Estoy tocada apenas por la luz, bañada por la construcción constante de las arañas.
Maldita por que no fui instrumento o ave, fui un lugarcito para que colgaras el saco, para que apoyaras la espalda, para que la quisieras a ella.
Ay como la querías sobre mí, dentro de mí, encima de mí, los vi ir y venir por la casa, esperar que dejara de llover o llorar.
La noche en que la ausencia hecho la mano sobre la casa, sostuve tu cuerpo inerte, el convulsionar que empezó lento muy lento y terminó en un grito atravesando el patio cayendo contra los malvones.
Yo susurre con todas mis fuerzas, los crujidos se anudaron a tú cuerpo, recibí el miedo y ¿el ahora que?.. Resignada en el azar del silencio, sentí un intenso pedazo de luz que se clavo en mis patas.
Ella no vendrá, me susurro una mariposa, no vendrá lloraban las polillas de los placares que ahora colgaban de su ropa.
Tengo miedo, miedo de vos en la soledad de la casa, del largo duelo de tus pestañas, de la noche que viene  y se va.
Ay como ardían mis patas cuando se te caía el cuerpo de cansado y las ollas lloraban lechosas el arroz de siempre. No, no te dejes en suspenso, no dejá que te cuente.
A mí no me florecían jazmines, ni rosas, no me crecía una panza de agua, no me andaba el cuerpo, yo te amaba…
Sí, desde antes desde tanto antes… te amé antes cuando yo era hombre y vos una mujer dulcísima, cuando yo fui agua y vos pez.
Después te perdí en algún descuido y fui árbol, ahora mujer en esta silla y vos estas tan solo yo tan a la intemperie de la luna.
Después vino Germán y sus piecitos sobre mí, yo sentía el aroma y el sabor de tu hijo creciendo sobre mí, dentro de mí, y él también quiso y se fue… la casa se hundió en el silencio.
       Que no sea verdad, que no sea… sola estoy entre el susurro de las arañas, los chismes de las moscas que cuentan lo que no quiero creer.
Mi cuerpo ya no te siente, entonces es cierto, te has ido y otra vez te he perdido entre los trastos y las rencarnaciones.