El cuaderno vacio...
Publicado en Feb 15, 2013
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El cuaderno vacío
 
Capítulo 1
 
Amanda Sánchez cumplía 12 años aquel día soleado de Diciembre, ella se había despertado muy entusiasmada porque sabía que aquella mañana recibiría muchos regalos, además quería ver a sus primos y primas que vendrían a saludarla, su madre la saludó con un tierno beso y le preparó el desayuno, una taza de chocolate caliente y unas media lunas que adoraba compartir junto a sus hermanos Adolfo de 5 años y Benjamín de 10, la madre de ellos trabajaba de empleada doméstica para una familia adinerada, una vida diferente a la de Amanda y sus hermanos, no conocían el lujo, los viajes de placer a todos los paisajes del mundo, la mesa llena de comidas de diversos tipos, la heladera repleta con almuerzos y postres de todos los gustos, sin embargo ellos eran felices sabiendo que a pesar de vivir en una casa pobre casi olvidada en un pueblo pequeño de Corrientes tenían todo el cariño que necesitaban, el amor que su madre les entregaba.
 Ellos rodearon la mesa pequeña que se encontraba en el patio bajo el árbol de moras que tantas siestas los había cobijado del sol en sus juegos, cada uno tomó una taza con su nombre y se dispusieron a desayunar, Amanda vio a su madre entrar a la cocina y supuso que traería su regalo, ella sabía que a pesar de ser humildes su mamá se encargaba de comprar un regalo para cada uno en sus cumpleaños, estaba muy contenta y a la vez intrigada por saber que recibiría esta vez, el cumpleaños anterior había recibido un set de pinturas de juguetes y un oso de peluche con el que dormía en las noches, pero esta vez su madre la había sorprendido realmente, venía con un paquete envuelto en papel de regalo rojo con brillos, era un rectángulo algo grueso y no tan grande, ella se preguntaba que seria, ¿Un perfume dentro de una caja? ¿Una caja de bombones? O tal vez otro set de pinturitas, ¿Qué mamá no sabía que ella ya estaba dejando de ser una niña? Era la eterna pregunta que aquejaba a Amanda, hasta se acercó diciendo:
-Toma Amanda, acá esta tu regalo, espero que te guste, la verdad ya no sabía que regalarte.
-Gracias mamá, no te preocupes, seguro tu regalo me va a encantar.
Ella retiró el envoltorio que su madre prolijamente había preparado, pero las ansias fueron más grandes que el cuidado que la madre había tenido para envolver el regalo, Amanda estaba muy contenta, pero al ver lo que contenía aquel paquete quedó algo atónita, era un cuaderno de 50 hojas, con una cinta de colegio rosada que servía de separador para las hojas, su madre la miraba admirada, expectante, casi preocupada por saber si a su hija le había gustado su regalo, Amanda se desilusionó, era más coqueta que intelectual pensó, y sin darse cuenta que su madre esperaba una respuesta grata le preguntó:
-¿Un cuaderno mamá? ¿Desde cuándo dibujo o escribo?
Recién al ver el rostro triste y desilusionado de su madre intentó remediar el mal trago que le había hecho pasar a su madre diciendo aquello, entonces agregó rápidamente:
-Bueno, no era lo que esperaba pero te lo agradezco mucho mami, ya veré que puedo escribir en él, me encanta que siempre nos des obsequios, pero a pesar de todo gracias por cuidarnos tanto mami. Te quiero mucho.
La mamá de Amanda estaba reconfortada al recibir ese halago, tal vez la edad que cumplía la confundió un poco pensó, dejaba de ser una niña para entrar en la pubertad y no sabía si al regalarle unas muñecas se molestaría porque justamente Amanda estaba dejando de serlo, o bien si le regalaba algo como aquel cuaderno que se le ocurrió se equivocaba grande en el gusto de la niña, y así sucedió, pero no le preocupó, pues Amanda aseguró que alguna vez escribiría en él.
El día transcurrió muy de prisa y así llegó la tarde, Amanda había recibido a sus primos y tías, algunos le regalaron unos pendientes con los cuales quedó maravillada, luego su padrino le trajo una mascota, era un perrito de Raza Labrador color azabache, que aún era cachorro y Amanda prometió hacerse cargo de todos sus cuidados, también recibió vestimentas y un traje de baño para ir a la playa, una de sus tías favoritas le regaló una pileta familiar para que pudiera disfrutarla con sus hermanos dado que por aquellos días el verano se hacía sentir con gran intensidad y los problemas energéticos de la ciudad les hacían creer que estaban en una caldera que se quemaba a fuego lento, dentro de su casa tan solo contaban con ventiladores que si la tensión bajaba no podían funcionar, entonces aquel regalo era una bendición para los malos momentos de calor que estaban sufriendo, la tarde trajo risas, juegos entre niños y comentarios entre familiares, luego calló la noche y así llegó el momento de la torta con su velitas, Amanda era feliz junto a su familia, veía a sus hermanos jugando entre ellos y con el perrito que había recibido de regalo, luego a su madre conversando con entusiasmo con sus tías, y luego miraba a su alrededor, a pesar de tener un terreno amplio que estaba delimitado por tejidos, y tener una casa humilde de dos piezas, miraba a lo lejos y ella sentía que tenía el mundo en sus manos, veía los árboles, los pájaros volar y se sentía libre, y dueña de todo aquello, pidió sus deseos al soplar las velitas y luego todos aplaudieron, así culminaba el cumpleaños de Amanda, con tantos regalos extraños pero sin dejar de ser bonitos, con familiares que no veía hace bastante y la alegría que inundaba su alma, ella recordó todo aquello al acostarse antes de dormir y cerró los ojos para naufragar en un sueño profundo.
Las vacaciones pasaron volando y al cabo de tres meses Amanda estaba nuevamente comenzando el colegio, pero esta era todo nuevo, ya que comenzaba a cursar el colegio secundario, ella iba junto a su madre caminando varios kilómetros para llegar al colectivo que la dejaría en la ciudad y en el colegio más próximo, todo para Amanda era nuevo, las calles asfaltadas, la ciudad con autos de aquí para allá, su nueva escuela, sus compañeros, chicas que iban y venían conversando para diferentes lugares, tal vez de su edad pero más extrovertidas y algunas chicas más grandes que ella, nada se parecía al pueblito donde vivía y por un lado estaba aterrada por el cambio pero también con entusiasmo de conocer cosas nuevas, hacer amigos y aprender mucho en el colegio porque le encantaba estudiar.
Fue así que su madre la dejó en la puerta del colegio y se dirigió a su trabajo, quedó en que volvería a buscarla a la salida del colegio y volverían juntas a su hogar, mientras tanto su tía que vivía a unas cuantas cuadras de su casa se encargaría de retirar de su escuela rural a sus hermanos más pequeños, Amanda estaba muy nerviosa pero ingresó a la escuela, no era un edificio monumental pero sin dudas a comparación de la escuela que frecuentaba en el pueblo era mucho más amplia, de inmensos y numerosos salones, de corredores espaciosos y un patio en medio donde se concentraban varios grupos de muchachitos y niñas que al igual que ella comenzarían su primer día de clases en el séptimo año, ella miraba sin saber dónde ir, pero se acercó a un grupo de docentes y pregunto cuál era el grado que le tocaba o donde podría averiguar en qué salón debía ir, de inmediato la profesora de Literatura reconoció su sencillez y lo retraída que era Amanda de modo que decidió ayudarla y la llevo hasta la rectoría, se presentó de manera amable como la profesora de Lengua y Literatura que seguro seria su profesora y le demostró que podía confiar en ella, Amanda sonrió de la manera más natural y comenzó a explicar cómo se llamaba, de donde venía y cuál era su curso y sección, ella era autentica y no tenía modo de ser, era transparente y franca y aquello a la profesora Belén Arroyos le había encantado de modo que le tomó cariño desde el principio.
Al cabo de una semana Amanda se fue adecuando al lugar nuevo y se conocía los nombres de algunos compañeros y compañeras, y se sentó junto a una muchacha llamada Leticia Olivera con quien congeniaban de manera mutua, su mamá estaba muy contenta porque la veía adecuada a su nuevo colegio y era muy aplicada en sus estudios, muy prolija para copiar sus deberes y quería comenzar a dar sus primeras lecciones frente a sus compañeros, todos los días transcurrieron muy bien hasta que conoció a Juan Cruz Morales, ella no sabía que podía sentir tantos nervios al ver a una persona, ese muchacho era del curso que seguía al de ellos, era un año mayor y todas las posibilidades que siquiera se fijara en ella eran imposibles, pues Juan Cruz tenia novia, pero Amanda comenzó a transitar en el mundo de las primeras cosquillas en el estómago, aquellas que se sienten cuando sentís por primera vez amor, cariño, deseos de estar junto a alguien, era inocente pero también estaba dejando de interesarse en jugar a las muñecas, dejar de pensar en los dibujos, y ahora se fijaba en su figura, en cruzar tan solo una mirada con aquel muchacho tan guapo.
Los días pasaron y la madre la veía tan diferente a Amanda, sabía que algo le estaba sucediendo y temía que fuera aquello por lo que alguna vez ella también había pasado, no quería que sufriera pero aquello era imposible, sabía que todas las mujeres podían enamorarse en la vida, que algunas triunfaban y otras fracasaban, ella pretendía que su hija no fracasara en ese tema, pero le aterraba saber que se había enamorado tan pronto, tan niña, su pequeña suspirando por alguien, le resultaba chocante, y aunque le sacara conversación mamá sabía que Amanda jamás soltaría palabra alguna, que la vergüenza y hasta el miedo de lo que ella pudiera pensar no la dejaría confiar en la única persona que la amaba tanto, aun así notaba sus nervios al llegar al colegio, sus modos ahora de caminar y su intento por estar un poco más arreglada, para su madre, Amanda era preciosa, pero como toda muchacha que quiere conquistar a alguien, pretendía ser más bella, quería llamar la atención de Juan Cruz y haría todo lo que su mejor amiga le aconsejaba, una muchacha supuestamente más preparada que Amanda, pero que en realidad era una niña más que jugaba entre grandes.
Todos los días eran iguales en el colegio de Amanda, pero ella esperaba ansiosamente el recreo para poder ver a Juan Cruz, para intentar cruzar una mirada, chocar de pronto frente a él y tal vez entablar una conversación, pero cada vez que lo veía se bloqueaba y sabía que sería imposible formular alguna palabra de los nervios que le producían tal solo verlo, entonces disimulaba conversar con su amiga y hasta una mañana al finalizar el recreo ambas no entraron a su clase para seguirlo, Juan Cruz sintió que alguien caminaba detrás de él, antes de entrar a su salón, volteó para mirar y sonrió, luego las saludó con un simple, “Hola”, que fue expresado de manera amable, sin saber que para Amanda aquello fue todo un avance, una esperanza de seguir intentando conquistar aquel muchacho.
Una mañana cuando el frio de abril comenzaba a pintar los primeros rastros de invierno crudo que se vendría en el césped que cubría todo el frente de la casa de Amanda, la mamá la miraba desayunar, y su pequeña estaba muy lejos, tanto que no escucho que su madre le hablaba, entonces volvió a preguntar:
-Amanda, ¿Me escuchaste?
-¿Qué mamá? No te escuche.
-Sí, ya me di cuenta que no me estabas escuchando. ¿Te pasa algo hija? Últimamente andas muy distraída.
Amanda sin saber que su madre sospechaba y para salir del aprieto respondió muy acelerada:
-No, mamá es que…Pasa que estoy nerviosa por… -Pensaba que decir para no salir del conflicto en el que estaba metida, y luego respondió: -una prueba que tenemos que hacer de Lengua y Literatura.
-¿Una prueba?
-Si mamá, es que no sabemos que nos tomara en esa prueba.
-¿Cómo que no saben?
Amanda se dio cuenta de que se había metido en un dilema ella misma, no estaba acostumbrada a mentir, pero quedarse callada seria mucho peor, entonces dijo:
-No, es que, si sabemos, pero ese tema que nos dio la clase pasada es muy largo y no sabemos que parte entra y que no, es que una amiga dijo que escucho algo sobre una prueba sorpresa.
-Ah…No te preocupes hija, si tu profesora no les dijo nada no debe ser que les tome una prueba sorpresa, no puede, pues como van a hacer algo sin saber el temario.
-Si mamá creo que tenes razón.- Sonrió Amanda viendo que se había salvado con aquella mentira que consideraba leve, luego siguió tomando su cocido con leche y nuevamente su mente la llevó por rumbos impensados, no dejaba de pensar en Juan Cruz y aunque lo intentase no se lo podía sacar de la cabeza, estaba muy diferente, y hasta sus hermanitos veían el rostro de Amanda que divagaba en sus pensamientos taciturnos, su mirada era dulce y se fijaba en la lejanía, en todo momento recordaba a aquel muchacho, que estaría haciendo, donde viviría, quienes serían las personas que lo acompañaran rumbo al colegio, como se conduciría hasta allí, mientras tanto la madre la miraba confusa, esa explicación no la convencía de nada, la conocía demasiado y sabía que mentía, pero no la quiso acorralar, ya que comprendía que no le llevaría a nada, y no quiso insistir, pensó entonces en ir y hablar personalmente con su profesora de Lengua y Literatura para sacarse las dudas que aquejaban su mente.
Capítulo 2
 
Esa mañana transcurrió normalmente pero con el correr de los días, la madre notó que Amanda seguía distraída, pero esta vez su mirada guardaba tristeza y desilusión, entonces decidió acercarse a la escuela donde esta asistía para charlar en algún momento posible con la profesora, para ver que podría estar ocurriendo con su hija que era indefensa para ese nuevo mundo por conocer.
La madre espero tener un horario libre en su trabajo y se acercó al colegio, pidió en el turno del recreo hablar  con la maestra de Lengua y Literatura, la Rectora que no tenía buenos ánimos la atendió de mala manera pero igualmente la acompaño hasta el salón de profesores y la invitó pasar, en unos momentos después llegaría la profesora que se sorprendió de ver a la madre de Amanda, siendo esta una alumna tan aplicada.
La madre de Amanda que era una señora de clase media, humilde pero muy educada se levantó de banco en donde esperaba para estrechar la mano de la profesora y saludar con decoro y hasta timidez, la profesora, una mujer segura de sus actos y con una personalidad avasalladora descubrió que de allí venia la bondad y educación de Amanda a quien tanto apreciaba, y le tomó estima tan solo de verla su manera de presentarse, se acercó y sonriendo dijo:
-Buen día, como usted ya sabe, soy la profesora de Lengua y Literatura de Amanda, me llamo Belén Arroyos, y usted me dirá, en que le puedo ayudar.
-Soy Eugenia Sánchez, la madre de Amanda Sánchez y me acerqué porque quería despejar unas dudas que tengo sobre ella.
-Me sorprende la verdad que lo pregunte, porque su hija es muy estudiosa, atiende en las clases, es participativa, conversa con una chica que se sienta a su lado, se llama Leticia Olivera, pero a pesar de eso, copia todo lo que dicto o escribo en el pizarrón, en ese sentido es una alumna muy responsable comparándola con otros de sus compañeros o compañeras que realmente si conversan entre ellos, luego les hago una pregunta y no saben de qué les hablaba, dígame, ¿Qué le preocupa de Amanda?
-Es que fue que el otro día me hablo sobre una prueba sorpresa que usted daría, ella dijo que estaba preocupada pero mucho no le creí, yo sé que eso no es cierto porque al principio de clases ella estaba contenta, y distraída, pero ahora en estos días, está muy callada, más de lo normal y anda medio triste, no se qué puede estarle pasando y no se anima a decírmelo, yo más me acerco a preguntar porque se que por ahí pudo ver si ella conversa con algún muchachito, si alguna compañera la molesta o si tiene problemas entre sus compañeros, no sé, algo que me pueda contar, le agradecería, porque anda muy bajoneada y quisiera ayudarla.
La profesora sabia de que se trataba o al menos algo intuía y a pesar de delatar a Amanda frente a la madre se sintió en el deber de hacerlo como madre que era y como mujer que sabía cómo estaría sufriendo la pequeña y que ella no podía servir de mucha ayuda porque Amanda se había encerrado en su dolor, a pesar de no hablar, la profesora la observaba cada mañana, entonces suspiró, se acomodó la pollera azul que le llegaba a las rodillas y cruzando las mismas le dijo:
-Bueno, yo la estuve observando porque también la vi algo cambiada, ella era una muchacha muy tímida pero a pesar de eso, conversaba con sus compañeros y no tenía problemas para realizar tareas en conjunto o como le dije, es muy participativa pero ahora más decaída, no se si hago bien en contarle esto, o como podrá tomarlo usted, pero creo que su hija se ha enamorado.
El rostro de la madre se había desfigurado de repente, denotaba angustia, pues la mujer anticipándose a los hechos pensaba que tal vez pudiera haber sucedido algo más allá del romanticismo de una niña de 12 años, entonces para salir de cualquier incertidumbre, preguntó apresuradamente:
-¿Usted sabe de quién se trata? ¿Es un compañero de salón? ¿Ha ocurrido algo más entre ellos?
-No, no se preocupe, se cómo madre que debe estar pensando que Amanda ya pudo haber iniciado un romance, pero no es lo que yo estoy pensando, al menos en nuestra clase no está el muchacho a quien ella mira en los recreos, es de un grado mayor, de octavo grado.
-Entonces el problema es mayor, un chico más grande, mi pequeña es tan inocente, tan inmadura para estos casos, figúrese que hace unos meses jugaba a las muñecas  y ahora solo se la pasa frente al espejo, preocupada por su figura, preguntando si el linda, o sí que peinado debería llevar al colegio, no puede ser.
La madre estaba conmovida con aquello que se la veía venir, pero la profesora la tranquilizo diciendo:
-Usted no se preocupe que yo la mantendré informada de los cambios que puedan surgir en su hija, pero por lo que se, solo está gustando del muchacho, el creo que ni se ha enterado de las intenciones de su hija, lo sé porque lo tengo como alumno, y si no me equivoco tiene novia, creo que ese sería el dolor por el cual está pasando Amanda, un desengaño amoroso.
Eso le bastó a Eugenia para saber cuál era el dolor de Amanda, por lo menos las dudas de saber si había llegado a un beso, una caricia, con aquel muchachito se habían despejado y la profesora la dejó más tranquila, aunque también sabía que sería difícil hablar con su hija de ese tema, tenía un tema bastante embarazoso con Amanda del cual charlar.
Los días pasaron y el invierno se habría adentrado en su piel, Amanda, lloraba en silencio en su cuarto, recordaba aquella fatídica tarde en que paseaba con su madre y sus hermanos por la ciudad recorriendo negocio por negocio para comprar indumentaria escolar donde lo vio a él, a Juan Cruz tomado de la mano, paseando alegremente con su novia, de pronto sintió que ya no tenía ganas de vivir, pensaba que cruel e injusta era la vida, porque le tocaba sufrir así, creía que nunca jamás volvería a enamorarse de aquel modo, y envidiaba a la muchacha que iba a su lado, solo pensaba en la total suerte de ella, que podía acompañarlo, tomarlo de la mano, acariciar su rostro, hasta besarlo, ¡Pensaba en besar a Juan Cruz! Su madre en el comedor enfrascada en encontrar la manera de charlar con Amanda, mate en mano y la televisión encendida pero sabía que solo era para hacer algo de ruido, pues no estaba prestado atención, y Amanda pensando en poder besar a un muchacho, la niña, no sabía qué hacer y miraba por la ventana las hojas que caían del árbol grande de moras que se encontraba en su patio, tenía junto a la ventana una mesa que hacía de escritorio y donde estaban sus carpetas del colegio las cuales miraba de reojo, pues ni ganas de estudiar tenía ya, leía y releía la carta que una amiga le había escrito contándole la tan desagradable noticia de que aquel muchacho se había ennoviado con otra muchacha del colegio, su rival estaba en el colegio pensaba, pero jamás había nacido en Amanda un sentimiento tan visceral como el del odio, o el resentimiento, estaba adolorida y sentía que tenía competencia, no sabía cómo salir del cuarto pues no quería que su madre preguntara por su rostro rosado y sus ojos llorosos, entonces se fregaba con fuerzas las lágrimas, miraba las cuatro paredes que la encerraban, luego de repente y sobre una mesita de luz que tenía junto a su cama lo vio a él, aquel paquete que su madre le había regalado estaba aún junto al cuaderno vacío que no tenía hasta ahora un destino, se acercó y lo hojeó, el cuaderno vacío, falto de imágenes, letras, expresiones, pero de pronto sintió deseos de expresar aquello que le pesaba, fue así que se acercó a la mesa que servía de escritorio, tomó su cartuchera de la mochila y sacó un bolígrafo, se sentó en una silla de madera que estaba en su dormitorio y observando la tarde que ya denotaba a lo lejos la despedida tornándose el cielo de un color rojizo y violáceo a través de su ventana, pensó en Juan Cruz y comenzó a escribir, lo hizo a modo de diario, sus palabras fluyeron como lo hiciera desde siempre, fue como si aquel cuaderno fuera su mejor amiga y la estuviera escuchando mientras ella le contaba sus miedos, frustraciones, y angustias, contaba tal cual le estaba sucediendo, y cuando volvió a mirar hacia su patio, la noche estaba frente a ella, habían transcurrido unos minutos y al mirarse al espejo su semblante estaba mucho mejor, fue como un desahogo haber escrito en aquel cuaderno que su madre le había regalado, esta vez Amanda se sentía mucho mejor.
Su madre se acercó a la puerta y golpeó antes de entrar, luego dijo:
-¿Puedo pasar?
-Si mamá.-Respondió Amanda.
Esa noche ella se había ido a bañar antes de cenar, trataba de no pensar en Juan Cruz, y su madre la veía con más entusiasmo, hasta bromeaba con sus hermanos, cosa que ya no andaba haciendo.
Cuando fue la hora de acostarse, la madre se acercó a desearle buenas noches a su cuarto, Amanda estaba con el bolígrafo en sus manos y el cuaderno sobre su regazo, ella estaba en la cama, sentada, con las cobijas hasta la cintura, entonces al ver a mamá lo puso junto a la mesita de luz, con algo de vergüenza, la madre por el contrario le dijo:
-¿Es el cuaderno que te regale cierto?
-Si mamá.
-¿Qué escribías hija?
-Lo hice mi diario íntimo.- sonrió un poco sonrojada, luego agregó: -¿No te molesta si escribo antes de dormir?
-No hija está bien, pero no tardes mucho, ya sabes qué mañana hay que, madrugar.
-Está bien mamá, no te preocupes, encendida apago el velador, buenas noches mamá. Te quiero mucho.
Y besó sus manos tibias, Eugenia se sintió reconfortada al ver aquel gesto de amor fraternal que su hija había demostrado, y también le alegraba que le había dado un uso al fin a su regalo que antes parecía sin sentido, mientras la ayude a sacar sus dolores pensó, besó su frente y luego fue a su cuarto.
Los días fueron pasando y a pesar de que Juan Cruz se paseaba por todo el colegio frente a Amanda, ella ya no le prestaba tanta atención, en cambio, llevaba por todos lados su cuaderno, y se sentaba en horarios libres a escribir, brotaban palabras de amor, a veces de dolor y hasta de rechazo, pero siempre confiando todo a aquel amigo silencioso.
Una mañana un compañero que era bastante fastidioso le había quitado aquel diario que Amanda cuidaba como oro sin que ella pudiera darse cuenta, se puso a leer todo lo que el contenía y el muchachito no pudo sentir otra cosa más que compasión por su compañera, cada palabra que denotaba dolor, al chico lo había conmovido hasta los huesos y no se atrevió a hacer alguna burla que era lo que pretendía hacer, sin embargo ahora había puesto el cuaderno nuevamente en su sitio intentando que nadie descubriese que lo había tomado, y al volver Amanda junto a sus amigas del recreo la observó con otros ojos, ella tan solo sonrió pero ni sospechaba que el sabia alguno de sus secretos.
 
 
Capítulo 3
 
Los meses habían pasado y Amanda comenzó a recibir cartas secretas, ella al principio pensaba que era Juan Cruz, pero luego supo que no se trataba de el ya que la tercer carta hablaba de alguien que sabía con pesar todos sus secretos, aquel enamorado anónimo le confesaba con mucho dolor que sabía que ella estaba enamorada de Juan Cruz porque una mañana había leído su cuaderno, entonces ella comenzó a odiarlo sin saber si quiera quien era aquel muchacho, de esto también escribió en su cuaderno pero decidió dejarlo ya en su casa, en la seguridad de su dormitorio, su madre una vez se tentó de leerlo pero se atajó ya que Amanda ya no estaba tan dolida como en los meses anteriores y pensaba que era una intromisión hacia su intimidad.
Los meses pasaron y así fueron años, Amanda ya contando con 17 años estaba terminando el colegio, y junto a ella aquel cuaderno que su madre le había regalado creció a su lado, llenándose de palabras, historias, personas que había conocido, lugares que transitó, calles nuevas y amigos que ganó, sus dolores se transformaron en alegrías, y así cada hoja contenía un día diferente, una nueva jornada la cual debía contar, y un apoyo que no faltaba a su lado, el cuaderno vacío se llenó de las historias de Amanda y una mañana antes de salir al colegio para recibir el diploma que diría que era una egresada más del colegio, mientras desayunaba en su comedor una cálida mañana de Diciembre se animó a contarle a su madre:
-Sabes mamá, a mí me gustaba Juan Cruz en séptimo, ¿Te acordas? Y el no gustaba de mí, pero el regalo que recibí en mi cumpleaños fue lo mejor que me pudiste haber regalado.
-¿Si hija? Me alegro.
-Si ma…Porque gracias a ese regalo aprendí a escribir, me encanta hacerlo y ahora se que voy a hacer más adelante, gracias a ese regalo supe volcar todos mis dolores en un papel y todo gracias a vos, mamá.
-Gracias hija, y ¿Qué pensas hacer?
-Quiero ser escritora mamá y voy a luchar por eso.
-Me alegro hija, sabes que contas con todo mi apoyo, te adoro hija.-Su madre acaricio su rostro, y no pudo evitar dejar rodar una lagrima por su mejilla de la emoción de saber que su hija se estaba recibiendo del colegio secundario.
Juntas rieron y nuevamente al secarse las lágrimas dijo:
-Pero que tonta hija, mira me hiciste llorar, pero dale, vamos que se nos hace tarde, voy por tus hermanos y vamos al colegio.
Ella muy contenta se acercó a recibir el diploma cuando escuchó su nombre en el micrófono, fue su profesora de Lengua y Literatura quien se lo entregó y además le había dado un obsequio que llamó su atención, ya que fue la única que lo recibió, la emoción no la dejo hablar, y luego se dirigió a la tarima para abrazar a sus compañeros que se despedían conmovidos, de tanta algarabía no percibió que alguien la miraba de lejos con los ojos embelesado, todos se despidieron, y Amanda se acercó entre el tumulto de personas que se abrazaban, otros se sacaban fotos, buscando a su profesora para agradecerle personalmente aquel obsequio, pero ella le había dicho que tan solo era la intermediaria entre esa persona que le regalaba aquello, ya que un muchacho que ella desconocía se acercó y le pidió que se la obsequiara ya que su hermano no se animaba a dárselo a Amanda, ella muy confusa sonrió y miro para todos lados tratando de saber quién le estaría dando aquel regalo, tal vez su padre pensó, que los conocía pero jamás se había acercado a ellos, luego desterró de lleno aquel pensamiento, y no divisaba a alguien que estaba justo frente a ella, nunca se dio cuenta que el muchacho que saludó después muy amable era quien le entregaba de manera anónima un cuaderno.
Amanda era muy familiera asi que mientras los demás se juntaban en alguna casa para festejar el fin de curso ella decidió ir con su madre y sus hermanos a su hogar, que aunque seguía siendo humilde era el edén para su familia, su madre ingresó encendiendo las luces de la casa y saludando a Fito el labrador que era todo un guardián en su casa, abrió la puerta delantera y la del patio para que la brisa veraniega pudiera ingresar en su hogar, luego encendió el equipo de música que tenían y dejó a merced de su hijo Benjamín, el musiquero, para que eligiera lo que a el le gustara escuchar, mientras tanto Adolfo fue a ayudar a su madre a poner la mesa para luego hacer el ritual de la cena en familia, estiró el mantel y también ayudó a su madre a poner los platos de empanadas y pizzetas que Eugenia había preparado esa mañana, Amanda se había ido a su cuarto a ponerse más cómoda, y tomó ansiosa el paquete de regalos, lo abrió y recibió nuevamente un cuaderno  vacío, esta vez era un cuaderno de hojas a rayas, espiralado, de tapa dura, algo así como una agenda con un abultado toco de hojas en blanco, ella muy contenta y sorprendida sonrió y lo abrió, tenía en la primer hoja una solapa donde estaba escondida una carta, ella ya hacía dos años atrás había dejado de recibir los anónimos, pero al leer su nombre en el sobre supo que era nuevamente su amor anónimo, pero esta vez aquel muchacho por primera vez daba a conocer su secreto, le decía por primera vez que era Luis Sandoval, el muchacho que siempre bromeaba en los recreos, o en el curso con ella, y que jamás se había atrevido a confesar su amor ya que temía que ella no lo perdonase porque había leído aquella mañana su diario, pero creyó que ya era tiempo de olvidar aquello y enviándole su número de teléfono y dirección para comenzar una amistad se disculpaba con aquel presente ya que sabía que ella amaba escribir y la estimulaba para que lo siguiera haciendo, la empujaba a continuar con su sueño y si a ella le gustaba, porque no, estarían en contacto por cartas o por chat, vía internet,  ella fiel a su habito de escribir, decidió contestarle esa misma noche para estrenar aquel cuaderno y al mismo tiempo agradecerle dicho presente, estaba muy contenta y al fin se sentía victoriosa, supo que al recibir hace cinco años el cuaderno vacío, algo quería decir, supo que al perder un amor que nunca fue suyo, ganó su vocación, aprendió a escribir y volcó todo lo que tenía dentro, un cuaderno vacío que la llenó por completo para toda su vida, pues en la escritura estaba su futuro.
Años más tarde al editar su primer libro escribió:
“Dedicado a mi madre, pues la primera inspiradora de mi arte, mi escritura”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor Andrea Estefania...
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Descripción

Palabras Clave: Amor anonimo cartas palabras cuaderno vacio dolor amistad.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (2)add comment
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Andrea Estefania...

Muchas gracias Antonia rico Mendez, me alegra que te hayas tomado el tiempo de leer tan extensa historia...gracias, desde Corrientes, Argentina...
Responder
February 15, 2013
 

antonia rico mendez

MENUDA HISTORIA ME GUSTO MUCHO UN SALUDO DESDE ASTURIAS
Responder
February 15, 2013
 

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