• MANUEL JESUS LOPEZ GRANADOS
EL VAPORINO
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Nació en el Cuzco en 1864 y sus padres fueron don Juan C. Álvarez y doña María Dolores Castillo, hizo sus estudios en el colegio nacional de su ciudad natal; cuando estalló la guerra con Chile en 1879, se presentó en el batallón Cuzco y fue uno de los primeros en salir de campaña, por su valor y entrega ascendió grado por grado rigurosamente y cuando termino la guerra ya era capitán, en 1880 asistió a la batalla de los Angeles. En 1884 y 85 tomo parte activa en la guerra civil que sostuvo el general Cáceres contra el general Iglesias, durante esa campaña asistió a los combates de Masma el 4 de julio de 1885, de Canta el 15 de agosto de 1885, Huaripampa el 15 de noviembre de 1885, de san Bartolomé el 29 de noviembre y finalmente estuvo en la toma de Lima el 30 de noviembre y 1 de diciembre de 1885. Durante la guerra civil de 1894 y 95 tomo parte activa en la defensa del gobierno del general Cáceres, concurriendo a los combates de Cañete y Yauyos en setiembre y octubre de 1894, luego en la del 17 y 18 de marzo de 1895 en la sangrienta batalla de Lima; el 17 de diciembre de 1907 fue ascendido a coronel otorgado por el congreso teniendo en cuenta principalmente su valor y perfecta honradez. El 1 de mayo de 1908 don Augusto Durand quien era un perpetuo revolucionario se sublevo en Chosica, contra el presidente Pardo y se adueñó del importante ferrocarril a la Oroya, cortando las comunicaciones de la ciudad de Lima con el interior de la república, el coronel Álvarez partió en el acto al frente de una división y a pesar del corte de las líneas férreas los alcanzo y los derroto en los combates de Chicla el 5 de mayo y Chinchan el 6 de mayo, los revolucionarios maniobraron sobre los cerros cubiertos de nieve siendo alcanzados y resaltaba sobre la blancura de la nevada la sangre derramada. En 1912 fue enviado a Europa como attache militar de la embajada del Perú en España, con motivo del centenario de las Cortez de Cádiz, pasando después a Alemania, Austria y Francia, visitando las principales fábricas de armas y concurrió a las grandes maniobras militares Alemanas y Españolas. Terminaba el segundo periodo presidencial de don José Pardo en 1919, hacia crisis la economía popular y el malestar era general derivado de la guerra mundial, encarecieron los alimentos y había falta de subsistencias, esto sumado al enriquecimiento ilícito de muchos industriales y comerciantes que se beneficiaban con esta situación. Por otra parte muerto don Nicolás de Piérola, el partido demócrata había perdido fuerza y el partido constitucional se encontraba en decadencia, solo se sostenía con la aureola de su jefe el ya anciano mariscal Cáceres; en este ambiente de descontento y desorganización, surgió la candidatura de don Augusto B. Leguía para su segundo periodo presidencial, quien era apoyado ardientemente por la oposición y Leguía fue apoteósicamente recibido por el pueblo a su regreso de Europa en febrero de 1919. El partido civil se encontraba apoyado por el gobierno, lanzan por segunda vez la candidatura de don Antero Aspillaga un rico hacendado del norte, la campaña electoral se tornó violenta y hubo muchas impurezas en las elecciones resultando electo Leguía; las irregularidades cometidas en la votación habían sido hechas por ambos bandos, pero la corte suprema comenzó a anular gran cantidad de votos de Leguía, se presentaba entonces el peligro de que el congreso anulase las elecciones y se tomase la atribución de elegir al nuevo presidente, como ya había sucedido en 1912 con desfavorable situación para Leguía, por cuanto el congreso tenía una mayoría civilista, ante esta situación Leguía y sus partidarios dan el golpe de estado el 4 de julio de ese año. El general Álvarez y sus fuerzas toman palacio de gobierno y se apoderan de la persona del presidente Pardo, quien es conducido a la penitenciaria y luego deportado a Europa, asumiendo Leguía la jefatura de gobierno con el carácter de presidente provisorio y procediendo a la disolución del congreso; el 7 de agosto de 1919 el presidente don Augusto B. Leguía crea el regimiento de la guardia republicana, a semejanza de la guardia republicana de París, donde el general Álvarez comprobó los eficientes servicios que prestaba la legión de la guardia republicana de París, el general Álvarez fue nombrado jefe del estado mayor del ejército y luego ministro de guerra y marina. Durante el gobierno de Leguía Lima cambio, el área de la ciudad se abrió avasalladoramente paso hacia el sur, amplias avenidas unieron Lima con el Callao, la Punta, Miraflores, Chorrillos, Magdalena, Chosica, así los balnearios limeños tuvieron continuidad con la ciudad, pero Lima aún tenía sus rincones antiguos que no perdían su nostalgia, en algunas plazoletas bajo la sombra de la torre y la pileta de la fuente murmuraba aun el místico rezo.  
Aquí estoy cavando En tu ingratitud Donde yo disfruto Solo tu desprecio Como aun mocoso necio Desdeñas mi solicitud Mi pecho destrozas Y fiera te gozas Ahora estoy sujeto A ser el despojo Del pérfido antojo De tu corazón.
Hoy miércoles veintinueve Señorita, apenas la divise Sentí un no sé qué, ni se como Pero lo cierto es que estoy sordo Y ya ni duermo ni engordo En el futuro qué será de mí Si usted no me dice si   Sirenas y visiones infinitas Agitan mi triste mente Como el agua de un torrente Ya el pesar me derrumba Mi sentimiento la calma ansia En que vendré a parar yo Si usted me sale con un no.
Era 25 de setiembre de 1839 y el presidente provisorio de la republica gran mariscal Agustín Gamarra, puso el cúmplase a la ley dada ese mismo día en el congreso nacional reunido en la ciudad de Huancayo, donde ordenaba se rindieran homenajes a la memoria del general y ex presidente de la republica don Felipe Santiago Salaverry, así como a los jefes y oficiales Peruanos fusilados en la plaza de armas de Arequipa el 18 de febrero de 1836, también a todos los combatientes que perecieron en los campos de Yanacocha y Socabaya, defendiendo la integridad e independencia de la republica durante la guerra de la confederación Perú Bolivia. Esta ley dada por el primer congreso nacional después de la destrucción de la confederación, disponía que en todas las capitales de departamento y provincia, se celebrara por cuenta del estado exequias solemnes por el alma de estos patriotas y que los restos del ilustre general Salaverry fueran colocados en un sepulcro de mármol, que su esposa e hijos gozaran como pensión de montepío el sueldo íntegro que le correspondía como general de división.   Pero como siempre los gobernantes no cambian nunca, despilfarran el dinero en cosas superfluas y ponen el grito en el cielo cuando se trata de cosas importantes, es así que pasaron más de 20 años sin que ningún gobierno diera cumplimiento a esta ley, que ordenaba el traslado de los restos del general Salaverry a esta ciudad de Lima y su sepultura en un mausoleo erigido por la nación, es entonces que la viuda y los hijos del general Salaverry resuelven hacer el traslado de sus restos por su cuenta y en forma privada, recordando su voluntad de ser sepultado en Lima su ciudad natal expresada en carta escrita a su esposa momentos antes de ser fusilado.   Empezaba el año 1859 y la señora Juana Pérez viuda de Salaverry escribe al coronel don Mariano Ignacio Prado, quien era prefecto de Arequipa y al coronel don Juan Antonio Ugarteche amigo y compañero de armas de su esposo de muy distinguida actuación en la batalla de Yungay, les pedía que la ayudaran a cumplir el deseo del general Salaverry «como buenos patriotas y amantes de la gloria de su esposo».   El 25 de octubre de 1859 amaneció fondeado en el puerto del Callao procedente de Islay el vapor «Lima» en él viajaba el coronel Juan Antonio Ugarteche y traía además de su equipaje los restos del general Felipe Santiago Salaverry mártir de Socabaya, al pisar tierra el coronel Ugarteche dirige una carta muy breve al prefecto del Callao que decía:   Comunico a Ud. S.G   Que soy portador de una pequeña caja con las cenizas del ínclito general Salaverry, cuya voluntad fue la de reposar en su ciudad natal en una tumba, con una inscripción sencilla en la que contasen sus servicios al Perú.   Atte.     Con el acuerdo del prefecto del Callao el pequeño ataúd fue depositado en la iglesia matriz del puerto del Callao, en espera que el gobierno resolviera lo conveniente a su traslación a Lima y su sepelio en el cementerio general de la ciudad.   El coronel Ugarteche escribe al presidente de la republica gran mariscal don Ramón Castilla, quien se encontraba de campaña en Guayaquil, en él informa de su llegada trayendo los restos del general Salaverry diciendo:   «El día de ayer en un pequeño ataúd he conducido con gran respeto y admiración, los despojos del valiente y enérgico general Salaverry fusilado con otros 8 de sus gloriosos compañeros, el 18 de febrero del año aciago de 1836 por defender la integridad de la patria. He creído un deber contribuir a que se cumpla la voluntad del genio de esa campaña nacionalista, terminada en la forma gloriosa e infortunada que ya conocemos. Mas estaba visto que el general Santa Cruz quiso hacer desaparecer estas meritorias memorias y lo hubiese intentado aún más si un puñado de valientes no le pone atajo. El general Salaverry ve hoy día llegar sus cenizas y ellas se hallan en el Callao, en espera que vuestra excelencia decrete los altos honores que le corresponden a un jefe supremo del Perú, fusilado vistiendo tan alto cargo.   El diario el «Comercio» decano del periodismo nacional y fuente para el estudio de la historia del Perú independiente, en su edición del jueves 27 de octubre de 1859 informa a sus lectores de la llegada del vapor «Lima» procedente de Islay, del viaje del coronel Juan Antonio Ugarteche conduciendo los restos del general Salaverry y que ha sido depositado en la iglesia matriz del Callao.   La noticia de la llegada de los restos del general Salaverry en forma privada, sin honores oficiales de ninguna clase y traídos por un amigo y compañero de armas, causa la más profunda impresión en la opinión publica.   Durante varios días los diarios publican numerosas informaciones y comentarios sobre este hecho, se critica al gobierno por no haber dado cumplimiento a la ley de 1839, tratan de buscar explicaciones a esa falta que hiere profundamente el sentimiento patrio, se lamenta que tan ilustres restos no hayan sido objeto de grandes y solemnes homenajes, se busca saber porque fueron traídos por un amigo en forma secreta y por ello se aplaude al coronel Ugarteche por su noble actitud.   El 8 de noviembre «el Comercio» publica un extenso e interesante artículo de redacción titulado   «General Salaverry»   «Los restos del general Salaverry han sido traídos desde Arequipa por un ilustre jefe, que jamás se mostró indiferente a todo lo que tiene algo de noble, de grande, de glorioso, el coronel Ugarteche no merece la desaprobación de los buenos patriotas, cuyas esperanzas ha realizado del modo que le era posible. El coronel Ugarteche por amor a la gloria del Perú y por el entusiasmo y la amistad, ha cumplido en parte la voluntad de la victima de Socabaya. Estamos bien informados y sabemos que la familia del general Salaverry, conservara siempre un recuerdo de gratitud por la espontaneidad y el honroso desinterés del coronel Ugarteche. El gobierno a cargo del vicepresidente de la republica don Juan Manuel del Mar, previa consulta al presidente gran mariscal don Ramón Castilla, quien se encuentra en campaña en  Ecuador, ordena que se rindan honores militares a los restos del general Salaverry.   El diario «el Comercio» en su edición del 28 de diciembre publica la nota siguiente «General Salaverry» A todos los patriotas y admiradores del ilustre general Salaverry, se les invita a asistir al templo de la merced el día 30 de diciembre a las diez de la mañana, el supremo gobierno ha mandado hacer los funerales por el eterno descanso del general Felipe Santiago Salaverry, se espera que los buenos peruanos acudan a solemnizar este acto religioso.   «El Comercio» ofrece una amplia información sobre esta ceremonia.   «Crónica del Callao»   Se realiza una lúcida reunión de caballeros para regresar con los restos mortales del ínclito defensor de la independencia nacional, a este cortejo fúnebre se asociaron vecinos y funcionarios públicos del Callao.   Restos del general Salaverry   En el convoy ordinario de las nueve y tres cuartos de la mañana, llegaron a Lima los restos del general Salaverry conducido en un vagón cubierto exteriormente de tela negra con cuatro lanzas fijas en los ángulos, otros dos en el centro y estos sostenían un toldo con los colores patrios, fueron recibidos en la estación por el general ministro de la guerra, autoridades civiles y militares. El cortejo marcho de la estación al templo de la merced, según el orden prescrito por el programa, cuatro batidores seguidos de las piezas de artillería, a continuación un batallón de infantería, después el cadáver con el carro fúnebre y una guardia de honor, otro batallón y cerrando la marcha un escuadrón de gendarmes, al salir el cadáver de la estación la tropa le Hizo honores con el arma al hombro y batiendo marcha regular.   Cuando el carro fúnebre llego al templo de la merced los hijos del ilustre finado, tomaron el pequeño ataúd y lo depositaron sobre el túmulo que se había levantado en la iglesia, cuatro generales asieron las cintas a saber Molina, Cisneros, Morote y Espinar.   El catafalco estaba adornado con pabellón de fusiles y lanzas. Cuatro carrozas y dos obuses, cinco centinelas apoyados sobre las culatas de los fusiles cuyas bocas tocaban el pavimento, componían la guardia de honor del sarcófago el ministro de relaciones exteriores Miguel del Carpio, el ministro de guerra Nicolás Freyre, el ministro de hacienda coronel Juan José Salcedo, también se encontraban el prefecto del departamento, el subprefecto y el intendente en traje de uniforme, seguían los hijos del general Salaverry don Felipe y don Carlos Augusto. La iglesia estaba llena de gente y había muchas personas notables, los señores Ferreyros, la Puerta, Aparicio, Aliaga, Torrico, el capitán de navío Antonio de la Haza, el general Forcellado y otros muchos cuyos nombres no puntualizamos.   El templo se encontraba muy bien alumbrado y el altar mayor adornado de terciopelo negro con franjas blancas, en la plazoleta del templo se veían cuatro piezas de artillería con su respectiva dotación, por la plazuela del teatro se hallaba estacionado un escuadrón de caballería, en la calle Jesús Nazareno se veía el primer batallón de gendarmes, esta línea era dirigida por el coronel Andrés Gamarra, mayor de plaza y el cual llevaba dos ayudantes. al mediodía termino la vigilia y dio principio a la misa de réquiem, a la una de la tarde la caja de madera de rosa incrustada y que contenía la osamenta del general Salaverry, fue llevado hacia el carro mortuorio por los hijos del finado general, así partió el cortejo fúnebre hacia el cementerio general, previos los honores militares prescritos por la ordenanza, el coche oficial de gobierno y los particulares aguardaban en la portería de la merced, mientras en la plaza mayor había coches para los señores del sequito que irían al cementerio a acompañar los ilustres despojos. Llegado el cortejo al panteón los coroneles Román Gonzales, Cipriano, Carrillo y Castillo tomaron las cintas, los hijos del difunto volvieron a cargar el ataúd hasta el lugar de la sepultura, allí se adelantó un viejo soldado de coraceros que había servido bajo las órdenes del bravo general Salaverry, este arrojo sobre la tumba una corona de hojas verdes, el ministro de guerra general Freyre al pie de la tumba dijo: Señores se ha cumplido la ley promulgada por el congreso de 1839.   Luego el señor Larriva pronunció un discurso, en el evoco la vida y las hazañas del general Salaverry, que se inmolo por la patria en la plaza de armas de Arequipa, también se refirió a la demora de los gobiernos de cumplir su voluntad de que sus restos fueran sepultados en Lima, al respecto dijo: «Hoy un jefe Peruano viene a darnos una nueva seguridad de que nunca falta un Tobías que repare para con los muertos el olvido de los gobiernos y la injusticia de los partidos, el coronel Ugarteche amigo y compañero de armas de nuestro héroe, abre oficiosamente la humilde y olvidada tumba donde fueron arrojados sus despojos, empapados en su generosa sangre y consagrada por el martirio del suplicio, los exhuma para restituirlos a su familia desolada, a esta ciudad de Lima de su nacimiento, al panteón de la capital donde reposan las cenizas de muchos Peruanos esclarecidos como Salaverry.   Poco después las piezas de artillería que formaban el cortejo militar de honor dispararon trece tiros delante del cementerio general, al ser depositados los despojos en el nicho las banderas de palacio y del cabildo fueron descendidos a mitad de asta en señal de duelo, en el puerto del Callao se dispararon dos cañonazos y otros dos en Lima, los restos del general Salaverry fueron sepultados en el cuartel San Martin letra D número 49, en esa tumba permaneció hasta que fueron trasladados sus restos al mausoleo que le erigió la nación.   Pasaron algunos años y en 1864 la señora Juana Pérez viuda de Salaverry y sus hijos, volvieron a pedir al coronel Juan Antonio Ugarteche un nuevo y honrosísimo encargo, que constituía otra prueba más de amistad y confianza, le pedían que se encargara del traslado de Arequipa a Lima de los restos de los jefes y oficiales que con el general Salaverry fueron fusilados en la plaza de armas de Arequipa, el 18 de febrero de 1836 y cuyo sacrificio patriótico el Perú entero rindió un homenaje de admiración.   Es así que el 31 de diciembre de 1864 el coronel Ugarteche se dirige a don Felipe Santiago Salaverry hijo, la siguiente carta en la que agradece tan honroso encargo, el 7 de enero el coronel Ugarteche escribe una nueva carta y en ella anuncia que por el presente vapor recibirá el encargo encomendado y he incluido los restos del comandante Pedro Herrera, que fue muerto en el puente de la ciudad defendiéndolo bizarramente bajo las órdenes del general Salaverry. El agente de aduana Carlos Ronderhile escribe al señor Salaverry hijo lo siguiente:   Arequipa 7 de enero de 1865   Sr. F.S. Salaverry   Muy señor mío:   Por el presente comunico a Ud. el envió de dos cajones conteniendo los restos de las víctimas de 1836, que pidió Ud. al coronel don Juan Antonio Ugarteche, va adjunto el conocimiento de embarque.   S.S Carlos Roderhile   El día 11 de enero llego al puerto del Callao el vapor Ingles «Bogotá» con los restos de tan ilustres víctimas, que fue desembarcado de inmediato y conducidos a Lima, a la iglesia de Santo Domingo en la que quedaron depositados provisionalmente, al día siguiente el señor don Felipe Santiago Salaverry hijo se dirigió al señor ministro de guerra con la siguiente carta:   Lima enero 12 de 1865   Al Señor General ministro de estado En el despacho de Guerra y Marina   S.G.M   Deseoso el que suscribe de reunir bajo una misma loza los restos mortales de las victimas inmoladas en Arequipa el 18 de febrero de 1836, solicite que se me remitiera desde Arequipa los restos de aquellos que aun permanecían insepultos después de 29 años de su sacrificio, el vapor que arribo ayer al puerto del Callao ha traído los restos del general Fernandini, de los coroneles Solar, Rivas, Cárdenas, Carrillo y de los comandantes Valdivia, Moya, Picoaga y Herrera. Como todos los héroes que llevaron este nombre en el mundo y contribuyeron a la independencia de la república, se sacrificaron por la integridad de ella con la mayor abnegación y obtuvieron una clase en el ejército. Tengo el honor de dirigirme a Ud. a fin de que se digne disponer que los restos de estos mártires sean conducidos al cementerio público, previas las formalidades y prácticas religiosas que deben observarse.   Atte. F.S.S   Pero esta carta no mereció atención por parte del gobierno del general Pezet, el que tampoco accedió al deseo manifestado por la familia del general Salaverry, de que se le permitiera hacer por su cuenta los funerales y el sepelio de los heroicos compañeros de infortunio y de gloria del general Salaverry el presidente más joven que tuvo el Perú, de darles sepultura al lado de su ilustre jefe en el cementerio general de Lima. En esta época los gobiernos duraban muy poco y terminada la guerra con España y restablecida la normalidad en el país, el gobierno del general Mariano Ignacio Prado considero un deber de estado cumplir con la ley dada por el congreso de Huancayo, que ordenaba que los restos del general Salaverry descansara en un sepulcro de mármol erigido por la nación. El 24 de noviembre de 1868 el congreso acordó que los restos de los jefes militares fusilados en Arequipa el 16 de febrero de 1836, fueran sepultados con honores militares y que se elevara a su ilustre memoria un mausoleo que la perpetúe.   En resolución legislativa dice:   Lima 24 de noviembre de 1868   Excmo. Señor Presidente de la Republica   El congreso ha resuelto que los restos del general Fernandini, la de los coroneles Cárdenas, Carrillo, Rivas, Solar y Valdivia, de los comandantes Moya, Picoaga, Herrera, que fueron trasladados de Arequipa a esta capital y que se hallan en el convento de Santo Domingo, sean sepultados en el cementerio general, con sus respectivos honores militares elevando la ilustre memoria de todos ellos en un mausoleo que la perpetúe.   Comunicamos a V.E para su inteligencia y cumplimiento   Dios guarde a V.E                                    José Rufino Echenique                             Juan Oviedo   Presidente del Senado                          Presidente de la Cámara de Diputados     Francisco Chávez                                    Modesto Basadre Secretario del Senado                            Diputado secretario   Fue el presidente José Balta quien puso el cúmplase a esta resolución legislativa, por resolución suprema el 1 de febrero de 1869  autorizo al prefecto de Lima a invertir 1,000 pesos a la indicada ceremonia fúnebre.   El diario el Comercio en su edición del 17 de febrero de 1869 da cuenta de la ceremonia de traslación de los restos de los jefes militares fusilados en Arequipa, del convento de Santo Domingo al cementerio general y de las ceremonias. Honores Fúnebres   Tal como se había anunciado, se reunieron ayer a las diez de la mañana las corporaciones en el salón de palacio, de allí se dirigieron al templo de Santo Domingo donde se ha oficiado las pompas debidas a las exequias tributadas a la memoria de los valientes héroes, Fernandini, Carrillo, Rivas, Cárdenas, Moya, Picoaga, Solar, Valdivia y Herrera, que fueron ejecutados en Arequipa por orden del usurpador general Santa Cruz, cuyos restos permanecían depositados en el referido templo.   La iglesia de Santo Domingo se hallaba suntuosamente enlutado, un hermoso catafalco cuya cúspide estaba sostenida por columnas y arcos ojivales destacaba en el centro, al pie de aquel y en medio de grandes flameros y trofeos de guerra, se veían las nueve urnas cinerarias, al centro el altar destinado al sacrificio de la misa en la que pontifico el señor obispo de Puno fray Ambrosio del Valle; la orquesta compuesta por los mejores músicos ejecuto durante la vigilia las piezas más variadas, siendo una de ellas del profesor señor White, seguida de la música de la misa réquiem perteneciente al célebre Passini.   La oración fúnebre fue pronunciada por el presbítero doctor Núñez, cuya reputación como orador es reconocida por el público, concluido este acto los restos fueron conducidos al cementerio observándose en la marcha el siguiente orden: Una mitad de caballería Una sección de artillería volante El carro mortuorio La guardia de honor El coche de gobierno completamente enlutado Muchos coches particulares   Una comisión de la beneficencia presidida por el doctor Lino de la Barrera, recibió en el cementerio los restos y estos fueron colocados momentáneamente en la capilla, luego el doctor Lino de la Barrera dijo: Señores:   Me ha cabido el honor de presidir la comisión encargada por la sociedad de beneficencia, para recibir los restos de nuestros valientes compatriotas que hace 33 años perdieron la vida por defender la integridad de la nación, es muy justo que se hiciera honra a sus memorias, la beneficencia se congratula de embellecer este cementerio con tan apreciables cenizas, ellas serán conservadas con respeto y veneración que merecen tan ilustres víctimas. Señores hagamos votos al eterno por su feliz descanso.   Enseguida don Ramón Rojas y Canas, también leyó un sentido discurso recordando las virtudes y heroísmo de tan ilustres víctimas, tributando a la vez un voto de justicia al gobierno que ha sabido colocarlas en el lugar en el que desde hace mucho tiempo debían encontrarse.   Por ultimo de la capilla fueron conducidos los restos al cuartel de santa Ana y depositados provisionalmente en el monumento que se veía en el centro, hasta que se les erija el mausoleo que estaba decretado, llevaron las cintas el ministro de guerra, los generales Allende, Medina, Freire, Morote, Buendía y Segura.   Pero este mundo no sería tan malo, si no hubiera en el los gobernantes que hay, guías ciegos los denomina la biblia «guías ciegos que creen ver el mosquito y no ven al camello» y así pasaron algunos años más nunca se supo que paso con los restos del general Fernandini y de sus compañeros, porque fueron retirados del cuartel santa Ana donde fueron enterrados al ser vendido ese terreno al doctor Francisco García Calderón quien lo adquirió por encargo de la familia Goyeneche para construir allí su mausoleo.   A propuesta del presidente del centro de estudios históricos militares, el general de brigada don Felipe de la Barra y su junta directiva en sesión del 8 de enero de 1953, acordó nombrar una comisión formada por los miembros de número: Contralmirante Manuel Nieto, del doctor Pedro Ugarteche, del capitán de fragata Eduardo Carrillo, del doctor Manuel Labarthe, doctor José Antonio Jiménez León y del doctor Cesar García Rosell, para que investigaran en el cementerio presbítero maestro el lugar en el que se encontraban sepultados los restos del general Fernandini y de sus ilustres compañeros de armas y sacrificio. la junta directiva de este centro de estudios históricos al designar esta comisión, no solo cumplió un deber sino que también recogió un anhelo de la opinión publica, seriamente preocupados de la suerte que podían haber corrido estos restos y que era seguido con vivo interés, el 24 de enero de 1953 el general de la Barra dirigió un oficio al señor presidente del directorio de la sociedad de beneficencia pública de Lima, doctor Eleodoro Romero Romaña, informándole del nombramiento de la comisión y solicitándole ordenara se les prestara todas las facilidades necesarias para el cumplimiento de la labor encomendada. El presidente del directorio de la sociedad de beneficencia doctor Romero, ordeno inmediatamente que se le diera a la comisión todas las facilidades, tanto de las oficinas de archivo como los del cementerio, no solo cumplieron esa orden sino que se esmeraron en colaborar con la comisión. Se revisaron los registros e informes, el copiador de resoluciones, decretos de la dirección, copiador de notas e informes, el índice de acuerdos de juntas generales, toma de razón de particulares, toma de razón de los ministerios, acuerdos de juntas permanentes, libro de contaduría, protocolo de expedientes de mesa de partes. Sin encontrar en ninguno de ellos dato alguno que arrojara la menor luz, sobre el lugar al que fueron trasladados los restos del general Fernandini y de su compañeros, la investigación que la comisión realizo en el cementerio general tampoco fue afortunada, fueron abiertas y examinadas cerca de cien tumbas que por carecer de inscripción se creyó podían guardar los restos próceres que la comisión buscaba, también se realizaron investigaciones en varios mausoleos, finalmente se hizo una excavación de varios metros de profundidad delante del mausoleo del general Salaverry la que tampoco dio resultado alguno. La comisión duro más de tres meses, con posterioridad a esta investigación de la comisión y en vista de sus resultados, el centro de estudios históricos militares, coloco una hermosa placa de bronce en el mausoleo del general Salaverry conteniendo los nombres de los heroicos jefes compañeros suyos de infortunio y de gloria.   El doctor Pedro Ugarteche dijo:   «Es para mí un honor el haber sido designado por el presidente del centro de estudios históricos militares, general de la Barra para formar parte de esta comisión encargada de buscar los restos del general Fernandini y de sus ilustres compañeros, lamento profundamente el que estos esfuerzos no tuvieran éxito, por lo que estos restos próceres significan para todos los Peruanos, también porque fue mi abuelo el coronel don Juan Antonio Ugarteche(1), quien se encargó de organizar su traslado de Arequipa  a Lima, años después de haber traído personalmente desde esa ciudad los restos del general  Felipe Santiago Salaverry, en atención al muy honroso encargo que recibiera de la señora Juana Pérez de Salaverry y de sus hijos, que el cumpliera con la mayor solicitud y desinterés.   (1) El coronel don Juan Antonio Ugarteche y Posadas, nació en la ciudad de Salta (hoy república Argentina) en donde su padre era teniente coronel de las milicias del Rey, el coronel Juan Antonio Ugarteche aparece citado en forma muy honrosa en los partes de batalla de Tarqui y de Yungay, fue presidente del consejo de ministros durante la campaña de la restauración de 1865, comandante general de artillería el glorioso 2 de mayo de 1866, el escritor Chileno Benjamín Vicuña Mackenna en su libro «Diez meses de misión diplomática» ofrece la siguiente semblanza:   «El coronel Ugarteche padre político del presidente Mariano Ignacio Prado y Ochoa, tiene fama de probo y de valiente, fue el que al subir al cerro pan de azúcar en la mañana del 20 de enero de 1839, apeándose de la mala mula que montaba la derribo de un balazo y dijo con calma estoica (no necesito bestia, si nos vencen yo no sé arrancar, si triunfamos tendré mejor montura) y subió el cerro con el denuedo de un héroe de la antigüedad; habla poco y oye menos pues padece de sordera, además es padre de unas hijas adorables, la más bella María Magdalena Ugarteche Gutiérrez de Cossío es la esposa de Mariano Ignacio Prado Presidente del Perú,  el coronel juan Antonio Ugarteche durante el combate del dos de mayo se mantuvo de pie sobre uno de los reductos, descubierto al fuego enemigo y todo el tiempo fumando, pues es un fumador empedernido y todo sin pronunciar una palabra; los historiadores más notables de esa época como don Mariano Felipe Paz Soldán, el general Mendiburu, don Nemesio Vargas, el deán Valdivia lo recuerdan en varios pasajes de sus obras, con actuación distinguida y destacada en importantes acontecimientos políticos y militares.      
Muy poco tiempo de fundada tenía esta ciudad de los Reyes, muchos habían sido los alborotos y turbulencias de todo tipo que habían vivido los conquistadores, fue también muy grande el derramamiento de sangre y cuando aún no se había apagado el militar estruendo y las luchas internas, nacía la universidad de San Marcos para cuya erección el cabildo de Lima comisionó, a fray Tomas de San Martín y a Jerónimo de Aliaga con el fin de que pidieran al Rey un estudio general, este se fundó en Santo Domingo habiendo estado también en San Marcelo, de donde paso a las casas de san Juan de la Penitencia, donde doña Juana Escalante dirigía una especie de gimnasio como también se le llamaba, que había fundado en 1556 el virrey de Cañete don Andrés Hurtado de Mendoza con doña Catalina Argüelles quien era viuda del licenciado Cepeda, que como primera directora y fundadora es digno de anotarse; este solo tema se presta a un basto estudio, la influencia e intervención decisiva de las mujeres en muchos aspectos de la vida colonial, fueron nuestras remotas abuelas muy laboriosas y resueltas, más que en galas y festejos se les ve ocupadas en menesteres sociales de importancia para la misericordia con el prójimo, amen de la acción digna que tuvieron en la formación de los huertos y jardines que dieron tanta fama a Lima la ciudad de los Reyes.La universidad se liberó pronto de su aspecto puramente religioso y entro en lo que podríamos llamar un aspecto laico, donde comenzo a realizar su gran obra de cultura, a fines del siglo XVI son muchos los ingenios y altos espíritus que patentizan esta labor, el florecimiento intelectual de Lima en esa época y comienzos del siglo XVII es demostración palmaria de que el empeño educacional fue muy grande.Según datos tomados de un libro grande forrado en cuero que dice en su portada grados de licenciado y doctor, contiene este de 1571 y menciona que el licenciado Francisco Franco (de quien no se ha podido obtener mayores datos porque no aparece en el libro de Mendiburu, ni en el de otros historiadores de la época colonial) se presentó el 14 de enero de 1571 y pidió el grado de medicina; el claustro de esa época se encontraba compuesto por los doctores:Pedro Fernandez de ValenzuelaDiego de ZúñigaGaspar de MenesesMartín Sanchez de Renedo (el famoso protomédico)los maestros aceptaron el grado de medicina que se les pedía, el decano de la facultad era don Gaspar de Meneses, así consta lo que demuestra que esa facultad existía ya en aquel año.Los primeros grados se daban en ese entonces en acto publico y en acto secreto en Santo Domingo, se ponían edictos en diversos lugares de la ciudad y se concedía diez días para los que tuvieran algún derecho de prelación o antigüedad lo pidiera, los grados universitarios eran muy lucidos, toda la ciudad participaba de los festejos y ceremonias, se hacía con caracteres religiosos tanto en la capilla de la antigua en la catedral como en santo domingo, se cuenta de un magnífico retablo que costo según partida vista en un cuaderno de cuentas cuatro mil pesos, lo hizo el artista tallador y escultor llamado Alonso Martín de Meza.En esa época un grado doctoral era muy costoso, algunos graduados además de los derechos de las ayas o achas y las propinas, de la colación que se daba en especies ofrecían un convite a los padrinos y maestros, algunos hacían corridas de toros y otros fuegos artificiales, entonces se daba gran importancia a la vida intelectual y se tenía respeto a la gente que se preocupaba en estudiar y saber.Entre los grados curiosos aparece la de los dos Escalonas y Agüeros, los del poeta Pedro de Oña, del licenciado Urdaide que fue autor de comedias y muy aplaudido en el siglo XVII, de don Barreda de Castro que llego a rector, de Ochoa Salmerón juez comisionado a la ciudad de Trujillo con motivo de duelos sangrientos realizados en esa ciudad.Es tan variada, tan múltiple, tan llena de sugestiones la vida del Peru y de Lima durante los tres siglos de la vida colonial, que solo una labor grande y de conjunto podría revelar el fondo de reciedumbre que palpito sobre todo en los dos primeros siglos, ya que el último con su sentido burocrático que ha perdurado arrebató todo el carácter de vigor y solo dejaron percibir el boato y la cortesanía.
Allá casi en el centro del pueblo se desmorona lentamente el amado caserón de mis abuelos, su esquelética armazón sufre el azote violento de la lluvia y el viento, con cada arremetida se llevan como trofeos un pedazo de aquel refugio, que viera transcurrir la alegría de los años de infancia, frente a las cenizas de nuestros sueños el corazón se conturba adolorido y vuelve por el sendero del recuerdo, hasta el lejano ayer de arribo fácil y de estancia corta. En ella alumbre con palabras un recuerdo Descargue mis jornadas Desenrede mi viento Bien supe que estuve recogiendo Mis sombras, mi ruta y mi palabra Por la calle tendida de algún verso En el patio el sol escancia sobre los rosales y los nísperos en flor, penetrando el aire matutino cargado de perfumes campestres, era de adobe la casa y por sobre el tiempo y el olvido siempre se alzara en mi mente como un dorado castillo, en el comedor había un armario que se engañaría el que creyera que solo sabe callar, yo hablaba con él y con el cuco de madera que ahora ha perdido la voz, aquí un calor dichoso me retiene, las horas cual hilanderas se entre duermen, mientras mis pensamientos realizan una alquimia con el tiempo, aunque los años vuelen todo parece eterno. Veo a mi abuelo Manuel Encarnación sentado a la mesa, mientras mi adorada abuela Baltazara prepara la cena, todos los nietos sentados escuchamos al abuelo contar sobre la extraña boda de la nutria y el jabalí, progenitores del carpincho, acompañados de su comadre la vizcacha que personifica a la avaricia, mientras el sapo compadrón con el sombrero sobre la oreja y las manos en los bolsillos se pasea nervioso, lanzando miradas de soslayo a una víbora viuda y coquetona, que luce su agilidad sobre una rama seca, en cuyo extremo una araña chismosa con los anteojos en la punta de la nariz, combina nuevos dibujos para sus telas sutiles, canturreando entre dientes una vieja canción de amor, que hace sonreír a un anciano lagarto centenario, a quien la parálisis impide habituales correrías; allá mas al fondo se ve la luz azulada e intermitente de las luciérnagas, mientras las curiosas parejas bailan al compás de los mágicos sonidos que las chicharras y los grillos arrancan a sus flautas sonoras, acompañados de los alegres clarines que tocaban los mosquitos y abejorros, bajo el rasgueo armonioso de las guitarras en el que lucían su habilidad las ranas acompañantes. De repente la música cesa y se apagan las luces, una masa informe que chillaba comenzó a rodar hacia la puerta, apareciendo con el poncho arrollado al brazo y en la diestra la uña larga cual cuchillo, un gato montés a quien atacaban una vizcacha auxiliado por unos cuantos lagartos turbulentos, la lucha era ruda y el viejo perturbador de bailes y diversiones llegaba jadeante a la salida, un viejo bagre con la voz cascada de los años pregunta. ¿Que paso amigo gato? Estaba bailando con una liebre delicada y en cuanto la tome de la cintura se echó a gritar, allí no más saltaron los presentes, no sé porque tanto alboroto si soy un caballero. Es de noche en sosiego una estrella brilla como una dulce mirada, a media luz se conversa, de un viaje, de un recuerdo, de una ida sin retorno, el antiguo reloj de pared aun suena, el tiempo en sus paredes ha calcado el crepúsculo, pero en la vieja casa hay una parte que amo sobre todas, donde se confunden los viejos tomos, con mis oscuros libros de estudio y mis amados libros de poemas. Quiero pedir ahora Que me devuelvan Todas las fragmentarias vidas Ejecutadas de minutos y de ocasos El montón derrumbado de mi risa La pulse con pasos que nadie me devuelve.
Los llamados partidos políticos en el Perú no son más que clubs eleccionarios que se arrogan el nombre de partidos, no tienen demarcaciones entre unos y otros y peor aún ideales o programas, no son más que un conglomerado de hombres y mujeres que llevan su vista fija en los respectivos caudillos, mientras estos marchan apartados. Los electores un día están con uno y otro día con otro, sin que nadie note su inconstancia, son como cierta fauna trepadora de los bosques que se pasan de un árbol al otro por las ramas, según donde haya más con que alimentarse, así es la política peruana, sin pensamientos, sin doctrinas, sin ideales; los ciudadanos recorren estos club eleccionarios en un continuo ir y venir, como los transeúntes por un puente, desde hace mucho tiempo ninguno de los políticos represento siquiera la falsificación de una idea, en el congreso solo hay una deforme aglomeración de individuos incoloros, incapaces y hasta inconscientes, somos un pueblo mil veces engañado. No siento desprecio por mi patria, pero si desprecio por sus defectos, por lo malo, por la eterna corrupción de sus instituciones, hago mías las palabras que transcribo del poeta Filipino José Rizal que bella y dolorosamente dice en su novela “noli me tangere”: Se registra en la historia de los padecimientos humanos, un cáncer de carácter tan maligno, que al menor contacto se irrita y despierta agudísimos dolores, pues bien; cuantas veces en medio de las civilizaciones modernas he querido evocarte patria mía, ya para acompañarme de tus recuerdos, ya para compararte con otros países, tantas veces se me presento tu querida imagen con un cáncer social parecido y deseando tu salud, que es la nuestra y buscando el mejor tratamiento, hare contigo lo que con sus enfermos los antiguos; los exponían a las gradas del templo para que cada persona que fuese a invocar a la divinidad propusiera un remedio, para este fin tratare de reproducir fielmente tu estado sin contemplaciones, levantare el velo que oculta el mal sacrificándolo todo a la verdad, hasta el mismo amor propio pues como hijo tuyo adolezco también de tus defectos y flaquezas.
En los antiguos protocolos de los hospitales de Lima, que tenía cada cual su propia personería jurídica independiente, con sus mayordomos y hermandades, con sus procuradores y abogados, quedaron innumerables testamentos de indígenas naturales  y principales, que dejaban todo o parte de sus bienes a fundaciones de caridad, especialmente a favor del hospital que fundo Loayza, todo indica que hubo una maravillosa habilidad para obtener que la postrera voluntad de los que morían en las covachas de aquella casa de salud y misericordia, dejaran sus bienes en beneficio del mismo y hay algunos muy curiosos, que muestran la vida jurídica de aquel entonces.  Por ejemplo uno de ellos redactado en 1567, hecho ante don Antonio de Valencia por quien era el cacique de Huancavelica don Pedro Challamay, que revela que la real audiencia tenia intérpretes y era ese año don Pedro de Mora, quien intervino por no poder expresarse en castellano tal cacique.  Hay otro también muy interesante que es de una indígena principal descendiente de los caciques de Nazca, que se llamaba Juana de la Nazca y el escribano que autoriza el documento fue don Pedro Muñoz  Riquelme, allí aparece nítida la famosa institución de la herencia  de alma, donde figuran varios legados entre ellas una cantera, muebles, ceramicas y alhajas que dan una idea de la fastuosidad del siglo XVII hasta en las descendientes de los incas; aparecen en ese testamento varas de carmesí, encajes de plata, gargantillas de perlas, tembladeras de plata, cuentan las antiguas crónicas que doña Juana la testadora era viuda de un tal Nicolás de la Cruz Huamán, que por el apellido era oriundo de la región Chimú, donde era frecuente este apellido entre los naturales principales, este enlace parece tan curioso por ser personas de regiones diferentes y de gran significado en la cultura pre inca, que se caracteriza en la cerámica por aspectos tan diversos y tan valiosos, se menciona que testigo de este acto hecho en 1681 fue el licenciado don Antonio Velarde Bustamante quien era abogado en esta ciudad de los Reyes.  Y así fue pasando la vida, así, así, así, en la colonia, la espuma, la eterna gracia, el halito entre ingenioso y pícaro, que aparece en la niebla de la historia como un ballet, que discurre entre tapadas, caballeros emplumados, damas melindrosas, tal cual fraile gordo y lucio, tal cual conquistador con su epopeya.  
Fue pictóricamente hablando más peruano que Ignacio Merino, Laso inicio el camino hacia una representación de su propia tierra y puede por tanto señalársele como el precursor, el empieza a precisar un afán sistemático por la creación y sustento de un arte de orientación netamente Peruana, fue un arranque de conciencia nacional y un despertar a nuestras propias bellezas, que tuvo como punto de partida la sierra ya que ella reclamaba su representación plástica. Francisco Laso no solo fue un pintor sino también un literato, nació en Tacna en 1823 y ya adolecente estando en Lima, obtiene una beca y viaja a París y fue discípulo de Charles Glayre quien era un retratista eximio, la obra más famosa de Laso iluminada con los destellos de la genialidad fue la concepción de “santa Rosa de Lima” que se conserva en la pinacoteca municipal Ignacio Merino, Laso se interesó mucho por los temas indígenas pero su espíritu romántico les prestaba una distinción que el fino pincel estilizaba, es en la sierra central en san Mateo que muere en 1869, era un artista de exquisita inteligencia y de una espiritual sensibilidad, como escritor se distinguió por su afán combativo de gran altura ética. Contemporáneo de Ignacio Merino y Francisco Laso, debemos mencionar a Luis Montero (1826-1868) Piurano como Merino, su obra más conocida es el cuadro “funerales de Atahualpa” de grandes dimensiones y pintado en Europa, con el cual hizo un recorrido triunfal por varios países, este cuadro muestra el dramático momento de la conquista.  
Corría el año 1535 y Lima era apenas un esbozo de ciudad, chozas desperdigadas, acequias rusticas, casas a medio construir con mangles, cañas y cajas de barro, asomo de torres, atisbos de balcones, la ciudad de los reyes que con el tiempo habría de crecer prodigiosamente, hasta llamar la atención de viajeros cultos y enterados, de ciudades lucidas y colmadas de la vieja Europa, se realizó la primera junta de vecinos y con orador designado por el cabildo, en la plaza de esta ciudad el mismo año de su fundación. El orador designado fue Hernando Pizarro, quien ya había conocido y estado en Lima el año 33, fue uno de los primeros que aprecio el hermoso valle que atraviesa el rio Rímac, Estete dejo en su relación interesantes pormenores de aquella entrada, que sirvió sin duda al futuro Márquez Francisco Pizarro y sus compañeros, para escoger en el asiento del cacique de Lima la sede para la cabeza del nuevo reino, ganado para gloria de doña Juana y del Rey Carlos V. Hernando Pizarro era el más simpático de los Pizarro, educado y muy orgulloso, de una vitalidad tan poderosa que vivió hasta los cien años, a pesar de haber estado 20 años en prisión la que soporto con estoica serenidad y digna compostura, Hernando era de hidalgo origen y se sentía pagado de la legitimidad y claridad de su sangre, no obstante siguió la bandera del hermano ilegitimo don Francisco Pizarro. Hernando Pizarro fue rumboso y amante del boato, a él debe Francisco Pizarro la resuelta ayuda de Carlos V, por él pudo reunir una escuadra tan numerosa como bien surtida, pues Hernando había hablado con el emperador ya que era galano y de palabra fácil, pero soberbio y altanero, tenía atractivo y sugestión cuando quería, también era rencoroso en grado sumo como lo demostró con Almagro, Hernando se presentó en España con magníficos presentes, oro en abundancia y una exquisita profusión de objetos del arte indígena, que produjeron sensación en la corte pero no fueron apreciados en su valor, fueron tomados como muestras idolátricas y fundieron el metal. Volviendo a nuestra historia era un día de noviembre de 1535, Hernando Pizarro platico varias veces con Francisco Pizarro y con alcaldes y regidores, de la conveniencia de enviar donativos al monarca en gracia de las mercedes recibidas y por recibir, el cabildo trato gravemente el punto en reunión especial, se acordó como se ve en la página LXIII del primer libro, que el 12 de aquel mes y año todos los vecinos se juntaran, tañeron todas las campanas, lo que confirma que desde el comienzo ya hubo sonoros bronces en esta ciudad tan de campanas y tan de campanillas. Se pregono así y fue Hernando Pizarro el encargado para hablar al pueblo reunido, se citó a todos bajo pena de multa de cien pesos de oro a los remisos, de la cual la mitad seria para el fisco de su majestad el Rey, la otra parte para el acusador y juez; era la tarde del 12 de noviembre de 1535, bajo pregón y campana Hernando Pizarro acompañado por el gobernador Francisco Pizarro, los alcaldes Ribera y Tello, los regidores, se pidió silencio y Hernando Pizarro hablo con elocuencia de la necesidad de enviar al soberano un donativo. El cuadro puede rehacerse fácilmente en su contrastada vistosidad, pobreza en el ambiente urbano, pero relumbrante y resplandeciente en el atuendo de los conquistadores, que sobre las corazas llevaban como describen los cronistas, joyas muy valiosas, galanas plumas y costosos arreos, es bien sabido que entre los conquistadores los hubo de mucha prestancia, de buen linaje, de señoriales hábitos, aun entre los aventureros sin solar conocido y paupérrimos de origen, el gusto por las galas y el afán de señorear imperaban, dentro de cada español por humilde que parezca siempre hay un señor, un gran señor, fama dejaron y los cronistas lo dejan ver, Hernando y Gonzalo Pizarro, los Almagro, especialmente el llamado el mozo por la fastuosidad y pompa de sus atavíos. Debió ser pintoresco y hermoso el cuadro en su primitiva sencillez, la pompa de los hombres y la gris y pobre simplicidad de las cosas que los rodeaban, en el inicio de esta ciudad de los reyes. “la mejor madera es la del árbol que ha crecido mucho tiempo”  
Nació en Lima en 1830 en los albores de la república, turbulento y desbordado, su vida fue un constante poema de inquietud y de ansiedad, tuvo una marcada predilección por los grandes clásicos, los que lee con regocijo, era un alma multiforme enamorado del arte, viaja por América y en Buenos Aires crea lo que fue un artefacto precursor del linotipo. Shakespeare ocupa gran parte de su tiempo al que dedica en sus mejores años traducciones al castellano, que fueron entregadas a editoriales españolas que apreciaron el formidable trabajo, se publicaron en Barcelona dos volúmenes, los versos de Márquez entusiasmaron al público, se lanzó a escribir para el teatro empezó con un drama patriótico titulado “la bandera de Ayacucho” pero caracteres y situaciones dramáticas no había en esta obra, poco meses después dio a la escena “pablo o la familia del mendigo” y “la cartera del ministro” dramas no menos desventurados que el anterior en cuanto a condiciones de arte, pero bellísimamente versificados, Márquez mozo de muy claro talento se convenció que sus producciones teatrales solo alcanzarían los aplausos de una noche, cuando más tarde en el crepúsculo de su vida llena de matices novelescos se torna sereno y resignado, ama la paz y la tranquilidad, caminante perpetuo ha levantado tienda de reposo, el poeta descubre el rincón del silencio donde ira a guardar la dolorida desilusión del abandono, del que no ha sido comprendido, en este rincón de silencio llega a su frente que muchas veces ha desafiado la elevación del sol y de lo eterno, la corona simbolizada en el laurel del Petrarca. A el que amaba la luz, que amaba el misterio de las cosas infinitas y no imaginadas, llega este bosquejo biográfico como un homenaje póstumo a su espíritu que se agotó en estériles rebeldías, esta figura intelectual de gran relieve en la literatura peruana, injustamente relegado al olvido su innegable talento y merito, brillo con luz propia en la cultura nacional. La vida en sus últimos años lo encuentra medio vencido, casi en el umbral de su liberación suprema, su inquietud de poeta vagabundo, su alma turbulenta y luchadora, no era sino un recuerdo, en la más aguda pobreza, en el más grande abandono, muere el poeta en 1904, entre sus obras principales podemos contar: “notas perdidas” publicado en 1862, que tuvo buen éxito. “el Perú y la España moderna” editada en 1866. “prosa y verso” editado en 1901. Márquez fue un lirico puro víctima de la incomprensión y sordidez humana, igual en todos los tiempos y latitudes.    
ESCRITORA PERUANA DEL SIGLO XIX   Nació en Lima la ciudad de los reyes en 1841, fue hija de don Guillermo Potts, un marino Ingles que contribuyo a lograr la independencia nacional bajo las órdenes del almirante Cochrane, y su madre fue Catalina Gómez, inicio su actividad literaria a los quince años, como colaboradora del diario el Chalaco, el 15 de diciembre de 1862 estreno en el teatro del Callao un drama patriótico en cuatro actos y en prosa, titulado “república y monarquía” se casó dos veces, la primera vez con don Pedro C. Vizcarra de quien enviudo, la segunda vez fue con don Ezequiel Pérez Uribe, Carmen Potts murió en lima el 17 de setiembre de 1890. Treinta escritoras peruanas menciona con circunstanciados elogios en las estrofas de “año nuevo” que transcribimos, son una amena crónica acerca de los ingenios femeninos que ilustraron nuestra literatura publicada en 1889.                                                  AÑO NUEVO                                         A mí querida sobrina                                       Señorita Amalia Basadre   Cuando te asedie el hastió Que airado persigue el alma Ven, y encontraras la calma Que anhelas, al lado mío   En mí apartado jardín Que es de delicias encanto Veras el fiel amaranto Y el fragancioso jazmín   Al renombrado clavel “soberano de las flores” Con sus múltiples colores Y el perseguido laurel   La madre selva fragante Y la mustia cineraria La mística pasionaria Y el tembleque vacilante   El Maipú con su donaire Sin el verdor del follaje Con su invisible ramaje Como suspenso en el aire   Las rosas blancas ¡las rosas! ¡Oh prodigio de natura! Oh inimitable hermosura Solo como ellas preciosas   Las purpureas clavelinas La marítima incolora La siempre viva inodora Las margaritas divinas   La perfumada violeta Que embriaga con sus olores Los grupos de multiflores Y la sensitiva inquieta   En caprichosas distancias Como racimos prendidas Veras las siempre aplaudidas Elegantes rosas pancias   La recordada camelia Del cabo el jazmín fragante La pelargonia variante Los nardos y el ciclamor Diamelas, lirios, jacintos El heliotropo tu encanto Magnolias, sauco, agapanto Reseda y yerbas de olor   Un quiosco en rustica traza Y de apetitos surtido Que ofrece su contenido Al que su dintel traspasa   Fuente que surte primores En magníficos cambiantes Con pececillos brillantez De matizados colores   Con la techumbre de flores Que la brisa inquieta Una apacible glorieta Veras cual nido de amores En revuelta actividad Lindísimas mariposas Aéreas, diáfanas y vaporosas   Con esmaltes de esplendor En direcciones distintas Con que el aire van cortando Y en las corolas libando El nectarino licor En expansivo consorcio Veras múltiples jilgueros De rama en rama ligeros Gozando con el verdor Y oirás el dulce concierto La célica melodía Que un querub aplaudiría De su canto seductor   Escucharas la calandria Que al marco de mi ventana Regálame en la mañana Luciendo el primer albor Que embriaga el ensueño y deleita Con sus dulcísimos trinos Con sus gorjeos divinos Cual seráfico cantor   Por complacerte más Amalia mía El álbum de mi amor te mostrare Y aplaudirás con sincera alegría Las flores que solicita junte   Es la primera estrofa seductora De la gentil Juana Manuela Lazo Que la fama hace tiempo condecora Con la dilecta palma del parnaso   Le sigue el aplaudido pensamiento Que en mármol gravaran todos los siglos Modelo literario del talento De la sin par Rosa Mercedes Riglos   Y de Manuela Villarán Plasencia Amante y delicada poetisa Acento que recrea y diviniza Con su insólita luz de inteligencia La de Teresa de Fanning Institutriz y escritora Cuya palabra sonora El “ateneo” aplaudió Y Juana de Amezaga Literata altilocuente Que su esclarecida frente Diadema inmortal ciño   De Carolina de Jaimes Y Carolina García Sigue la alta poesía Que su fama realzo ya   Y la de Justa su hermana Tan patriótica y sentida Flor que al venir a la vida Jamás se marchitara   De Merceditas Elespuru Una graciosa leyenda De su ingenio grata ofrenda Que nos brindara su amor La sentimental Dolora Que otra página consigna De aplauso siempre fue digna Cual todas las de Leonor De esa feliz hechicera Doña Mercedes Cabello Que todo escribe tan bello Florida es su elocución Gano el renombrado timbre De novelista Peruana La primera que engalana Las letras con su expresión   Clorinda Matto de Turner Tradicionista laureada Por la academia nombrada Socio de alta distinción Y esto que para ella es goce Por qué abrillanta su historia Para los suyos es gloria Y honra para la nación   De Antonia Marques de Vargas Que escribió en horas hermosas Estrofas tan conceptuosas Cual Ángela Carbonel Y Mercedes Matamoros Lastenia L. de Llona Ciñen la inmortal corona De las diosas del vergel   Sigue el fulgido bouquet Conquistando admiradores Lucia Monroy de Flores Natividad de Cortez María Manuela Carrera María Nieves Bustamante Son pléyade coruscante De arrobadora fluidez   Como astros esplendorosos Hienden los áureos espacios María M. de Palacios Luz de esta constelación   La gran Julia de la Fuente Y Manuela de Vildoso Y Felicia de Moscoso Y otras de mística unción   De Micaela de Silva Y de Adriana Buendía Es la bella poesía Que Polimnia aplaudirá Así la de aurora lista Y otras musas nacionales Que diademas inmortales Tiene conquistadas ya   De Amalia Puga tan bella Que con su talento marca Ser otra peruviana estrella Y el blasón de Cajamarca   También en este álbum vive Jesús Sánchez de Barreto Y en su cantico se exhibe Cual beatifico amuleto   Porque con flores como estas Y pimpollos como tú Formo Dios en el Perú Sus delicadas florestas   Aunque cautive el bufete Por su plausible primor Jugaremos rocambor Y el animado chaquete   Como eres de Euterpe amada Pues que te brindo su hechizo Tu talento divinizo Como mi célica fada   Y hare que esa tu hábil mano Que en tu niñez aplaudía Me conceda la armonía Que arrancar sabes del piano   Esos valses de salón Que repetir no te atreves Pues que profundas conmueves Las fibras del corazón   Y aquellos que honrosa palma Son a nuestros compatriotas Cuyas delicadas notas Éxtasis son para el alma   Sin las esperanzas vanas De aplausos que no tendré Yo también te tocare Mi vals “las tres hermanas”   Y aquella danza, esa danza De tu gusto que no olvidas Que alguien dice: que mil vidas Vale cualquiera mudanza   Y si tu labio proclama Que disfrutas de recreo Habrás colmado el deseo De quien tanto y tanto te ama.

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