Parado en el mismo lugar que ayer
Los niños jugábamos erizando la siesta de los vecinos
Mentíamos al viento con nuestros barriletes de bolsa
En los baldíos nos jugamos el honor del barrio.
Parecido a las nubes; los recuerdos toman formas,
Me quedo mirando con el alma galopando….
Vacaciones de verano; el viaje al campo…
La gomera, los pájaros, el río y los caballos.


Las historias de mi padre del invierno pasado.
El sol; que quemaba los cueros y perros jadeantes
El zumbido de los tábanos, la siesta en el recado.
El corral; tendido a la sombra de los ñires
Concierto de vacas reclamando sus terneros,
Por las mañanas, con frío mi madre con sus manos;
Rompía el silencio con un hilo blanco.


Baldes de latas de cinco litros
Llenos de espuma más allá del borde,
Llegaban temblando a la galería del rancho
Y un pañal amarillento ajustado en un molde,
Le daba la forma final a esos pichones de esfuerzo.
Infancia de hombre que crecimos jugando,
Sabiendo de niños que no sobraba mucho,
Hijos de padres luchadores humildes,
Nieto de abuelos nacidos y criados en el campo.
Costumbres tomadas de la vida misma,
Formas que un día dejara de existir
Cambiando lo tibio de un nido protector,
Por la cara carteada de fríos y sol.


Vivencias que solo añoro y miro alejarse,
Como las tardes que mueren, durando un respiro
De tanto quererlo, el rojo cielo no devuelve nunca
El sol tras los cerros…
Miro y veo a mi padre… a mis hermanos….
Y a todos ellos a los que cobija mi madre,
Mi madre; más de acá que la tierra misma,
Más de la tierra que su propia sangre,
Sus ojos; menucos infinitos y negros.
Sus manos duras y fuertes… madre que nunca
Te lleve la vida, sin que sepas que todo tu tiempo
Es lo más fuerte, es lo más sólido; que se tramo en mi alma
Como ese telar; irrompible por años
Que me guía solemne por la vida que llevo
Por la vida que dejo… y que pretendo enseñar.