De mi conmiseración, he de informarle que mi antagónico corazón, ayer, ha muerto… No ha sido de imprevisto, no, no lo ha sido. He de confesarle mi señor, que las heridas de guerra que lo amohinaban, no fueron bien atendidas. Es que, de tanto conllevar sentimientos que confabularon de una u otra forma en su contra, permitieron que se infectara de penas el amor que por usted sentía… He sido concluyente en definir mi postura, ante tal situación me he mantenido al margen, es que no fácil lidiar con un pronóstico deducido e inevitable… Por ser deudo del finado, me he de legar unos días de duelo, pero antes, como deber intransferible, debo entregarle un recado. Es solo una breve frase, salió de su último diástole, fue, a mi humilde parecer, como el último suspiro de la primavera, como la última gota de lluvia del verano. El amor dice, el amor todo lo puede, menos, cuando de la otra parte, ¡Ay Corazón!, que no te amen…

Palabras Clave: ANDICA

Categoría: Poesía

Subcategoría: Romántica