepetible, así como las visitas furtivas que eran testigo de la incipiente sequía. A las 19h, como cada tarde, pasaba el viejo con su perro cagándose en cualquier rincón. Él lo llamaba empecinadamente, pero era incapaz de reclamar su atención, entonces fingía, golpeándose la frente con la palma de la mano, no haberse acordado de las bolsas de excrementos, y se volvía a su paseo maldiciendo y retomando su tedioso canto con más fuerza.  En más de una ocasión, pensé en recoger yo mismo las maravillas de su perro sobre un fino papel de sarcasmo y hacer que se enfrentara cara a cara con la horripilante verdad de su compañero. Odiaba la vida cuando me detenía a cavilar en la decrepitud de la carne deambulando eternamente…   Hoy   No puede ser él, ¿! Qué hace tirado en el suelo!? Su perro estaba suelto y gemía, con más rabia que pena. –Levántese- le he dicho tendiéndole mi mano. Sus ojos me miraban, no a mí, sino quizá a algo dentro de mí. Ha bajado la cabeza y ha comenzado a arrancar la hierba de cuajo, masticándola igual que un burro. Algo no iba bien, pero he dejado que el viejo continuara con su grotesca labor. Finalmente se ha levantado y se ha dirigido hacia mí con una sonrisa cándida. -¿Cómo estás? ¿Quieres acariciarme?- No tenía respuesta. En ese momento ha cogido mi brazo y, sin freno, me ha recitado: “¿Me habrás, quizá, olvidado? Platero, dime: ¿Te acuerdas aún de mí?” He fingido no llorar.
09/10/2015 TANGO   -         Quién sos ? (autor)- En verdad no lo sé, pero tomando la tablilla hablaré de lo que mis ojos han creído ver. -         No te atrevés a decirme lo mío ( autor) Entonces intentaré decirte lo mío.   Para mí, evidentemente mío. Constituyo, pues, que eres la voluptuosidad convertida en llanto, la estridencia de la belleza que raya las curvas y pule el suelo. Firmeza vestida de coquetería, encanto demostrado, que no mostrado. Vasta blancura que azota mis sentidos frenéticamente y me reduce a la onírica vega donde me has encerrado. Has pasado delante de mí, por última vez, para dejarme engatusado. Te has desprendido del velo que te recoge para que advierta tu desnudez desnuda, la inmaculada marca de tu tentativa, los inescrutables recodos hacia el caudal de tu existir. Yo intento hablarte despacio, pero no puedo. El olor de tu cuello me conmina a confesarme con astucia, sin palabras que vilipendien este mismo instante. Miro mis manos, henchidas de vulgaridad, tampoco creo que ellas dobleguen un ápice de tu cuerpo, en apariencia inaccesible. Aun así rodeo con ellas el perímetro invisible que circunda tu resplandeciente figura. Absorto abro la boca sin pensar, sin percatarme que mi rostro se ha ido y en mis ojos solo cabe la pasión, la torpe destreza que usan mis gestos cuando intentan seducirte.   Todavía oigo el aliento de la plaza resoplando, exhausta de tanto acudir a nuestros cafés vespertinos, al lento desgaste de nuestros besos esculpidos, y al infierno de sufrir tu delicioso caminar. 
TANGO
Autor: javier castillo esteban  619 Lecturas
Solo quedan mis manos que, al contacto con tu pelo rojo, se vuelvan ceniza. Tu sencillez refulge por la noche y me guía hasta tu pecho. Allí descanso al compás de un rumor entrecortado, interrumpido cuando hablas con lágrimas dilatadas, cuando los pómulos de confesiones se encogen. Quisiera escribir de tí a los demás, pues nace de mi piel la necesidad de exhibirnos juntos, mecidos por el pasado, ora arriba ora abajo, igual que el océano azul y escrutador. Pero solo queda eso...Mis manos enredadas en el fino vello de nuestro reencuentro, tan custodiado que no recuerdo si fue verdad o fue silencio
Me he despertado detrás de una noche interrumpida. Antes de desayunar, he cogido la mochila y erráticamente he podio cumplir con mis obligaciones. Estaba legañoso todavía pero la intensidad de lo vivido anoche me mantenía bien despierto. Ahora ya es por la tarde y la credulidad de esa vivencia se ha tornado prácticamente en sueño. Así lo pienso, cuando aún no he recibido ningún mensaje de ella. Creer, pues, casi con seguridad, que todo lo bueno se asemeja a un polvo estelar que ha dejado un halo tan tenue, que ya no se reconoce sino su imprevisible y fugaz deambular, no resulta extraño.Tampoco necesitaría de ayuda para pensar en un nuevo sinsabor, pero la sola intuición del fiel fantasma me revuelve las tripas y me hartaMe quedo, de momento, con el consuelo de la magdalena de Proust, y la reminiscencia de una infancia tierna, atendida y despreocupada, un bagaje incompleto que impedía prever la caída en la distancia.Esa lágrima de felicidad, que en este preciso instante me sortea creando un temible surco en torno a mí, está llamada a ser la sepulturera de un borracho enmoradizo . Pero eso no importa, el sedimento es resbaladizo y el barro no se ha secado. Quedará tiempo aún para chapotear con la cabeza vadeada implorando amor a destiempo, una cualidad cruelmente intrínseca y veraz.
Los versos, a menudo, son hacia el amor, una caricia mal expresadaCirros que envuelven tu pupila cuando ésta llora desconsolada.De esta manera hombres encelados, carecemos de blasones y de espadasSolo estrofas que el corazón escupe para ser penosamente forjadas De renglones y  destellos, con calculadas manos de ingenieroHalló la humildad su hueco en este pequeño surco almizcleroPorque de matemáticas son más puras las sumas y restas del obreroDespués de llegar a casa y aborrecer el cazo medio lleno. Nunca deduje de la poesía ni un resquicio que me inspirara a estudiarla.Mas prefiero anunciar la pluma de aquel que juzgue en recitarlaCon las venas bien abiertas y  la sangre tan vasta que maldigas demorarla.Pues la tormenta no revoca ni su aroma ni sus distinguidas abarcas. No deseo vanagloriarme ni  asistir al cadalso de repetirmeSería otra tentación la que escogería que por sí sola pudiera seducirmePues si estuviera roto en mil espejos, o de dolor extasiado por no rendirmeNo usaría la tinta con el fin engañar al candidato que ha de reducirme Asumiría el sofocante peso de la manera menos sincera y más abatidaAtado de pies a manos a un ritmo lento, oliendo mi propia vida.Creyéndome muerto, abrazando mi espalda de recuerdos que la aguanten erguidaDevorando los guijarros que los escombros han revelado en la ruina
POEMA
Autor: javier castillo esteban  498 Lecturas
-¿Cómo estás?- Bastante confuso, no sé qué más decir...- No estoy molesta, sólo sorprendida. No me lo esperaba...- No debería habértelo preguntado, lo daba por hecho.- Pues a mí me ha gustado que me lo preguntaras, no pierdas eso.- Precisamente...- ¿Precisamente?- !Hagamos algo!.Vamos a jugar a sentir. Pide un deseo y yo pido otro, respecto a nosotros.- Explícate.-Yo pido que no envejezcas conmigo- ... Esperaré a mañana a formular bien el mío.- He pedido que no envejezcas...Tengo un buen Genio.- Quiero que no pienses que eres complicado.- Vale, más simple que una peli de Buñuel.- ¿Alguna vez hablas en serio?- Solo los lunes.- ¿Y el resto de la semana? ¿ En qué dilapidas tu ingenio?- Adoro vivir de las rentas.- ¿Aburguesado, quizá ?- Prefiero apóstata, suena más musical.- ...! Ya vale !- !Descuida!, conviviendo soy más tolerable. Comparto más parentesco con un chinche atiborrado por sus padres, no me costará mucho extrapolar el silencio por empacho a mi vida cotidiana.- A veces también tienes gracia.- Yo también lo creo, me parto cuando me imagino chillando al chofer sin volante que conduce este "almendruco".- !Ja, ja!. No tienes remedio...- Ahora te has reído de verdad.- Si estás tan seguro...- Lo que es seguro es la intención que tienes de enfriar esta conversación.- ¿A qué viene eso?- A nada.- Me hablas como si fuera una estúpida que no va a entender los elevados juicios del insigne escritor...- Escritorzuelo, recuerda, es-cri-tor-zue-lo. !Aunque buen nivel!.- !Vaya, qué modesto!- En verdad no.- Creo que se hace tarde...- ¿Tarde para qué?- Tarde para hablar de cosas sin sentido. Iré a cenar algo, tengo un hambre voraz.- Yo ya he cenando, deglutido más bien.- ¿ Y el qué se supone que has cenado mientras hablábamos ?- Un delicioso sándwich de carne humana- ¡Demasiado! Nos vemos el jueves.- El jueves es pasado mañana-¡Exacto!,veo que sabes contar.- Creo que estás exagerando. A lo que voy es que no quiero una relación obtusa y formal, cine de autor  para treintañeras.- Dicen que no te ha quedado machista.- Dame vida y no pintes muebles a este cuarto, está mejor con el intrínseco olor a demencia.- ¿Que te dé vida ? ¿Más de la que vomita tu mundo interior ?- Captado. Entonces hablemos de nombres-¿ Nombres?- Sí. ¿ Cómo llamarías a esta sopa de sobre, que ni sabe a amistad ni puede cocinarse más ?- Entonces ¿qué se supone que es ?- Eso te pregunto yo- ¿ Qué es para ti ?- En fin, jugadora le llamaban...Para mí somos novios.Pero no quiero que suene ni arrogante ni cordial.- Novios...- Sí, ¿y tú ?- Te lo diré cuando nos veamos.- Eso no es justo, te está saliendo una cana, la veo , estás a tiempo de cortar su crecimiento- ...- Vive rápido, muere joven.- ¿Quién dijo eso ?- No lo recuerdo ahora mismo.- Novios...!Me gusta!.- !Se acabó el juego!- !Imbécil!- Solo puedo decir que lo siento, soy un escorpión.- ¿Y qué se supone que soy yo?- Una rana.-¿!Cómo!?- Ahora nos hundimos...- !Definitivamente estás tarado! No sé por qué sigo con esto...- !Esto sí que es Buñuel!- !Adiós!- ¿Sigues ahí?- ...- "Esta noche mientras dormías has sido mía, ya no podrás volver al convento".- ...- Descansa. Mañana volveremos a ser quienes somos...
  TRES   Éramos tres buenos amigos. A F. lo conocí años antes que a Z., ellos mantenían una relación muy estrecha hasta que sus patizambos destinos se interpusieron entre el desierto y un oasis extraño. No es que yo tuviera ninguna culpa de su desencuentro, pero cuando tres almas perdidas se juntan, y más cuando se trata de tres cabrones como nosotros, el resultado suele desembocar en favoritismos retorcidos. En cualquier caso funcionábamos como tres solteros empedernidos en su afán por dar la nota. Aquel día habíamos comprado palomitas y coca cola y un poco ebrios, después de dos vinos de uva bastarda, despotricábamos de las personas que se acercaban a los 40 y sentían, de repente, la acuciante necesidad de dar asco. Los había que, con cara de humano en ciernes, nos miraban por encima del hombro al comer palomitas. Para los snobs comer palomitas es algo parecido a ver un documental con las gafas puestas en el culo. Una insolencia propia de palurdos. En verdad lo éramos, pero no menos que el culo con gafas que nos echaba males de ojo a propósito de nuestro crepitante mordisqueo. Por lo demás la película era buena y navegaba, indecisa, entre el cine de masas y el compromiso con el pasado. A las dos hora salimos, dejando rastro de nuestro crimen maicesco. La noche era larga en esa época del año por lo que únicamente podíamos beber de nuevo y reírnos de nosotros y de nuestros vecinos de las mesas de al lado. Una señora colgó su bolso en el canto de la silla, la cremallera estaba entreabierta, no estoy seguro si fue el instinto o mi pérdida de la noción del lugar, pero sentí unas ganas irrefrenables de meter mano dentro del pozo de chismes. Su pareja pareció percatarse de mi mirada frenética y punzante sobre el tesoro, pues vigilaba atentamente mis movimientos, incluso cuando empinaba el codo en un ángulo imposible. El último sorbo de gintonic sonó como un aspirador y después posó el vaso con vehemencia en la barra. -         ¿Te pasa algo? Interrumpió A. -         No, no me molestes ahora- respondí con autoridad   A.   intentó buscarme la boca inútilmente, pues yo ya estaba presto a lanzarme sobre el bolso, aunque pensé en corregir su impertinencia más adelante.     ZAS!, De un plumazo arranqué el bolso de la silla y comencé a buscar con cara de preocupación, no sé todavía el qué, algo que me tranquilizara entre la amalgama de cachivaches. A. y F. quedaron inmóviles sin saber muy cómo reaccionar, esto me provocó una risotada incontenible. Todos me miraban igual que a un demente, todos, menos el sarnoso acompañante que, en ese momento, levantó el puño cerrado para atizarme.   Qué gusto me daba al día siguiente palparme el coágulo debajo de las pestañas, una burbuja morada oscilaba desesperadamente por escapar. Llevaba al límite el bulto, ejerciendo una presión desconcertante mientras detrás de la puerta se oía al hombre del tiempo. Di un respingo cuando el dolor se hizo insoportable y cesé… El timbre reverberó con fuerza, indicando  la hora de entregar este despropósito al profesor de literatura.
tres
Autor: javier castillo esteban  590 Lecturas
La escena del ratoncito, luego la vieja buscando la escoba y el vecino de negro que mira por la ventana. Cada uno de los personajes presos en su papel, pues ante la mirada fija del espectador no mutan su expresión. Sales del punto refulgente que hay frente al sillón para observar el exterior. El hombre no está y en su lugar han volado un montón de hojas en dirección al jardín contiguo. Oyes el movimiento pendular de una escoba actuando encima de la baldosa. Piensas en que las baldosas son de otra época, mueves repetidamente la ceja, te llenas de extrañeza y vuelves al hueco, que ha sido ocupado desde siempre. La madera detrás de la pared sigue formando viruta que asoma su cuerpo en espiral, el ratoncito te mira y tú le devuelves, mediante un desdeñoso movimiento, la mirada afligida reflejada en sus dos esferas violentas, henchidas de estridencia por no perecer aplastadas. Escapa el ratoncito ante el silbido de las púas plastificadas. La vieja blande el viento en busca de un roedor precavido. Las dos brillantes cápsulas rodeadas de pelo escudriñan la inútil tarea cuando la silueta reaparece como un resorte al final de cada hilo invisible. Negra, más aún que la noche, de tibia permanencia y agotada espera continúa haciendo lo que mejor sabe y peor recuerda. 
PÉNDULO
Autor: javier castillo esteban  400 Lecturas
Una rosa roja   Después del bochornoso espectáculo del primero de octubre, no confundir con la revolución, uno se pregunta si tanto alarde de democracia resulta, no solo ingrato, sino falso. La última vez que un clavel se cimbreaba en la boca de un cañón tuvo lugar en Portugal, una rodilla militar implorando paz. Aquello fue bello y emotivo, y simbolizó el clamor de un pueblo harto y cansado. De la misma manera interpreté el pasado domingo la mano del president al esgrimir una flor como prueba fehaciente de libertad. Pero en concreto, de su libertad. No la del ciudadano apaleado delante de las cámaras o de la acometida policial tergiversada en televisión.  Todos, hasta el menos informado, sabíamos de sobra que el referéndum no tenía ningún tipo de base legal ni fundamento constitucional. Lamentablemente la Constitución del 78, al igual que el estatuto de las autonomías únicamente tiene validez cuando de exigir privilegios fiscales se refiere o la creación de instituciones paralelas al órgano central. Instituciones sufragadas con dinero público de los catalanes y que trabajan por los deseos de unos pocos. El año que viene se cumplirán 40 años de democracia en este país, 40 años de farsa para algunos y décadas de ejemplo internacional para otros. Porque no debemos olvidar que la Ley para la Reforma Política sentó las bases del sistema participativo que hoy conocemos. Con todo, desde la Corte más rancia nos llegan noticias de represión, española por supuesto, aquella que impide el ambiente festivo de una votación yerma y no vinculante. Pero lo más triste no es ver a un niño entre una porra y un manifestante, tampoco la actuación de maquillaje de la academia o los lingotes de sangre comprados para la ocasión, pues el festival de cine de San Sebastián se había clausurado el día antes y no quedaban más conchas que repartir. Lo más insultante estaba por hacer su aparición en el escenario, el sumun del paripé teatral. Un hombre de traje y corbata , adelantaba un discurso de investidura propio del mayor orgasmo megalómano cuando, después de la jornada dominical, dedicó un brindis al sol al anunciar la independencia para la pasada semana. Detrás, en la sombra, una alcaldesa pidiendo la dimisión del Gobierno electo por el simple hecho de desbaratar una votación, ilegal desde el primer momento, llevada a cabo hasta las últimas consecuencias. Manos a la cabeza y disgusto, pena y conmiseración para su pueblo. Argumentos de impotencia y de manos encadenadas para no perder la confianza de los catalanes, pues ellos siguen inmersos en el sueño de Compayns.
Buenas, Como otros años, te escribimos unas lineas para que te emociones un poco. El ordenador antes del papel para no emborronarlo con un pensamiento detrás de otro, cosas que luego ves que no encajan o pierden el sentido. No por ello es menos sincero, sino que soy proclive al jalón y al adorno, pero ahora es Navidad y no desentona. Han pasado algunas semanas desde que cumplieras 26, en este tiempo has experimentado cosas que no son agradables, sin embargo nada en esta vida se da en vano y con perspectiva aprenderás más de lo que crees, si no lo has hecho ya. El dicho es sabio y la suerte, de verdad, llega para los que saben esperar. Así que ánimo y fuerza para este periplo que no termina ni comienza con la pena, tampoco con la UNIVERSIDAD y sus "educadores"...Por otro lado, tampoco debemos culpar de nuestros baches a la familia, pues aun no eligiéndola, sí la proyectamos en cualquier dirección con nuestros actos, decisiones e indecisiones...Este mundo, nuestro mundo, es el que nosotros construimos, y, por desgracia o caridad cristiana, debe acoger a toda suerte de indeseables como nosotros, tus amigos, los que siempre custodiarán y serán embajadores de tus rabietas, tus paridas y también tus lágrimas. Después de todo ya sabes que nos encanta refutar tus argumentos, de si es mejor ir a Madrid en furgoneta o en autobús, o simplemente por el gozo que nos causa afirmar que no tienes ni puta idea de arte después del siglo xix. Un abrazo
PapáHe soñado contigo, me agarrabas de la mano con gesto dichosoYo, embelesado, me resarcía con ese brillo , aquel en donde atiendes mis caprichos a menudo sin mesura y a destiempo.Únicamente hay algo que advierto diferente en mi sueño, Caminas con prisa y tus oídos apremian una noticia, aunque no se cuál ya que he despertadoVoy a tu cuarto a regalarte mi sonrisa presenteTe estiras en las sábanas  y abres un ojo remoloneando por un día,Pásame el testigo, sé, por apenas un instante, el hombre de la suerte, quien compra el último billeteCuanto te debo...Que prodigio desahogarme cobijado en tu caniculaY yo me digoJamas los sentimientos más puros afloran en soledad aunque descansen libres sin esperar nadaPor eso prefiero el remanso de tu inocencia a perder el brío de la poesía que albergo para tiApretare los dientes y contendré mi anhelo  a Fin de no adentrarme en una desbandada de emocionesQuiero oírte sin hablar,Abrazar tu vida como si fuera la mía, Cabalgar entre la guerra y la avenencia Cuidar de las traviesas que guían este tren ligero y cadenciosoTe quiero mientras fluye mi sangre sobre tu sangre
-Ha sido del tercero, pregunte por el telefonillo.   -¿Está segura ?-Ya lo creo que sí... Llame si quiere. No es mi trabajo molestar a nadie-El mío tampoco, señora. No se preocupe... La hilera de botones estaban alineados perfectamente y no presentaban la menor resistencia al presionarlos. Cada uno con su número, ninguno parecía estar hundido. En ese momento el hombre de uniforme fingía no tener miedo. Pulsó el metal hasta dos veces sin respuesta. Cuando volvió la cabeza, la mujer guiñó un ojo al tiempo que dirigió su mano abierta al cielo. Un remolino invisible comenzó a formar betas rojizas alrededor de su cuerpo. -  ¿Quién es?....- Soy... Bueno, el caso es que ha llamado una mujer quejándose de que han caído varios objetos de su vivienda_ ¿ Qué mujer? La plaza está vacía.- Pero...- En ese momento se interrumpió la voz dejando en suspenso varias palabras distorsionadas - ¿ Oiga?- E S T A   M U E R T A-!Policía! !Abra la puerta inmediatamente!La estridencia del timbre hizo desdoblarse la imagen que tenía del cristal, su reflejo mostraba la plaza gris, sus columnas en apariencia torcidas... Abrió la puerta en un contradictorio impulso por aclarar el entuerto. El panel del ascensor únicamente anunciaba tres pisos. Marcó sin vacilar el número tres La puerta se cerró por módulos y sus ojos, llenos de pánico, pestañearon por última vez.
  IMagina, Desde cualquier punto las veo a todas ellas,  hablan de algo con voz queda, no sé de qué, pareces tú el objeto de las hadas intocables  Por un instante vuelas, alto, lo suficiente para no detenerte con facilidad, ni olvidar a quien desde abajo pideGritas sujeto al trasiego de la calle, aunque no a escondidas, pues si exhibe valor para amar que lo haga si aún le queda cuerpo, de frente a la corriente Y como acompasados mueven repetidamente los labios y algún gesto más, de sobra, girando a su alrededor . Te da igualAbandona la balaustrada el pensamiento tan dejado por la mano de alguien que dispone elevadoAllí se revuelcan las ganas y los sollozos se desbocan alumbrando el futuroNo quieres saber de ninguno. Nada de su goce ni de su  miseria fasciculada Huyes, sin alas, tan rotas de restregarte entre guijarros y carestía Te cuesta remontar el vuelo una vez más. Aleteas sin remedio . Lloras.Imagina 
Celos
Autor: javier castillo esteban  454 Lecturas
Años después. Un noviazgo infructuoso. La mano detrás de la intención, que llama presurosa. Me pregunta acerca del rostro sin apellido que se pasea conmigo. No me saludó porque estaba acompañado. Y mientras, yo tengo que creer que anhela una amistad sincera y sin pasado, sin las tardes en que nos amamos furtivamente. También debo olvidar  cuánto nos laceramos. Pero la grieta sigue abierta como una herida que despeña sus rocas ensangrentadas hacia el vacío. A pesar de todo, sueño con otra caída, bella y cadenciosa, alicatado a su estrecha cintura. No hubo rosas, ni siquiera marchitas. Vino tinto, eso sí, mucho. De eso debe seguir mi tensión y mi carne trémula al recordar sus pupilas dilatadas y su voz nerviosa cuando me buscaba, de noche, a través de una llamada aislada. "¿ Qué haces ? " Nada que no sea esperar tu hilo a medianoche, por supuesto.Sin buscar demasiado, reparo en algunas calles que, aun desiertas, forman un torrente alrededor de mi vena excitada. Por mucho que apremio mi paso solo se oyen ecos que ya han caminado antes delante de mí. Persigo a mi sombra, vuelvo al camino descrito por los años perdidos.Vuelvo sin brújula hasta donde estás. Vuelvo a la juventud implorada en balde. Allí se retuerce ella de nuevo, prorrumpiendo en una risotada incontenible. Siempre fue destartalada y soñadora en igual medida. Una Aída contemporánea azuzando a su marcha triunfal, tildándola de remolona y lenta . Ahora ,sin memoria, suma con los dedos retales de una redondez únicamente aspirativa . De final sin picos ni estridencia, sin imágenes violentas que asusten a nuestros días. Pero la sangre es densa y exhibe su color casi negro.El péndulo no vacila, nosotros sí, pues estamos montados sobre el oro de una onomatopeya que nadie acierta a descifrar. No habrá entre nosotros más despedidas ni más reencuentros , solo una fracción infinita, donde  yo siga pidiendo de ti lo que tú ya no puedes darme. Y así siempre, rogando al tiempo que siga siendo tan dichoso como siempre, me muero si no dices mi nombre.  
  Cordero cadavérico  Un cuadrado se arrastra entre la niebla. Tira sus paredes y queda plano, a ras del asfalto. Apenas puedes distinguir el límite de la estrecha carretera, sólo su final en línea recta.Vista de día parece más sola que de noche. Silencio interrumpido por conductores extraviados. Primeras luces al atardecer que nacen de faroles. Un ladrido pugnando con otro no muy lejano cerca de una casa recién concluida. Las casi tres plantas se yerguen inquietas . Murmullos provenientes del interior de un hostal iluminado. Allí lo que parece una celebración. Apoyas tus manos contra el cristal, te escondes detrás del vaho.  Los imaginas deteniendo sus pupilas cuando el motor del coche ya no suena.  El horno está apagado   
En realidad, no son muchosCada alma con su rostroLigado a sus mentirasY otro voto que me embuchoQue se note que militoQue nadie juega con mi ira Nuevo día en reflexiónDe otros cientos sin corduraEsperando una propuesta Y no me falta la razónCuando hablo sin mesuraDe mi paciencia indispuesta Pero ya vienen Ataviados con eleganciaInadvertidos como arpíasEllos nunca mientenAl tratarse de abundanciaDe negarse las victorias Ojos de avariciaUna vez sin esperanza ¿A quién sirve este mantel?Voto de obedienciaLugar para alabanzasLucha sin cuartel
PENSAMIENTO LATERAL    Muy de cerca se erigen en bloque oficinas incontables  El ascensor marca uno, tres y hasta cinco pisos Iluminada al final del pasillo, una sala despide a seis individuos que se rascan la cabeza empecinados Después, el silencio Algo siempre queda, piensa para sí la secretaria cuando la bisagra emite repetidos goznes  Dentro Se descuelga de un cuerno de madera doblado y da un portazo El sombrero blanco: es un sonido estrepitoso, fruto del desaire  Esa ráfaga de viento son nuestras migas,  repuso instintivamente el sombrero rojo   Hay alguien detrás de la puerta. Reclinad la punta . Mirad abajo. Era el negro de todos ellos.  ¿Agachar la cabeza? ¿No veis que esta sala amarillea? Interviene el sombrero verde que parecía ensimismado: Colocad la parte hueca sobre el pomo. Durante 6 días pensaremos la forma ¿Tienes pensado cómo protegernos en este tiempo? El mar es azul  Afuera, en los jardines exteriores, las personas que no han querido vender yacen sin vida La marca determina "RESUELTO" el problema
   Era preciosa aun revestida de pliegues, también muda. Yo escribía en clave de disgusto. Eso, por lo general, no conquistaba. Pero ella insistió. Un resumen de mi vida fue, quizá, la hechura en que mis manos acometieran, por fin, la faena. Tenía unos minutos, igual que un juego, o un reto,tiempo insuficiente para explayarme en describir los despropósitos de otros escarceos infructuosos. “Una mujer, mejor sin nombre, de ojos verdes y pelo enmarañado, supuestamente por el salitre, según sus hilarantes aspavientos…” Se agarró las manos, implorando ser la primera.La forma más grácil en que me han interrumpidonunca.Ella sacó su cuaderno. Dibujó una tabla de surf. Plasmó el salitre como una suerte de mineral ofuscado, que visita siempre inoportuno. Cejas incontroladas por interpretar. Arriba, dos veces, siguiendo el hilo inconexo con el cual la impaciencia empuja. Reparé en sus labios blanquecinos y cortados. Eran, como siempre, lo primero con lo que uno desea conectar. Eso sí era salitre.Creo que ella lo advirtió mucho antes. Por eso se acercó a una distancia imprudente para un chico de provincia, tanto, que me tambaleé sobre las dos patas de la silla. Me recompuse, aunque las oí crujir con fuerza.  - Yo es que soy así, valiéndome de un fútil argumento.       Sonrió por primera vez, no sé muy bien si por lo estúpido o lo pueril. Todavía hoy espero que por lo segundo. Me mostró los otros bocetos que había comenzado sin llegar a concluir ninguno. ¿Por qué sí esa tabla de surf?  Entonces comprendí cómo, cada vez que bajaba la cabeza, ella intuía mi soliloquio interno sin esfuerzo.De repente señaló detrás de mi, posiblemente más allá de donde escudriñé al volverme. La cordillera se extendía inmisericorde, conjugándose riscos y verdes faldas montañosas sin linde. - Pero no hay mar…Me devolvió la negativa, ladeando su cabeza con insistencia, y arrancó la hoja del cuaderno. Seguí muy de cerca aquel lagrimón en busca de su accidentado pómulo. Pero aún estaba a tiempo de retirarlo, y así lo hice.  Escribí sin consuelo, magnetizado por la emoción. Sus pupilas recorrieron con la misma ferocidad toda esa sarta de verdades rendidas ante el silencio.   
La muda
Autor: javier castillo esteban  517 Lecturas
Se agotaron antes de empezar. Sumidas en la angustia por demostrar que estaban todas.Anoche me dijo que el gato había comido no sé qué.Movía la mandíbula maquinalmente, de cuello firme, como si el nivel de restos nomermara pese a todo.El cuenco del agua estaba vacío. Dos pupilas ovaladas hasta el final de la negrura. Sentí algo violento detrás de mí. Una nada inquietante esforzándose en materializar elmisterio. Toc, toc.- ¿Eres tú? - ¿Quién? -, respondió el silencio de un vestíbulo abigarrado.¿Alguna vez fuimos decoradores? De esta última cuestión aún no estoy seguro, puede que sólo lo pensase.Más allá, tras varios flecos que hacían chistes sobre su alfombra vieja, ella dormíaapaciblemente. Parecía musitar sobre nosotros. De pronto cesó, y sus pendientes velaronde fantasía la consiguiente postración.La gallina gigante me perseguía otra noche más, manteniendo un idilio con mis pasospresurosos. Llegué hasta el negociador oscilante y le mostré el alijo. Un preciodemasiado alto para una cáscara ordinaria.Una esfera, ideada sin redondear, se agitó debajo de sus párpados, fruto del alboroto.Es posible que ella, al despertar, me hallase sin juicio, pero os juro que fueron 200.
En los vestigios de una verde pradera entre los escombrossolo quedan el tablazón y los harapos de una vidael viento sopla ahora con fuerza revisando instintos y notas perdidasrefugios indemnes de una esencia libre y ricael cielo sórdido de  un apoteósico desenlace regresa hoy azul y límpido desvaneciendo las brumas de un terreno hollado por tu presencia 
Libre
Autor: javier castillo esteban  368 Lecturas

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