Cada vez que te observo desde
el laberinto de mis pensamientos
un recuerdo aislante invade mi
mente y me ahogo en un mar de
sentimientos que no entienden
nada sobre el sufrimiento.

Entonces decido dejar de verte y
te conviertes en ese sueño que
además de infierno se vuelve eterno.

Es que mirarte es inconsistente,
es subir al cielo y perder la mente.
 
Es aferrarme a lo físico y olvidarme de
lo más lindo que es lo interno, porque
lo que llevas por dentro es lo que refleja
la mayoría de los sentimientos.

Cada vez que te observo pierdo un pedazo
de lo que tengo ya que mirarte es asombrarme
de esas cosa que por cualquier detalle te roban
el aire sin preguntarte y me aferro a ello.

Luego entiendo porque amar es ajeno al cerebro,
es que mirar el firmamento es incierto ya que todo
lo que en él observas es un secreto.