En ese momento, el joven humilde y solidario que una vez existió en el frio y oscuro callejón había muerto,  había sido asesinado o se había suicidado en el momento en que había decidido aplicar su reciente y macabro descubrimiento, en solo cuestión de segundos, la nieve se tiño rápidamente de un color rojo intenso, las manos del joven, sus palmas y parte de sus dedos habían sufrido cortes leves después de haber agarrado los pedazos de espejos rotos, de haber sabido las personas que los habían rodeado, creyendo que los tenían atrapados que sería un final frio y sanguinario como que por breves momentos presenciaron, debieron seguir su camino.
-Es ahora o nunca colega, unas vidas por otras-dijo la voz seriamente.
El joven amable que alguna vez había existido se esfumo como la calidez que alguna vez ellos sintieron, rápidamente el joven dejo en el suelo a Argis, empuñando dos grandes pedazos de vidrio roto en sus manos, con tanta firmeza y ferocidad que el pedazo le hacía daño, se acercaba de forma extremadamente rápida hacia las personas más cercanas a él, en un solo giro de la muñeca, sin que ellas vacías y inocentes personas pudieran parpadear antes de poder ver lo que venía, a los ojos de ellos solo podían sentir como trozo de cristal les pasaba cerca de la piel, la rapidez con lo que lo había efectuado era aterradora, para aquellos que levemente pudieron reaccionar antes de su decisivo final veían la mirada vacía de aquel joven, el color de sus ojos había desaparecido, ahora solo los envolvía un extraño tono de ausencia de remordimiento.
Después de hacer un acto tan cruel como este, regreso a donde había dejado descansar a Argis y lo cargo de nuevo, moviéndose entre el escombro de cadáveres que había dejado aquel nuevo joven, sin embargo, la ausencia de perdón y remordimiento que por breves momentos estuvo en sus ojos había desaparecido, ahora estaban normales, pero llenos de lagrimas, como si supiera lo que apenas aconteció, pero siguió caminando junto con el débil cuerpo de Argis rumbo a su hogar, sin haber encontrado aquel dispositivo que tanto necesitaban, Argis recobrando la conciencia lo primero que vio fueron lagrimas levemente brotando de los ojos de su camarada, podía ver como su ropa estaba cubierta de sangre, como sus manos se habían congelado rápidamente por los cortes profundos, descansaron en un callejón que andaba cerca de ahí, para refugiarse por un momento, aun estaban lejos de casa, Argis se había acostado en el suelo y el joven estaba a su lado, la pérdida de sangre que tenía su amigo era bastante…
-llego mi momento amigo, no hay nada que puedas hacer ahora- dijo Argis con una voz débil y moribunda.
-no bromees, solo es un rasguño, estarás bien, te repondrás- decía el joven sentado a su lado viendo como la vida se estaba separando del cuerpo de su amigo.
De los ojos de Argis brotaban lagrimas, lagrimas que se congelaban en su frio rostro, el joven sostuvo su mano y le dijo tartamudeando “estaré aquí contigo hasta el final” y poco después Argis se había marchado del lado del joven, cerró los ojos de lo que alguna vez fue su mejor amigo, lo recostó completamente en el suelo, la cara del joven se había cubierto de hielo por tantas lagrimas que se habían congelado,  pero le dolía mas saber que por su ideal, Argis había muerto.