El muerto que habla
Publicado en Feb 13, 2013
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Después de ese encuentro último con su padre, se fue directo al departamento de Mar del Plata. Estaba destruido.
Casi escombros quedaban de lo que era el corazón, el lugar que ocupaban  las escapadas de noche al casino, los mates amargos con el viejo y sobre todo  el balcón. Lo que seria la piel, lo que aguantaba todas las caídas, las pérdidas, todo lo que fue dejando, “cambiando”- según decía, aunque todos sabían que era jugando-, estaba descascarada. Sin un color definido con manchas de lo fueron las camas, las mesas, las sillas, todos los muebles que compartieron y que ya no estaban ahí; incluso en algunas partes dejaba ver su interior de ladrillos.
La boca, todas esas ventanas en las paredes de colores de la cocina ya no eran como la imagen que tenía de ella. Mucho menos aún registraba el gusto de lo que ahí mismo había probado. Esto último a causa  de la herencia que no le podía faltar: el cigarrillo había modificado su aspecto terriblemente, los costados estaban amarillos con manchas negras a causa del humo  que durante años  albergo, le había quitado calidez a la cocina. No sólo a la cocina, a todo el departamento quiero decir. Todo estaba perdido. El sistema de juego no funcionaba más. Las puertas del casino se las habían cerrado y las del hipódromo, en cualquier momento, también.
Necesitaba la plata. Por diez mil pesos hacía cualquier cosa. Hasta arrancarle de las manos las llaves del departamento a la última imagen que tiene del viejo en el hipódromo, ensangrentado, tirado en el estacionamiento.
 
Ger Kleiner.
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Foto del autor Ger Kleiner
Textos Publicados: 1
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Descripción

Palabras Clave: encuentro ltimo padre departamento Mar del Plata destruido juego hipdromo mulas etc.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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Jos Orero De Julin

Se llama ludopatía y se comienza, en plena adolescencia, por algo considerado tan "inofensivo" como jugar a "quien pierde paga" con los futbolines. Conozco casos muy cercanos de quienes dejaron los estudios sin terminar por estar enviciados con el juego del futbolín que dio luego paso a las máquinas "tragaperras". Es cierto que ciertas causas producen ciertas consecuencias. En tu corto relato haces un verdadero bosquejo de lo que significa esta enfermedad que está muy extendida hasta el día de hoy pero que arranca de los años en que los futbolines hacían "estragos" en los bolsillos de los viciosos. Pasar de ahí a toda clase de apuestas (como las carreras de caballos en los hipódromos) que tú con tanto acierto expones sólo hay un paso nada más. A ese paso le llamo yo "ir del vicio a la necedad". Y es que todo necio comienza por ser un vicioso hasta que se pierde hundido en la oscuridad de las casas vacías porque han vendido todo... hasta la dignidad... Así que te felicito por tu texto. Un abrazo.
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April 07, 2017
 

Rhona Rios

Su narración transpira una situación límite de quien va dibujando sendas erráticas por una ciudad en su contra. Bello texto en su aire de derrota.
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February 13, 2013
 

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