Ahora que he de confesar mis multiples masturbacionesy los sueños en que sexualmente dejas una heridahe de evitar las siniestras abreviacionesy llorar porque no eres mía.Ahora que vengo a confesarte mi amor tan desesperadopor ser tú la que conoce el origen del universo,te dejo mi corazón tan pinche abolladopor romperlo en cada verso.Ahora que te confieso mi admiración de poeta frustradoa tu belleza que es lo único bueno del jodido mundo,también confieso estar espiritualmente castradosin tu beso tan poéticamente fecundo.Ahora vengo a confesarte que te quiero más que a la pitufinamás que a Rei Ayanami, más que a mi valapukmás que a mi shot de morfinamás que al facebook.Ahora vengo a confesarte que estoy sin letrasllorando triste y solo en una sucia cantinabrindando por tus tetas¡a tu salud Janinna!

 Hay moscas volando indiscretaspor las fauces de un minotauro atolondrado. Bebo una cerveza.Hay muertes pequeñas aguardando en sucios callejones oscurospara clavarte su cuchillo en la yugular.Bebo otra cerveza.Norcorea declara la guerra en nombrede su peor enemigo que es…fuck you USA.Bebo otras cervezas.Cadáveres en mis venas, de mi abuelo, de mi tío.De tu puta madre. De una sirena desnuda en el calendario de los tritones mecánicos.Bebo muchas cervezas.Hay cuadros, figuras de arte, masturbaciones abstractasde un espíritu insatisfecho en la cara de la cultura.Bebo cerveza. ¿Dónde están las moscas que me susurraban poemas de amor?Los niños mueren descuartizados por sus padres.Bebo cerveza.Puede que mañana, ese mañana que no existe,escriba un poema decente, un poema sobrio.Deslizaré mi pluma como un cuerno de torosobre la espalda desnuda de una mujer…Pero ahora bebo cerveza.Sé que soy una basura, una basura que no deja de perder,y me emborracho como cuartada,digo, no soy bueno porque estoy borracho,ya verán cuando esté sobrio… Pero no. Soy una basura, una basura inmunda,todos triunfan, van por allí con sus autos zapatoy sus casas de infonavit, tienen hijos listos, parejas decentes y trabajadoras, dinero,vacaciones, prestaciones de la ley, televisión,internet de banda ancha, césped, bolsas negras, y yo aquí con mis fracasos, con mi pereza, con mi hastío del mundo y con cerveza para seguir bebiendo. Sé que el mundo tiene sed, yo no.

¿En qué oscura galería sin palabras tendrías que encerrartepara no sentir, encerrada en la saliva de mi alma,que desbordo tu imagen desnuda en la conciencia de mi pupila?¿Cómo podrías evitar, con qué invisibles barreras,que bese tu sangre con mi sangre,y que el cielo se cuartee con alas de recuerdo de cada centímetrode tus senos?¿Cómo podrías evitar que te dé latigazos con mi mirada,que intuya tus labios en una balada de pasión y carmín, tiernamente delineada, como el suspiro de un ángel agónico?¿Cómo escaparías de mi voyeur instinto,y cómo podrías dejar de tocarte, cuando sabes que te miro,cuando sabes que me toco, cuando abres a propósito esa cortina,cuando nos aburrimos en esta vecindady dejamos que los fluidos se precipiten al frío cemento?

Estoy frente a la ventana en un séptimo piso, pensando que la desesperación es propia de hijos de banqueros, de abogados y taxistas. Desesperación como larvas pequeñas que recorren la piel dejando una estela de mucosidad, la baba de los días que se abren como la cárcel y se cierran como la guillotina; las larvas se meten por la piel, se mezclan con la sangre y se asoman por los ojos. Se apoderan de todos los órganos y uno ya no es hombre, uno es una masa sanguinolenta de desesperación; te arrojas por la ventana y la desesperación hace el cuerpo más pesado, el cráneo se revienta contra el pavimento como una tostada en el hocico de un perro. Los sesos todavía dibujan algo sobre la banqueta si uno cree en la poesía. Yo no, yo soy ese cadáver de huesos triturados y sólo he regresado a cerrar la ventana.