• Hoz Leudnadez
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DISTÓPICA
Autor: Hoz Leudnadez  430 Lecturas
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POETA EN VENTA.-
Autor: Hoz Leudnadez  1160 Lecturas
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Grimoria.-
Autor: Hoz Leudnadez  1255 Lecturas
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ETÍLICA.-
Autor: Hoz Leudnadez  1083 Lecturas
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RONQUIDO ROJIZO.-
Autor: Hoz Leudnadez  1154 Lecturas
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FLUYE LA SOMBRA.-
Autor: Hoz Leudnadez  1073 Lecturas
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OJERA EN LA OREJA.-
Autor: Hoz Leudnadez  939 Lecturas
(diálogo viii) -Mirada baja , trabada exacta, me ata de lleno, los viajes por tus dos cerros redondos, con trasfondo, lucrativo, lamible, para mis dos ojos; vistosos para mis dos manos; moldeables, para mis dos oídos; chasqueables, para mis dos sexos; deliciosos, viaje tras viaje el paraje siempre fue el ansiar pagarte el peaje por pasar entre y sobre dé tus montañas sinuosas con o sin sostén, añorando pregomamarte hasta levitarte sobre las puntas duras de tus cerros con sus crespas cruces hasta la cúspide rusa de mis deseos ¡ay! montaña mía ¡así es! mi premura sin cordura de hecho yace por la atadura ruda de las varillas de tu brasier que dan moldura a tu terso pecho. ¿Resplandor de palabras o etéreos diálogos? no, son las urbes que me recuerdan a tus ubres y mis derrumbes sobre el suelo exiliado de ti en lugar de caer sobre tu lecho, tan acolchonado que tienes ahí; en tu pecho que beso tras beso me hace clamarte obseso y con obeso deseo todo lo que siento por ellos, no sé si sea un sueño o si en realidad los tengo y aquí veo. ... sorber ubres en las urbes.  En el rol de mis urbanidades cotidianas te mantienes siempre en mí aunque sea en claves de mi escáner radar con alta resonancia; "¡Meidei! ¡Meidei! ¡Copa D! ¡Copa D! ¡Meidei! ¡Meidei! ¡Ya la vi! ¡Ya la vi! ¡Meidei! ¡Meidei! ¡chi que chi! ¡chi que chi!"Yo te veo como una maldita rosa a la que se le erecta un par de claros pétalos, bolitas abultaditas y regordetas que se vuelven las coronas de una aureola con cuernos. Sí, es que eres una rosa maldita que se menea amanerándome, cual albacea de mis calles cívicas y que cínica va amamantándome pero no me llenan las imágenes cortas, distantes de los otros pechos, grafitis mal hechos y en murales hechos mal porque yo, te estoy necesitando con necesidad el succionarte lo más pronto y lo menos antes hasta saciarme las monumentales hambres de tus capitales carnes que reinan en mi mundo de diario vagar. En los rugieres de mi tripa, sobre el mendigar en las fondas de comida corrida estás en el bufete para desayunar; lechita tibia servida en la desatada lengua de sal con el azuquítar del gemidito a total despabilo o a medio despertar.  Caldo de chiche; chícharo en el almuerzo para el refuerzo de seguir en el rodar y en el vuelo ­- ¡por supuesto! Mientras que la comida; es un pensar de más turbar el alar meridiano con el guisado de pechuga que me la como cruda o en su tostar a tres cuartos ¡como sea! pero eso sí; el postre mi no musa - ¡mmm! y déjame lo paso ¡yomi! ¡yomi! -; el postre y cena en la King size, aunque no tenga monedas en mi bolcillo; ¡yo sí! ¡yo sí! ese ni por error me lo salto, ya veré como le hago, siempre me las arreglo para tenerte conmigo en el merendar de esos panqués con la cereza arribita para masticar. Ya después te cuento lo de la telera con mantequilla y azúcar glas. No te saco de mí, en mi reseco crujir de tráquea, estoy árido y tú en mi mente con tus frutitas levantadas a lo alto del árbol, tú floreces por doquier, en estados, en municipios, en poblados aledaños, eres una división política que sigue y sigue  y nunca termina en mi beat andar. Es por tus sitiales, tus tronos, tus baluartes, por todas tus terminales, por tus sedes de sed cede que perezco a merced; ¡por tus ubres mujer! en refrescos, en frascos o en jarros y en botellas pet, con sus pezones taparroscas de rosadas promociones y sus envolturas de encaje light que no engordan con sus rusas húmedas proposiciones. ¿Para qué de los de a trescientos cincuenta y cinco mililitros? yo no volteo a ver a esas latas cilíndricas; incapaces mamas con esos sostenes de aluminio, delgadas, chiquitas y frías, con sus puntas de seguros ordinarios que nadie sabe cómo se llaman y que según juntando millares te regalan una silla de ruedas, en todo caso; ¿yo para qué lo hago? ¿para qué las junto? si siempre estoy excitado, más no inválido. ¿Para qué saciar mi sed con esas botellas de lata? con la onomatopeya monótona del psst cuando uno las destapa parecería más activar una bélica granada que desabrocharte el sostén, y sí tienes razón, ¡yo quiero volar! pero contigo, no con una explosión que me desmiembre y me disperse por doquier. No, esos no, mejor los tuyos, los míos que sin ser precisos ni tener un plus o un por ciento gratis más de litros, con eso, es más que suficiente para que cene toda mi familia de sentimientos lascivos. Y es que eres el resurgir del aromático incienso sobre el rugir cloacal de los hedores a la salida de cualquier metro, el seno cetro disfrazado de recuerdo civil camuflado pensar edénico como de esos faros que llegada la noche, uno los descubre cabizbajos con sus puntas que parecen echar lumbre. Tus dos metales gemelos, platillos musicales, son los dos principales protagónicos, de las sinfónicas ciudades sí, eres la sonata de un recital de hojalatas con sus imécas a tope y sus transeúntes en apretada travesía sobre el mismo eje vial víctima diaria del hoy no circula; "el croar de la lira, ni el maldecir de la poesía" sí, eso eres en las horas pico cuando a pique tus instrumentos sueltan sus sonares chocando estrépitos a causa del poco espacio de los transportes locales.  Te veo en tantas de las dimensiones de mis perdidas fugaces ¡y en todas ellas tengo sed! ¡tengo sed en los jardines! ¡tengo sed en los parques! en las ferroviarias letras de mi tabaco cuando lanzo tanto humo como una locomotora, a locomotivo espasmo y a motivo loco suspiro ¡me da más sed! sed en las verbenas, sed en las plazuelas, sed en los mercados donde te me vendes, sed en los hoteles donde te me alquilas, sed de venganza en los asilos donde caigo por padecerte y sed de resaca en las catedrales donde me muero porque de ellas  eres fugitiva y yo que me curo la cruda frente al cura con agua bendita. Y vaya a donde vaya parezco el mismo tonto que al doblar la esquina se da cuenta que no se ha alejado ni un paso de tu entorno mírame; otra vez delirando y estoy que me largo, y que me voy de ti y ya es medio día y no salgo de tu cuarto y descubro hoy; que toda mi urbanidad era solo un sueño, que veo muy lejano. ¿Pero cómo querer irme si siendo un borracho he adoptado a tus manantiales como mi nueva cantina? No, mejor no hay que hablar tanto y anda pues; quítate la blusa y sírveme otro trago, igual, uno doble que esta sed aún no se me ha calmado. Sí todavía no;  "¡S.O.S.! ¡S.O.S.! ¿Qué es lo que ves? ¿Qué es lo que ves? ¡S.O.S.! ¡S.O.S.! ¡Su S.O.S.TÉN!" 
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AVATARES VOLÀTILES.-
Autor: Hoz Leudnadez  1156 Lecturas
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Todo inicio es el susurro épico mismo de las resonancias cálidas y ávidas a fuego húmedo y mojada ropa, balas ingrávidas son sus miradas que dilatan el empaño de los vitrales a quemarropa en el asiento trasero de los autos que se rentan como hoteles a trasnochados espectros, hambrientos o ebrios, disfrazados de resplandores etéreos de cabellos rojizos y de bardos goliardos enfermos y reptilicos, con el pretexto de falsos poetizos románticos de embeleso bien medido, bien aventajado, bien instituido, bien aventurado, bien lo que sea. Y le pregunto si le gusta la poesía y me responde; con la garganta invadida de lava saliva, labio centella, suspiro marea, y carne de arena... ¿movediza? movediza la entrepierna a espaldas del conductor que cataliza el movimiento enérgico sin pena, como solo un bache más en su camino de carretera recta, y erecta la pluma por el tintero que lagrimea ante el verso tieso, rima abierta, punto y coma, lengua y dedo, mayúscula urgencia y minúsculo espacio en el auto, con el voyerista taxista ignorando los laberintos neutros del rasurado motor de la fiera que ruge y descuelga sus caireles rojos entre relámpagos de puentes erguidos al cielo, que nos cubren el pecado y nos alcahuetean el infierno. Ella pregunta antes de la llegada al sitio, morada donde imperan anuncios vitalicios señalándome como el otro, el prohibido, el renegado, la bestia desterrada por miles de pergaminos que lo alejan de su destino, soy el exilio hecho carne des-apellidado del compromiso, aquel que se esconde tras la cama, el que siempre deja un zapato y medio corazón en la alfombra, el alma en el baño, el poema en la sábana ajena, y la burla en la almohada del marido amado. Empero, yo estoy más que harto de no poder cruzar la frontera de la avenida para llegar a su domicilio, estoy asqueado de tener qué buscar amparo para rodar sin problemas por algunas calles sin que se me vea como un forajido que ha cruzado la línea, como si me burlara de las razas, costumbres o capitales, siendo un indocumentado señalado por el vaticano que auspicia mi condena, y apuñalado por las que he amado que dan fe, de mi tristeza, pero ahora, es de noche, muy noche, y cualquier quejido es desplante de una somnífera calma, nadie verá el crimen entre estas bardas que pinta la neblina de la avenida haciéndonos prófugos de la luz. Cuando ella pregunta yo, y sin ninguna falsa faena de prudencia y mesura, le respondo que ¡sí!, sí quiero a escondidas meterme a su alcoba, e inhalarle el espacio, confabularle la trusa en pragmáticos clamores mudos, como arrullos lascivos para que no se dé cuenta su madre y piense que es la estufa que humeante resuella en el tímpano virtuoso de la pelirroja hilarante que será témpano tumba ante el sonido de las envestidas y alarde, de esta pluma mía que le ansia, le desea, y no le cansa el ladrarle que es ella, la que necesita, la que desorbita y resurge como mares de entre todo recuerdo y memorioso anhelo. Es hielo perpetuo a la hora de abrir la puerta, con sus silencios lapidados en movimientos presurosos y limpios de errores, yo pienso sigilosamente; si no es posible que me ahogue el luto de dormir últimamente entre calles cenizas, sin sabores de esas soledades que me incitaron a llorarle la compañía a alguien a cualquiera, entre los eternos eslabones que me encadenaron a la perdición misma de hace tanto, o en realidad será que estoy dispuesto a jugarme el todo por el todo, en esta noche, por la anti-musa, sin importarme los años que llevo sin regocijar en un colchón tranquilo, con una manta que me calme las cicatrices, y que me recuerdan a las cicutas que bebía con falsas institutrices a las que se les paga por ser amables y amorosas, lo pienso, porque no deseo que sea solo un rato, una noche, una locura, sé que no es el amor de mi vida, pero solo quiero que sea mi vida, este no amor que dormita desde hace tanto, desde su cruel e indefinida partida y que despierta ahora que la vuelvo a ver. ¿Es esto lo que me desinhibe o en verdad es que estoy vuelto adicto por el veneno que ella en mí concibe? Entro en tambaleos arcaicos, paso tras paso ella me duele por todos estos años en los que no estuvo, y en los que siempre le pensé. Son catorce escalones y das la vuelta a la derecha, abres la puerta y te escabulles no hay pierde, esa es la meta, me dice. Catorce peldaños que le quedan cortos a mis días sin su estela, a mis tardes de buscar el suicidio sin la cautela y telón de sentirme útil y deseable, quedan cortos a mis años y a mis meses de salir y buscar la muerte afuera, ¡buscando la muerte y el olvido!, ignorando que ella tejía calles al azar, para jugar a encontrarse conmigo. Terrible descuido de esa remembranza, y más terrible el descuido, que mis pies ansiosos chocan con la madera a la entrada del cuarto haciendo eco por toda la casa, y yo con mi torpe alma, y yo con mi torpe ser, abro la puerta y conozco el edén sumergido en paredes retocadas con yeso y yacientes en unicel en un área de cuatro por cuatro, y es que es en cuatro mi dulce flor, en cuatro te quiero ver, en cuatro, en cuatro estaciones floreces y en veinte uñas enraízas, dulce mujer carmín de herbales ojos, en cuatro féretro bucólico de pieles luminosas y liquidas y devastadoras de sed para esquizofrénicas imágenes y entes de procedencia híbrida.  Insensiblemente se entre teje a lo alto y frente a la cama, una ventana maldita con sus metros separados de la tierra que impiden a mi alma tener oportunidad de correr si se dan cuenta, pero a ella le alegra, a ella no le impide tomarme con una sola mano y fundirme, y fundirnos, como una sola alma, o con un solo salmo, o como miles de escenas donde nosotros fuimos extirpados vilmente del poemario trazado de entre mis garras sobre sus piernas. La vestimenta no impide la seguridad del cauce y caen por su propia cuenta, sabiendo desencarnarse de lo que no es su patria, de lo que no es imperado músculo fuera de órbita,  y yo que no soporto el vaivén, y yo que no controlo tanta descarga y me entrego al castigo, y me doy a la muerte, para revivir sobre el sacio del placer de su vientre ultramarino que socaba mis fauces, mis cuencas se llenan de su nombre y es la primera vez que lo hago sin necesidad egocéntrica de conseguir mis propósitos, como parasito en el tácito de un cielo que se disgrega segregando amargura, aguanto la aguda sónica ventisca y trato de controlar la cascada cósmica para que llegue a la cumbre de los astros. Mis manos están en el pentagrama y tienen de batuta la voz que se ahoga en mis poros, los oculares enfoques son unísonos timbales de la carne que se aprieta y se tensa la una con la otra, como queriéndose volver una sola palabra, soy un arco iris en la oscuridad que contiene el tesoro al final de su tormenta. Los labios manchados de silabas etílicas, se contemplan como galaxias minúsculas que gotean en el firmamento de la sábana sabana salvaje. Somos dos animales nocturnos, dos ocultos tras las malvas y los ecos de la luna embriagada de complicidad, y sus piernas que se abren, y sus piernas que se rompen, son actos complementarios para el pecho vacio que se me ahoga con el vapor acribillando mis polos, y mi sexo resurge con dos bolsas, tumores malignos que se sanan con el bautizo del suyo, que funge como un oasis de aguas benditas y calientes. Mis imposibilitados alter-egos callan ante la fuerza de la danza, ella sucumbe, lame, muerde, suelta palabras fugaces con lumbre que no escucho... pero que se quedan tatuadas a profundidades bastas de próximo analizar en la mañana en que me pregunte qué he hecho. Indago en ese lecho rosado para clamarle una frase que se hunda, pero mis cabellos son cadenas crepusculares que ella toma sin piedad llevándome a su rostro y perezco en un solo rose de pupilas endemoniadas que claman más. Su rostro se deforma en múltiples gemidos, y mi deformidad se amolda con sus iniciales, y nadie escucha, y nadie está presente para decirme que no fue una pesadilla, una que cierne contextos inacabados de vaivenes mal hechos, cobijados por su ternura y su hermosísima torpeza al posar en otra pose. Escucho un cometa a lo lejos que vocifera su entrada por la ventana y no me importa, la sensibilidad del paisaje, solo me remonta a permanecer unido a su planetas de pezones claros que me enlucielabisman y me desentrateluran del preclaro, de los montes, de las lluvias, y de los arroyos, y rayos que armonizan el cabalgue y la justa de embriagues de dos cuerpos, que una vez muertos por la lejanía reviven en caliente madrigal de carnes chasqueantes, con sus épicas y eróticas letanías, soy solo una bestia que comprueba esta noche que sus manos navegan sin permiso de mil soles, porque ella sabe mi verdadero nombre, ella sabe de dónde vengo, y ella sabe a dónde quiero ir. Me conmueve el chirrido de la cama que mañana nos acusará, me importan sus muslos que mañana se sonrojarán, ignoro las bóvedas estelares que mañana resurgirán bellas y no haré por mirarles pensando en este día, en esta noche, donde no fui un camino inconcluso, siempre fui una línea trazada en las arenas sin terminar, siempre supe no tener un cursor ni direccional que lustra mis pasos y mi vida pero hoy, en este día, esta noche, descubrí en mi vagancia con la ignorancia de que me convertí en el centro de su línea vertical de rasurado percance y en presencia y testigo de su ombligo ahora mío que se me entrega a oscuras huyendo de los ojos que murmuran, de los monstruos que destilan y juzgan. Hoy después de la batalla y de permanecer escondido entre las cobijas esperando el descuido de su familia y salir con el crimen entre mis ropas y venas, reconozco la redondez del planeta pero me enfoco más en que no importó cuantas vueltas dé, no ha pasado ni un día, ni una hora, ni un olvido, para mí en tanto a su rotación, pues seguí caminando por los mismos senderos para encontrarla otra vez, y esto no es una coincidencia, esto se trata de ese maldito latir en mi corazón... que por ella nunca cambió. El mundo suele dar muchas vueltas, y siempre es algo nuevo, y nunca vuelve a ser el mismo pero el volvernos a ver no es coincidencia, lo que pasa es que el recuerdo yace dormido, porque los que escupen a los destinos andan por los mismos senderos otra vez, buscando aquello que se tatúa como un memorable suspiro.         
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10:37 pm.-
Autor: Hoz Leudnadez  1772 Lecturas
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¡ERECTA EUREKA!.-
Autor: Hoz Leudnadez  1811 Lecturas
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HOZMOSIS.-
Autor: Hoz Leudnadez  2141 Lecturas
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