Un perro durmiendo debajo de un auto. Señoras baldeando o barriendo las veredas. Dos abuelitos caminando por la plaza, apoyados en sus bastones, y disfrutando del sol. Imagenes. Postales encantadoras de un barrio tranquilo. Las veo todos los días, mientras camino a visitar a mi novia.
-¡Elías! ¡Elías!- el mismo florista, viejo, medio loco, siempre en la misma esquina.
-¿Como le va, don Santiago?. Ya se viene la primavera.- le sonrío.
-Si, si. Hoy llevele violetas- y me pone un ramito en la mano.
-¡Pero si ya le lleve ayer!
-¡No importa! ¡Llevele, lo mismo le gustan!- me dice con una sonrisa, mientras le doy unos pesos que no cuenta, y sigo caminando.
En las siguientes cuadras, me encuentro chicos jugando en las veredas, señoras volviendo de la compra, un grupito de abuelas tomando mate, sentadas al sol. La mayoría ya me conoce, me ven pasar todos los días, algunos hasta me saludan. Les respondo con una sonrisa, y sigo caminando con mis flores, escuchando los pajaritos, viendo como de a poquito van floreciendo las plantas.
Unas cuadras mas y ya llegue, estoy en la puerta, entro, un poco nervioso como siempre, y me da un escalofrío. Acá hace frío siempre, aunque sea primavera, aunque sea una tarde hermosa y haga calor.
Camino lentamente, buscando. Sé en que pasillo exacto doblar, es el más lindo, el más nuevo, florido e iluminado por el sol. Avanzo unos pasos, sonriendo, y ya estoy frente a ella.
-Hola, mi amor, te traje violetas.
Amorosamente acomodo las flores en el florerito de plastico, de una canilla cercana les traigo un poco de agua. Acaricio la fotito, y releo (otra vez) la inscripción en el marmol:
                                                    Laura Reyes
                                                     1990-2011
-Ya paso un año, y todavía no me acostumbro. Anoche soñé con vos.- le sonrío a la foto.
Me quedo un rato mirandola, hermosa, inmortalizada en sus 21 años, hermosa por siempre.
Al final, acaricio la foto una vez mas, me levanto sonriendo:
-Chau, amor. Hasta mañana.
Camino unos pasos, y después me vuelvo.
-Te quiero mucho.
Y con una sonrisa salgo del cementerio y emprendo el camino de vuelta, en casa me espera nuestra hijita de un año.