Aún estás ahí, amigo infinito,
en el mismo lugar de todas las luchas,
firme, incólume,
esperando el asalto a las barricadas del alma,
abriendo surcos de fe en las fecundas praderas del sueño.
 
Por ahí escuché decir con aires ingenuos
-oh amigo castrado de ilusiones-,
que tu debias ser neutro...
¿...Neutro...? Oh Dios, amigo perenne,
¿Acaso has perdido el pálpito de la libertad?
¿Acaso ha muerto el sentido libérrimo de cada palabra...?
 
No, amor, tu nunca puedes ser neutro...
Tu vives en el vientre pensante de la libertad,
eres alfa y omega del universo.
Yo te he visto parir ilusiones,
sembar inquietudes, conquistar imperios,
yo te he visto construir los caminos
y encender las antorchas de la dignidad.
 
No me digan, oh dios, que tu debes ser neutro...
Aquí está mi mochila cargada de sueños,
Allí hay milones de ideas, miles de páginas,
conversando con el hombre que llevo por dentro.
He descubierto el amor,
yo también cabalgué en Rocinante,
he sido testigo de la historia milenaria del mundo,
me he caído en la tristeza del miedo,
sufriendo el fragor de la guerra
y he vuelto a renacer en una poesía.
 
Por dios, por dios, por qué el libro debe ser neutro...
Eso sólo sirve para hacer arder las hogueras del miedo.
El libro es un soldado de la justicia
y del amor
y de la paz y de la ilusión...
Pero nunca, nunca jamás, habrá de ser neutro.
Eres tú, camarada, el amigo inseparable,
el único manantial de principios que asalta mi alma
y me nutre de fuerzas para soñar en un mundo mejor.
 
Vuelvo los ojos a mi tímida biblioteca
y mil gritos estallan de júbilo 
en esta hora de libertad profunda...
Bienvenido seas a mi alma,
amigo insondable de la cultura y la vida,
en tus páginas vibran los sueños tuyos y míos, nuestro