Octavo da: Ellas
Publicado en Mar 08, 2013
Cuanto hacía que estaba sentada en esa silla. Cuanto llevaba rezando a lado de su cama.
Una enfermera la invitó a salir un rato. Mansamente, se despidió de él, le acarició la cara y se fué a la sala de espera. Allí había otras igual a ella. En silencio , robaba en lotras miradas la fé que a veces se le escapaba. Allí pudó sentir las mismas lagrimas. Pudo ver a sus fantasmas y en ellos, reconocer los propios. Aunque no rezaban juntas, compartían las mismas oraciones. Si hasta caminaban con los mismos pasos. Nadie hablaba. Todas conocián sus historías. Pero ,las palabras no hacían falta. Cuando una rompía en llanto, como angeles complices, ellas se acercaban y la abrazaban. Eran tán calidos sus abrazos. Y cuando hablaban, su palabras tenían el poder de sanar todas las heridas. Caminaban en la noche, se daban fuerzas. Allí no existían la clasificación de las enfermedades. Ni números de historías clínicas. Sólo dolor y esperanza. A veces, la impotencia las visitaba por sorpresa, y esa fuerza las impulsaba hacía caminos lejanos, que un humano cree que nunca va a conocer. Y cuando llegaba el turno de irse feliz, desde el lugar que estuviera, por más lejano que fuera , se seguián acompañando. No existen las palabras, ellas aprendieron a hablar con la mirada. Allí todas eran iguales, simplemente mamás, a lado de una cama.
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