Un alma se encontraba en el fondo del infierno trastornada,
De pecados inmortales estaba embarazada, pura maldad
Se generaba en su vientre. Pensamientos impropios la
Atormentaban fuertemente.
 
El señor de las sombras lentamente se paseaba, otros
Demonios sobre clavos danzaban, el sufrimiento la
Consumía rápidamente, dolores de parto sufría
Pausadamente.
 
Los cuernos arrancábase aquel macabro personaje, teñido los
Ojos de escarlata como su ropaje, “Vil ponzoña del infierno
Muere y deja con nosotros lo que has traído” cantaban
Desgarrando sus gargantas los demonios abatidos.
 
La sangre que corría por el altar en aquella ocasión, era del
Alma en pena que moría por su laceración, se consideraba una
Maldición ese sentimiento que inundaba su propio corazón.
 
Aquellos gritos escalofriantes resonaban en el infierno, parecían
Los cantares del averno, angustia se notaba en aquel pútrido
Demonio, se acercaba hacia el alma quitando de su camino
Los escombros.
 
“No debiste” fue la exclamación de aquella figura repugnante, que
Causaba más dolor al alma que sufría por su oscura pasión.
Sus ojos se decoloraban mientras el tiempo transcurría, gritos más
Fuertes en derredor se  oían, “Ya no puedo más” aquella alma
Decía, “Debo de morir” su última frase seria.
 
Luego un silencio se apodero de aquel momento, un llanto suave se
Escucho en lugar de un lamento; dos manos y un par de piernas
Bien formadas fueron encontradas en el cuerpo de un ser
Resultado del sufrimiento.
 
Aquella alma en pena era un ángel castigado; porque su cuerpo fue
Entregado a un demonio desconsiderado. Se desgarro su vientre
Llevándose su suspiro, un nuevo ser nacía de aquel parto inmerecido.
Ojos escarlata y un sucio corazón, caracterizaban al hijo del
Demonio que aquel ángel concibió.