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Sabe, si alguna vez tus labios rojosquema invisible atmósfera abrasada,que al alma que hablar puede con los ojos,también puede besar con la mirada. Fatigada del baile,encendido el color, breve el aliento,apoyada en mi brazo,del salón se detuvo en un extremo.Entre la leve gasaque levantaba el palpitante seno,una flor se mecíaen compasado y dulce movimiento.Como cuna de nácarque empuja al mar y que acaricia el céfirotal vez allí dormíaal soplo de sus labios entreabiertos.¡Oh! ¡Quién así, pensaba,dejar pudiera deslizarse el tiempo!¡Oh, si las flores duermen,qué dulcísimo sueño! Hoy la tierra y los cielos me sonríen;hoy llega al fondo de mi alma el sol;hoy la he visto.., la he visto y me ha mirado...¡Hoy creo en Dios! Si al mecer las azules campanillasde tu balcón,crees que suspirando pasa el vientomurmurador,sabe que, oculto entre las verdes hojas,suspiro yo.Si al resonar confuso a tus espaldasvago rumor,crees que por tu nombre te ha llamadolejana voz,sabe que, entre las sombras que te cercante llamo yo.Si se turba medroso en la alta nochetu corazón,al sentir en tus labios un alientoabrasador,sabe que, aunque invisible, al lado tuyorespiro yo. Cendal flotante de leve bruma,rizada cinta de blanca espuma,rumor sonorode arpa de oro,beso del aura, onda de luz,eso eres tú.Tú, sombra aérea que cuantas vecesvoy a tocarte, te desvanecescomo la llama, como el sonido,como la niebla, como un gemidodel lago azul.En mar sin playas onda sonante,en el vacío cometa errante,largo lamento.del ronco viento,ansia perpetua de algo mejor,Eso soy yo.¡Yo, que a tus ojos, en mi agoníalos ojos vuelvo de noche y díayo, que incansable como dementetras una sombra, tras la hija ardientede una visión! Cuando sobre el pecho inclinasla melancólica frente,una azucena tronchadame pareces.Porque al darte la pureza,de que es símbolo celeste,como a ella te hizo Diosde oro y de nieve. Tu pupila es azul, y cuando ríes,su claridad suave me recuerdael trémulo fulgor de la mañanaque en el mar se refleja.Tu pupila es azul, y cuando lloras,las transparentes lágrimas en ellase me figuran gotas de rocíosobre una violeta.Tu pupila es azul, y si en su fondocomo un punto de luz radia una ideame parece, en el cielo de la tarde,¡una perdida estrella! Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos,la imagen de tus ojos se quedó,como la mancha oscura, orlada en el fuego,que flota y ciega si se mira al sol.Adondequiera que la vista clavo,torno a ver tus pupilas llamear;mas no te encuentro a ti; que es tu mirada:unos ojos, los tuyos, nada más.De mi alcoba en el ángulo los mirodesasidos fantásticos lucir;cuando duermo los siento que se ciernende par en par abiertos sobre mí.Yo sé que hay fuegos fatuos que en la nochellevan al caminante a perecer:yo me siento arrastrado por tus ojospero a dónde me arrastran, no lo sé. Primero es un albor trémulo y vago, raya de inquieta luz que corta el mar; luego chispea y crece y se dilata en ardiente explosión de claridad. La brilladora lumbre es la alegría, la temerosa sombra es el pesar. ¡Ay! En la oscura noche de mi alma, ¿cuándo amanecerá? Al ver mis horas de fiebre e insomnio lentas pasar, a la orilla de mi lecho, ¿quién se sentará? Cuando la trémula mano tienda, próximo a expirar, buscando una mano amiga, ¿quién la estrechará? Cuando la muerte vidríe de mis ojos el cristal, mis párpados aún abiertos, ¿quién los cerrará? Cuando la campana suene (si suena en mi funeral) una oración, al oírla, ¿quién murmurará? Cuando mis pálidos restos oprima la tierra ya, sobre la olvidada fosa, ¿quién vendrá a llorar? ¿Quién en fin, al otro día, cuando el sol vuelva a brillar, de que pasé por el mundo quién se acordará? Mi vida es un erial, flor que toco se deshoja; que en mi camino fatal alguien va sembrando el mal para que yo lo recoja. ¿Quieres que de ese néctar delicioso no te amargue la hez? Pues aspírale, acércale a tus labios y déjale después. ¿Quieres que conservemos una dulce memoria de este amor? Pues amémonos hoy mucho, y mañana digámonos: ?¡Adiós! Este armazón de huesos y pellejos, de pasear una cabeza loca se halla cansado al fin, y no lo extraño, pues, aunque es la verdad que no soy viejo, de la parte de vida que me toca en la vida del mundo, por mi daño he hecho un uso tal, que juraría que he condensado un siglo en cada día. Así, aunque ahora muriera, no podría decir que no he vivido; que el sayo, al parecer nuevo por fuera, conozco que por dentro ha envejecido. Ha envejecido, sí, ¡pese a mi estrella! Harto lo dice ya mi afán doliente, que hay dolor que al pasar, su horrible huella graba en el corazón, si no en la frente. Hoy como ayer, mañana como hoy, ¡y siempre igual! Un cielo gris, un horizonte eterno y andar... andar. Moviéndose a compás, como una estúpida máquina, el corazón. La torpe inteligencia del cerebro, dormida en un rincón. El alma, que ambiciona un paraíso, buscándole sin fe, fatiga sin objeto, ola que rueda ignorando por qué. Voz que, incesante, con el mismo tono, canta el mismo cantar, gota de agua monótona que cae y cae, sin cesar. Así van deslizándose los días, unos de otros en pos; hoy lo mismo que ayer...; y todos ellos, sin gozo ni dolor. ¡Ay, a veces me acuerdo suspirando del antiguo sufrir! Amargo es el dolor, ¡pero siquiera padecer es vivir! Entre el discorde estruendo de la orgía acarició mi oído, como nota de música lejana, el eco de un suspiro. El eco de un suspiro que conozco, formado de un aliento que he bebido, perfume de una flor que oculta crece en un claustro sombrío. Mi adorada de un día, cariñosa, ?¿En qué piensas?? me dijo. ?En nada... ?En nada, ¿y lloras? ?Es que tengo alegre la tristeza y triste el vino. Yo sé cuál el objeto de tus suspiros es; yo conozco la causa de tu dulce secreta languidez. ¿Te ríes?... Algún día sabrás, niña, por qué. Tú acaso lo sospechas, y yo lo sé. Yo sé cuándo tú sueñas, y lo que en sueños ves; como en un libro, puedo lo que callas en tu frente leer. ¿Te ríes?... Algún día sabrás, niña, por qué. Tú acaso lo sospechas, y yo lo sé. Yo sé por qué sonríes y lloras a la vez; yo penetro en los senos misteriosos de tu alma de mujer. ¿Te ríes? ... Algún día sabrás, niña, por qué; mientras tú sientes mucho y nada sabes, yo, que no siento ya, todo lo sé. Cuando volvemos las fugaces horas del pasado a evocar, temblando brilla en sus pestañas negras una lágrima pronta a resbalar. Y, al fin, resbala y cae como gota de rocío al pensar que cual hoy por ayer, por hoy mañana, volveremos los dos a suspirar. Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán. Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres... ¡esas... no volverán!. Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar, y otra vez a la tarde aún más hermosas sus flores se abrirán. Pero aquellas, cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lágrimas del día... ¡esas... no volverán! Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará. Olas gigantes que os rompéis bramando en las playas desiertas y remotas, envuelto entre la sábana de espumas, ¡llevadme con vosotras! Ráfagas de huracán que arrebatáis del alto bosque las marchitas hojas, arrastrado en el ciego torbellino, ¡llevadme con vosotras! Nube de tempestad que rompe el rayo y en fuego ornáis las sangrientas orlas, arrebatado entre la niebla oscura, ¡llevadme con vosotras!. Llevadme, por piedad, a donde el vértigo con la razón me arranque la memoria. ¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas!. Voy contra mi interés al confesarlo;no obstante, amada mía,pienso cual tú que una oda solo es buenade un billete del banco al dorso escrita.No faltará algún necio que al oírlose haga cruces y diga:Mujer al fin del siglo diez y nuevematerial y prosaica... ¡Boberías!¡Voces que hacen correr cuatro poetasque en invierno se embozan con la lira!¡Ladridos de los perros a la luna!Tú sabes y yo se que en esta vida,con genio es muy contado el que la escribe,y con oro cualquiera hace poesía. Cuando en la noche te envuelvenlas alas de tul del sueñoy tus tendidas pestañassemejan arcos de ébano,por escuchar los latidosde tu corazón inquietoy reclinar tu dormidacabeza sobre mi pecho,diera, alma mía,cuanto poseo,la luz, el airey el pensamiento!cuando se clavan tus ojosen un invisible objetoy tus labios iluminade una sonrisa el reflejo,por leer sobre tu frenteel callado pensamientoque pasa como la nubedel mar sobre el ancho espejo,diera, alma mía,cuanto deseo,la fama, el oro,la gloria, el genio!Cuando enmudece tu lenguay se apresura tu alientoy tus mejillas se enciendeny entornas tus ojos negros,por ver entre sus pestañasbrillar con húmedo fuegola ardiente chispa que brotadel volcán de los deseos,diera, alma mía,por cuanto espero,la fe, el espíritu,la tierra, el cielo. Dos rojas lenguas de fuegoque a un mismo tronco enlazadasse aproximan, y al besarseforman una sola llama.Dos notas que del laúda un tiempo la mano arranca,y en el espacio se encuentrany armoniosas se abrazan.Dos olas que vienen juntasa morir sobre una playay que al romper se coronancon un penacho de plata.Dos jirones de vaporque del lago se levantan,y al reunirse en el cieloforman una nube blanca.Dos ideas que al par brotan,dos besos que a un tiempo estallan,dos ecos que se confunden,eso son nuestras dos almas. Porque son, niña, tus ojosverdes como el mar, te quejas;verdes los tienen las náyades,verdes los tuvo Minerva,y verdes son las pupilasde las hourís del Profeta.El verde es gala y ornatodel bosque en la primavera;entre sus siete coloresbrillante el Iris lo ostenta,las esmeraldas son verdes;verde el color del que espera,y las ondas del océanoy el laurel de los poetas.Es tu mejilla tempranarosa de escarcha cubierta,en que el carmín de los pétalosse ve al través de las perlas.Y sin embargo,sé que te quejasporque tus ojoscrees que la afean,pues no lo creas.Que parecen sus pupilashúmedas, verdes e inquietas,tempranas hojas de almendroque al soplo del aire tiemblan.Es tu boca de rubíespurpúrea granada abiertaque en el estío convidaa apagar la sed con ella,Y sin embargo,sé que te quejasporque tus ojoscrees que la afean,pues no lo creas.Que parecen, si enojadatus pupilas centellean,las olas del mar que rompenen las cantábricas peñas.Es tu frente que corona,crespo el oro en ancha trenza,nevada cumbre en que el díasu postrera luz refleja.Y sin embargo,sé que te quejasporque tus ojoscrees que la afean:pues no lo creas.Que entre las rubias pestañas,junto a las sienes semejanbroches de esmeralda y oroque un blanco armiño sujetan.Porque son, niña, tus ojosverdes como el mar te quejas;quizás, si negros o azulesse tornasen, lo sintieras. —Yo soy ardiente, yo soy morena,yo soy el símbolo de la pasión,de ansia de goces mi alma está llena.¿A mí me buscas?—No es a ti, no.—Mi frente es pálida, mis trenzas de oro:puedo brindarte dichas sin fin,yo de ternuras guardo un tesoro.¿A mí me llamas?—No, no es a ti.—Yo soy un sueño, un imposible,vano fantasma de niebla y luz;soy incorpórea, soy intangible:no puedo amarte.—¡Oh ven, ven tú! Los invisibles átomos del aireen derredor palpitan y se inflamanel cielo se deshace en rayos de orola tierra se estremece alborozada.Oigo flotando en olas de armoníarumor de besos y batir de alas,mis párpados se cierran...¿Qué sucede?¿Dime?... ¡Silencio!... ¿Es el amor que pasa? Cuando miro el azul horizonteperderse a lo lejosa través de una gasa de polvodorado e inquieto,me parece posible arrancarmedel mísero suelo,y flotar con la niebla doradaen átomos levescual ella deshecho.Cuando miro de noche en el fondoobscuro del cielolas estrellas temblar, como ardientespupilas de fuego,me parece posible a do brillansubir en un vuelo,y anegarme en su luz, y con ellaen lumbre encendidofundirme en un besoEn el mar de la duda en que bogoni aún sé lo que creo:¡Sin embargo, estas ansias me dicenque yo llevo algodivino aquí dentro! Del salón en el ángulo oscuro,de su dueño tal vez olvidada,silenciosa y cubierta de polvoveíase el arpa.¡Cuánta nota dormía en sus cuerdascomo el pájaro duerme en la ramaesperando la mano de nieveque sabe arrancarlas!¡Ay! -pensé-, ¡Cuántas veces el genioasí duerme en el fondo del alma,y una voz, como Lázaro, esperaque le diga: “Levántate y anda”! Como la brisa que la sangre oreasobre el oscuro campo de batalla,cargada de perfumes y armoníasen el silencio de la noche vaga;símbolo del dolor y la ternura,del bardo inglés en el horrible drama,la dulce Ofelia, la razón perdidacogiendo flores y cantando pasa. Espíritu sin nombre,indefinible esencia,yo vivo con la vidasin formas de la idea.Yo nado en el vacíodel sol tiemblo en la hoguerapalpito entre las sombrasy floto con las nieblas.Yo soy el fleco de orode la lejana estrella,yo soy de la alta lunala luz tibia y serena.Yo soy la ardiente nubeque en el ocaso ondea;yo soy del astro errantela luminosa estela.Yo soy nieve en las cumbres,soy fuego en las arenas,azul onda en los maresy espuma en las riberas.En el laúd soy nota,perfume en la violeta,fugas llama en las tumbasy en las ruinas hiedra.Yo atrueno en el torrente,y silbo en la centellay ciego en el relámpagoy rujo en la tormenta.Yo río en los alcoressusurro en la alta yerba,suspiro en la onda puray lloro en la hoja seca.Yo ondulo con los átomosdel humo que se elevay al cielo lento subeen espiral inmensa.Yo, en los dorados hilosque los insectos cuelganme mezclo entre los árbolesen la ardorosa siesta.Yo corro tras las ninfasque en la corriente frescadel cristalino arroyodesnudas juguetean.Yo, en bosque de corales,que alfombran blancas perlas,persigo en el océanolas náyades ligeras.Yo, en las cavernas cóncavas,do el sol nunca penetra,mezclándome a los gromoscontemplo sus riquezas.Yo busco de los sigloslas ya borradas huellas,y sé de esos imperiosde que ni el nombre queda.Yo sigo en raudo vértigolos mundos que voltean,y mi pupila abarcala creación entera.Yo sé de esas regionesa do rumor no llega,y donde informes astrosde vida un soplo esperan.Yo soy sobre el abismoel puente que atraviesa;yo soy la ignota escalaque el cielo une a la tierra.Yo soy el invisibleanillo que sujetael mundo de la formaal mundo de la idea.Yo soy, en fin, ese espíritu,desconocida esencia,perfume misteriosode que es vaso el poeta. De lo poco de vida que me resta diera con gusto los mejores años, por saber lo que a otros de mí has hablado. Y esta vida mortal, y de la eterna lo que me toque, si me toca algo, por saber lo que a solas de mí has pensado. Lo que el salvaje que con torpe mano hace de un tronco a su capricho un dios, y luego ante su obra se arrodilla, eso hicimos tú y yo. Dimos formas reales a un fantasma, de la mente ridícula invención, y hecho el ídolo ya, sacrificamos en su altar nuestro amor. Besa el aura que gime blandamente las leves ondas que jugando riza; el sol besa a la nube en occidente y de púrpura y oro la matiza; la llama en derredor del tronco ardiente por besar a otra llama se desliza; y hasta el sauce, inclinándose a su peso, al río que le besa, vuelve un beso. No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira; podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía. Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas, mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista, mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías, mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía! Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida, y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista, mientras la humanidad siempre avanzando no sepa a dó camina, mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía! Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡habrá poesía! Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran, mientras responda el labio suspirando al labio que suspira, mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas, mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía! Sacudimiento extraño que agita las ideas, como huracán que empuja las olas en tropel. Murmullo que en el alma se eleva y va creciendo como volcán que sordo anuncia que va a arder. Deformes siluetas de seres imposibles; paisajes que aparecen como al través de un tul. Colores que fundiéndose remedan en el aire los átomos del iris que nadan en la luz. Ideas sin palabras, palabras sin sentido; cadencias que no tienen ni ritmo ni compás. Memorias y deseos de cosas que no existen; accesos de alegría, impulsos de llorar. Actividad nerviosa que no halla en qué emplearse; sin riendas que le guíen, caballo volador. Locura que el espíritu exalta y desfallece, embriaguez divina del genio creador... Tal es la inspiración. Gigante voz que el caos ordena en el cerebro y entre las sombras hace la luz aparecer. Brillante rienda de oro que poderosa enfrena de la exaltada mente el volador corcel. Hilo de luz que en haces los pensamientos ata; sol que las nubes rompe y toca en el zenít. Inteligente mano que en un collar de perlas consigue las indóciles palabras reunir. Armonioso ritmo que con cadencia y número las fugitivas notas encierra en el compás. Cincel que el bloque muerde la estatua modelando, y la belleza plástica añade a la ideal. Atmósfera en que giran con orden las ideas, cual átomos que agrupa recóndita atracción. Raudal en cuyas ondas su sed la fiebre apaga, oasis que al espíritu devuelve su vigor... Tal es nuestra razón. Con ambas siempre en lucha y de ambas vencedor, tan sólo al genio es dado a un yugo atar las dos. Saeta que voladora cruza, arrojada al azar, y que no se sabe dónde temblando se clavará; hoja que del árbol seca arrebata el vendaval, sin que nadie acierte el surco donde al polvo volverá; gigante ola que el viento riza y empuja en el mar, y rueda y pasa, y se ignora qué playa buscando va; luz que en cercos temblorosos brilla, próxima a expirar, y que no se sabe de ellos cuál el último será; eso soy yo, que al acaso cruzo el mundo sin pensar de dónde vengo ni a dónde mis pasos me llevarán. Yo sé un himno gigante y extrañoComo en un libro abierto que anuncia en la noche del alma una aurora, leo de pupilas en el fo¿A qué fingir el labio y estas páginas son de ese himno cadencias que el aire dilata en las sombras. Yo quisiera escribirle, del hombre domando el rebelde, mezquino idioma, con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas. Pero en vano es luchar, que no hay cifra capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!, si, teniendo en mis manos las tuyas, pudiera, al oído, cantártelo a solas. que se desmienten con los ojos? ¡Llora! No te avergüences de confesar que me quisiste un poco. ¡Llora! Nadie nos mira. Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.
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[3] Próx. > Fin >> Poco hacía que se habían casado cuando ella lo abandonó. El motivo que adujo fue que no toleraba que el comiera ensalada de tomate y huevo, ya que a ella le gustaba la de lechuga y tomate. Ese motivo marcaba una distancia imposible de superar en la relación. Ella viajó por el mundo y recaló en Africa. Tal vez en el lugar menos indicado por las pestes y otras yerbas. Allí quedó embarazada de la muerte y a los nueve meses exactos, murió. Cuando él se enteró de su fallecimiento estuvo tres horas y cuarenta y tres minutos llorando de la risa. Su alegría era inigualable. La situación económica del hombre era buena pero la situación política del país se hacía cada vez mas compleja. Por ese motivo decidió pedir asilo. Y así fue que a pesar de su edad, lo aceptaron en un asilo de ancianos. Se acostumbró rápidamente a esa vida placentera. Le servían en la cama si no deseaba levantarse, lo lavaban, incluso sus partes íntimas con minucioso cuidado, disfrutaba del sol en el parque y cuando tenía ganas escribía cuentos y poema fumando un delicioso puro. Una noche se encontró , en un pasillo poco iluminado con una monja enfermera que hacía su ronda. . Era joven y bonita. En el instante que la vio se sintió atraído y sin más la empujó hasta la enfermería y la hizo suya. Satisfecho se retiró a su dormitorio y se quedó dormido, mientras la monjita, intentaba recomponerse acomodando sus ropas entre sollozos. La pobre muchacha no pudo dormir esa noche y rezó hasta la madrugada. No se levanto hasta el mediodía pensando como lo denunciaría e imaginando el castigo que el internado se merecía. A la hora del almuerzo se dirigió hasta el comedor, donde el hombre estaba felizmente almorzando. Ella lo vio, fue como un shock, como un choque de planetas cuando lo observó comiendo una ensalada de tomates y huevos silenciosamente. Al ver la monja su comida preferida se encandiló, y además de enamorarse de él, lo veneró. Luego de ese momento de iluminación ( ¿la ensalada de tomates y huevo que él engullía silenciosamente tendría que ver es esto ?) comenzó a ir todas las noches a la habitación de él. Le pedía que le hiciera el amor y luego se quedaba rezando al pie de su cama durante el resto de la noche. No rezaba al Cristo Padre, sino a él. El se había transformado en un Dios para ella. El hombre, convencido por ella que El era el Dios Todopoderoso, comenzó a comportarse como tal. Pasaron unos años hasta que un día un funcionario del gobierno hizo una denuncia que apareció en el Diario El Laberinto de Lomas de Zamora, donde expresaba que en el Asilo Padre Hermoso ocurrían cosas extrañas. El investigador que se acercó una noche hasta el lugar, encontró a todo el personal de servició, curas y monjas, ancianos recuperados de enfermedades terminales, gatos y perros, arrodillados frente a El, mientras digerían un plato de ensalada de tomates y huevos. Gloria bajaba por la escalera de su alquilado departamento de flores era de noche, y el clima era cálido y agradable, gloria bajaba con las bolsas de basura una en cada mano, las bolsas eran negras y pesadas, abrió la puerta que daba a la calle y salió, la noche era tranquila y hermosa, gloria era una estudiante en la universidad de Palermo, tenía 24 años y vivía en un departamento pagado por sus padres que vivían en Mendoza, hija de una respetada familia de clase alta, hermosa mujer, exitosa, destinada a lo mejor de lo mejor. Por otro lado, es mejor decir, del otro lado de la calle estaba Hernán, un pibe de 23 años, con muchos problemas que la vida había preparado especialmente para él, no conocía a su padre, no sabía nada de su madre o de sus dos hermanos hace años, hace años que vivía de trabajo en trabajo y hace dos años que vivía en frente del departamento de Gloria y la observaba todas las noches, enamorado de ella vivía en una habitación de un antiguo bar abandonado, la fachada de enfrente estaba completamente tapiada y escrita con aerosoles, Hernan vivía ahí, con una pequeña cama un baño precario y cientos de cuadernos escritos, era lo único que hacia cuando volvía de su trabajo mal pago en un restaurant de constitución, las botellas vacías adornaban el suelo, los vidrios rotos, las bolsas vacías de cocaína, las cenizas de cigarrillos flotaban en el aire, tenía solamente un foco que colgaba de su habitacion, junto a la puerta principal del viejo bar (que claro estaba tapiada) había una pequeña grieta, detrás de esa grieta estaba Gloria dejando las bolsas de basura en el canasto. El, la observaba como todas las noches, a veces incluso se masturbaba a través de esa grieta mugrosa, mirando a Gloria, sabia sus horarios, su agenda, la había memorizado mirándola por la grieta, incluso la tenía anotada por algún cuaderno, que obviamente ya no necesitaba, ya que sabía su agenda de memoria, Gloria era bella, Hernan solamente conocía la soledad, no conocía nada más, tantos años solo, habían desarrollado en él un rechazo a la gente, no podía relacionarse con nadie, en el trabajo no hablaba, él era lavaplatos hace más de 4 años, la gente lo conocía, habían rumores sobre él, nadie sabía quién era, de donde venía o hacia donde iba cada noche, algunos viejos borrachos apostaban si él era realmente mudo o solamente no quería hablar con nadie, nunca lo averiguaron. Demian tenía miles de libros por toda su habitación, era la única cosa en la que gastaba su sueldo, ya que en el trabajo le daban de comer, los tenia apilados en el piso, en las mesas, la mayoría eran viejos y húmedos, con paginas amarillentas, pilas y pilas de ellos, Bukowski, Borges, Sábato eran sus preferidos, tenía las obras completas en una vieja repisa que colgaba de la pared, a veces salía a comprar licores o cerveza en el viejo almacén de la esquina, tomaba cocaína que conseguía, nadie sabía cómo, pero lo hacía, se encerraba días y noches a tomar y escribir, podía pasar días enteros escribiendo, y noches soñando sin dormir, hablaba solo, cantaba y a veces prendía la vieja radio que alguien se había olvidado. Gloria pasaba sus días estudiando en su departamento, sus amigas la visitaban los martes a la noche, estaba soltera hacia solamente un mes, hasta hace poco salía con un médico que vivía en Hurlimgam se llamaba Víctor, lo había engañado con su mejor amiga, así que Gloria pasaba las noches llorando y los días no radiaban tanto para ella como antes, tenía éxito, pero no le importaba, tenía dinero pero no le importaba, tenía todo lo que cualquiera desearía pero no le alcanzaba, pensaba en Víctor y su amiga, cojiendo en un telo de Avenida J.B. Justo sus lágrimas brotaban y caían sobre sus cuadernos de arquitectura, mientras las luces naranjas de los focos de la calle entraban por su gran ventanal del tercer piso. Gloria a pesar de todo se mostraba radiante con todo el mundo, pero no estaba bien, Gloria odiaba y a veces lloraba a los gritos, Hernan lo sabía, se daba cuenta solamente con verla caminar, sus pasos no eran los mismos, su cara estaba cansada de tanto fingir alegría y sus ojos no brillaban con el sol como lo hacían antes, el auto de su ahora ex novio no estaba más estacionado frente a la calle, Hernán lo sabía, y lo escribía, como todas las tardes al llegar del trabajo, no podía verla así, escribió un poema para Gloria, se llamaba justamente “Gloria”, lo escribió en un cuadernillo de tapa azul, saco la hoja y la doblo en pequeños pedazos, antes de que ella saque la basura como lo hacía día por medio, se acercó a la entrada y la dejo en el piso, luego se fue a su habitación a observar a través de la grieta, esperaba hasta que Gloria saliese por la puerta, ella sale observa la hoja doblada en el piso y sigue de largo, deja las bolsas de basura en el cesto mira nuevamente la carta se acerca lentamente y la abre, mira hacia atrás y luego hacia adelante, se la guarda en el bolsillo y entra. Una vez dentro Gloria abre el papel, lo lee y se queda en su sillón de cuero sentada bajo la luz de su velador de pie, pensando, realmente le había gustado la poesía, sonrió, parecía un poco extraño, pero era un lindo gesto, viniese de quien viniese, esa noche Gloria durmió con una semi-sonrisa en su rostro, pensando en el autor de esa poesía, era un poco perturbador, pero lo había hecho para que ella se sienta bien o al menos así ella lo interpreto, apago las luces y cerro sus celestes ojos. Al despertarse preparo su desayuno, dos tostadas de pan integral untadas con casamcrem, un vaso de jugo exprimido de naranja y un café negro, bajo por el diario a la puerta y subió nuevamente, no se sentía tan mal como los demás días, estaba agradecida y se sentía querida de alguna extraña manera, leía su diario mientras comía su desayuno en pantuflas y jogging, el día estaba soleado eran las ocho de la mañana y hacían 18 grados, sería un día caluroso. Hernan amaneció bajo los efectos de la cocaína, todavía no había dormido y tenía que ir a trabajar como todos los días, tomo el colectivo leyendo un libro de Friedrich Nietzsche que ya había leído más de cinco veces, llego al trabajo y comenzó a preparar su lugar, a barrer y a limpiar, su jefe lo apreciaba mucho, era uno de los pocos que lo había escuchado hablar y le gustaba, era eficiente y callado, como una máquina, nunca había tenido una queja y nunca había exigido nada, parecía que ese restaurant era todo lo que tenía, pero no era así, también tenía un poco de Gloria. Los gritos en el departamento de gloria despertaron a Hernan, su ex novio estaba en su departamento, pidiendo perdón y ella sacada casi loca lo insultaba de arriba abajo, los gritos eran muy fuertes y tenían a todos despiertos esa tarde de miércoles, Gloria lloraba y gritaba, sus venas se podían ver a través de su cien, Víctor se limitaba a escuchar y hablar con la cabeza gacha, como tantas otras veces, Gloria se quería casar con él, pero el siempre hacia lo mismo, y ella también siempre lo perdonaba, un círculo vicioso idiota, una y otra vez, los hombres y las mujeres se lastimaban unos a otros todos los días, la luz de la luna entraba por las cortinas de las grandes ventanas iluminando un frasco de perfume que estaba tirado en el piso, que Gloria había arrojado, el piso estaba cubierto de sus cosas, adornos, lapiceras, el medico exitoso estaba de pie ante todo eso soportando los escupitajos de insultos hacia su persona, al parecer no había otra salida, Gloria tenía la garganta rasposa de tanto gritar, los vecinos tocaban su puerta pero a ella no le importaba, lo miro fijamente y lo abofeteo, con fuerzas y le pidió que se retire, él lo hiso, ella se quedó sentada en el piso contemplando todo el desastre que había hecho, pero no le importaba, su corazón estaba demasiado herido como para que le importe algo más. Hernan sabía que no se sentía bien, así que al día siguiente le dejaría otra poesía en la puerta de su casa para que se tope con ella, Hernan estaba borracho tirado en la cama, se levantó tambaleando y se sentó en la mesa prendió una vela, y comenzó a escribir el poema para Gloria, las palabras salían solas, el la amaba y con ella conseguía la inspiración que necesitaba para salir adelante, para no volverse loco completamente, soñaba por las noches con ella, con tocarla, con conocerla, con que algún día ella lo abrase, Hernán no sabía lo que era un abrazo, solamente había leído sobre eso, miles de poemas hablaban sobre abrazos, sobre el afecto que el tanto desconocía, que le hacía falta. Al día siguiente doblo el poema de la misma forma y lo dejo en el mismo lugar, ella al sacar la basura reconoció el trozo de papel al instante y lo tomo entre manos, y después de eso, se quedó parada en la vereda, con el poema apoyado en su seno, mirando hacia todos lados, tratando de buscar al autor, no lo vio por ningún lado, Hernan se acostó en su cama y comenzó a masturbarse. Gloria leía su poesía tomando un vaso de coñac con dos hielos, estaba realmente fascinada por el material de este desconocido que firmaba con una “H” al final, la curiosidad de toda mujer despertó en ella, así que decidió contestarle, dejando una pequeña carta en el mismo lugar que el dejaba su poesía para ella, escribió toda esa noche, con sentimiento y calma, mientras las luces naranjas de los focos de la calle iluminaban nuevamente su ventana, el estéreo sonaba en una forma moderada, Gloria tenía una pequeña sonrisa dibujada en su blanco rostro, quizás existía la chance de que todo esto esté bien, quizá. Al día siguiente Gloria a la misma hora, salió a la vereda de su departamento y se sentó a mirar hacia la calle, Hernan estaba en el otro lado mirando desde la grieta de la pared, ella saco de su bolsillo una carta doblada de la misma forma que lo hacia él y la dejo en el mismo lugar que encontró las poesías, se levantó y se fue, a la universidad. Hernan, desconcertado, salió despacio a la calle, con el corazón latiendo muy rápido, camino despacio hacia la carta cuando estuvo frente a la carta sus ojos se abrieron grandes la tomo y se la guardo, volvió a su habitación iluminada por el único foco que tenía, se sentó en la cama y comenzó a leerla, a medida que iba leyendo los párrafos, sonreía, Hernan no sonreía hacia años, no recordaba cómo era esa sensación tantos años sin sentir nada lo habían hecho un hombre inerte a todos esos sentimientos que lo invadían en ese momento, a pesar de su falta de sentimientos, sus poesías parecían haber llegado al corazón de alguien y eso no era lo que más lo sorprendía, lo que más lo hacía era que las palabras escritas desde ese mismo puño con el que todos los días tomaba whisky habían conmovido a la persona indicada, Hernán sentía algo raro en el pecho que se llamaba FELICIDAD, y eso le gusto. Al día siguiente fue a comprar un poco de ropa, la carta de Gloria decía que lo quería conocer, y Hernan no podía desperdiciar esa oportunidad, no se lo permitiría, Tomo un poco de su dinero que tenía guardado hacía tiempo, compro unos pantalones de jean y una camisa a cuadros color bordo y celeste, unas zapatillas y se cortó el pelo, se bañó y al día siguiente espero a que Gloria llegue de la universidad mirando a través de la grieta, como todas las tardes, ella llego como de costumbre y entro, Hernan junto coraje y salió hacia la vereda, se acercó a la puerta del edificio y saco la cinta que había puesto en la cerradura para que no se cerrara y entro, camino modestamente por el pasillo y no tomo el ascensor subió por las escaleras, tranquila y relajadamente, subió hasta el piso de Gloria, y con el corazón en la boca golpeo su puerta dos veces, ella abrió y cuando lo miro sus pupilas se dilataron sorprendidas, lo miro a los ojos y dijo: - ¿Sí? ¿Qué necesita? Hernan no contestaba estaba demasiado nervioso, abrió grande los ojos y acerco su cara para darle un beso, ella puso su mano en la cara de Hernan alejándolo enojadísima, el entro en el departamento cerrando la puerta tras de él. Una vez dentro comenzaron a forcejear, Hernan tapo la boca de Gloria con la mano derecha y con la izquierda le tocaba los senos, la tenía apoyada contra la puerta, luego se separó de ella, la golpeo en la cara y la arrastro hacia el sofá, Gloria no podía gritar lo suficientemente fuerte como para que alguien la escuche, Hernan tocaba su vagina por debajo de su ropa interior, ella lloraba, era tan hermosa empapada de lágrimas, hasta se podía ver su cuello lleno de venas y rojo por la fuerza que hacia al gritar, la luna alumbraba la habitación mientras Hernan rompía su blusa dejando al descubierto unos hermosos senos, tan blancos como las nubes, suaves y tibios, maternales y muy sexuales, Hernan la golpeo otra vez con la mano abierta, le bajo los pantalones de un golpe y de la misma manera la ropa interior, que cayó tristemente al piso, Gloria lloraba y pedía piedad, Hernan la besaba fuertemente, ella mordió su labio fuertemente, pudiendo arrancar un pequeño pedazo, Hernan grito, la sangre salía a borbotones por su labio inferior, llevo sus manos a su boca y grito, luego la miro y la tomo por detrás, bajo sus pantalones y saco su pene, la penetro en ese sofá a la luz de la luna, mientras su camisa nueva se llenaba de sangre, se teñía lentamente, ella gritaba podía verla, su cabeza estaba apoyada contra un almohadón color beige, acabo su asunto y Hernán se desprendió de ella, casi todo su cuerpo estaba salpicado de sangre, Gloria giro a verlo, el, la golpeó duramente en la cara, luego continuo, la golpeo hasta que lo único que se podía escuchar era el ruido seco de su puño contra la ya deformada cara de ella, se levantó de arriba de ella, camino lentamente hacia la cocina, y comenzó a tomar la botella de coñac que había apoyada en la barra de la mesa, miro por la ventana la hermosa luna que alumbraba la cuidad de Flores, era una noche cálida de verano, la gente en la calle caminaba apurada por llegar a casa para descansar un poco mientras otros disfrutaban de la noche comiendo en restaurantes caros sobre la Avenida Rivadavia, mientras Hernan acariciaba la cara deforme y sin vida de Gloria mientras tomaba coñac, un pequeño ave se posaba junto al balcón. Nec HOY HE PENSADO QUE TAL VEZ, YA NO DEBO CALLAR, NO PUEDO SOPORTAR ESTE MALDITO SILENCIO, MANCHAS NEGRAS EN EL MAR LAS NEGRAS NUBES EN EL ESPACIO, SILENCIOSO EXTERMINIO DE NEVADOS TURBIAS AGUAS DE LOS RIOS INFERTILES TIERRAS, RECUERDOS DEL AYER SUPLICIO DEL PRESENTE SUFRIMIENTO DEL MAÑANA QUE ME DIRAN MIS HIJOS? QUE RESPUESTA LES DARE. YA NO DEBO CALLAR NO PUEDO SOPORTAR ESTE MALDITO SILENCIO GOBERNANTES INCREDULOS NO SE HASTA CUANDO DEBO ESCONDER LA TORTURA DE MIS PENSAMIENTOS MI VOZ SE ESCUCHA EN EL SILENCIO QUE AUNQUE LA RAZON ME DE EL TIEMPO NO ME SIRVE, POR QUE TAL VEZ, TAL VEZ…….. YA NO ESTARE EN ESTE MUNDO. AUTOR: MIGUEL SANTA MARIA FLORES CHIMBOTE-PERU misaflo37@hotmail.com Que te cambien la vida, puede ser sencillo. Para aquellos poderosos rayos que van dirigidos al mas allá contaminado por suelos grisáceos y malditos, llenos de oros. Más sencillo pudo ser para aquel que acabo con tirar al cielo, lo que el suelo no recibió y el mismo cielo se hizo cargo de acabar con la vida como si fuera un papel que a llama lenta se pierde en sí mismo. Nunca me había parado a pensar en lo corta que es la vida, incluso, alguna vez llegue a pensar que era demasiado larga... hasta hace un siglo atrás. Mi nombre es Elizabeth, pero, cuando aun vivía, solían llamarme Liz o Lizzie, yo, como cualquier otra adolescente de dieciséis años solía preocuparme mas por el baile de graduación que por el calentamiento global, la inseguridad o la política. Era una chica promedio, de metro sesenta, ni muy baja ni muy alta, flaca, pero no en exceso, extremadamente pálida, debido a mi nula tolerancia al sol que me obligaba a llevar bloqueador las veinticuatro horas del día, mis ojos grises que me daban un aspecto frío y altanero que desentonaba totalmente con mi carácter tímido y sumiso y mi cabello demasiado negro que resaltaba aun mas el color de mi piel, como verán no me creo una chica bonita, además, siempre fui considerada un ratón de biblioteca, por mis impecables notas, mi ropa demasiado holgada y fuera de moda, junto con mis gafas. Pero a pesar de todo esto, yo era una soñadora que esperaba a su príncipe azul, a pesar de saber muy bien que yo no era ninguna encantadora princesa. Faltaban dos semanas para el baile de primavera cuando lo vi por primera vez, él parecía una divinidad griega de las que tanto me gustaba leer, se encontraba recostado contra un árbol, guarecido en las sombras del mismo, sosteniendo en una de sus manos un libro de aspecto antiguo que se encontraba leyendo mientras que la otra se encontraba dentro del bolsillo delantero de sus jeans rasgados artísticamente, el me sorprendió observándolo y pude sentir como el fuego se apoderaba de mis mejillas, me había sonrojado, tanto porque me había pillado observándolo (prácticamente babeando), como porque tenia los ojos mas bellos y fascinantes que yo había visto en mi vida, de un verde musgo, llenos de carácter y con un brillo atípico, lleno de rebeldía e insolencia juvenil, no podía dejar de hundirme en ese mar esmeralda, él me guiño un ojo y me dedico una sonrisa maliciosa antes de volver a su lectura, mientras yo, a su vez, volvía al mundo real, me encontraba parada frente a la puerta del instituto interrumpiendo el paso, sonrojada y con una pila enorme de libros que hacían temblar mis frágiles brazos, sacudí mi cabeza para despejar mi mente y emprendí mi camino hacia la biblioteca de nuevo, apurando el paso. El día paso muy rápido, y en su transcurso me sorprendí varias veces pensando en aquel desconocido, preguntándome cuál seria su nombre o si estudiaría aquí, era una tonta, y lo sabia, pensando en alguien que solo vi por unos segundos, pero su inhumana belleza me había cautivado, y eso, me aterrorizaba. El horario escolar termino y yo tome el autobús para regresar a casa, como siempre no había nadie, yo vivía prácticamente sola, mi madre había muerto cuando yo tenia cuatro y mi padre viajaba todo el tiempo para cuidar de sus inversiones y de su empresa en Estados Unidos, además, yo sabia que otra de las razones por las que nunca se quedaba mas de una semana en Londres era por que nunca pudo recuperarse de la muerte de mama y aquí todo le recordaba a ella. Saque una pizza congelada y la puse en el microondas, mientras esperaba fui a dejar mis cosas en mi habitación y a ponerme cómoda, tome "Sensatez y Sentimientos" de mi mesa de noche y volví a la cocina, cene mientras leía, ya que no me gustaba la televisión, y luego me fui a dormir, recuerdo que esa fue la primera noche que soñé con esos ojos verdes y esa sonrisa maliciosa. Los días pasaban rápidamente y no había vuelto a ver al chico que protagonizaba todos mis sueños hacia mas de una semana, quedaban solo cuatro días para el baile y nadie me había invitado, yo deseaba mas que nada ir, pero no asistiría sin pareja, cuando llegue al instituto ese día, me dirigí hacia mi taquilla cabizbaja, y al abrirla un sobre negro se deslizo de ella cayendo al piso, me agache a recogerlo, con renovada curiosidad, olvidando momentáneamente el tema del baile, al dorso de este decía "Para la señorita Elizabeth Heimdallr". Lo abrí cuidadosamente para toparme con una hoja color rojo sangre que contenía la misma letra hermosa y pulcra, esta vez en tinta negra y decía así: Estimada Elizabeth: sé que te preguntaras quien soy, pero no se como responder a esa pregunta, pues no nos conocemos y solo nos hemos visto una vez, pero desde ese día no he podido sacarte de mi mente, me has flechado completamente, robando mi corazón por completo, es algo que no puedo explicar, supongo que eso a lo que llaman "amor a primera vista"por eso mismo te pido que me hagas el grandísimo honor de ser mi acompañante en el baile de primavera. Espero que aceptes mi petición, pero de no ser así te pido que pegues este sobre en la puerta de tu casillero, yo iré a verificar tu respuesta, te pido que seas sincera y aceptes solo si lo deseas, no temas herir mis sentimientos, pues lo ultimo que quiero es que te sientas obligada a ir. Con todo el cariño que te profeso: Thomas Sinclair. Mi corazón latió desenfrenado en mi pecho, tenia la ilusión de que fuese "él", guarde la carta en el bolsillo interno de mi chaqueta y me metí, cuidando de que nadie me viese, en el armario de limpieza desde donde podía ver a la perfección mi casillero, era la primera vez que me saltaba una clase, pero creía que valía totalmente la pena por saber quien seria mi pareja para el baile, y entonces lo vi, era "el", se acercaba hacia mi casillero andando con gracia, sus movimientos eran felinos e hipnóticos, tanto que me pareció salir de un sopor cuando el llego por fin a su destino, le vi sonreír y luego pegar otro sobre negro en este, después desapareció de la misma forma en que llego dándome una gran vista de su parte trasera que no había tenido oportunidad de admirar con anterioridad. Ni bien lo perdí de vista corrí hasta mi casillero y tome el sobre abriéndolo a toda prisa, este decía: Mi amada Elizabeth: si estas leyendo esto es por que has consentido en hacerme el hombre más feliz del planeta al darme la oportunidad de llevar a un ángel como tu del brazo al baile, pasare a recogerte a las nueve, espero con ansias nuestro encuentro. Con todo el amor del que es poseedor mi corazón: Eternamente tuyo Thomas Sinclair. No pude mas que suspirar, parecía salido de una novela de Jane Austen, recuerdo que en ese momento pensé en el cómo el príncipe azul con el que siempre había soñado. El día llego, faltaba aun una hora para que Thomas me recogiera para ir al baile tal como decía en la nota, me pregunte como sabría el dónde vivía, pero luego le reste importancia, mi padre era una figura publica y localizar su residencia no seria muy difícil, mire el reloj nuevamente, las "mariposas Sinclair" estaban de fiesta en mi estomago, ¿y si no venia? ¿y si no pasaba esto de ser una cruel broma? Mi retahíla de incoherencias se vieron interrumpidas por tres suaves y ligeros toque en la puerta. Me precipite a abrirla y allí estaba él, tan perfecto como lo recordaba, su palidez resaltaba mas aun con aquel traje de un color negro tan intenso como su cabello dándole un aspecto irreal, sus ojos eran tan brillantes como los recordaba e igual de hipnóticos que aquella vez, también. En su mano izquierda sostenía un bello ramo de rosas blancas que me entrego, al mismo tiempo que con su mano libre me atraía hacia él rozando apenas sus labios con los míos, me estremecí, no porque su temperatura corporal fuese tan baja como de hecho era sino por él, ese era el tipo de reacción que él lograba en mi, el lo noto y sonrió. Solo cuando me aparte de el note que el color celeste de su corbata era del mismo tono que mi vestido, el también pareció notarlo por que me dirigió una mirada de silenciosa complicidad y sonrió mas ampliamente, mi corazón latió irregular y me sentí sonrojarme él, aun sonriente, tomo mi mano y la beso con reverencia para luego encaminarme aun sujetandola hasta su auto, un Beamer ultimo modelo color negro que estaba en la entrada de mi casa, caballerosamente, me abrió la puerta para que subiese y espero a que acomodase mi vestido para cerrar la puerta del coche y dar la vuelta rápidamente para ponerse al volante -espero que no te importe que haya llegado tan temprano- dijo viéndose nervioso- pero deseaba verte y además...me gustaría mostrarte algo, solo si te parece bien- agrego al final y pude ver que deseaba fervientemente que le dijese que si y ¿cómo decirle que no si todo el parecía perfecto? además, era de una naturaleza demasiado curiosa y deseaba saber que quería enseñarme. Solo le sonreí y asentí, él pareció aliviado, no... mas que aliviado, parecía...victorioso, sonrió maliciosamente antes de tomar un camino de tierra. El coche siguió adentrándose en la oscuridad del la noche y el espeso follaje, mi mente pareció despejarse, como si antes alguien me estuviese moviendo como una marioneta y de pronto yo recuperase el control de mi cuerpo y de mi conciencia, el auto freno en el medio de la nada y por primera vez note mi situación: me encontraba, vestida de fiesta, en un auto, con un perfecto perfecto extraño, sola, en medio del bosque. Él pareció notar mi nerviosismo, que rayaba a estas alturas el pánico, por que sonrió burlón y dijo con cierto retintín -¿pasa algo, cariño?- acentuó aun más la ultima palabra, decidí utilizar un tono tranquilo aunque tranquilidad era lo que me faltaba. -no...¿q-que querías enseñarme?- pregunte patéticamente y mi voz se rompió en dos oportunidades. Él soltó una carcajada dura, cruel, capaz de helar la sangre de cualquiera, como respuesta. -oh, si pequeña, ya no estas bajo mi control, ahora debes de estar preguntándote ¿a dónde fue todo el amor que creías profesarme?- su tono fue burlón, pero no pudo ocultar un rastro de amargura. -te equivocas- dije sorprendida de mi renovada determinación- se que algo no funcionaba bien en mi cabeza hasta hace poco, y que ahora se desvaneció, pero puedo asegurar que mis sentimientos y la profundidad de los mismos en lo que a ti respecta no han variado en lo mas mínimo. El me escruto con la mirada, su expresión mostraba asombro cuando vio la sinceridad escrita en mis ojos, el sonrió, sin embargo no fue una sonrisa feliz, sino todo lo contrario, fue una imagen descorazonadora y rota, el rompió el silencio, ahora su voz fue suave y amarga, sin ningún rastro de burla, llena de dolor -quisiera poder creer que volveré a escuchar esas palabras pero se que no sucederá, pero quiero que sepas que no te odiare por que me has dado lo mas importante que he tenido nunca, me has reconocido, me has amado, y has sido la única, aunque esto acabe al conocer mi verdadera naturaleza- antes de que pudiera replicar y protestar contra sus palabras sus manos se encontraban sobre mis desnudos hombros, haciendo que me gire para quedarnos cara a cara, el elevo con lentitud la comisura derecha de sus labios como torciendo una sonrisa, pero sin una pizca de alegría, y allí lo vi, brillando bajo la luz artificial que había dentro del coche, con una longitud impropia de los normalmente establecido en los humanos, un colmillo, una sola palabra acudió a mi mente: Vampiro. Mi corazón tartamudeo un poco ,pero rápidamente volvió a su ritmo normal, por que en ese momento pensé que no importaba, no me importaba si el era un vampiro, un hombre lobo o si venia de Marte, yo lo amaba y esa, era la única e irrevocable verdad, sonreí al comprender esto y el bajo la comisura de su labio y frunció el seño confundido ante mi reacción. Acabo de comprender tres cosas muy importantes- dije aun sonriente- no eres humano. El asintió, esperando a que continuara, parecía ansioso, y a la vez confundido, supongo que esperaba que gritara e intentara escapar -eres un vampiro- aventure una vez mas, sin perder mi sonrisa el asintió mas shockeado que yo y la mas importante de las tres verdades, umm...¿quieres saberla?- el susurro un pequeño, silencioso y ansioso "si"- ninguna de las dos revelaciones anteriores me importan- susurre perdiéndome en el mar esmeralda de sus ojos y lo bese. Por un momento el se asemejo mas a una estatua que a un vampiro pero luego, sus fríos y dispuestos labios se movieron con ímpetu contra los míos marcando así el ritmo. Esa noche me entregue a el en cuerpo y alma, demostrándole que lo amaba sin importar su condición. Pero mi amor fue correspondido con una ingrata y vil acción. Cerré mis ojos con fuerza, volviendo al presente, donde me encontraba en aquel mismo bosque, en el preciso lugar donde le entregue todo lo que tenia y era a el, pero no fue suficiente... -me mordiste- susurro rabiosamente al aire. Pero se que toda esa rabia no es solo por el, sino también por mi misma, rabia por no poder odiarlo como se debe, a pesar de que el mato la confianza que le brinde esa misma noche hace un siglo, y rompió mi corazón una vez lo puse en sus manos, rabia porque a pesar de estar roto y silencioso, muerto; triste y patéticamente aun cada uno de los pequeños trozos de este le siguen perteneciendo y lo aman con igual intensidad que la primera vez que lo vi, a el, a mi primer beso, mi primer hombre, mi primer (y ultimo) amor y también, la razón de mis desgracias y desventuras, el ser al que debo aborrecer, por la eternidad. Una suave brisa toco mi nuca, haciendo ondear mi cabello suavemente, y supe que era el -te tardaste- dije secamente. -no sabia que teníamos una cita- me contesto con serenidad, aun a mis espaldas. -durante los últimos cien años me has seguido, pero cuidando siempre de que no nos encontremos, hoy, en este mismo lugar donde tu tomaste mi vida hace un siglo, yo he de hacer lo mismo con la tuya, pero antes quiero saber porque, ¿por qué me condenaste a una eternidad en la oscuridad?, ¿por qué tomaste mi alma sin siquiera dudar un instante? Y, ¿por qué me seguiste todos estos años? ¿Por que? Su respuesta nunca llego. -¡¿por qué?! Maldita sea, dime porque- grite al mismo tiempo que giraba sobre mi misma para verle, el me estaba observando también, sus ojos se veían tristes, sin el brillo que solían tener en mis recuerdos, había resignación en ellos y también...¿amor? no, no me dejaría engañar nuevamente, el se volteo a observar la luna que yacía completamente llena tras el y comenzó a hablar -durante milenios los vampiros nos mantenemos ocultos y poseemos solo lo que tomamos, es nuestra manera de sobrevivir, lo queremos, lo tomamos, así funciona para nosotros, cuando te conocí, ya esta harto de esta vida, pero aquella noche, tu supiste el ser deplorable que yo era, y no te importo, allí supe que tu amor era real, no una de las ilusiones que nuestra especie es capaz de crear, y sucumbí ante un sentimiento en el que hasta ese instante no creía, amor. Tu no lo sabes, pero lo cierto es que cuando un vampiro se "enamora", ese amor dura lo mismo que uno, es eterno, ya no podemos ver a nadie mas, es como...como si fuésemos un planeta, y esa persona se convirtiese en nuestro sol- se volteo, penetrándome con su mirada, tan intensa que tuve que resistir el impulso de bajar la mia -una vez que te encontré supe que no te podría dejar ir, y fue instintivo, sabia que no había otro camino si queríamos estar juntos- finalizo el yo solo me quede allí, deseando que aquellas palabras fuesen suficiente. -y ahora me odias- dijo mirándome, sin poder ocultar el dolor que le provocaba su propia afirmación, una mirada llena de tristeza, resignación e infinito amor hacia mi persona, lentamente vi como se ponía de rodillas y extendía los brazos a sus costados- toma en mi, pues, tu venganza, estoy ya cansado de esta vida y no podría poner resistencia contra ti; ¡si la vida es perderte y la muerte tenerte, entonces prefiero la dulce dulce muerte que una eternidad sin tenerte!-. me acerque a el, dispuesta a acabar con su existencia, pero no pude seguir, el me miro con infinita dulzura y me sonrió, casi como animándome a seguir y ya no pude negarlo mas, cada partícula del amor que tenia por ese hombre que yacía de rodillas frente a mi, resurgió con fuerza, dejándome sin aliento, era un golpe duro, aun lo amaba, nunca había dejado de hacerlo y había estado a punto de perderlo bajo mi propia mano. Colapse, cayendo de rodillas mientras cubría mi rostro con mis manos, dejando salir todo el dolor en sollozos y llanto sin lagrimas, el me abrazo y dejo que llorara contra su pecho mientras acariciaba mi cabello; pudieron pasar horas, o tal vez solo minutos hasta que logre tranquilizarme, el deshizo el abrazo y tomo mi barbilla con una de sus manos, obligándome a devolverle la mirada, sus ojos eran calidos y llenos de una dulce esperanza, cuando hablo su voz había sido embargada por la emocion -tu...aun-aun me...amas- yo solo asentí y un segundo después sus labios estaban sobre los míos, me estaba entregando un beso lleno de amor y necesidad, un beso que era portador de una promesa, la promesa de que nunca volveríamos a estar solos. Por que tal vez el no es un príncipe azul, y yo no soy una princesa, porque quizás, nuestra historia no sea un cuento de hadas, y si, quizás nuestro amor sea enfermizo y masoquista, toxico. Pero es nuestro amor y es nuestra historia, y eso, es suficiente, y es todo lo que importa para mi, se que hay muchas cicatrices que sanar y un gran rencor que olvidar, pero tanto Thomas como yo... tenemos toda la eternidad. The End "la vida puede ser muy larga, a veces muy corta, pero entre cada amanecer y cada crepúsculo hay una nueva historia, vívela". Izzy Armstrong BAJA UNA ESTRELLA Baja una estrella ¿Quién la habrá llamado? Tal vez un lamento a la orilla del lago. Y en la caída, hiere la tierra y una ventisca revienta y apremia. ¿y quién la espera? Es una voz, la del Hijo que clama por ella. Cinco jóvenes de edades similares, los rebeldes del pequeño barrio de una ciudad de provincia, inseparables como hermanos siameses, para todo lo que a sus mentes malévolas les llegaba. En realidad, no eran delincuentes, sólo picaros estudiantes de clase media con todo el tiempo libre durante las vacaciones escolares. El grupo no tenía un líder definido, todo se realizaba según la inspiración del momento de alguno del quinteto y siempre tenía que ver con alguna picardía que muchas veces rayaba con el delito. Para unas vacaciones de fin de año llegó un circo a la pequeña ciudad y los Hermanos Centella, como decidieron llamarse, fueron a merodear por el lugar mientras levantaban las carpas y se acomodaban los integrantes de la familia circense. No encontraron en que fijar su atención hasta que sus miradas se detuvieron en unas jaulas y allí vieron dos leones, un tigre de Bengala y otros animales; pero su atención quedó fija en los grandes felinos, entonces decidieron hablar con el jefe del espectáculo: - ¿Señor, nos dice quien es el dueño de este circo? - Soy yo, jóvenes, ¿en qué puedo servirles? - Es una curiosidad – respondió Hernando, el más pícaro del combo- ¿Con qué alimenta los gaticos? -Refiriéndose, claro está, a los felinos y a sabiendas que son carnívoros. - Pues con carne, muchachos, como todos lo saben - ¿De cualquier carne? Preguntaron en coro. El hombre los miró detenidamente como sospechando algo y les respondió: - Cualquier carne, si jóvenes, mientras no esté en estado de descomposición. - ¿Por ejemplo, perros y gatos? El hombre los miró con asombro y les preguntó: - ¿Por qué esta pregunta? Claro que pueden comer hasta ratas y otros pequeños mamíferos. Y como sospechando algo, agregó: - ¿Es que ustedes pueden venderme animales para dar de comer a mis leones y tigre? - Por supuesto, respondieron. - Que no sea nada ilegal, agregó el dueño; no quiero líos con la justicia… - No se preocupe por eso, hay muchos animalitos sufriendo sin dueño y vagando por el campo. Lo importante es que nos pague. - Eso se sobreentiende. Y les agradezco porque me quitan un peso de encima. Desde esa noche comenzaron a desaparecer los perros y gatos callejeros. Cuando ya no quedaban más en el pueblo, en los campos vecinos los caninos amistosos que se acercaban a los Centella, terminaban primero entre un costal y luego en la panza de un depredador. Como en la canción de Juan Charrasqueado “en esos campos no quedaba ni una flor”, con la diferencia que en esa se refiere a mujeres y aquí a animales domésticos- Edgar Tarazona Angel Estimada Señorita R.. Necesitaba escribirle con suma urgencia..Me llegaron noticias poco agradables de como lo ah estado pasando estos últimos días ..se aproximan fechas difíciles para usted, por eso me apronte a escribirle con inmediatez..Lea con atención por favor : No sé aferre.. A las vagas ilusiones creadas por su cabeza..No se imagina el daño que intento evitarle diciéndole esto.. Empiece a caminar con sus propios pies..Y apague el modo catarsis que activa su cabeza por las noches de vez en cuando.. Disfrute la estadía en la estación del dolor.. que ya pasara..aprenda de él..pero no sé encariñe demasiado.. recorra esos sitios que nadie se atreve a pisar.. pero hágame caso.. no busque hospedaje eternamente allí.. Cómo si le hiciéramos cariño a un cactus.. me entiende de lo que le hablo..(?) Se está cortando la señal..Pero pronto volveré a retomar el contacto con usted..Cuidese por favor.. Atentamente su estimada Consciencia.
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