Me alimento del viento,
de la brisa de la mañana
que se cuela por las grietas del tiempo
y recorre los bosques
hasta acariciarme la cara.
Soy suspiro que vuela por el aire
mezclándose con cada partícula 
diseminada en la atmósfera,
mezclándose con cada átomo
de cada gas que lo compone.
Desbarajustándolos,
desquiciándolos
porque sigo y me transformo.
Soy la voz etérea del viento.
Me deslizo por los oídos de la gente,
los atravieso imperceptiblemente
como el canto de un gorrión apurado.
Y quizás luego,
me convierto en ese gorrión…
Y abro las alas y emprendo el viaje…
corto viaje
hacia la copa de un árbol,
para  detenerme entre las hojas
que me harán cosquillas.
¿Como ríe un gorrión…?
Usando mi sonrisa…
y yo seré dueña de su alegría y su simpleza.
¡Qué más!
El gorrión ya no es gorrión,
ahora es sol,
que me abrasa y que me abraza;
que me deja para poder brillar
pues
soy mi propia libertad.