El Ajuste
Publicado en Dec 03, 2012
Prev
Next
Image
¡Dios mío, Jesús todopoderoso!, ¿qué cosa es esto? Ay no, yo-me-mue-ro. Esto no es una cola, es el rabo del mundo. ¿Ya ves lo que te pasa por tardona, caracho? ¡Aj, qué cólera! Y, encima, al lado de todos estos feos que espantan al mismo diablo. ¡Ay, Señor, qué abuso con éstos! Aysh, pero si ya decía yo: tempranito mañana, tempranito mañana y mira: tarde como siempre, casi última como siempre y rodeada de esperpentos como siempre. Maldita Camucha y su chupeta, la fregué quedándome hasta muy tarde ahí. Ay, Romi, ¿cuándo aprenderás a no ser tan necia pues, hija? Pero, bueno pues, a lo hecho, pecho. No hay más nah. Para el otro domingo, sí o sí, a las cinco en punto despierta, ¡he dicho! Nada de peliculitas, ni discotequitas, ni chupetitas el sábado porque entonces me desvelo y después no hay quién me despegue de las sábanas… Ay, pero bueno, ya, siendo honesta: ¿a quién no le gusta ir a mover el esqueleto aunque sea un ratito los sábados, a ver? Si eso es lo normal y lo natural en una jovencita linda y saludable como sho, caracho. Además, ¿quién se va a resistir a todos esos churros que la inquietan a una día y noche, a ver? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra pues, como dijo San Pedrito. ¡Pero no más! Cuando el deber llama no hay excusas que valgan, así que, por más que no quiera, el otro domingo a las seis en punto voy a estar acá, bien paradita, haciendo mi colita, lejos de toda esta sarta de guanacos neandertales… Ay, Dios mío, pero qué tales guanacos, ¿ah? ¡Jesús, María y José!, miren nomás a éste que está adelante, qué hombros, qué brazos, qué abdomen, qué piernas, qué culo… ¡ay, no!, ya estoy delirando otra vez, ¡qué horror!, no puedo con mi genio. Fucus, Romina, por favor, fucus.
 
Pucha mare y lo peor es que esta cola tiene para rato todavía. Menos mal que el sol aún no está muy fuerte porque, sino, ¡ajjjjj!, me achicharro completita en un dos por tres y luego quién me aguanta… Tsss, de veras, de veritas que si no tendría que venir acá todos los domingos, hace rato que ya estaría tostadita, bronceadita y achicharradita pero de tanto ir a la playa; más todavía en estos meses pues… ¡Aysh!, ahora ya me dieron ganas de ir a la playa a tirarme en la arena, darme miles de chapuzones y que el mar me revuelque salvajemente una y otra vez, ayyyyyy, babeo, Señor mío, babeo. ¡Uf…! ¡Señor de los Milagros, qué voy a hacer conmigo!, ya estoy delirando otra vez como una cojuda. Qué calor, puf, puf…
 
¡Uy, aleluya!, hasta que por fin les dio la gana de dejarnos pasar. Les voy a decir su vida, van a ver. Ya era hora que abran, ¿no?, hace ratos que estamos parados aquí, ¡espesos!... Ay, no, ya comienzan los guanaquitos a joder de nuevo, caracho. ¿Y ustedes qué se ríen, ah?, pobres diablos. ¿No saben defender su derecho, acaso? ¡Tira de ignorantes, ahí!
–Tranquila nomá mamita… Mira, mira, te tas arrugando, te tas arrugando.
–¡¡¡Jajaja!!!
–No callejonees tanto que te vas a cagar la vocesita, flaquita, muah, muah, muah.
–¡¡¡Jajaja!!!
–¡Aj!, ¡fuchi mañoso de mierda! –ay, odio cuando pasa esto, carajo–. ¡Sácame la mano de encima, pedazo de porquería!
–¡A ver, qué pasa ahí, carajo!
–Ay, jefe, mire nomás lo que me han hecho estos animales, me han manoseado toda y me han hecho botar todas mis cosas.
–Con que jodiendo a las damas ¿no?, ¿ustedes son maricones para joder así a las señoritas, o qué cosa…? Al primero que vuelva a molestar la señorita aquí presente lo saco de la fila a patadas y no me entra tres domingos. Ojo, están avisados, ¿ah?
–Gracias, jefecito. Qué amable y caballero es usted.
–¡¡¡Uuuuuuuuuuuuuu!!!
–¡Silencio todo el mundo, carajo! Nada de silbatinas en mi presencia.
 
¡Aj, qué cólera! Por eso no me gusta llegar tarde los domingos. Siempre es lo mismo con estos asquerosos que no respetan a nadie. Hombres tenían que ser, pues. En cambio cuando llego temprano es más tranquilo y puedo entrar contenta y de buen humor. Ahora esta gentuza ya me amargó el día, caracho; tan contenta y lindita que estaba. ¡Ay!, pero eso me pasa por bruta, pues, por no levantarme temprano, ¡grrrr!
 
Ahhhhh, bueno, bueno, bueno mejor me calmo. No debo dejar que este mal rato me friegue más el día. Voy a pensar que en un ratito voy a entrar y por fin voy a ponerme contenta y bonita otra vez, sí que sí. Mientras esté aquí debo distraerme, mejor, ocupar mi mente en otras cosas, debo pensar, pensar… ay, hasta para distraerme soy una bruta, ¡jum!; tremenda cabezota y nada lindo se me ocurre para pasar el rato; ya parezco ese tanque de agua, todo grande y solamente con agua adentro, qué bruta. Ay, pero con tal de que mi cabezota no sea así de fea y no esté tan cochina, normal nomas. Apuesto a que ese tanque es el tacho de basura de todo ese cerro… para que esté así de feísimo, ¡aj!… y hay que ver nomás lo cochina que debe ser esa gente de ahí, Señor mío, pobrecitos; pobrecitas esas criaturitas sin zapatos y correteando entre tantas piedras filudas que debe haber allá; ay Dios mío, qué pena… ¡Jum!, pero segurito que en unos años todos esos mocosos terminan aquí también, todo asquerosos y malcriados, sin respeto por las damas, ¡ay!, qué rabia me va a dar verlos así a todos esos chibolos mugrientos.
–Avanza, avanza pe amiga.
–Rápido pe, flaquita, tas en la luna tú, tsss.
–¡Ay, ya!, qué escándalo con ustedes. Estoy reflexionando, pues.  
–Tsss, anda a la  iglesia entonces, pe.
–¡¡¡Jajaja!!!
–Ay, ya, tú cállate mejor y sigue al último, oye, a donde perteneces.
–¡¡¡Uyyy!!!  
–Si escucho un escándalo más por ahí, nadie entra hoy día, carajo.  
–Ya, ya, shhhhhh; tranquila nomá pe, amiga, no armes tanto chongo, pe. 
–¡¡¡Cállense, pe, oe!!!  
–Oe ya pe, cállense, pe, ahorita se achora el tombo y nadie va a entrar, pe.
–¡Aysh!, a ustedes no deberían dejarles entrar, ¿ya?
–Me parece que nadie quiere entrar hoy día, ¿no?  
–No pe jefe, shhhhh, tamos callaos, pe, jefe.  
–Jefe, acá la amiga es la que hace bulla pe, jefe, dígale algo también, pe.
–¿Acaso sigo escuchando que hablan en esa fila?  
–Ya, shhhhhh, mejor calladitos nomá, pe.
 
¡Ajjjjjj!, fúchila con estos espesos. Loca debo estar para aguantarlos todos los domingos. ¡Aysh!, pero una vez que acabe todo este martirio me voy a desquitar con ganas, eso sí; pum, chapo mi mochila y a la playa todos los domingos, he dicho.
 
Ay, no, ahora más sellos y más manchas horribles, puchi cana. Desastrosos van a estar mis brazos más tarde, Dios mío; voy a ir en la combi oliendo a purito alcohol, qué horrible. Y, encima, más colas todavía, y más revisiones, ¡puaj!.. Ay, pero una vez que acabe… ¡una vez que acabe, Señor! Espera nomas Romina, con paciencia y buen humor se logran las cosas, chica. Ya falta poco nomas. Entonces te vas a perder todo lo que quieras, si es posible todos los sábados en la noche. Ahhhhh… y vas a dormir los domingos toooodo el santo día, y vas ir a la playa toooodos los domingos, ahhhh… Ay, ¿ya ves, ya ves, ya ves cómo me puse? Tan calmadita que ya estaba, pensando en el tanque feísimo del cerro. Ay, Jesús, y este sol de mierda, y el estrés, y esta cola que no termina, y estos mañosos que la cogen a una como quieren, ¡qué horror!  
–Tranquila señorita. Esto es rutina nomás, ¿correcto?
–Ay, pero cómo lo disfrutas, ¿no, mañoso?
–Cumplo con mi deber, nada más, mi deber, ¿correcto? No me venga a hacer problemas, por favor.
–Sí, seguro… ¡aj, no me toques las piernas, asqueroso!, ¡fuchila!
–Si tiene quejas preséntelas por escrito en mesa de partes, ¿correcto? Ahí está la puerta, si quiere.
–¿Para qué, para que tus jefes te cubran? ¡Jum!, no los conoceré a ustedes.
–Ah, ya pues, entonces no se queje y hacemos más rapidito todo, ¿correcto?
            –Ya, ya, ya, termina de una vez, mañoso.
 
¡Dios mío, que violada me siento! ¡María Santísima, cada día éstos se ponen peor! Ay, cómo no puedo venir los sábados, mejor, para no pasar por este martirio, cha su mare. A veces hasta me dan ganas de probar, a ver si nadie se da cuenta. Pero seguro que sí y ahí aprovechan para joderme la vida, no los conoceré, ¡jum! Al fin y al cabo, está bien que una tenga toda la buena intención del mundo, pero tampoco es para dejar que la anden humillando esos ignorantes. Además, aysh, no sé, quizás sería peor todavía. Al menos a estos mañosos ya me los conozco. Son unos brutos pero ya me he acostumbrado a ellos… creo.
 
Pffff, ¿y todavía más sellos y más manchas?, ¡puta madre esto no tiene cuando acabar! Cómo no nos dan las fichas nomás y ya está; qué ganas de hacernos averías en los brazos, como si nosotros seríamos delincuentes, oiga.
–Ya, ya, ya; mantenga silencio y estire el brazo de una vez, ¿ya?
–Ay, sólo digo nomás, no es para que me grites, baboso.
–¡Ya, carajo!, ¿quiere entrar o no?  
–¡Ay, a mí no me insultes, abusivo!  
–Mira, carajo, vuelves a abrir la boca y te largas, ¿ya?, yo no estoy para soportar huevadas, ¿ya?
–Ya, mánchame nomás; no me voy a poner a discutir contigo, ¿Okey?
–Más te vale, ¿ya?, más te vale.  
 
“Ay sí, ay sí, más te vale, más te vale”, tombo maricón, ahí. Segurito que adentro se mea de miedo y por eso está acá, afuerita nomás, haciéndose el machito con las mujeres. “Ay sí, ay sí, si quieres reclama por escrito, porque yo soy intocable, ay sí”, ¡ayyyy, tombos de mierda, de mierda…! Jajaja, Dios mío, qué horrible sueno hablando así. Cualquiera que me escuche pensaría que soy una cojuda que está en plena menopausia, jajaja… Bueno, al menos, aunque sea todavía puedo reírme de mí misma; eso es lo más importante, caracho: no ser una vieja amargada, qué digo vieja: jovencita, jo-ven-cita, si señor; sería peor ser una jovencita tan lida que se pasa la vida amargada. Mientras no sea así puedo seguir soportando estos trajines de chica dedicada.
 
            –¡Todos con la ficha en la mano, si no, no entran!
            –¡Cuiden bien esas fichas, ¿ah?!
            –¡Guárdenlas bien en su bolsillo chico!
            –¡O métansela al chico si quieren!
            –¡¡¡Jajajajaja!!!
            –¡Ya, carajo, silencio!
            –¡A ver, ese graciosito no entra hoy día, ¿ah?!
            –¡¡¡Uuuuuuyyyy!!!
            ­–Tranquilo nomá cuñau, no te ha visto ni sabe quién eres.
            –Ya, shhhhhhhhh…
            –¡Repito: esa ficha bien cuidada! ¡A la salida todos la devuelven!
            –¡Y nadie se borra los sellos!
            –¡Al que le falte un sello o, peor, una ficha, no sale!
 
¡Asu, pero mira nomás qué hora es!, recién las once y cuarto, pucha mare; todavía falta más de media hora para el otro turno, qué cólera. Y yo sin bloqueador, ¡qué horror! Le voy a decir al Charles que me de plata para comprarme una botella grandaza de bloqueador, ¡mínimo!, aunque sea una paraguas. Una no va a venir a verlo, toda buena chica, y él, muy sí señor, todo fresco, sin preocuparse por la piel que se me malogra. ¡Y encima de toda esta rutina matadora! No, ni hablar, ya es mucho ya. Estoy que desperdicio mi vida aquí, por favor. Ya va siendo tiempo de que me den mi lugar. O sea, aunque sea un chocolatito de premio aunque sea, ¿no?, ¡digo! ¡Jum! Ojalá pues que el cholo entienda que esto no lo hace cualquiera y menos en estas condiciones… Ay, otra vez me estoy poniendo renegona. Ya, ya, ya, tranquilita nomás Romina, tranquila, mira que se te va a arrugar la carita y de ahí quién te va a querer, ¿ah?, ni el sapo, hija, ni-el-sapo. Además, con lo fosforito que es, segurito que el cholo se amarga si le llego con quejas y más quejas, ¡jum! No, ni pensarlo. Ya tiene mucho con estar aquí como para que su mujer venga y le de más problemas. Así que, caballera nomás, me tengo que aguantar el castigo que me da el Señor. Amén, hermana Romi, amén, jajaja. Ay, Señor, perdóname por reírme pensando en ti, pero… la verdad es que si bajarías un poquitín el sol, no me quejaría, ¿ah?, digo nomás.
            –Yo tampoco me quejaría, chica, puf, ¡qué calor que hace!
            –Ay, jajaja, pensé que estaba hablando sola, Dios mío ¡qué roche!
            –Ay, ya, no seas escandalosa, ni que fueras la única que pide que el sol no sea tan fuerte.
            –Ay, sí supieras cuanto sufro con el sol te mueres, hija, te-mue-res.
            –Pero, por las puras es, chica; en pleno febrero sería un milagro que el sol no sea tan fuerte.
            –O sería el fin del mundo, jajaja.
            –Ay, sí, chica, como en esa película donde el mar se sale y destruye Estados Unidos.
            –¡Ay, también la viste!
            –Claro, chica; mi enamorado me lleva todos los martes al cine.
            –¡Jum!, yo no tengo ni quien me visite ni quién me lleve al cine.
            –Ay, pobechita, chica. ¿Pero por qué no te buscas uno, pues?
            –Es que el mío está adentro y más bien yo tengo que venir a visitarlo a él.
            –Ay, mira tú, yo también vengo a ver a mi enamorado, ju, ju, ju.
            –¿Qué? Pero dices que…
            –Sí, sí, es que yo tengo uno afuera y el otro adentro, tú sabes, por si acaso, ji, ji, ji.
            –Pero, pero, ¿cómo haces, bandida?
            –Fácil nomás: te consigues afuera uno que viva bien lejos de tu casa porque, si no, el de adentro te hace la vida de cuadritos, chica, de-cua-dri-tos.
            –Ay, mira pues esta pendeja.
            –Ay, sorry pero excuse me, chica; prefiero que me digan que soy una mujer práctica antes que me digan pendeja.
            –Uy, perdón, perdón, no quise ofender, hija.
            –Ay, ya, qué escandalosa eres, chica, ju, ju.
            –A mí me paran inquietando nomás –y, aquí entre nos, yo me dejo, ¿ah? – pero nunca he sacado los pies del plato, siempre me ha dado miedo.
            –Ay, ¿y eso por qué pues?
            –Uy, si te contara, hija, si te contara…
            –Bueno, ahora me cuentas pero a la salida porque ya están avanzando y no quiero llegar tarde a la cita con mi chico.
            –Sale y vale, pues. Disfrútalo, chica “práctica”, ja, ja, ja.
 
Y ahí va una pendeja que no se hace tantas bolas, mientras que yo estoy que me preocupo tanto, ¡Jesucristo! Dime pues si eso es justo, a ver… ¡Aysh, qué cólera!.. Ah, no, pero algún día le voy a tener que decirle todo al Charles. Quizás no hoy día ni mañana, pero un buen día le voy a soltar toditito, con puntos y comas: que me joden en las colas, que los tombos son unas mierdas, que me quema el sol y que, encima, no puedo tener vida social, ¡jum! Por ahora voy a tener que comprarme yo nomás mi cremita para cuidarme la pielcita, muah, muah, muah; pero lo justo sería que él se encargue de eso, pues. Una no está aquí todos los domingos y, encima, fiel como una perrita para que el otro no se preocupe por nada, ¡jum!, habrase visto. Ahí te voy a querer ver actuar papacito; a ver cuánto valgo para ti y cómo haces para que no te mande a rodar al primer “pero” que salga de tu boca. Ahí me va a conocer el lado malo ese chiquito. Mucho mi amor, mi cielo, mi vida, mi tesoro; puro bla, bla, bla y nada de acción, sólo ofrecimientos para que una le dé todo y después, él, bien gracias, vete con Dios y nos vemos el otro domingo. ¡Jum! Pobre de ese huevón si me sale con lo mismo; lo mando al diablo y nunca más me vuelve a ver por aquí, ¡ah, no!, yo sí soy capaz de hacer eso y más; a mí nadie me viene con jueguitos y pendejadas; eso sí: conmigo las cosas tienen que ir bien claras y derechas, sino chau, bye, bye, arrebuá, papito; anda que te soporte otra babosa y conmigo no cuentes más… Ay, Dios mío, qué exagerada que soy; riñéndolo al pobre Charlie a sus espaldas, ju, ju, ju. Sus orejitas deben estar rojas, rojas, ji, ji, ji… Ahhhhh… No, ¿cómo lo voy a mandar a al mierda a mi cholo así nomás, pues?, ¿qué haría sin mí el pobre?, además, ¿qué serían de nuestros planes para cuando salga?.. Ja, ja, ja. Ay, señor, qué cojuda soy a veces. Ni yo misma me entiendo. Hace un ratito nomás estaba diciendo que voy a mandarlo a la mierda y ahora siento que lo amo con todo mi corazón y que me alocan sus defectos. Franco, franco que las chicas somos bien complicadas a veces… pero así nos quieren, pues, y así deben querernos, ¿sí o no?… Ay, y, encima, ni paraguas he traído, por la concha su madre; ¡grrrr!, el sol me va a malograr toditita la piel, maldita sea, y peor con esta mugre de tinta que me han puesto en el brazo y que no sale aunque me la raspe con lija, ¡aj!.. Pero Romina, ¡por favor!, estás diciendo una sarta de pichuladas. Tal vez la menopausia ya te llegó de verdad, hija. Ay no, toco madera, toco madera, toc, toc, toc… Mejor cierra los ojos y trata de pensar en cosas lindas, cosas lindas, cosas lindas, cosas lindas, cosas lindas, cosas lindas, cosas, lindas, co-sas-lin-das-co-sa-s-li-n-da-s… síiiiii…en un rato voy a verlo a mi Charlie y voy a estar con él, con él, con él… Por eso vale la pena esta mierda, por estar con él, por nosotros dos. Ay, aunque eso de decir "por nosotros" suena bien huachafo, la verdad; mejor suena decir “por lo nuestro”, eso es más dramático, tipo novela mexicana con su protagonista teñida y su galán bigotón. “Por lo nuestro”, ¡ja!, si hasta heroica suena la frasecita, por Dios. Ay, Jesús, ¿no les digo que soy una tonta, tonta, tonta? Siempre con pajaritos en la cabeza, siempre con sonseras que me hacen pensar como quinceañera y me monsean… Pucha máquina, dos años ya… ¡y dos años más!; es una barbaridad para soportar. ¡Aysh!, y más mezclas de ideas, ju, ju, ju. ¿Y a qué horas nos dejarán entrar, carajo?
–¿Qué mierda tienes tú, ah? ¿Qué chucha te pasa? ¿Quieres que te bote ahorita mismo, ah?
–¡A mí no me hables así, abusivo!
–¡Silencio, carajo!.. ¡Apoyo por aquí, apoyo por aquí!
–¿Qué pasa compañero?
–Aquí la damita que se cree la revolucionaria. Me la echas a la calle, ¿ya?
–Comprendido, compañero.
–Oye… no… ¿qué te pasa?.. ¡suéltame!… ¡suéltame!… ¡quiero hablar con él!, ¡quiero hablar con él!
–Compañero… aquí la señorita dice que quiere tener unas palabritas con usted.
–¿Así, no?, ahora ya no se cree la rebelde; a ver tráigala… Estoy escuchando.
–Pucha, jefecito, no se ponga así, pues. Yo preguntaba nomás.
–¿Y esas son las formas? ¿Así respetas usted a la autoridad? Además, yo qué seré, ¿ventanilla de informes, qué cosa?
–No, pero…
–Aquí yo estoy para mantener el orden y punto; y si alguien se hace el malcriadito no entra y punto; así que te me vas.
–No pues jefecito, no sea malito.
–Ningún malito, carajo; a la autoridad se la respeta y esas insolencias y gritonerías te las llevas a tu casa.
–Ya, jefecito; no va a volver a pasar, jefecito; perdone.
–A ver, a ver, un sencillito para pasar el disgusto.
–Ya, jefecito; cinco solcitos, ¿ya?
–Ya, ya; y dos soles más para el compañero que me apoya.
–Tenga jefecito.
–Y mucho cuidado, ¿ah?, mira que, a la próxima, te me vas.
–Ya jefecito.
 
Pucha diablo, ahora ya me quedé sin pasajes ya. Otra cosa más que le voy a tener que pedir al Charlie. Más todavía se va a asar el cholo. Aysh, qué día para más cagón que me está tocando, caray. Ay, Jesús, perdóname por estar hablando tantas malcriadeces hace rato, pero tú debes entenderme aunque sea un poquito, ¿verdad? Estás viendo todo lo que me pasa, pues. Una quiere ser buena, tener mente positiva, y estar alegre, y linda pero siempre ha de haber algo que venga a complicarnos la vida y a amargarnos la existencia, ¿qué es eso, a ver dime?.. Pero bueno, tú haces tu voluntad siempre y yo no soy quien para reclamarte nada. Pero, ¡Cristo!, no voy a negarte que, a veces, quisiera mandar todo a la mierda, todo, todo, aunque sea un pecado eso.
            –¡A la mierda te vas a ir tú si es que no avanzas, oe!
 
            –Tsss, ta loca esa flaca, on.
            –ta loca completa; del todo ya.
            –Má’ bulliciosa la wona…
            –Ah, sí pe; hasta a los tombos les hace la guerra.
            –Ya e’ casera, pe. Hace aaaños que viene, dice.
            –Ah, con razón, pe; ya la conocen, ya.
            –La mayoría; por eso no se paltea, pe.
            –Aunque el tombo de acanga sí la paró en seco, ¿ah?
            –Tsss, ta que ese ‘on es salvaje, pe; ese te saca plata hasta porque respiras pe.
            –Ah, sí pe; no se casa con nadie el cunchesumare, con tal de sacarte un ripio e’ capaz de dejarte adentro, ‘on.
            –No jodas, ¿serio?
            –Así dicen pe.
            –Pero qué cague de risa, carajo.
            ­–Sí pe.
            –Puta y adentro e’ más cague de risa, todavía.
            –¿Así?
            –Ya vas a ver, ya; ¿adonde vas, a máxima o mínima?
            –A Máxima Lima.
            –Precisa, justo allá también va la weona.
–¿De veras?
–Sí pe, su marido ta ahí.
–Ah, chucha, la cagada.
–Por eso te digo pe, ya vas a ver, ya.
–O sea que en buen día he caído.
–Claro pe. Ya, avanza, avanza que ya tamos entrando, ya.
–¿Y cómo se llama su marido? De repente lo manyo.
–Carlos, pero todos le dicen Charlie.
–Ah, chucha.
–¿Lo manyas?
–No creo.
–Ahí te lo vo’ a mostrar.
–Ya pe.
–Pero solapaza nomás pe. El huevón es bien mechita.
–Uy, chucha. ¿Tanta vaina, compadre?
–Ya vas a ver, ya. Avanza, avanza…
 
 
 
¡Ay, no! Otra vez no, por favor. ¡Aj!, carajo, qué cagón de hombre éste. Ni siquiera tiene la delicadeza de venir a esperarme en la puerta. ¡Ayshhh! Él sabe muy bien que odio tener que pasar sola por el control de sus amigotes; con lo atrevidos que son estos cavernícolas, caracho. Le he dicho bien claro lo que debe hacer cada vez que venga a verle, se lo he dicho una y mil veces; pero, claro, al señor le resbala todo lo que le digo, le entra por un oído y le sale por el otro. ¡Jum!, una razón más para que un buen día tengamos una conversación muy, muy seria, sí señor. Y que ni diga que yo ando quejándome de todo y que me estreso demasiado, ay, ahí sí que sería capaz de partirle el hocico de una sola cachetada, por mi madrecita. ¿Cómo va a venir a hacerme pasar por esta cagada otra vez, pues? No, eso no está bien, pues. ¡Se supone que una tiene a un hombre para que la cuide y la proteja y no para que otros se aprovechen y la manoseen.
            –Tranquila nomá, Rominita; el Charlie ta en otra orita, así que relax.
            –Ay, Picudo picarón, no seas tan aventado pues.
            –Uy, Rominita, ta bien tranca eso, ¿ah? Yo a ti te veo y me aviento sin pensarla mucho, mamita.
            –Claro pe, flaquita, si tas hecho un hembrón…
            –Ay, ya, chicos, no sigan que me sonrojo. Y tú Picudo ya no seas tan mano larga, ¿ah?
            –No pe Rominita, tranquilita nomá, shh, shh, shh…
            –Chicos, chicos, tranqui nomás pues, miren que vengo a verlo al Charlie.
            –Ese on del Charlie ta en otra, ya te he dicho ya. Hoy día el tónico es acá, con tus papis pe, ¿sí o no?
–¡¡¡Síiiiiii!!!
–Uy, ju, ju, ju. Créanme que otro día yo encantadísima chicos –ay, cuidado con esa manito, malcriadito– pero hoy no puedo, estoy apuradísima y tengo que darle algo al Charlie,
–Ya pe, te vas más ratito pe, ¿sí o no? ¿Cuál es el apuro?
–Sí, te vamos a robar por un ratito nomá pe. Tú ya saes pe, ¿sí o no?
–No me digas que ahora arrugas, Rominita.
–No es eso, mis amores, lo que pasa es que…
–Uy, ay, ay, ¡ahora santa eres!, ya peeeeeeee…
–¡¡¡Ja, ja, ja!!!
–Así es pues, chicos, las responsabilidades, ya saben.
–Pucha que tu aguirre te ha malacostumbrado, Romicita, antes tú eras barrunto con la gente pe, ¿sí o no?
–Qué mal, mami, qué mal…
–Ya preciosos, están que me apachurran todos, déjenme respirar un ratito y llámenlo al Charlie, ¿sí?
–No pe Romita, no seas atorrante pe oe.
–Si te vas a hacer unos cachuelitos, ¿qué tanto te quejas?
–Ay, chicos, chicos; eso era antes, cuando estaba solterita, ya saben que ahora no se puede.
–E’ cuestión de quieras nomá pe flaquita, nadie acá es soplón y nadie le va ir con el cuento a tu calenta’o pe.
–Ahhh, sí pe. Aparte que tú ya no ere’ calichina pe, ¿sí o no?
            –¡Ay, noooo! Ya chicos, ya, por favor, basta con esto. Ya me están incomodando ahora sí.
            –Shh, shh, shhh, tranquila nomá’ pe, Rominita, atraca suave nomá’ pe.
            –Si me siguen molestando voy a decirle todo al Charlie, ¿ah?
            –¡Uy, ay, ay!, ¿así es? Uno e’ caballero y te moletas, ¡no peeee!
            –Y, encima, con amenaza todavía, tsssss…
            –¡Ya déjenme pasar, por favor!
            –Pero primero, ya saes pe Rominita, ¿si o no?
            –Ay, Picudo, no te juegues así pues, el Charlie es tu amigo, acuérdate.
            –Ese serrano de mierda está hecho trapo ahorita por tanto winters, ¿así quieres ir a verlo?
            –No importa, no importa; es mi marido pues, ¿no…? Permiso, caracho, permiso…
            –Carajo, qué terca oe. Ya pe amorcito, unita a cada uno nomá’ pe, ¿ya?
            –¡Pues no quiero y se acabó!
            –¡Uy, ay, ay!, la santa… ¡ya pueeees!
            –Ya no te hagas pe, Rominita; un ratito nomá pe.
            –No, no, no y no. Déjenme tranquila que nada les cuesta.
            –Tsss, ta qué feo hablas ahora oe.
            –Callejoneraza que eras antes, flaca.
            –La vaca ya no se acuerda cuando era ternerita pe.
            –Canita al aire nomá, amiga; no te paltees tanto.
            –Antes nos rogabas pa’ que te metamos pinga, cojuda, y ahora te achoras como buena.
            –Te advierto que me dejes en paz, Picudo, mira que…
            –¿Mira que qué, mira que qué? Ya peeeee, no te hagas la correctita conmigo peeee…
            –Ya te hemos dicho que el Charlie ‘ta en otra ‘orita; nica lo vas a ver hoy día, flaca, así que aprovéchanos mejor.
            –Claro pe, Rominita; además, tú eres barrio, pe, ¿sí o no?
            –¡¡¡¡Claro!!!! Barrio es, pe, la Rominita…
            –¡No me jodan, caracho!, ¡déjenme en paz si no quieren que…!
–¿Qué?
–¿Qué?
–¿Qué cosa?
–¿Qué cha ‘as a hacer, a ver? ¿Llamar a tu serrano coquero?
            –‘uta te nos pones malcriada por las huevas, flaquita.
            –Por gusto es, ¿ah?
            –Sí, ya perdiste ya, causa.
            –‘Ta mare, ¿ya ves?, ya se ‘ta asando el Picudo, conchesumare.
            –¿Ya ves lo que haces, flaca?
–Ahora, pe, aguanta nomá’, aguanta nomá’ como los machos.
            –A ver pe, a ver pe, haz algo pe… atorrante de mierda… a ver pe, haz algo ahorita que no e’tá tu marido pa’ defenderte, a ver pe…
            –¡Aj, suéltame, maldito asqueroso!, ¡auxilio!, ¡auxilio!
            –Ah, ahí sí, ¿no?, ya no ere machita, ya.
            –Jajaja, ‘ce rato no e’ machita eta ona, oe.
            –¡¡¡¡Jajajajajajaja!!!!
            –Picudo, ya pues, no seas abusivo, déjame tranquila.
            –Tsssss, tranquila… “tranquila”, dice… conchuda de mierda, jajajaja.
            –¡Auuu, concha de tu madre!
            –¡Chucha su mare qué tal golpe!
            –Te cagaste, huevona, ahora por pegalona pagas peaje.
            –¡¡¡¡Claro, esa esssss!!!!
–Uy, qué rico, vo’ a llamar a la gente.
            –Tú no vienes a hacerme roche acá así como la’ hueas, conchetumare. Acá me cagas, y te cagas, y te saco la reconchetumare, ¿me entiendes? Aquí mando yo, acá yo soy el papi y se hace lo que yo digo, ¿me entiende’ conchetumare?
            –¡Auxilio, ayúdenme!
            –¡Calla puta! No has querido a las buenas, ‘tonces a la mala, pe, carajo, ¿a ver, qué vas a hacer?
Charles de mierda, ¿Dónde estás, puta madre?
            –Así, así, ay, ay, ay; qué buen cuerpo Romina, carajo.
            –Sí, y qué buen culo, flaquita, uffff…
            –Dichosas las pingas que han entrado aquí, carajo…
            –Hay que meterla mejor; mucho roche acá afuera.
            –Ah, cierto, cierto; ¡todos al cuarto del Picudo!
            –¿Ah, conchetumare?, ahora pues sí quieres, ¿di?
            –Prendan la luz que no veo mi mierda.
            –Oe, pero mucha gente pe; tres o cuatro nomás que se queden.
            –¡Auxilio, ayúdenme! ¡Charlie, Charlie, Charlie!
            –Ya, ¡shhhhhhhhhhh! ¡Calla, carajo!
            –Yo voy primero pe, ¿si o no?
            –Ya, ya, pero apúrate, ‘on.
            –Cógela bien, pe, que no se mueva.
            –¡Ayuda, por favor, ayuda!
            –Carajo, mucho roche ‘ta haciendo la ‘ona…
            –¡Tápale la boca, tápale!
            –¡Mierda!, muy mujercita pero bien que tiene fuerza de hombre esta cojuda.
            –¡Sauuuuuuu!
            –Puta mare, ¡shhhhhhhhhhhhh! Cállense pe, carajo.
            –Ya, mierda, que se queden tres nomás y a la mierda el resto.
            –¡¡¡No peeeeee!!!
            –¡Carajo, no hagan roche y salgan todos, mierda!
            –Al toque pe Picudo, no la hagas larga.
            –Ya, ya, ya… bájale el pantalón.
            –¡Auuu, concha tu madre!
            –¿Qué pasó ahora?
            –Me mordió la hija ‘e puta.
            –¡¡¡Métele su combo, métele su combo..!!!
            –¡Pero no la duermas, pe, idiota!
            –A la mierda, ‘on, me llegó al pincho esta huevada.
            –Ya, ya, Picudo; aprovecha ahora sí.
            –Levántala un poco, un poquito… espérate que se me pare bien.
            –¿Recién? ‘ta mare, yo ya ‘toy fierro hace rato, conshesumare.
            –Es el alboroto pe causa; cállense todos pa’ poder hacerla linda, pe.
            –Ya, ya, shhhhh, callado todo el mundo.
            –¡Oe Picudo, Picudo…!
            –A ver, concentra’o pe, concentra’o…
            –¡Oe Picudo escúchame, huevón, Picudo escúchame…!
            –Ahhh, hace tiempo que no remojo la brochita en un buen culo, carajo…
            –¡Carajo Picudo, escúchame, huevón!
            –¡Arghh, por la puta mare, uno no puede cachar tranquilo aquí, ¿di?
            –Huevón, déjala no má’, mejor.
–El Charlie ‘ta viniendo hecho un pincho hacia acá.
            –¡Puta mare!, ¿quién chucha le ha avisa’o, carajo?
            –El tara’o de Triquina se puso a gritar que todos vengan, pe.
–En pleno Máxima Lima a esta bestia se le ocurre decir que Romina iba a pagar peaje.
–Triquina de mierda, más tarde te cacho a ti por imbécil.
            –Sí pe, y el ‘on del Charlie oyó, pe, y ‘ta viniendo acá.
            –¡Auxilio, auxilio, socorro, Charlie, Charlie!
            –¡Cállate, cállate concha tu madre!
            –¡¡¡¡Oe, suaaave!!!
            –Ya no la gomees más, huevón, peor va a ser.
            –‘ta mare está sangrando, hue’ón, ¿y ahora?
–Al pincho huevón, si no te la cachas sácale la mugre aunque sea pe, ¿sí o no?
            –¡Arghhh, la concha su mare!, aunque sea una empujadita le doy, carajo. Cógela bien que se la meto hasta el fondo.
            –¡Pero al toque pe, mierda!
            –¡Ahhhhhhhh, síiiiiiiii, asíiiiiiii, ahhhhhhh, qué rico puta madre!
            –¡Auuuuuu, ayyyyyyyyy, noooooooo, noooo, por favor, ya basta!
            –¡Ahhhhh, conchesumare, toma, toma, toma perra!
            –¡Ayyyyy, ayyyyy, ayyyy, noooo, noooo, Charlie, Charlie!
            –¡Huevón, ya, ya, ya, huevón, ahí nomá’ párala!
            –¡El Charlie está llegando, carajo!
            –Te cagaste, Picudo de mierda, ¡suéltame ahora mismo, hijo de puta!
            –Sí huevón, suéltala mejor; el Charlie ‘ta viniendo con ganas de bronca, causa.
            –¡A la mierda,’ tonces, carajo!, a ver que venga ese conchesumare, que hace rato le tengo hambre también.
 
 
 
Oh, gracias Dios mío. Pensé morir. Morir y más morir. Sangre. Dolor. Aquí mismo. Delincuentes. Gracias, Jesucristo, gracias. No volver a este muladar. Jamás. Nunca más, nunca más, nunca más. Prometido Diosito. Gracias, gracias, gracias. El Charlie llegó a tiempo. Animales me hacen algo. ¡Jesús, qué desgracia! Cara ensangrentada. Cara dolor. Me veo horrible y mi cabeza duele, mucho, muchísimo. Golpe y más golpe tras golpe contra golpe. Concha de sus madres, aguantados de mierda. Mujeres, yo, falta. Faltan animales pichula mano mañosos… sin una mujer sexo concha pelos, sudor pene pinga pichula trola,  sudor pelos. Violadores. Carajos hijos de puta, hijos de la gran puta. Más dolor. Cabeza, dolor. Ay ay ay ay ay ay ay ay. Despacio mierdas. Gracias Dios mío y más gracias Diosito lindo. No abandonado. Gracias, gracias, gracias. Cruz. Frente, pecho, hombros. Gracias, gracias, gracias.  Au, au, au, duele todo. Real maltrato. Au, au, au. Favor, por favor más despacio, delicadeza. Cólera, cólera, cólera. Trabajo, abandono, tres días. Venganza, vuelto, venganza y lo mismo. Pecadora, pecadora Romina. Perdón Diosito. Charlie de mierda, de mierda. Charlie porquería. Tirar contigo, contigo solamente. Así ahora. Dios mío, ayúdame. Diosito, ampárame. Au, au, despacio. ¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyy! Tranquila, tranquilidad, despacio, con cuidado. Duele todo. Cara. Sangre. Cabeza. Sangre. Charlie, Charlie, Charlie. Dios mío. Picudo basura. Picudo de mierda. Déjenme arañarlo. Charlie de mierda, venía a tirar contigo, carajo, sólo contigo y nada más. Ay, ay, ay. Más sangre. Dolor. Calma. Tranquila. Ya pasó Romi. Mátalo, Charlie. Mátalo a ese hijo de siete leches. No se va a quedar así, mínimo arreglo de cuentas con el Picudo maricón. Abusador, abusador de mujeres indefensas. Vergüenza odiosamente roche Caimán, podredumbre, no no no no no no y no, el calzón, el culo, vergüenza, ay, Jesús, roche, rojo, rojo y colorido suelo, techo, Hello Kitty. Caimán, Caimán, Caimán. El que le gusta tanto al Charlie. No hay arreglo, no nada, arreglo y no más no. Arreglo, Caimán, no arreglo más, Pollock, no y no. Ay, dolor, au, despacio, lágrimas, moco. Sudor exasperante sudor, nada más. Rico pero horrible. Rico pero no más arreglos, Caimán, sólo lo que sí. No más. Ajuste. Sólo ajuste, Caimán, por favor. Espero que eso le de más cólera y le saque más la mierda al Picudo. ¡Dios, qué horrible experiencia! Nunca antes se habían comportado así estos mañosos. Cuánto tiempo ya estarán sin mujer. El de Picudo, una fiera brutal, recontra violento, Señor santo. Au, au, au, con más cuidado, oye. No puedo responder bien. Todo está claro, no hay más qué decir. Ajuste, ajuste, ajuste. No más preguntas. Sacada de mierda. Véngame Charlie. Defiende lo que te pertenece, macho recio, indio duro, cholo macizo. No hay más qué decir. Silencio todos. Charlie, adelante, sácale la concha de su madre. Anda, ¿qué esperas?, mira cómo me ha dejado.
            –¡Aguanta, aguanta! Aquí nadie le saca la concha su madre a nadie así nomás ¿Okey?
            –Pero todo está clarito pues Caimán, ¿qué más quieres que verla a mi mujer así? Todo está clarito.
            –Bueno pe, pero que hable el Picudo también, ¿Okey? A ver qué fue.
            –Toditos aquí han visto lo que le han hecho a mi mujer, Caimán, ¿qué más quieres?
            –Ya sé, ya sé, Cholo. Tú tranqui nomás. Esto se arregla hoy, ¿Okey?
            –Sí, ‘ón.
            –Sí, Charlie.
            –Hay que ser jutos pe, ¿sí o no? Hay que oírlo al Picudo también pe.
            –Tsss, tanta huevá’, si igual va haber sacada de mierda aquí.
            –Ya, ya, ya, callao’s todos, ¿Okey? Y que venga el Picudo de una vez.
            –Clarito está todo, carajo, clarito está.
            –¡Charlie, ¿qué esperas, huevón?! ¡Sácale la mierda!
            –Ya, ya, tranquila nomás tú. Cuídenla bien. Límpienle esa sangre y que no se mueva mucho.
            –Oe Caimán, esta vaina es por las huevas, causa; el Picudo se ha metido con la mujer del Charlie, pe, eso es todo, papi: sacada de mierda nomás.
            –Sí pe; esta es la cana huevón, no es la tombería y ni juez ere’ tú pe, ¿sí o no?
            –Ah, sí pe, de frente a los hechos nomás, tanta huevada.
            –A ver, a ver; ¿qué me ‘stan hablando? ¿Quieren hacer la huevada así nomás, como las huevas o me parece?
–No pe, nadie ha dicho eso, pe.
–Entonces pe, compra’res, ¿me dejan hacer bien mi trabajo, sí o no? ¿Se pueden portar bonito, sí o no?
–Tsss, no pe, causa, no te pongas así pe…
–Yo pregunto nomá’: ¿me dejan hacer mi chamba o no?
–Claro pe…
–‘Tonces chitón nomá pe, papi, ¿’ta bien no…?
–…Ya, ya pe… no cachetees tanto nomá’ pe…
–¿Cómo? ¿Qué dices?
–No, nada papi, nada, ya fue ya…
–Ah, ya. Tranqui nomás pe. Déjenme trabajar, ¿’ta bien o no?
–Tsss, ya pe, haz lo tuyo nomá pe, Caimán.
–Chévere, causa, chévere… A ver, ¿alguien más va a decir algo?... ¿nadie…? Ya, ‘tonces seguimos adelante, portándonos bonito y correctitos nomá, ¿ta bien o no?
            –Claro pe.
            –Lo juto pe, varón.
            –Si no, ¿pa qué chucha hay una comisión de disciplina ‘tonces, pe, sí o no Caimán?
            –Así es, ¿Okey?... ¿Y dónde mierda se ha metido el Picudo?
 
Auch, auch, ya, basta por favor. Jesús,  qué dolor, parece que la cabeza se me va a reventar. Por aquí, por aquí. Límpienme bien la cara. ¡Madrecita, qué horrible me voy a ver ahora! Voy a parecer un monstruo afuera, ¡maldito hijo de perra! ¿Y qué tanto hablan allá, ah? ¿Qué mierda esperan para sacarle la concha de su madre a esa basura? ¡Charlie!, ¡Charlieeee!, ¡Charlieeeeeeeeeeee, carajo, hazle algo!... ¡No me voy a callar ni tranquilizar; haz algo, maldita sea! Políticos se creen ahora. ¡Já!, lo único que faltaba, puta madre, tremendos malandros ahí. Ay, Jesús, qué susto me he llevado… Estoy calmada, ¡estoy calmada! Ya, ya… Cólera nomás me da que estén discutiendo tanto en vez de actuar de frente. Sería el colmo que no le hagan nada al maldito de Picudo. Ay, no, ahí sí no sé qué haría; soy capaz de matarlo aunque me quede adentro, carajo… ¡Que estoy calmada les digo! Límpienme más la cara más bien… Mierda qué dolor de cabeza. Vamos Charlie, Charlie, Charlie, no te dejes pisar el poncho. Lánzatele encima a ese abusivo. Vamos Charlie. ¡Ay, por ahí no, por ahí no! Límpiame más la cara que la sangre no me deja ver nada. Agua, por favor, agua, por algún lado, agua. Dale Charlie, dale duro, duro.
            –Papi Charlie, tranquilo nomá tú, ¿ya? Vas a poder hacer lo tuyo, pero aquí hay que hacer las cosas bien pe, ¿sí o no?
            –Sí Caimán, pero…
            –Machito te cree’, ¿di?, machito serás pe, ¡concha tu madre, serrano de mierda!
            –Oe Picudo ¿qué pasa, papi? Te sabroseas rapidito nomá’ tú, causa.
            –Tssssss, yo como las hueas, Caimán, yo no le tengo miedo a un serrano apestoso.
            –¡Ahora vas a ver, negro de mierda, ven acá, carajo, ven acá!
            –A ver, a ver, ya, ya, ya; agárrenlos bien a estos dos porque ‘tán que se quieren acariciar hace rato… Pensándolo bien, lo de la Romina es pa pasar piola nomá’, ¿sí o no, compadres?
            –Tsss, ‘ta huevón, yo le saco la mierda cuando quiera y donde quiera a ese serrano baboso, causa.
            –A ver ven pues, negro, ven pues. Aquí y ahora, ven pues.
            –Oe Caimán, ya no le des tanta vuelta al asunto, ueón.
            –Sí, déjalos que se mechen de una vez.
            –Sì, causa; al final el perjudicado puedes ser tú nomás, ah.
            –Uy chucha, así era la cosa. ‘Tonces a darle nomás, qué tanta huevada… Okey, atención, atención todo el mundo: aquí los señores ‘tan con roche pe, uno de ahorita nomás y otros de hace raaaato según parece, así que se quieren agarrar a besos…
            –¡¡¡Ja, ja, ja!!!
            –Shhhhh… ¡ya carajo, silencio que esto no es un chiste!... Bueno, la cosa es que, según el reglamento, los dos pueden arreglar cuentas como hombres y como se debe: a puño limpio pe, ¿sí o no?
            –¡¡¡Síiiiii!!!
            –¡Claro pe!
            –¡Claro pe!
            –Así que a pedido de ellos mismos, como delegado de disciplina tengo que autorizar la gracia…
            –¡¡¡Bieeeeen, Caimán, bieeeeen!!!
            –¡Shhhh, silencio carajo!... Entonces, ¿alguno quiere decir algo, como para que no haya bronca… ah…? Uy, carajo, ninguno. Bueno, entonces ni hablar, pásate los guantes Triquina.
            –Acá tan, causa.
            –Chévere… A ver cholo, a ver negro, toma y toma.
            –Ya era hora ya, carajo…
            –Tssssssss, machito ere’ ahora con tus guantes, ¿di?
            –Puta que te voy a sacar el ancho, negro de mierda.
            –Ya pe, ven pe, de una vez, a ver.
            –Ya, ya, tranquilos nomá, tranquilos… Ya saben: nada de golpes en los huevos, ni mordidas de maricones ¿Okey? Dos rondas de diez minutos cada una.
            –¡Oe, oe, aguanta!, un par de tombos están que vienen.
            –¡A la mierda con los tombos!
            –¡¡¡¡Claro pe!!!!
            –Ellos saben que no pueden meterse. No es su roche, pe.
            –Sí, creo que quieren sapear nomás…
            –Si vienen a ver la sacada de mierda nomás, como las huevas, pero si vienen a joder, ni cagando, los mandamos a la mierda, ellos no se pueden meter aquí…
–Sí, sí… parece que vienen a chismosear nomás, Caimán…
–Bueno, entonces, decía que dos rondas de diez minutos cada una…
–¡¡¡¡Ya, mierda, ya!!!!
            –Ahora vas a ver negro de porquería, ahora vas a ver…
            –Ahora vas a ver tú, indio apestoso…
            –¡Toma conchetumare!
            –¡Ay, qué golpe de mariconcito que tiras!
            –¡¡¡Sauuu!!!
            –¡Okey, okey!, mejor apuramos esto. A la cuenta de tres:
–¡¡¡¡Uno!!!
            –¡¡¡¡Dos!!!!
            –¡¡¡¡Tres!!!!
¡Yaaaaaaaaa!, dale Charlie, dale duro, no te dejes. Cuidado, cuidado. Así, así, rómpele el alma a ese maldito. ¡Dios mío, no! Levántate mi amor, rápido levántate. ¡Caimán, haz algo, por favor!, ¡Eso no se vale, eso no se vale! Suéltalo, tramposo de mierda, déjalo que se pare. ¡Déjenme, déjenme! Dame el trapo que yo me limpio sola, mejor. ¡Eso, Charlie, eso! Así te quiero ver, mi cholo. Pégale más fuerte a ese hijo de puta, más fuerte. Así. Rómpele la cabeza a ese concha de su madre. Sin asco destrózalo, mi amor. ¡Bieeeeeen, bien, Charlie! Reviéntale los huevos si es posible. Cúbrete, cúbrete bien. Haz que se canse, Charlie, haz que se canse. ¡Ganchos, ganchos! Destrípalo a ese mal nacido. Date vuelta, date vuelta, ¡date vuelta te digo! Con la rodilla, sí, así, con la rodilla. ¡Esooooo! Que se quede en el suelo, no le dejes pararse. Ay, Señor Jesús, un poco de agua… ¡Oye, ya pues! Cobardes de mierda, no se metan. Sácalos, Caimán, sácalos. ¿Dónde están ahora tus reglas, Caimán, donde? ¡Ya pueeeees! Caimán, ¿tú estás pintado aquí o qué cosa? ¡Pon orden pues hijito!
            –¡A ver, a ver carajo, fuera todos, fuera todos!... Escuchen bien, carajo: esta bronca es de ellos dos nomás, así que nadie más se puede meter, ¿okey?
–Puta, la cagada, Caimán; así no es pues.
–Ya sé, ya sé, carajo…
–A ver pues, ahora usa tus reglas, Caimán.
–Romina, calladita nomás mejor, ¿ya mamita? Yo sé lo que hago aquí, ¿entiendes o no?
            –¡Ay, ya! Qué sensible.
            –Bien… Advierto una última vez: nada de golpes bajos y nada de meterse en la bronca… A la próxima te jodes, Picudo, te juro que te jodes si se vuelven a meter tus yuntas, ¿okey?
            –Tsssss, a la mierda, jódelos a ellos pe, ¿po’ qué a mí, a ver? Yo los habré llamado ¿qué cosa?
            –¡Conchudo de mierda!
            –Ya, ya, tranquilita nomás tú ahí… ¡cuídenla pues!
            –Ya dije, ya, y va para todos: a la siguiente que otros se metan, se jode el que están apoyando, ¿Okey?
            –Ya, ya… que empiece de nuevo, Caimán…
            –A las tres de nuevo, entonces:
–¡¡¡Uno!!!
            –¡¡¡Dos!!!
            –¡¡¡Tres!!!
Ay, Dios mío, ya no quiero ni ver esto. Anda Charlie, con punche mi cholo. Eso, eso… ¡A mí no me calles, carajo! En la cara, Charlie, dale en la cara, desfigúralo a ese delincuente de mierda… Serrano, pues, y a mucha honra, huevón. ¡Ya quisieras tener los huevos de un serrano, maricón!
            –Oe Romina, deja de joder a la gente del Picudo pe. Concentrémonos en la pelea, ¿Okey?
            –Ya. Es que ellos comienzan, pues, Caimán.
            –No pises el palito, pues chola.
Vamos, Charlie, vamos. ¡Charlie, Charlie, Charlie! ¡Ah, ja, ja, ja! Bien hecho, mi amor. Recoge tu huevo, Picudo de mierda; a ver qué se siente, maldito. Deberían castrarte en vez de darte golpes, carajo. Bien hecho Charlie, muy bien. Que no se pare, que no se pare. Que se quede en el suelo, Charlie. A ver, ¿dónde está tu hombría ahora, huevón, donde?
            –¡Por la puta madre, Romina, ya pues!
            –Ya, ya, ya, Caimán. Me callo, me callo, shhhh, chitón, ¿ves?
Eso, Charlie, así, así. Ya falta poco, cariño. Atento ahí, al frente. Abre bien los ojos, cholo. No te distraigas, caracho. Abre bien los ojos. Cúbrete, cúbrete. Ciérrate aunque sea, haz que se canse. Ya no puede ya. Está acabado el maldito. Aguanta un poquito más, Charlie. Cerrado, bien cerrado, así. ¡Uy, qué tal dribleo! Así te quería ver mi cholo. Dale duro, duro, bien duro. Sí, quiébralo, Charlie, quiébralo. Sí, sí, síiiiiiiiiii. Gracias Dios mío, gracias. Ay, esta sangre… Dame otro trapo, otro… No puedo ver nada si no… Así, Charlie, mantenlo a raya. Escápate aunque sea. Qué torpe que es ese cojudo, caray. Tan grandazo y tan torpe, pues… Más trapos, por fas… Aunque sea tu polo pues, amigo. No puedo ver si no… ¡Estoy calmada, estoy calmada! Por favor, ya estoy bien, sólo quiero más trapos para limpiarme la sangre. Auch, auch… Con fuerza mi Charlie. ¡Eso! Así se pelea, carajo. ¿Querían bronca? Pues bronca tienen, concha de sus madres. Tú sigue Charlie, tú sigue. Firme, firme siempre, mi amor. Sin asco. Así, así, carajo. Abajo, arriba, en las costillas, Charlie, en las costillas. No dejes que se reponga, no dejes que se levante. No lo escuches, Charlie. Sin piedad, carajo. Duro, duro. La cara, concéntrate en la cara. Rómpele el hocico a ese huevón. ¡Aj!, qué ofuscada me siento, caracho. Pero qué complacida también al ver cómo le sacan la mierda a este hijo de puta. ¡Adelante Charlie, adelante!... ¡Oye, pero…! ¿Ya ves, Caimán, ya ves? Otra vez se están metiendo esos pendejos; ya pues, haz algo… ¡Arghh! Qué cólera me dan esos imbéciles, puta madre. Sólo saben actuar en mancha y cuando nadie les ve. Pero, a ver pues cuando están frente a frente con alguien que les pare el macho, ¡jum!, les da diarrea de miedo. Pobrecitos, pobrecitos… A ver, ¿quién es el papi ahora, Picudo?, ¿quién, ah?... Ay, ya Caimán, me callaré pues. Pero, ojo, diles a ellos también que se callen, ¿ah?... Eso mi Charlie. Patéale en las piernas, duro, duro, mi amor. Que no se pueda levantar todo un mes, Charlie… ¡Wuju, ju! Sóbate, carajo, sóbate. Ahí tienes de tu propia medicina, negro de porquería… ¡Maricón tu abuelo, baboso! ¡Maricón tu padre también, imbécil!… Muy bien, Charlie, muy bien, mi amor. Gracias Dios mío por hacer que mi cholo le saque la mugre a ese patán. Así, Charlie, así. Ya ganaste, cholo.
            –Ya, ya, ya. Se acabó la ronda, causas, se acabo, ya, ya… ¡Ya carajo, paren!
            –¡Bien, Charlie, bien! ¡Charlie, Charlie, Charlie!
            –Buena, cholo. Estás cobrándotelas bien, ¿si o no?
            –Todavía quiero sacarle más el ancho a ese negro conchesumadre, Caimán.
            –Okey. Pero voy a preguntarle si atraca para la segunda. Al último ya lo estabas privando, creo.
            –A ver si ahora es hombrecito, pues.
            –¡Mi amor, dale más duro a ese hijo de puta, mi amor!
            –Ya, ya. Tú tranquila nomás. Cuídenla bien ahí. Límpienle su cara muchachos, está llena de sangre…
            –¡Duro, Charlie, duro!
            –A ver, Picudo, ¿vas a seguir o aquí nomás quedas?
            –Tsssss, claro que vo’ a seguir, pe; no vo’ a zafar como hembrita ¿di?
            –Sí causa, pero ya estás bien gomeado, creo, ¿ah?
            –Te he dicho que vo’ a seguir, causa, bien claro te he dicho.
            –Ah, bueno; allá tú, ¿Okey?... Ya, un minuto de descanso y, después, ¡más bronca!
            –¡¡¡Bieeeen!!!
            –Charlie, cariño, esta vez, cuando lo tumbes, métele una patada en los huevos a ese maldito.
            –Romicita, anda que te curen en enfermería ¿ya mamita?
            –Ay, ya, no es nada. Termina la pelea y vamos juntos. No te preocupes.
            –¿Cómo que no me preocupe? Yo siempre me preocupo por ti. Anda que te curen, ¿ya, mamita? Llévenla ‘onde los tombos, que la curen, ¿ya? Llévenla, llévenla.
Está bien, está bien, está bien. Voy a ir. Pero quiero ver la última ronda, pues. ¿O acaso ustedes se la quieren perder?... Ya, ya. No voy a hacer tanta bulla… ¿Cómo loca? ¿Quién ha estado gritando como loca? ¡Por favor! Yo sólo estaba alentando a mi cholo, hijito… Ay, es que deben entenderme pues, chicos: debo alentar a mi marido, ¿o no? Total, él está defendiendo mi honor… Claro, también su honor, claro, claro. Pero no me negarán que ahora él necesita de mi apoyo moral y que debo quedarme para alentarlo ¿sí o no?… Ah, ¿ya ven?... Vengan, vengan, vamos a ponernos bien atrás para que el cholo no se de cuenta que todavía estamos aquí. Por acá, por acá. Aquí no va a poder vernos.
            –A ver, a ver, señores, los dos al centro de nuevo por favor…
            –¡¡¡Vamo’ Picudo, carajo!!!
            –¡¡¡Cholo, Cholo, Cholo!!!
            –Ya saben las reglas: nada de golpes en los huevos –Charlie, te estoy observando, ¿Okey?– y nada de meterse los demás, déjenlos a ellos solos arreglar sus problemas, ¿ya?…
            –¡¡¡Vamo’ Picudo, carajo, vamos!!!
            –¡¡¡Vamo’ Charlie, con todo!!!
            –Ya, listos, a la cuenta de tres:
            –¡¡¡Uno!!!
            –¡¡¡Dos!!!
            –¡¡¡Tres!!!
–¡¡¡Vamo’ Picudo, carajo!!!
            –¡La concha de su madre que lo parió, así, carajo, así!
            –¡¡¡Charlie, arriba, Charlie!!!
            –¡Charlie, córrete a la derecha, a la derecha!
            –¡Záfate, Cholo, záfate!
            –¡Kughrt!
            –¡Huch, conchetuma!
            –¡Mierda, el negro ha salido a matar, conchesumare!
            –¡Sí, jajajaja!
            –¡¡¡Vamo’ Cholo, párate, carajo!!!
            –¡Cúbrete Charlie, cúbrete huevón!
            –¡A tu derecha, Cholo, a tu derecha!
            –¡Eso, Picudo, carajo, así!
            –¡Patada, Picudo, patada!
            –¡Que se quede en el suelo, Negro, que se quede tirado!
            –¡No lo sueltes, no lo sueltes!
¡Ay nooooo! Charlie, Charlie, por favor no te dejes. Dios mío haz que mi cholo se levante. Por favorcito, Señor. Cúbrete Charlie, cúbrete… Ay, no quiero ver, no quiero ver…
            –¡Ughhh!, ¡chetumare!
            –¡Eso! Patada y codazo, patada y codazo, ¡eso mi Negro!
            –¡Así se pelea, carajo!
            –¡Bravo Picudo, carajo!
            –Ahora ya no dice nada ya la perra esa, jajajaja…
            –Jajajaja…
            –¡¡¡Bravo Picudo, carajo!!!
            –¡Jugh, jugh, jugh!
            –¡Muere, cholo cunchetumadre!
            –¡Jugh, jugh, argh!
            –¡Protégete Charlie, protégete!
            –¡No te hagas el machito, huevón! ¡Protégete!
Por favor, por favor Diosito lindo, ayúdalo al Charlie, ayúdalo, ayúdalo por favor. ¡Noooooo! ¡Por favor, no, no, noooo! Que se haga justicia, por favor. No, no, nooooo. Levántate, levántate mi amor, por favor, por favor, por favor… ¡Ay, ya cállense malandros de mierda! No se rían, no se rían… Déjenme, déjenme, así estoy bien. Déjenme les digo, quiero quedarme, quiero ver, quiero ver. Déjenme tranquila, caracho… No quiero ver más, no quiero, no quiero, no quiero…
            –¡Picudo, carajo! Nada de golpear los huevos, ya sabes bien, ya.
            –¡¡¡Shhhhhh!!!
            –¡Oe, déjalos pelear tranquilo pe causa!
            –Ya no seas atorrante pe huevón, muy cargocito ya ‘tas ya.
            –Tranquilo nomás Caimán, deja que la gente arregle sus roches pe…
            –Ya dije: nada de golpes en los huevos, carajo, ¿algún problema con eso, ah?
            –Tsssss…
            –Ah, ya pe, entonces calladitos nomás pe, ¿ya?
            –Tsss, puta que ese Caimán se cree el director, carajo.
            –Ya no lo jodas tanto porque ahorita se ralla el cunchesumare y se arma la grande.
            –¡¡¡Ja, ja, ja!!!
            –¡Serio, huevón! Un loco es ese cunchesumare, ¿por qué crees que es el encargado de disciplina pe?
            –Ah, chucha…
            –Claro pe.
            –¡Esa es, Charlie, esa es!
            –¡Sigue así hasta que se canse, Charlie!
            –¡Vamos Picudo, carajo!
            –¡Desátalo, desátalo!
            –¡No te agites mucho, Negro!
            –¡Tranquilo nomás, tas ganando, tas ganando!
            –¡Ya, no seas maricón pe, serrano!
–¡Pelea como hombrecito, pe!
            –¡Deja de esconderte como marica, oe cholo!
–¡¡¡Pelea, huevón!!!
            –Uy, ay, ay, este es otro del cuento, ¿ah?
–Ahhh, sí pe, parece, ¿no?
–Mira nomás cómo arruga con el Picudo el conchesumare…
–No es necesidad, entonces… es que le gusta la pichula también, creo.
            –¡¡¡Ja, ja, ja!!!
            –¡Así, Cholo, hasta que se canse!
            –¡¡¡Charlie, Charlie, Charlie!!!
            –¡Tranquilo Picudo, tranquilo!
            –¡No lo descuides nomás!
            –¡¡¡Charlie, Charlie, Charlie!!!
            –¡Cugh!, ¡cugh!...
            –Serrano maricón, carajo… pelea pues…
            –¡Cugh!, ¡cugh!...
            –¡¡¡Pelea pe cholo!!!
Así mi amor, así. No te dejes, no te dejes. Cúbrete bien, sigue cubriéndote bien. Caracho, la hubieran parado en la primero nomás. Aysh, qué cólera que ese maldito esté haciéndole daño a mi Cholo. Por favor, dios mío, que el tiempo pase rápido, rápido, rápido…
            –¡¡¡Yaaaaaa!!!
            –¡Así, Picudo, así, así!
            –¡Con fuerza, con fuerza!
            –¡Remátalo de una vez, de una vez!
            –¡¡¡Remátalo, remátalo!!!
¡Nooooo, por favor, nooooo! Corre Charlie, corre, no te quedes ahí. Ya basta, ya basta. Caimán, por favor detén todo esto, no seas insensible. Me lo van a matar Caimán. Por favor, detén todo esto, ayúdalo, ayúdalo por favor…
            –¡¡¡Auuuuuu!!!!
            –¡¡¡La concha de su madre!!!
            –¡Mierda, qué tal patada del Picudo, conchesumare!
            –Ya fue el serrano, ya.
            –Puta mare… ¡lo privó!
            –¡Caimán, que pare todo un rato, pe!
            –Que tome aire, que tome aire…
            –¡Oe, Caimán, ya pues, que pare la bronca un toque!
            –…Okey, okey, unos segundos, unos segundos... Cholo, ¿todo bien?
            –…¡Jum…! ¡Jum…! ¡Jum…!… aggg, aggg, aggg…
            –¿La paramos aquí, Cholo?
            –Charlie, si ya no puedes, ya fue ya, caballero nomás.
            –Cholo, ¿la paramos aquí?
            –…E-espera, espera…
            –¿Cómo hacemos? Tú dinos, Cholo.
            –Q-que sssiga, que ssiga…
            –¡No me jodas!
–¡Cholo terco, carajo!
            –¡Como los machos pe, huevón!
            –Charlie, mi amor, ya fue… Caimán, que terminen aquí nomás, por favor.
            –¡Tú anda a que te curen, carajo!
            –¡Ya no sigas más, por favor, cariño!
            –¡Silencio todos, ¿okey?!
            –Caimán, hay que terminar el tiempo que falta, de una vez, ¿ya?
            –Si tú lo quieres así, Cholo, normal pues.
            –¡Nooooo, Charlie, ya no más, por favor!
            –Como quieras, Cholo… A ver, los dos al centro de nuevo… A la cuenta de tres, entonces:
            –¡¡¡Uno!!!
            –¡¡¡Dos!!!
            –¡¡¡Tres!!!
            –¡¡¡Yaaaaaaaa!!!
            –¡Fulmínalo de una vez, negro!
            –¡Vamos Cholo, vamos!
            –¡Jugh, jugh, jugh!
            –¡¡¡Sí!!!
            –¡Con fuerza, carajo!
            –¡Jugh, jugh, jugh!
            –Carajo, le dije que ya fue, puta mare…
            –Cholo terco pe, causa.
            –¡Ughhh!, chetumare…
            –¡¡¡Eso!!!
            –¡Bien Picudo, carajo!
            –La puta madre que los parió, estos se van a terminar destripando, conchasumadre.
            –Ninguno se quiere rendir pe.
Que se acabe ya, que se acabe ya. No quiero oír más, no quiero, no quiero…
            –¡Huuuuu…!
            –¿Ya ves, serrano, que conmigo nadie se mete?
            –¡aghh, aghh, aghh…!
            –¿Ya ves conchetumare, ya ves?
            –C-calla, cugh, cghchetu-mare…
            –Peor para ti, compadre, peor para ti.
            –Oe, ya, yo creo que ya fue pe, ¿no? Que la terminen de una vez, ¿no Caimán?
            –¡¡¡Charlie, Charlie, Charlie!!!
            –¡No lo dejes Picudo, dale más duro!
            –No vamos a esperar que el Cholo esté muerto pe Caimán, ¿sí o no?
–Puta, a la mierda, pe, ya ganó el Picudo, ya.
¡Ya párenla de una vez! Esto va a acabar mal. Charlie ya basta, ríndete de una vez, Cholo. Déjalo a ese maldito, ya detente…
            –…Esteee… no sé pues… el Charlie no dice nada…
            –Puta, Caimán, no seas pendejo pe, el huevón ni siquiera puede hablar, está con la boca destrozada pe…
            –Pero mírenlo pe, el hueón está que resiste y la cosa es que termine el tiempo y le haigan sacado la mierda o que él mismo tire la toalla pe, ¿ok?
            –¡¡¡Charlie, Charlie, Charlie!!!
            –¡Y callen a esa loca de mierda, carajo!
            –Déjala pe, causa, ‘ta preocupada por su marido la ‘ona pe.
            –Claro pe. Respeta pe, Caimán.
            –Ya, ya, ya…
–Mi amor, por favor, ya detente, ya basta de todo esto. ¡Por favor ya basta! Ya ganó el Picudo, ¿qué más quieren, a ver, qué más quieren? ¡Caimán, carajo, detén esta carnicería, no seas bestia!
            –Bueno pues… Supongo que la paramos aquí nomás, ¿no?
            –¡¡¡No lo sueltes, negro, no lo sueltes!!!
            –¡Uhgh! ¡Uhgh! ¡Uhgh!...
            –¡Así, así, conchesumare…!
–Caimán, carajo, sobre tu conciencia va a quedar si algo peor le pasa a mi marido. Es tu amigo, huevón, ayúdalo. Deténganse por favor, deténganse… ¡Silencio tú basura!... Ay Dios mío, por favor, un milagrito, un milagrito nomás te pido. Vamos Cholo, de una vez por todas ríndete, ya déjalo así Charlie, terco de mierda…
–Pobre cholo, carajo, lo han salido cagando al final.
–Pero terco el conchesumare, ¿no?
–No se rinde el muy cojonudo.
–Así son estos cholos pe: mulas que no se rinden así nomás…
–¡Uy chucha…! ¿qué?
–¡Aguanta, aguanta…!
–¡¡¡Esoooo!!!
            –¡¡¡A su madre!!!
            –¡¡¡Wuuuuu!!!
–¡¡¡Eso Cholo, eso!!!
            –¡¡¡La concha de su madre que lo parió, bien juga’o cholo!!!
            –¡Asegúralo Charlie, asegúralo!
            –¡Prívalo de una vez, Charlie!
            –¡¡¡Cúbrete Picudo, cúbrete!!!
            –¿Ya ves huevón? ¿No te dije? ¡Como los machos!
–Sí, sí, sí, así dale duro Charlie, dale duro, mi amor…
            –¡¡¡Charlie, Charlie, Charlie!!!
            –Mierda, qué tal salvajismo el del Cholo, ¿no?
            –Cholo terco, pe, huevón… además… ‘ta bien cunchesumare. Picudo de mierda, ahí, de pendejo se quiso pasar.
            –Ah, sí pe.
            –¡Así, Cholo!
            –¡Mantenlo ahí nomás, ahí nomás, firme!
            –¡¡¡Auuuuuuuuuuuuuu!!!
            –Au, au, au… eso sí que debió doler conchesumare…
            –¡Con la punta, con la punta, Cholo!
            –¡En las costillas, en las costillas!
            –¡Ugh, ugh, ugh…!
            –¡Levántale el brazo para que no se cubra!
            –¡Ugh, ugh, ugh…!
            –¡¡¡Auuuuuuuuuuuchhhh!!!
            –¡Chuchesumare, se ralló por completo el serrano!
            –¡¡¡Mátalo, mátalo!!!
            –Puta mare, esto va a terminar mal, causas…
            –¡¡¡Ya Caimán, córtala, córtala!!!
–¡Ugh, ugh, ugh…!
–¡Mierda, el Picudo está que vomita sangre, huevón!
–¡¡¡Cholo, Cholo, Cholo!!!
–¡Ugh, ugh, ugh…!
–¡¡¡Ya huevón, córtala!!!
            –Ok, ok, ok. Suficiente, Charlie. Ya basta, ¿ok? Ya basta…
            –¡Ugh, ugh, ugh…!
            –¡¡¡Oe ya pe Caimán, párala pe!!!
            –¡Ugh, ugh, ugh…!
            –Ya, Charlie, ya, eso fue todo, ¿ok? Ya ganaste ya.
            –¡Ugh, ugh, ugh…!
–Ya, Cholo, ya. Ya fue, ya. Calmado, calmado.
–¡Ugh, ugh, ugh…!
–¡¡¡Carajo, agárrenlo a ese animal de una vez!!!
–¡Ugh, ugh, ugh…!
–Ya basta Charlie, ¡¡¡lo vas a matar huevón!!!
            –Sí, sí. Tranquilo, tranquilo, causa. Ya fue, ya fue…
            –¡Jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh…!
            –Respira, respira, tranquilo, tranquilo, causa…
–¡A la mierda!, este huevón está hecho una porquería…
            –Bueno, el negro se llevó la peor parte, ah.
            –¡Jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh…!
            –Sí, lo ha dejado privado.
            –¡Rápido, rápido, llévenlo a la enfermería, rápido…!
            –¡Abran paso, abran paso!
            –¡Jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh…!
            –¡¡¡Sal, sal, pe huevón…!!!
            –Con cuidado, con cuidado que el weon está cagadazo…
            –¡¡¡Permiso, permiso!!!
            –¿Tú crees que aguante?
            –Ojalá pe. Lo han gomeado bien a este causa…
            –‘ta mare, el cholo le ha destrozado las costillas, carajo…
            –Suave, suave… hay que llevarlo despacito nomás.
            –¡Jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh…!
            –Tranquilo Cholo, ya acabó todo ya, respira, respira…
            –¡Jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh…!
            –Al cholo también hay que llevarlo a que lo atiendan, ¿no?
            –Olvídense del Cholo, él está paradazo. Que su gente se encargue de él.
            –¡Jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh…!
            –A ver, eso es… arriba cholo, vamos para que te curen… sigue respirando nomás…
            –Bien juga’o, serrano, ¿ah? Bien juga’o…
            –No te esfuerces, tranquilo nomás.
            –No vas a poder hablar lo menos un mes, huevón. Te han cagado la boca a patadas, broder.
            –¡Jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh!, ¡jhahhh…! Esphhhsperen, esphhss…
            –Ya, ya, shhhh… no hables nada weon… ¿qué…? Ah, sí, está por acá… La voy a llamar.
            –¡Ya Romi, ya ganó el Cholo!
            –Levántate huevona, levántate…
            –Vamos pa’ que te curen a ti también.
–¡Síiii, sí, te digo que ya ganó el Charlie, cojuda, vámonos!
 
 
 
¡Auch, auch! Qué horrible este dolor, Dios mío. Y, encima, sin anestesia. ¿Dónde se ha visto, a ver? Sólo en una cárcel del Perú, pues. Aysh, pero lo que es yo, no salgo de mi casa a ningún lado por lo menos un mes. No sé cómo hago, pero me-en-cie-rro. No voy a dejar que la gente me vea así, ni fregando. ¡Puaj! He quedado hecho una mostra, Dios santo, qué vergüenza. Maldito Picudo, se ha ensañado bien feo conmigo esta vez. No sé qué es lo que más me ha hecho doler, si la cabeza o mi culito. Y lo peor de todo es que no lo disfruté nadita, nadita. Claro pues, cómo vas a disfrutar una violación así tan fea, ¡aj! Au, au, au… Mierda, ni sentarme bien voy a poder. Y encima que una viene toda calentona a visitarlo al marido y mira nada más lo que me sale pasando. Ay, Jesús, qué mañosa he de ser, pensando en porquerías en este estado, ¿dónde se ha visto? Pero bueno, volviendo a tierra… de la que me salvé, María Santísima ¡Pude haber muerto, Diosito lindo! Menos mal que no se les pasó la mano a esos delincuentes de mierda. Bueno, en todo caso unos cuantos chuzos en la cabeza no son gran cosa tampoco, peor hubiera sido que el Picudo maldito se ralle más y me mande a la otra. Claro, como el delincuente ese sabe que ya no va a salir nunca de aquí, le importa un pito hacer las maldades que quiera, pues. ¡Au! Con cuidadito por favor que es mi carne, no es cuero de chancho, por si acaso… Felizmente que la tembladera ya se me pasó y ya no estoy como pollito mojado ahí, pasando roche en medio de tanta gente. Lo único que me hace ajustar el culito ahorita es que estos “doctores” me dejen una aguja adentro del cerebro y, ahí sí, ¡ay, no!, ni imaginarlo, ahí sí: ¡pof!, la canción, ¡me-mue-ro! Ya demasiados problemas tengo en esta cabezota como para que me metan uno más; así que, por favor señor, ¿ya?… ¿Y el Charlie? Ay, pobre mi Cholo, lo han abollado bien abollado hoy día, lo han gomeado como para fiesta patronal a este chico… Aunque, valgan verdades: no tanto como la reventada que le dio él al zambrano maldito ese –bien hecho, carajo. Aunque también es cierto que sólo la intervención divina le ha ayudado –gracias Diosito, gracias–, si no, ahorita mismo le estarían cosiendo pero en la morgue, ¡qué horror, no quiero ni imaginármelo! Ay, Señor, pero todo esto me pasa por no atreverme a venir los sábados mejor pues. Por miedosa. ¿Qué sería lo peor que pudiera pasar si lo hago, a ver? Además, el Charlie dice que puede arreglar todo por dentro como para que me dejen entrar los sábados, normal… Ahhhhhhh, ¿por qué la vida tiene que ser así con una, por qué?
 
Ay, pero fuera de todo: qué hermoso estuvo mi Charlie hoy día caracho. Digno representante de su tierra, recontra terco y obstinado en defender su honor. Esos son los hombres que valen, caray, no importa que estén adentro o afuera, lo que importa es que siempre sean capaces de agrandarse ante cualquier idiota abusivo que se les cruce, más todavía si es para defender a su… a su… bueno, a la persona que quieren, pues… Ay, Dios, ¿a qué hora acaba este suplicio? Ya quiero irme a mi casa y echarme a descansar, si es posible hasta mañana. La cabeza me va a estar matando durante dos o tres semanas seguramente. Malditos delincuentes, ahí, se han ensañado como han querido con mi cabechita, au, au, au, ¡au, au, au! Le digo que tenga cuidado, amigo, ¿qué cree, que soy una res?
            –Es que usted está que se mueve mucho, pues.
            –Ay, verdad, sorry, sorry; es que estoy súper nerviosa, no sabes.
            –¿Nerviosa? Asustada estará.
            –No, el susto ya se me pasó, felizmente. Estoy nerviosa por otra cosa que tengo que hacer.
            –Bueno, ojalá que no vaya a meterse en más líos allá en el pabellón, ¿ah?
            –¡Ay, no! ¿Cómo crees? Ni más.
            –Ah, entonces tranquila nomás y quédese quieta para terminar de coser bien.
            –¿Por casualidad sabes a donde llevaron a... a… a…?
            –¿Al cholo o al negro?
            –Al cholo.
            –Ah, es su marido, ¿no? Lo están atendiendo aquí al costadito nomás.
            –¿Le puedo ver después?
            –Creo que sí. Termino bien con usted y puede ir.
            –Ay, gracias, qué amable eres.
            –Favor que usted me hace al reconocerlo, señorita.
 
Miren nomás pues, ¿quién lo diría?: un hombre bueno en medio de todo este basural. Definitivamente no todo está perdido en este mundo… Bueno, ahora a hacer lo que debía haber hecho hace tiempo. Debo hablar con el Cholo de una vez por todas. No voy a esperar más. Me va a dar pena decirle todo mientras está así, todo maltrecho, pero ni modo, tengo que hacerlo y él, caballero nomás, tiene que entender y aceptar mis razones. Hay veces en las que el cariño no basta o no puede contra las circunstancias, no sé, es simplemente como que el amor no alcanza y, para mí, esta ya fue la gota que derramó el vaso. No puedo seguir sufriendo todo esto. He hecho mucho por él y creo que me merezco por lo menos un buen descanso. Ay, Señor, espero nomás que no se vuelva loquito cuando le esté hablando; espero que le hayan puesto harta anestesia, ju, ju, ju.
            –Se va a poner bien. No le han dañado nada importante, felizmente.
            –Qué bueno, qué bueno. Charlie, ¿te sientes aunque sea un poquito mejor?
            –No haga que hable mucho, la boca si la tiene un poco maluca, sus dos labios están rotos y ha perdido como cinco dientes.
            –Pucha, qué penita. Mi amor, tranquilito ¿ya? Pronto te vas a curar bien.
            –El que sí está grave es el negrito. Tiene rota varias costillas y una hemorragia internar bien fea. Lo han levado de emergencia ahorita.
            –Pucha, nada de esto ha tenido que pasar, caray.
            –Uy, ay, ay, si usted supiera. Todos los domingos aquí es lo mismo. Ya estoy acostumbrada ya.
–Sí, pero esta vez ha sido por mi culpa…
–Mira hijita, por lo que veo, estos dos se iban a agarrar a golpes hoy día vengas tú o venga el presidente. Pfff, como si no tendría aquí más de siete años viendo cómo todos estos se desgracian más de lo desgraciados que ya son.
–Sí pero… igual… me siento culpable.
–¡Bah! Olvídate de eso y mejor más cuidado para la próxima. Bueno, ya vengo, cuida que no se mueva mucho.
            –Gracias, muchas gracias.
            –De nada.
 
            Ay, Jesucristo, no sé si decirle ahorita todo o qué. Mejor creo que me espero hasta que nos sanemos bien los dos, total, tal vez ni me entienda bien ahorita por lo sonso que está… ¿Pero qué te pasa Romina? Nada de esperar más tiempo. Ahorita mismo tienes que hablar, maricona. Ay, es que me da tanta pena verlo así, tan lastimado. Pobrecita su boquita. No va a poder ni comer bien seguro. Pucha y está todo cochino. Antes de irme tengo que ayudarle a bañarse. Toda esa sangre seca de su cuerpo, ¿será de él o del Picudo…? Vaya, parece que se ejercitan bien aquí adentro. Mira nada más esos coquitos bien formaditos que tiene, pues. No me acuerdo haberlo visto antes así, tan en forma. Ayshhh, a ver si puedo limpiar esta sangre horrible de sus brazos y de sus piernas, ¡jum!, ¡jum!, ¡jum…! Shhh, shhh, shhh, tranquilito, tranquilito… Ay, Dios mío, qué enferma que soy. Acaban de darme de alma y todavía sigo pensando en cochinadas. Ay, no, pero mira nomás este cuerpazo. Mal momento para acordarme de por qué es que le aguanto todo a este hombre, caracho, muy mal momento. Además, todo maltrecho como está no va a poder hacer nada. ¡Ay, Dios, que mañosa que soy! No, definitivamente debo buscarme un chico de afuera. Sí. Eso voy a hacer…
            –Charlie, Charlie, mírame… Tranquilo, tranquilo. Estoy bien lo mío han sido unos golpes en la cabeza nomás. Ahí abajo no me ha pasado nada de gravedad… Tranquilo, tranquilo, recuerda que ya nos la cobramos, mi amor, acuérdate.
            –N-no phu-phude saghlir a esphe-rarthe…
            –Sí, lo sé, lo sé…
            –N-no vha a vh-vholvr a p-phasar…
            –Ay, Charlie, no me prometas cosas que no vas a cumplir por favor.
            –T-the lo jhuroo…
            –Charlie, tenemos que hablar de algo y necesito que me escuches y no me interrumpas… Es algo que pensaba decirte más adelante, pero después de todo lo que ha pasado hoy día no quiero esperar más.
            –Ojha-la qhe n-no seah n-nadha mal-o.
            –¿Qué dices? Pucha, no te entiendo bien cuando me hablas. Bueno, lo que quiero decirte es que, es que… ¡chamare…! Es que no puedo seguir con esto, Charlie. No puedo. Lo siento mucho, pero no puedo. Esto es demasiado para mí. Quiero serte bien honesta, ¿ya?
            –Phe-phero… N-nho, nho…
            –Por favor, escúchame, no me interrumpas… Yo te quiero, Charlie, pero, la verdad, no me veo así en adelante. Tú estás fregado aquí adentro. Puede que vayas a salir libre en unos años, pero yo ya no aguanto más. No puedo seguir esperándote más tiempo. Ni siquiera puedo hacer bien mis cosas, no tengo vida social, siento que no avanzo contigo. El otro día las chicas de la peluquería me dijeron para irnos de viaje y yo realmente quería ir, ¿entiendes?, pero me acordé que tú no puedes y me dio pena ir sola, me mataba la idea de que te ibas a sentir mal y entonces cancelé todo; eso no puede ser, pues. Es más, ni siquiera quiero acercarme ni tener amistad con algún chico del barrio porque creo que estoy haciendo algo malo, que te pondrías celoso si te enteras.
            –Yh-yha hem… yha hemhoss coon-ver-zadho dhe…
            –Sí, ya sé Charlie. Ya sé que hemos hablado de esto y que me has dicho que no hay problema, que haga mis cosas tranquila, que confías en mí… pero no puedo, ¿entiendes…? Hay algo que me impide hacer las cosas mientras te tenga en mi vida. Además, esto de estar viniendo todos los domingos es recontra matador también. No sabes por las penurias que tengo que pasar con los tombos y con la gente de mierda. Ya no aguanto más, ¿ves? Simplemente ya no jalo, cariño… Creo que yo merezco mucho más que esto, creo que este no es mi lugar… Y, peor, con lo de hoy día ya fue suficiente para mí. Hasta aquí nomás llegué…
            –¿Q-qhui’es de-dezir… qhue m-mhe es-esthas dejhaaando?
            –Charlie… no me lo hagas más difícil, por favor…
            –E-es…ezho, ¿no?
            –Tal vez más adelante… no sé, cuando salgas de aquí, cuando puedas darme todo lo que ahora no puedes darme… quizá, tú y yo… quién sabe, podamos empezar otra vez, con más fuerza… Espera, espera, ¿qué haces…? No puedes moverte mucho…
            –Ve-ve… rrhh, rrhh, rrrrrhhhh…
            –Tranquilo, tranquilo…
            –Ve-ve… vethe… a… la… mi-e-r-dha, Rhomi…
            –Por favor, no lo tomes así, mi amor… yo te quiero y te amo, pero…
            –Rrrhh, rrhh, rrrrrhhhh… ¿a-azhi?
–Supongo que lo sabes después de tantos años, ¿no?
–M-meh amhass, p-phero mhe dhehas…
–Charlie, no. No te muevas mucho. La enfermera dijo que… Charlie, échate por favor… Charlie…
Dios, hasta en sus movimientos de convaleciente le resaltan sus músculos, ¡ay, Jesús!
–Rrrhh, rrhh, rrrrrhhhh, rrrrrrrrrrrrhhhhhhhh… mhe jodhe hablar ass-í, ¡rrrrrrrrrrrrhhhhhhhh…!
–Por favor, no te esfuerces tanto, tienes la boca toda rota, te la vas a lastimar más, ¡no, Charlie, no…!
–Dizhes quhe me amahs, p-pero, i-ghual, mhe abhandonahz…
–Charlie, por favor, vuelve a ponerte los algodones, estás sangrando, tienes los labios rotos y acaban de cocértelos.
–¡Rhespóndheme!
–Tú sabes que yo te amo… pero compréndeme pues…
–Va-mhos a mhi… a mhi cu-artho, ent… enthonces…
–¿A tu cuarto? ¿Estás loco? ¿Así como estamos?
–The jhuro quhe des-phués the de-dejho en p-phaz.
Madre mía, ¿es normal que esto me excite tanto? Bueno, igual tenía que ayudarle a bañarse antes de irme. Además, si eso hará que todo esto termine… Ay no, no sé si me estoy dejando dominar por el sacrificio o por la arrechura.
–Adhemhás mhe la dhebehs, Rhomi, thú zabhes quhe mhe la dhebehs.
–Sí, sí, tienes razón. Vamos para ayudarte a que te bañes y quitarte toda esa sangre que tienes pegada.
–¡Rrrrrrrrrrrrhhhhhhhh…!
–Ya deja de hacer eso, mi amor, que te vas a malograr más la boca…
–¡Dheja dhe dhecirmhe mhi amor, caraho!
–Ya, tranquilito, tranquilito.
De todos modos es verdad, se lo debo por su valentía de defenderme y haber dejado que lo dejen en este estado. ¡Ah, qué hermoso se veía sin polo y chancándose con el Picudo! Sin rendirse, sin doblegarse.
–¿Sabes? Estuviste grandioso en el ajuste. Gracias.
–Nho lo hizhe por thi. E-erha mi honhor…
–Sí, lo sé… pero…
–¡Rrrrrrrrrrrrhhhhhhhh…! ¡A lha mierdha…! ¡Arghh…!
–No, caracho Charlie, ¿qué haces?
–A la mierda todo eso. Quiero hablar bien, carajo.
–Estás sangrando, estás sangrando, escúpela, escúpela…
–Haaaagh, ¡thouggh…! Además el Picudo ya me las debía desde hace varios días…
–Bueno, yo creí que…
–No te la creas tanto tampoco.
–No es necesario que me trates así, Charlie.
–…
¿Qué chucha estoy haciendo? Ya debí haberme ido hace rato. Eso he debido de hacer: irme y no volver nunca más a esta pocilga. Le voy a dejar en su cuarto y me voy a largar. Pucha máquina, pero tendré que esperar a que termine el turno. Mejor aquí nomás.
–Charlie, yo…
–Ya había arreglado para que puedas entrar los sábados.
–¿Así? ¿Y me iban a dejar entrar sin problemas?
–Sí. Hice un pago y todo, para que te dejen entrar sin revisarte incluso.
–La última vez que lo intentamos fue in fiasco.
–Sí, pero esta vez era diferente. Hay otra encargada.
–Los sábados es cuando debí entrar siempre, desde que empecé a venir a visitarte. Como toda mujer me correspondía ese día y no los domingos.
–Ya te dije que tampoco te la creas tanto.
–Ay, ya deja de hablarme así, Charlie. Me estás ofendiendo.
–Jajajaja. ¿Desde cuando la verdad es ofensa…? Ah, ya vas a empezar a llorar de nuevo.
Maldita sea la hora en la que me metí en todo esto. Juro por mi madrecita que está en los cielos que nunca más vuelvo a este sitio de mierda. Nunca más. Esta fue la última lección que he tenido que aprender de todo esto… Ayyyy… ¡Qué babosa, por Dios, qué babosa!
–Ya, ya, ya, no te hagas la ofendida ahora, que no te cae… ¿Pero qué te pasa? ¡Camina…!
–No me muevo de aquí si sigues ofendiéndome.
–Ya, bueno, no te diré más… ¿Vamos?
–Sólo te ayudaré a bañarte y me largo.
–Como quieras.
–Te está saliendo sangre de la boca, escúpela.
–Haaaagh, ¡thouggh!
 
Carajo, puta madre, qué humillante es todo esto. No debí haber aceptado venir con él. ¿No me bastó con todo lo que ya me pasó y tenía que entrar de nuevo por más? Realmente soy una tonta, tonta, tonta. Por eso es que el mundo está como está pues, porque las buenas personas nunca sabemos decir que no… Aunque, ¿cuál buena persona, ah, si en realidad yo estoy viniendo porque quiero verlo y tenerlo por última vez a este cholo? Ay, qué horror, hasta ahora no se me quita la imagen de sus coquitos formaditos, ¡ayyyyyyyyy…! Qué escándalo, Dios mío. Mínimo debo conseguirme uno igualito afuera, mínimo. Ay, no sé, ¿estaré haciendo bien? ¿Realmente quiero dejarlo? Sea como sea al Cholo yo lo quiero y hemos estado juntos tanto tiempo que… Ay, no sé, no sé, no sé. Cristo, ayúdame por favor… Se le ve tan hombre así, caminando todo decidido, a pesar de sus heridas, a pesar de su decepción. Mira nada más esos hombros, esa espalda, ¡ayyyyyyyy!, me muero, Señor, me-mue-ro. Una de dos: o es que realmente estoy templada, o es que me he vuelto, de repente, una enferma del demonio que sólo ve sexo en medio de tanta violencia. No, debo estar templada. Sólo eso puede explicar que esté tan arrecha con esta piltrafa de ser humano a mi lado. Ay, ya estoy igual que cuando entré: recontra asada, recontra decidida a mandarlo al diablo y, al ratito nomás: toda embobada por él y por su cuerpazo, sssssssssssssss, ¡asu!, qué tal cuerpo mi niño; no veo el momento de ya estar en su cuarto y arrancarte ese pantalón y morderte todas las nalgas y comerme tu pene, aunque sea así nomás, sin bañarte, a lo cochino, a lo bruto, como eres tú: a lo cholo… No, definitivamente no estoy templada: soy una enferma del demonio, eso es lo que me pasa… Aunque, ¡bah!, qué me importa qué es lo que sea que sea; si va a ser la última vez que lo voy a tener, voy a dejar que todo me fluya. Si estoy enferma, pues como enferma me voy a comportar y voy a adueñarme de este culo tan rico.
–¡Ah! Ya volviste en razón, entonces.
–¿Por qué, porque te pellizco el poto? No papito, eso no es entrar en razón, eso es arrechura y la arrechura no te hace entrar en razón, más bien te vuelve loca, loca, loca.
–Bacán pues. Justo lo que necesitaba oírte decir. Ya llegamos. Espérame un rato que voy a sacar a todos.
Al carajo con todo. Yo no me voy de aquí hasta no haber tenido un buen cache, uno verdadero, una buena despedida de mi cholo. Me importa un pito que todos me estén mirando como babosos, como si no supieran lo que ha pasado y lo que va a pasar. Yo sólo quiero cachar y me voy. Y a partir de mañana voy a ser una mujer nueva. Nada de penales y cárceles en mi vida. Voy a dedicarme a trabajar y a buscarme un hombre que esté a mi altura, sin tantos líos y problemas, que por lo menos no me haga sentir una puta necesitada. ¡Ay, Jesús, sí que estoy arrecha, arrecha! Ya sal rápido, Charlie.
–Ahora sí, entremos.
–Ya era hora ya.
–Asu, estás acelerada tú.
–Quítate la ropa…
–Pero el baño está por allá, aquí no hay…
–No me importa, Charlie, quítate la ropa ahora mismo.
–Pero estoy cochinazo.
–No me importa, quiero sentir tu sudor seco y tu sangre endurecida, Cholo…
–¿En serio?
–¿Me ves que bromeo? ¡Sácate la ropa ya!
–Bueno…
Santo Dios, bendito seas tú y tu idea de hacer al hombre tan perfecto. Si todo esto puede hacerme pensar en ti, entonces he descubierto la razón de la vida: contemplar tu obra, tu creación, un cuerpo de hombre atlético calato y con la pinga al aire, sssssssssssssss…
–Vaya, tú sí que estabas arrechaza, ¿di…? Así, así, despacito, despacito, ahora rápido, rápido, muérdele la cabecita un poquito, un poquito, así, así, qué rico, qué rico, atórate con esta pieza, atórate perra… ¡Ahhhh! Síiiii, continúa, continúa… Déjame limpiarme la sangre un poquito a lo menos…
–No, no te limpies nada. Así está bien. Quiero tirar así, cochinazos, marranos…
–Ya, pero no pares, sigue mamándomela, sigue, sigue…
–Slurp, slurp, slurp…
–Ahhhhh, así, así…
–Slurp, slurp, slurp…
–Te voy a hacer tragar toda mi leche, vas a ver
–Slurp, slurp, slurp…
–Mueve tu cabeza, muévela… Ssssssss, así, así…
–Slurp, slurp, slurp…
–Ahh, ahhh, ahhhhh, me vaceo, me vaceo… ahhhhhhh…
–Ahhh, qué rica tu leche, Cholo, qué rica.
–Ahora voltéate, zorra, voltéate y muéstrame el culo.
–No, yo quiero así, frente a frente, tú encima de mí, quiero verte la cara mientras me penetras.
–No, voltéate y muéstrame tu culo, quiero ver cómo te lo dejó el negro de mierda ese.
–¿Así? Igualito nomás es. No quiero tirar volteada, quiero que estemos frente a frente…
–¡Voltéate te digo, perra! Voltéate y ajusta fuerte para sentir algo.
–Está bien, está bien, pero sólo un ratito, de ahí me doy la vuelta y nos miramos fijamente.
–Así que aquí estuvo la pichula del negro concha de su madre, ¿no? Ahora vas a ver lo que es una verdadera pinga, negro de mierda…
–¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh! ¡Aahhhhhhhhhh! ¡Ayyyyyyyyyyy! Con cuidado, con cuidado, ¡ahhhhhhh, ahhhhhhhhhh…!
–¡Toma, toma, toma, carajo, toma, toma…!
–Así, cholo, con fuerza, con furia, como si estarías peleando otra vez… así, ¡ahhhhhhhh, ahhhhhh, ouchhhhhh, ahhhhh…!
–Maldito hijo de puta, ¡toma, toma!, ya te maté y ahora te saco la mierda aquí también, concha de tu madre, ¡toma, toma, toma…!
–Con cuidado, Cholo, por favor, con cuidado, dame duro pero ten cuidado… ¡ahhhhh, ahhhhh, ayyyyyy!, ¡Dios, Dios, Dios!
–Que tu sangre chorree aquí también, maldito mierda… ¡así, así, toma, toma, toma…!
–¡Ahhh, ahhh, ahhh…! sigue, sigue, sigue, no pares mi cholo, sigue, sigue…
–Vas a ver, vas a ver, me voy a venir un chorro, vas a ver, carajo, y voy a hacer que te llegue hasta el infierno, directo a tu cara, hijo de puta, Picudo de mierda.
–Ya, ya, ya, ahí nomás, me quiero voltear, Cholo, déjame voltearme…
–¡No, carajo!, quédate así nomás, quiero que te quedes así nomás. Ajusta más, ajusta más que no siento nada.
–Ya es mucho, ahora frente a frente antes que te vengas.
–No, yo quiero así nomás. ¡Toma, toma, toma!, ¡¡¡toma, toma, toma!!!
–¡Ay, ayyyy, ahhhh, ahhh, ahhh…! Suave, cholo, me estás matando, me estás matando, cuidado, cuidado, ¡ahhh, ahhh, ahhh…!
–¡¡¡Toma, toma, toma, toma, toma, toma, toma, toma, toma…!!!
–¡¡¡Ahhhhhhhhh… ahhhhhhhhh…!!! ¡¡¡Dios mío, Dios mío, Dios mío…!!!
–Cholo, quiero voltearme, quiero verte a la cara, por favor…
–Ajusta más, ajusta más, está que se me baila la pichula, ajusta, ajusta fuerte…
–Mejor volteada, frente a frente, así puedo ajustar mejor, Cholo.
–¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh…! ¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…! ¡Qué rico…! ¡Ahhhhhh…!
–Ay, no, ya te viniste sin que me haya volteado.
–Ah, qué rico conche su madre. Estuvo bueno, muy bueno.
–¡Ándate a la mierda, Charlie! Ahora sí que nunca más me vuelves a ver a la cara.
–¿Qué mierda te pasa ahora, loca de porquería?
–¡Que nunca piensas en mí pues, carajo!, eso es lo que me pasa.
–¿Todo porque no quería que te voltees?
–¡Nunca te importa lo que yo quiero, maldito egoísta! ¡Siempre sólo piensas en ti y nada más! Ni siquiera porque era la última vez pudiste hacer algo por mí, algo para complacerme.
–Por favor, ya no seas exagerada, carajo. Y no me hagas más chongo, ¿ya?
–Dime por qué eres así conmigo, ¿qué te hice? ¿Acaso no me he comportado bien contigo todo este tiempo, ah?
–Puta madre, no me salgas ahora con dramas, Romina. Primero con ese cuentito de que te vas, de que me dejas y ahora esto.
–¡No, no, señor, eso no era cuentito! Yo me voy, a mí no me vuelves a ver la cara nunca más, egoísta de mierda. ¡¡¡Me largo y no vuelvo más a este lugar de mierda!!!
–¡Pues lárgate de una vez y no me sigas jodiendo!
–Pues sí, me voy y ojalá te quedes podrido aquí encerrado, ¡cholo de mierda!
–¡Lárgate, lárgate, lárgate ya, concha tu madre! Antes que te mate como lo hice con tu negro cachero…
–¿Sabes qué?, ¿sabes qué? Sí, me largo a gozar de mi libertad, imbécil de mierda, ¿entiendes eso? De-mi-li-ber-tad.
–¿Y tú sabes por qué no quería que te voltees?, ¿lo sabes?, ¿quieres que te lo diga?
–A ver pues, a ver pues, dime si eres tan hombrecito por qué, a ver pues, dime…
–Porque tu pichula me distraía y me recordaba que me estaba cachando a un maldito cabro.
 
 
 
FIN
Página 1 / 1
Foto del autor fred borbor
Textos Publicados: 4
Miembro desde: Dec 03, 2012
1 Comentarios 514 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Relato de un día en la vida de Romina, una dama enamorada que siente que su amor ya no le alcanza para mantenerse al lado del hombre que ama. El honor de este, su hombre, ha sido ultrajado y manchado a causa de ella y él se encuentra determinado a limpiarlo, cueste lo que cueste. Una historia que se desarrolla en el submundo de una cárcel peruana y que tiene un final realmente imperdible.

Palabras Clave: el ajuste fred borbor relato cárcel perú hampa submundo pelea sangre violencia homsexualidad

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (1)add comment
menos espacio | mas espacio

Hydra

Fred, compañero, no he podido conectar con tu novela. Pero veo que tienes todos los ingredientes para hacer un gran trabajo. Me gustaría animarte a seguir escribiendo y publicando.
Saludos
Responder
December 03, 2012
 

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy