Ojos vacios
Publicado en Dec 12, 2012
Prev
Next
Image
Pasee mis ojos por el recinto por primera vez aunque viví años en este lugar, no encontré ningún sentimiento de familiaridad en mi al redescubrir ese cuarto o mejor dicho, al descubrir ese cuarto.
El piso es de madera, y el techo también, con un foco en el centro lanzando una luz blanca cegadora, de tal índole era la fuerza de esa luz que si te quedabas mirando por unos segundos, sentías como si agarrara tus ojos y los diera vuelta. No dejaba espacio ni tiempo para cualquier proyección de sombra. La puerta, de madera también, se encontraba a mi izquierda, al lado de ella un armario con ropas de Daniel, de cuando tenia cuatro o cinco años de edad, zapatos también había, de la misma época. En frente a ese armario de hierro, su cama, donde yo estaba ahora. Era semejante a la de los hospitales, solo que un poco mas ancha.
Cuando termine mi inspección, deje un tiempo mis ojos en el techo, lejos de la luz, luego me doble hacia la izquierda y entregue mis ojos a los suyos. 
Casi nunca hablamos, ah no ser por mera necesidad. A ninguno de los dos nos gusta escuchar nuestra voz supongo, interrumpir ese silencio lleno de palabras y pensamientos entre nosotros. Ese silencio además de ser mas cómodo para los dos, nos llenaba el cerebro de un vértigo peligroso a causa de los secretos desnudos que danzan en el.
Siempre que como ahora me permito entrar en el juego de sus ojos odiosos, salgo con el ánimo arrastrándose por el subsuelo. Su mirar vertía por donde mirase una tristeza desolada, vil. El hecho de que además de esto causarme un sufrimiento inexorable, me causaba placer también - porque recorría lugares jamás visto por nadie -, lo divertía, hasta incluso lo alegraba verme perdida en el túnel infernal de sus ojos negros. Una sonrisa torcida saltaba de sus labios blancos, cada vez que me encontraba sumergida, en el, en su silencio.
Su cuerpo pálido, flaco a consecuencia de días sin comer, temblaba a mi lado, cuando vio que me percate de eso y no hice nada al respecto, ni le cuestione tampoco, tiro sus brazos por mi cuello y apoyo su cabeza sobre mi pecho, sentía sus lagrimas gordas caerle de los ojos hasta tocar mi piel, sentía como iba bajando sobre mi panza hasta morir en mi ombligo.
En un intento vano de callar el grito permanente de sus dudas, que eran las causantes de esas gotas, pasaba mis dedos desde su frente hasta su cuello mojado en sudor después por su espalda ancha, al terminar reiniciaba todo el camino de nuevo.
Después de media hora así, se levanto frenéticamente y apoyo su cabeza en las almohadas, estiro su cuerpo hasta que sus talones tocaron la punta de la cama, fijo su mirar suplicante en mí para que hiciera lo que le hice anoche, no no quería, pero a el no me podía negar a nada.
Agarre su brazo y clave mis dientes en su pulso, apenas rasgando la piel, mientras que con repulsión apretaba y apretaba, sentí la respiración profunda de el en mi pelo, su frente se iba limpiando de las arrugas que hace un rato perforaban su piel, su boca se relajaba junto con todo su cuerpo. Cuando empecé a sentir su sangre escurriéndose por mis dientes y manchando la cama, escuche como dejaba escapar un gemido de su garganta, un gemido pesado y taciturno. No pude contenerme mas, me levante y vomite a los pies de la cama, el estomago pareciera que me salía por mi boca ensangrentada, después volví a donde estaba antes, me esperaba con sus brazos abiertos, tendidos entre las almohadas sucias que infectaban la pieza con un olor pútrido. No me miraba, solo sonreía y por minutos podía sentir  la felicidad vibrando adentro de el, retumbando en su corazón, pero tan pasajeros eran esos momentos, que al rato la desolación lo comía de nuevo. Tanta culpa lleva en el, 10 años en el reformatorio de nada le sirvieron, su culpa solo aumenta, no se creía ni digno de estar ahí, la dignidad, única cosa que trasciende la opinión de los hombres y que se mantuvo verdadera y sin deformaciones a lo largo de la historia.
Espero que los años cure su dolor, su desgaste, el tiempo siempre trae soluciones, o por lo menos en muchos casos. Tendido el día todo en esa cama, mirando maniáticamente el techo, así pasan los días, un futuro brillante tenia el , antes de lo sucedido,  el era el tipo de persona que con solo mirarlo ves las maravillas que el destino le preparo, pero en un violento desvío, el destino se murió en sus venas. Como decía el, el destino es lo que nosotros hacemos con lo que somos, pero cambiando lo que somos cambiamos nuestro destino, por lo tanto somos dueños de nuestro destino, en parte por lo menos, hay cosas que son inexorables que pasen, que chocan con el destino que construimos.
El era escritor, y de los buenos, a los 19 años, ya habían publicado un libro de  el, poemas. Y tuvo mucho éxito, ansiosos los editores esperaban otra cosa de el, porque aparte de ser buen escritor, era carismático, encantador, ayuda a vender eso.
El se había dormido ya, desde que salio del reformatorio, duerme casi todo el tiempo, come por obligación, y los antidepresivos lo hace sentir peor. Esperar solo eso queda.
Me dicen para que lo deje pero no puedo, lo acompañe toda la vida, hasta cuando fue al reformatorio, la única persona que le iba a visitar, mi futuro, mi crecimiento están en el, sus pasos son mi pasos.
Entrelace mis manos con las suyas, el estaba durmiendo, sino las hubiese apartado rápido, y me acorde lo que me dijeron unos amigos que estudian medicina, si entrelazo de forma correcta mis dedos con los suyos puedo sentir su pulsación, lo hice, estuve media hora cambiando de posición  y viendo, al final lo conseguí, sentía como su vena se hinchaba y adelgazaba al contacto de mi piel, se fue acelerando mas y mas cuando apretaba mas fuerte, me di vuelta y mire su cara, creí percibir un movimientos en sus ojos, como si estuviera despierto, pero no se, puede que este durmiendo nomás.  Todavía con las manos entrelazadas me doy vuelta y cierro los ojos para dormir, entre medio de la confusión de mis pensamientos desordenados y el intento de dormir, siento que el me apretaba la mano, como para que no me suelte, sentí como el agarra de nuevo la mía y la sujetaba con fuerza, luego todo quedo negro y caí en el sueño, pero igual hasta ahora es difícil asegurar si eso realmente paso, uno nunca puede confiar en su mente, nunca.
Página 1 / 1
Foto del autor Paloma
Textos Publicados: 19
Miembro desde: Dec 04, 2012
0 Comentarios 572 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Palabras Clave: cuento relato sangre

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy