Nada hizo
Publicado en Nov 06, 2012
Mirá. Nada hizo. Yo estaba viajando en aquél momento, estaba ahí sentada y viajando. Por eso es que me tiemblan las piernas. La sangre se hizo polvo y las melodías del mediodía ya no suspiraban tanto. Estaba claro. Entonces viajaba sola, a veces me sentaba y no me quería levantar. Quería que el viaje fuera largo, larguísimo, pero entonces me quedaba dormida. Las voces aún aparecían, en ese momento podía escucharlas como si estuvieran. Ya no. Y los soles y las lunas y el clock-clock, porque el tiempo en la realidad no existe. Sin embargo me había sentado ahí como tantas veces, y como tantas otras dije lo mismo. Y volvería a pasar, ya lo sé. Volverían a pasar demasiadas cosas. Vuelven a existir una y otra vez. No se sabe si mueren y reviven, si mueren y reencarnan, o si nunca mueren, pero casi siempre viven. Volvería a nacer una palma perdida, detras de árboles sin hojas y esas palmas, y los dedos, moriría tantas veces como el sol mata al día. Lloraría, casi siempre, aunque el dolor sea dulce. Los terrores no existen, y eso que nada hizo, nada hizo pero si hizo y lo que hizo fue hacer nada. Mirá, y yo que estaba viajando siempre en el mismo lugar, porque si no lo hubiese querido jamás hubiese llegado. Las flores ya no existen, y tampoco aquélla vez. Por eso es que puedo ver con mis pocos ojos lo poco que puedo ver. Tal cual y como siempre, coinciden ahí en el mismo lugar. Yo viajo buscando algo pero esperando algo más, y por eso es que hice lo que hice, y eso fue quedarme y no moverme de allí. Ya habrá hecho algo, de cualquier manera las hojas siempre están blancas, esta es una historia que nadie escribe y que jamás se recordará nada.
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