" LA MEJOR HALLACA, LA DE MI MAMA!
Publicado en Dec 21, 2012
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Ya tenemos a la vuelta de la esquina  la Navidad!…  En días atrás me refería a un plato navideño tradicional venezolano, plato de la mesa criolla por excelencia en los días de navidad. Sobre este condumio se  han escrito tantas páginas, que su cantidad daría varias veces la vuelta al globo terráqueo. Su variedad de acuerdo a cada  región de nuestro país es algo que usted ni  se imagina…Además de eso, hay un secreto exclusivo de cada familia  para condimentar “sus hallacas”.  Pero lo más significativo de este plato  de la gastronomía criolla es la frase conocida por todos los venezolanos ,  estén en el lugar que estén en el planeta,  “  la mejor  hallaca es la de mi mamá”.
 
Si mis queridos amigos del espacio  que me leen. La confección de la hallaca es un jolgorio, una fiesta familiar. Es reunirse, encontrarse, compartir. Mis recuerdos se remontan a la época en que siendo la más pequeña de mis hermanas, yo lo que hacía era observar;( y guilladito comerme alguna almendra) y aprender como antes lo habían  hecho mis hermanas mayores. Y no solamente eran mis hermanas de sangre, también estaban mis otras hermanas,  las mujeres de mis hermanos.
 
Todo empezaba días antes tratando de localizar el mesón. En mi casa materna  era una puerta  llevada a mejor destino cual era servir para el menester de que a su alrededor se colocaran  mis hermanas, mis cuñadas y a mi madre como eje central, dirigiendo la complicada labor de “hacer  las hallacas”.
 
Esta era y sigue siendo en todos los hogares venezolanos una tarea que llevaba por lo menos ( en mi casa )  unos cinco días de preparación; desde  hacer la lista de los ingredientes, localizar todos los peroles que se sacaban en esa oportunidad, lavarlos, echarles agua caliente, bueno toda una parafernalia para tener todo listo a la hora de que se fuera a hacer el guiso en la olla especial que todos los años se sacaba únicamente para eso  “hacer el guiso”.
 
La compra de los ingredientes  en el mercado principal era una expedición desde horas de la madrugada hasta las horas del mediodía casi con el cierre del mercado. Mi mamá tenía una cesta únicamente para poner las pasas, las aceitunas, las alcaparras, las almendras y que para que no se “aplastaran decía ella”. Seleccionar las hojas de plátano en que se envuelven las hallacas era una tarea tan ímproba como subir al Everest. Mi mamá las abría ( vienen dobladas en una forma tan bonita, como si fuera un corte de tela fina, por la  gente que las suple ) y el vendedor le decía “no doña no puede abrirlas” y mi mamá le contestaba  "¿y qué,  me venderá pura hilachas?, no señor yo las abro!” y así era todos los años porque siempre eran buenas. Como les digo sólo  en la sección de compra de hojas tendría que escribir varias páginas. Todo es tan complicado cuando se van  a hacer las hallacas… Cada quien tenía asignada una tarea. Nica mi papá se ocupaba de preparar el fogón de leña en el patio trasero de la casa. Además compraba y preparaba “la lata” ( siempre era una donde venía una manteca vegetal “los tres cochinitos”) donde se cocinaban. Como él las disponía en la lata cabían 25 hallacas justamente, ni una más  ni una menos. 
 
 Mi querida hermanita,  mi  Henri como yo le decía,  era la que las amarraba, las contaba y “marcaba las especiales”. Mis  otras dos  hermanas ayudaban a mi mamá a tender la  masa y a montarlas en la hoja  de plátano. A las nueras como si fuera un castigo, mamá las ponía a fregar ese pocotón de corotos  que se ensuciaban todos llenos de grasa.
 
Era un ritual, hasta yo que no hacía sino ver, tenía que ponerme mi pañuelo en la cabeza. En el mesón se disponía una hilera perfecta de envasitos pequeños cada uno llenos  con  “el adorno”: las pasas, las almendras, las aceitunas, las alcaparras, el pimentón picado en tiritas, el tocino en cuadritos, las ruedas de cebolla y la gallina desmenuzada en trozos grandes. Todas quedábamos en suspenso cuando mi hermana mayor primera le pasaba  a mi madre enfundada en albo delantal  la primera  masa extendida…. Mamá se persignaba, decía en el nombre de Dios y  descorría en ese momento el blanco lienzo con el cual había estado tapado el guiso hecho el día anterior, hundía el cucharón que  emergía lleno de aquélla mezcla de sabores agridulce, salado,  impregnando todo con su increíble y apetitoso olor. Lo vaciaba sobre la masa extendida, y en el orden en que estaban los envasitos dispuestos en el mesón “los adornos”, los iba colocando en forma primorosa como si estuviera bordando con lentejuelas en  un bastidor… La doblaba como si fuera un sobre, le ponía su hoja “de tapa” y por último le colocaba “la faja”. Se la pasaba a mi Henri quien con su aprendida destreza le pasaba el  pabilo una vez en cruz, otra vez en cruz y luego dos lazadas una en cada extremo de la hallaca y ya terminada de amarrar  decía ¡una! Y así hasta cien, doscientas!!!. Siempre equivocaba la cuenta y cuando mamá  me decía “Cuéntalas tú” yo contaba una, dos,  tres…Sólo cuando habían veinticinco se empezaban a cocinar.  Si mi mamá le decía esta es “especial para fulano márcala”, le ponía un lacito  de hoja; había algunas tan especiales que hasta llevaban tres lacitos de hojas y ya se identificaban  como súper especial, tenían más guiso, tres aceitunas, tres almendras,  doble ración de trozo de gallina, bueno era eso lo  especial!. Junto con los ingredientes mis hermanas mayores compraban un galón de un vino que se llamaba “pasita”. Y así en la medida que avanzaba aquella cruzada de hacer las hallacas,  la amenizaban con las anécdotas de años anteriores tomándose su vino pasita muertas de risa. Recuerdo una vez en que mi mamá le pregunto a mi  Henri “¿marcaste esa como especial? . Y ella ya achispada con el pasita le contestó “ Ay mamá , se me pasó”. Mi  mamá le decía “puñetera”(1)  atiende lo que estás haciendo”  y así por varias veces lo mismo. El resultado fue que ese año casi todas las hallacas fueron especiales por obra y gracias de mi querida Henri y de su compinche  “el pasita”…  ¡Feliz navidad para todos …!!!
(1)  puñetera= Nunca supe que quería decir mi madre (hija de Canarios) con esta palabra; únicamente la usaba con las hijas. Imagino era algo así como un regaño chusco, gracioso. 
ESCRITO POR  rosa canargo=rosalYave 
   

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Foto del autor rosa camargo
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Miembro desde: Nov 21, 2012
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Palabras Clave: bastidor pasita albo hallaca

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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