El coleccionista de la muerte
Publicado en Nov 23, 2012
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El coleccionista de la muerte
Se oye un chirrido penetrante y estridente al abrirse la puerta, por causa de aquellas bisagras nunca engrasadas. Detrás de ella aguardaba una inconmensurable estancia con forma heptagonal, colmada de estantes, repletos de archivadores, y en uno de los tabiques un lienzo en el que se podían distinguir tres esqueletos centelleantes sobre un fondo azabachado, las armaduras oseas portaban en sus esbeltos falanges sendos cirios que iluminaban una cifra, el seiscientos sesenta y seis. En el canto de cada uno de los archivadores había grabada una fecha, compuesta por mes y año, el más antiguo debía datar de septiembre de 1945 y así sucesivamente todos los meses y años consecutivos se ubicaban allí, pero... ¿Qué podía haber  custodiado con tanto orden y secreto en aquella habitación? pues, ningún misterio, era un acopio como cualquier otro que se coloca con esmero y se aprecia como un tesoro, eran miles, millones de recortes de periódicos de la sección de necrológicos. Detrás  de la puerta apareció un  individuo bajito y enjuto, con una alopecia mas que evidente que era recompensada por su frondoso mostacho, su ropaje era completamente negro a excepción de una ínfima pajarita escarlata. Vivía en un luto sempiterno, todas las madrugadas cogía su lúgubre automóvil y descendía el sinuoso sendero que llevaba hasta su tétrica residencia, su destino era el santuario, cualquiera con tal de que allí se oficiará un sepelio, cámara en mano, fotografiaba los ataúdes y retornaba a su cripta. Dentro, enclaustrado cual asesino en las mazmorras de la torre más inasequible de un castillo, colocaba la flamante pieza entre las láminas trasparentes de cualquier de los álbumes que poseía.
A menos de quinientos metros de su domicilio se hallaba una colosal necrópolis constantemente contemplada por él, gracias a un balcón sostenido por trece cartelas de las que colgaban otras tantas macetas en las que florecían crisantemos y geranios. Cada vez que un nuevo difunto llegaba a su sepulcro él lo sabía. Una vez dentro de la inexpugnable sala, se fijó con detenimiento en el retrato que hiciera hoy, era una "bella donna", de la que se enamoró instantáneamente, solo había un defecto ella estaba muerta y él vivo, y la única manera de conocerla era fenecer. Aprovecho que en aquella habitación lo que abundaba era papel, por tanto optó por incinerarse junto con su colección.
Dos horas más tarde llegaron los bomberos a aquel alejado recóndito de la ciudad, aclamados por la vasta columna de humo y ceniza que sobresalía del techo de la siniestra mansión. Era demasiado tarde "il vecchio homo" estaba calcinado. A su inhumación solo asistió un sacerdote y un enterrador, pues en todos los años que llevaba allí residiendo, nadie había cruzado más de tres verbas con él, ni siquiera sabían como se llamaba, sí tenía familia,... nada. Por eso en su lápida solo había un epitafio pequeño que ponía "Aquí yace el desconocido ?-1987". Aquella misma tarde comenzaron las indagaciones policiacas sobre el incendio, procuraban comprender el origen de tan magna conflagración. Entre los escombros de la casa encontraron la tan citada sala, en la cual apareció intacto un diminuto cuaderno manuscrito. Al descifrarlo descubrieron toda la historia y un plano en el que se representaban cinco compuertas ocultas tras las cinco estanterías del heptágono. Detrás otros tantos ábsides en los que hallaron los cuerpos de dos ancianos, una mujer y dos niños. Después de ciertos exámenes de ADN se confirmó que los cadáveres eran la familia del misterioso hombre, progenitores, cónyuge y vástagos que fueran sacrificados para que no padecieran enfermedad ninguna, ni se les marcara la huella del tiempo, como se podía leer en una epígrafe que había situada en cada uno de los bidones cristalinos, llenos de formol, que los conservaban inalterados. Detrás de la pintura, asimismo, se descubrió una caja fuerte repleta de billetes y un libro titulado " El coleccionista de la muerte", escrito probablemente por el peculiar homicida. Y un testamento que nombraba como su único heredero al prelado del monasterio de los santos Inocentes junto con un último deseo: "Quiero que en mi mausoleo figure junto a mi nombre el título de este relato".
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Foto del autor Julián
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4 Comentarios 728 Lecturas Favorito 2 veces
Descripción

Palabras Clave: Coleccionista muerte

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



Comentarios (4)add comment
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Neocoatl18

Excelente relato... con un tono bastante siniestro!.

Lo añadire a mis favoritos...

Te felicito.
Responder
November 29, 2012
 

Julin

Muchas gracias por tu comentario!
Responder
November 29, 2012

José Martín Valencia

Original, me gusta!
Responder
November 23, 2012
 

Julin

¡Gracias!
Responder
November 24, 2012

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