EL DIVORCIO
Publicado en Mar 19, 2012
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                      Nota de la autora
         He querido escribir una obra de teatro, que podría definirse como una comedia   picaresca y  actual, basada en  la observación de lo que suele ocurrir, ocasionalmente, con las parejas divorciadas de mi país, respecto a la despreocupación del varón en la manutención de los hijos, principalmente, cuando encuentra una nueva pareja.
                        He querido mezclar ironía y  humor en cuanto a la resolución del problema, sin pretender dejar de lado,  que la desatención familiar constituye  un problema serio en cualquier  sociedad.  Sin desconocer que, a su vez, existen muchas  excepciones a la regla. Por lo que queda claro, que no pretendo poner a nadie en situación de  víctima, ni la mía es  una postura feminista. Sólo he tomado situaciones que suelen darse en algunos  divorcios, con el fin de divertir y entretener, sin quitarle seriedad al tema de fondo.           ¡Qué lo disfruten!
                        
  
  
  
  
  
  
  
                  PRIMER ACTO
Personajes:
MARCELA: 45 años (madre de Ana y Pablo)
ANA: 17años
PABLO: 18 años
FABIANA: 38 años (amiga de Marcela)
CARTERO: hombre joven.
JAVIER: No se ve en la escena.
JORGE: Ex esposo de Marcela -50 años
SEÑOR (compraventa.)
  
                              ESCENOGRAFÍA
 Se muestra un ambiente donde se ve la cocina, instalada con heladera, una radio, alacenas, ambiente que se conecta a un comedor con puerta hacia la calle, donde hay un piano, una cómoda con un TV, una mesa con cuatro sillas, un perchero y una mesita con el teléfono.
Hay una escalera que conduce al piso superior, donde se encuentran los dormitorios. Los elementos y el vestuario representan a una familia de clase media.
 El ambiente se encuentra en total oscuridad, hasta que aparece Marcela y enciende la luz. Ella mira la hora, enciende la radio, comienza preparar el desayuno.  Y pone la mesa.
MARCELA: ¡Chicos, se hace tarde!-grita
ANA: ¡Ya voy!-dice desde el piso superior.
Aparece Pablo, con el pelo mojado y unos libros
PABLO: ¡Buen día...! (y se sienta a desayunar.)
MARCELA. Buen día, hijo.
Pablo se pone mermelada en la galleta, mientras su madre le sirve té.
MARCELA: ¿A qué hora se acostaron anoche, con esa película?
PABLO: Yo no la vi porque era de amor.
MARCELA: ¿No te gusta el amor?
PABLO: Me encanta el amor, pero las películas son un plomo.
 Marcela mueve la cabeza de un lado al otro en señal de desaprobación y aparece su hija  con  libros, que deja a un costado de la mesa.
 ANA: Hola, hola....
MARCELA: Hola, se te hace tarde ¿No? ¿Quieres con leche?                           (Le sirve.)
ANA: Sabes que no me gusta, mamá.
Marcela mueve la cabeza de un lado al otro en señal de disgusto .Va y viene con tazas y platos, se la ve  apurada  Suena el teléfono. Ella baja la radio, un poco fastidiada  y antes de atender dice a sus hijos:
---- Están retrasados. Apúrense.
(Atiende el teléfono)
MARCELA: ¿Sí? ¡Hola, Claudia! ¿Cómo estás? ....Y claro...por supuesto... y qué quieres que te diga...bien.......
 Pablo y Ana salen saludando con la mano y ella sigue hablando con Claudia
MARCELA: Es muy difícil que pueda, Claudia.......todo cae sobre mí........y los chicos no se dan cuenta de nada................sí, ya sé que son grandes , pero.......... ¿Por qué no te venís y charlamos?  ...Tomamos un café......................sí, pero con el auto en dos minutos estás aquí..................Hace tanto que no nos vemos............Sí, bueno.........sí, .....te espero.Chau.
 Marcela  acomoda apresuradamente la casa y pone la pava en el fuego. Busca un frasco en la alacena y  descubre que no hay café
MARCELA: Oh, pero si no tengo ni café. ...espero que haya té.
              (Busca  y encuentra una caja de té)
  MARCELA: Menos mal- 
              (Dice, mientras prepara la mesa.)
En es momento suena el timbre y ella va a atender, pensando que es su amiga y dice:
MARCELA: ¿Tan pronto?
Abre. Pero es el cartero que le trae varios sobres. Ella firma, le agradece, cierra  y va hacia la mesa, se sienta, los abre  y en voz alta lee.
MARCELA: 75 pesos de luz... (y sigue)
Municipalidad... rentas... ¡Qué horror! ¿Cómo voy a pagar todo esto?
 Su cara denota preocupación, pero suena otra vez el timbre y  se apresura a esconder los sobres en la alacena,  mientras dice en vos baja:
MARCELA: Si hay miseria....que no se note.
Abre y es Claudia que llega muy arreglada, con ropa fina y con muchas joyas. Marcela le da un beso, le recibe el saco y la cartera, que cuelga en el perchero y   la acompaña hasta la mesa donde  Claudia deja las llaves del auto, mientras  mira sin disimulo por todas partes.
MARCELA: Ponte cómoda, Claudia, y siéntate que tengo el té listo.
CLAUDIA: ¿El té? Por teléfono entendí café.
MARCELA: ¿No te gusta el té?
CLAUDIA: Sí, sí.-dijo no muy convencida., mientras seguía observando por todos lados.
MARCELA: ¿Ya conocías la casa? ¿No?
                     
CLAUDIA: Sí, claro ¿Por qué lo dices?
MARCELA: Por nada, pero siéntate.
Marcela pone la bandeja sobre la mesa. Y comienza a servir.
MARCELA. ¿Cuántas de azúcar?
CLAUDIA: Tres.
 Marcela observa a su amiga que mira de reojo por todas partes.
MARCELA: ¿Se te perdió algo?
CLAUDIA: No Marce, disculpa. Es que todo me parece tan distinto. ¿Cambiaste los muebles de lugar?
MARCELA. Sí, pero están todos, todavía no vendí ninguno, si es eso lo que estás tratando de saber.
CLAUDIA: Pero cómo piensas eso, sólo observaba lo lindo que has arreglado. Pero, cuéntame. ¿Los chicos ya asumieron tu divorcio?
MARCELA: sí. .ya hace casi un año y... no hay vuelta. Pero ellos están en otra cosa (toma el té.)
CLAUDIA: ¿Y vos cómo estás,  Marce?
MARCELA: Un poco preocupada ¿Sabes? .....Jorge dice que en la inmobiliaria no le va muy bien.....que  está todo parado.....que no puede mandarme plata.......que espere....... En fin, el verso de todos los divorciados. La cuestión es que hace meses que....... (hace silencio.)
CLAUDIA: Yo te dije que a los maridos hay que aguantarlos, pero no quisiste oírme ¿Recuerdas?
MARCELA: Sí, pero es distinto en tu caso. El tuyo  te da con todos los gustos. Se van todos los años a Europa, a los EEUU y te compra lo que pides. ¡Mira cómo te tiene! En cambio el mío, aparte de ser un queso......  "Cuartirolo", leía el diario en la mesa, miraba tele como si fuera un huésped y por si fuera poco,  me  era infiel con la secretaria.
CLAUDIA. A mí también me fue infiel, pero hice la vista gorda. ¿Qué  iba a hacer, servírselo en bandeja?
MARCELA: Es que ustedes, los que tienen plata, nunca se divorcian. Simplemente, separan los cuartos  durante todo el año y en Diciembre o para las fiestas, se hacen exorcizar para irse  en Enero  al Caribe, en otra  luna de miel.
CLAUDIA: Tienes razón. Es que el divorcio, querida, es para la gente de medio pelo, perdón si esto te ofende, pero cuando se tiene clase y estilo, se puede mantener el lugar legítimo, sin recurrir a esas cursilerías del divorcio.
MARCELA: ¡Qué bien! Para eso, hay que hacerse la distraída, sonreír todo el tiempo, y "aguantar"  en compañía de un psiquiatra
CLAUDIA: Pueden ser médicos, dentistas, pero ¡Buenos mozos! Ah! Y usar la tarjeta de crédito en todos los shopping. Eso te mantiene calmada y  más tolerante.
MARCELA: ¿Por eso es que cuando te llamo por teléfono, la mucama me dice que te fuiste al médico o al dentista?
CLAUDIA: Puede ser también al abogado.
MARCELA: ¿Al abogado también?
CLAUDIA: También.
MARCELA: ¡No haberlo sabido antes!
CLAUDIA: Es que no vas al psicólogo. Él te hubiera explicado que la manera de soportar la infidelidad, es hacer lo mismo y compartir las culpas. (Ríe)
MARCELA: Te equivocas, yo fui a un psiquiatra para salvar mi matrimonio y no resultó.
CLAUDIA: Es que  los psicólogos buenos, no atienden por mutuales, querida. (Risas)¡Y son muy caros! (Risas)
MARCELA: Mira que ingenua he sido, teniendo una amiga tan entrenada.
CLAUDIA: Eso es mejor que intentar ser el Príncipe Valiente y ahora no saber qué hacer con tanta dignidad y sin un peso en el bolsillo.
MARCELA: Sí, es cierto. Tienes mucha razón, ahora entiendo cómo son las cosas, porque me siento atada de pies y manos. Busco trabajo, pero  no entro en el cupo de las edades predilectas. De nada me ha valido capacitarme tanto.
CLAUDIA: No debiste renunciar a tu empleo. Yo te lo dije. La plata en mano, te hace respetable. Y vos ganabas muy bien.
MARCELA: Fue una estupidez, lo reconozco. No debí dejar que Javier me convenciera de dejarlo. Me decía que no necesitábamos, que a él le iba  muy bien  en la inmobiliaria y hasta fui a ayudarle. En fin, todo iba bien, hasta que apareció la mosquita muerta.
CLAUDIA: Yo te  advertí que  no dejes tu empleo.
MARCELA: Bueno, ya pasó. Pero dime ¿Cómo hacen los pobres para divorciarse?
CLAUDIA: Ya te dije que sólo se divorcian los de  clase media., los pobres no pueden darse  ese lujo. Ellos aguantan y aguantan hasta que explotan. Y cuando lo hacen, queda el tendal de cadáveres.
MARCELA: ¿De cadáveres?
CLAUDIA: Bueno, a veces hay simples heridos o contusos y en los casos más leves, moretones.
              Ambas ríen a carcajadas
MARCELA: Me siento  acorralada, Claudia.
CLAUDIA: Mira, tienes que conseguir un candidato y...... ¡A otra cosa mariposa!
MARCELA: Mariposa, nada. Si lo fuera,  ya hubiera ido a esos lugares de "solos y solas", que se han puesto de moda.
CLAUDIA: Y hubieras perdido tu tiempo y tu reputación.
MARCELA: ¿Acaso tú has ido?
CLAUDIA: Sí, una vez fui solidaria con una amiga y la acompañé. Al principio todo parece normal, hasta que te das cuenta que te miran como un trozo de jamón crudo en el exhibidor.
MARCELA: ¿Y qué pasó?
CLAUDIA: Nada, me fui.
MARCELA (suspira hondo) Y pensar que era mi única esperanza.
CLAUDIA: No, mejor busca trabajo, relaciónate con gente de tu clase, porque  tienes que salir de estas cuatro paredes. Nadie vendrá por ti,  tocando el timbre de tu casa.
MARCELA: Ya he buscado trabajo. Si cuando  salgo levanto el currículum como su fuera la cartera.
CLAUDIA: ¿Y por qué no te arreglas con Jorge?
MARCELA: ¿Te has vuelto loca? ¡Si se fue a vivir  con la secretaria!
CLAUDIA: Esa chica era un peligro al lado de Jorge. Y tú me decías que no, que es muy joven, que no se va a fijar en él.
MARCELA: Y pensar que cuando yo iba o hablaba por teléfono, la sin vergüenza me decía: sí señora.... no señora. ¡Canallas! Pero la vida es una rueda  que gira.... y gira....... y gira.
CLAUDIA: Y a unos nos toca el palo y a otros "el clavo".Pero, en fin, me voy.  Hoy tengo que estar temprano en casa. (Se levanta)
MARCELA: (Se levanta) Bueno, te acompaño, después la seguimos. (Le entrega el saco y la cartera)
CLAUDIA: Si necesitas algo me llamas ¿He? (Le da un beso)
MARCELA: Gracias, chau. (Cierra)
MARCELA: Si necesitas algo me llamas ¿He? ¡Morirme es lo que necesito!
Luego busca los sobres con las boletas en la alacena, los pone sobre la mesa, busca un lápiz y una hoja y comienza a sumar. Luego, va decidida el teléfono y disca un número. Espera un rato y luego:
MARCELA. ¿Jorge?....sí yo, Marcela. ...Te hablo porque ya me van a desalojar. Hace tres meses y medio que no pago el alquiler y......   ¡Sabes que no consigo trabajo! Y en eso no quedamos ¿no? .....¿El piano?...............Sabes que es de nuestra hija.......Ah, claro, yo tengo que vender todo y ustedes derrochando ¿No?...........Sí, claro que tienen que vivir... ¿Y nosotros qué tenemos que hacer? ¿Morirnos?.....Está bien, voy a vender todo, todo... ¿y después qué ,Jorge? ¡Qué!.... (Corta)                       
Camina preocupada, de un lado para otro, busca una guía telefónica, disca un número, espera un rato y atienden.
MARCELA: ¿Con la compraventa de  calle Escalada?  Sí, señor......Bueno, le hablo porque quiero vender todos mis muebles. Sí, estoy en su misma calle pero a 1320. Sí..............todos, porque me voy al extranjero........ Bueno ¿No puede ser ahora?...........Sí, es que mis pasajes son para el fin de semana y quiero liquidar todo urgente. Sí......está bien... ¡Hasta luego!  (Corta)
      
         Se abre la puerta y es Pablo, que regresa.
PABLO: Hola, madre. (Le da un beso)
MARCELA: Hola ¿Tienes hambre?
PABLO. ¡Mucha hambre! ¿Qué hay?
MARCELA: Toma, compra dos lomitos y guarda  uno para tu hermana.  (Saca dinero de un bolsillo)
PABLO: No me digas que no tuviste tiempo de cocinar.
MARCELA: No, no tuve tiempo. ¡No tuve tiempo! (grita)
 PABLO: Mira si estás nerviosa yo no tengo la culpa.
 En ese momento llega Ana
ANA: Hola... ¿Qué caritas, eh?
MARCELA: ¿Y qué quieres, fui tan feliz y reí toda mi vida que ahora se me acabó la sonrisa?                    Ahora me toca la parte triste.
ANA: ¡Yo me voy! ...No se puede  contigo. (Hace ademán de salir)
MARCELA: Claro, vete. Ya no hay nadie que te interese. Aquí sólo está tu madre
 (Protesta)
ANA: No empecemos .Si estás con la "depre" es porque vos  quisiste estar sola, ahora  tienes que aguantarte. Porque una falta, se le puede perdonar a cualquiera.
MARCELA: ¡Cállate, atrevida! Ni tu padre ni yo, somos cualquiera.
PABLO: ¿Cuántos lomitos?
 ANA: ¿Lomitos? 
MARCELA: Sí, lomitos. ¿Qué tienes contra los lomitos?
ANA: Nada, mamá. Sólo preguntaba.
La madre sale por la puerta y desaparece de escena. Pablo llega con los lomitos y su hermana pone platos, los vasos y va a la heladera. Busca qué beber y no hay nada.
ANA: ¡No hay ni una gaseosa!
PABLO: Gaseosa está la cosa y a punto de explotar.
ANA: ¿Qué le pasa, tuvo algún problema?
PABLO: Y...no se banca esto.
ANA: Bueno, ella lo echó a papá.
PABLO: Hablas de papá como si fuera el ángel de la guarda.
ANA: Cualquiera tiene un desliz.
PABLO: Un desliz no dura tanto tiempo.
 ANA. Lo que pasa es que siempre defiendes a  mamá.
En ese momento entra Marcela y pregunta
MARCELA: ¿Qué pasa?
ANA: Estábamos hablando de Luís Miguel
MARCELA: Si ya terminaron de comer, tengo que hablarles.
 PABLO: Yo terminé.
 ANA. Yo también ¿Qué pasa mamá?
MARCELA: Quiero decirles que esta tarde, vienen de la compraventa porque he decidido vender algunas cosas.
ANA: ¿Cuáles?
MARCELA: Bueno, la cómoda, la mesa, el piano.
ANA: ¿El piano?-(dijo asombrada.)
MARCELA: Sí, ya sé que es tuyo, pero nos hace falta la plata.
ANA: ¡La plata, la plata! Es en lo único que piensas. ¿No?
MARCELA: Hace mucho que no usas el piano, además, yo no quería decírselo pero nos van a desalojar.
Los hijos se ponen serios y mudos. (Se ven preocupados)
MARCELA: No se aflijan. Hoy vendemos, pagamos y mañana, Dios dirá.
              (Trata de levantarles el ánimo)
ANA: ¿Y qué pasó con el dinero de la mensualidad de papá?
MARCELA: Hace más de tres meses que no manda ni una moneda. Dice que no puede, que la inmobiliaria está parada...en fin.
PABLO: Sí, claro. Pero para él tiene de todo ¿No?
MARCELA: La economía es así. ¿Y qué vamos a hacer, un juicio? Nunca. A ver si todavía tenemos que pagarle un abogado para que lo defienda. Mejor, vayan a descansar un rato.
PABLO: No queremos descansar.
 Tocan el timbre y su madre sale a abrir.
MARCELA: Ah, de la compraventa, pase señor, pase,  por favor.
SEÑOR: ¿Cómo está señora? ¿Me dijo  que hará un viaje largo, verdad?
MARCELA: No, corto...por aquí nomás.
SEÑOR: ¿Por aquí? (dice extrañado)
MARCELA: Sí, por aquí,  pase, pase...
       (Dice señalando el camino a la cocina.)
MARCELA: Esta es la heladera, tiene frizzer y está como nueva.
                      (Él mira todo)
MARCELA: Aquí está el piano, está impecable.
                      (Él lo observa)
MARCELA: Esta es la mesa con las sillas, son modernas ¿No?
SEÑOR: No.....es decir sí, señora.
              
Marcela se deja caer sobre la silla con la cabeza sobre la mesa y se cubre con los brazos., como vencida. Sus hijos la miran, están lívidos.
SEÑOR. ¿Le ocurre algo, señora?
MARCELA: No, qué va. ¡Nada en lo absoluto!
 Se levanta y sigue mostrando. El señor mira, enciende y apaga el televisor, observa la cómoda, abre los cajones.
SEÑOR: ¿Cuánto pide por todo?
MARCELA: lo que sea, pero en efectivo y...ya.
 El hombre saca el dinero lo cuenta, mientras los hijos miran impávidos
SEÑOR: Es todo lo que tengo.
MARCELA: Es poco.
SEÑOR: Pero es efectivo y ya.
MARCELA: Está bien. Llévese todo y rápido.
  El señor comienza a sacar todo y Pablo lo ayuda. Cuando queda todo vacío, los tres  se ven tristes,       pero Marcela disca un número telefónico y espera.
MARCELA: Sí señora, habla Marcela, su inquilina. Sí, le llevaré todo lo que  le debo. Sí, enseguida.... No, porque voy a desocuparlo,.....si... mañana mismo. Sí.... no se preocupe.... ¡Hasta luego!
ANA: ¿Tenemos que irnos, mamá? ¿Adónde?
MARCELA: Haremos un viaje imaginario, porque tendremos que usar la imaginación, hija.
 Los hijos  están mudos y preocupados. Su madre intenta darles ánimo.
MARCELA: ¿No van a ayudarme a empacar? - pregunta sonriente.
PABLO: Sí ¿Por dónde empezamos?
ANA: Dejen que yo embalo la loza. (Y lo hace)
PABLO: Yo te ayudo.
 Marcela empaca cosas un poco más alejada y ve que ellos cuchichean, murmuran y hasta  se ríen. Y continúan con secretos. Se aflojan las tensiones y vuelven a reír.
MARCELA: ¿Se puede saber qué les causa gracia?
PABLO: ¿Dijiste que usáramos  la imaginación? ¿No?
ANA: Estamos haciéndolo, madre. ¡Y cómo!
MARCELA: ¡Qué están pensando!
PABLO: Una idea genial, madre........ ¡Genial!
ANA: ¡Promete que la llevaremos a cabo!
              (Le dice a su madre)
Marcela se acerca y ellos le hablan al oído y los tres se ríen a carcajadas.
MARCELA: ¡Genial!
Los tres chocan las manos en señal de aprobación. Se ven sonrientes, divertidos y preparan todo con entusiasmo, para luego irse a dormir. Se apagan las luces.
       
               SEGUNDO ACTO
ESCENOGRAFÍA:
              Una casa de dos plantas (como la interior, pero con diferente decoración y mobiliario más lujoso). Hay sillones grandes formando el living comedor, detrás una puerta que conduce a la cocina con muebles (alacenas y  heladera) y otra que da a la calle. Una mesa con 6 sillas, un televisor, teléfono, radio con CD y una escalera que conduce a los dormitorios superiores.
               El escenario está a oscuras  se ilumina de repente y en la mesa está Fabiana, pintándose y soplándose  las uñas.  En ese momento, suena el timbre  y se la oye decir:
FABIANA: ¡Está abierto, Jorge!
La puerta se abre y aparecen Marcela, Ana y Pablo con sus bolsos.
MARCELA: ¡Buen día....!
PABLO Y ANA: ¡Buenas....!
FABIANA ¡Señora!
           (Salta  de su asiento, nerviosa)  
MARCELA: No, ahora la "señora", eres tú.
FABIANA:..Jorge...no está.....y no sé cuando viene
MARCELA: Lo suponíamos.
Y comienzan a desarmar los bolsos y  a acomodar sus cosas sobre los sillones. Fabiana observa incrédula y sigue soplando sus uñas, nerviosa.
MARCELA: Ya están secas, Fabiana.
FABIANA: ¿Puedo preguntar qué hacen aquí?
MARCELA: Nos acaban de desalojar y venimos a quedarnos. Pero...eso sí, no debemos ni una moneda.
FABIANA: Pero no pueden quedarse aquí, esto es muy chico y...además....
MARCELA: No te preocupes, no tenemos muebles porque  los vendimos a todos para pagar las deudas. Nos vamos a arreglar, querida. Pero nadie nos sacará de aquí.
FABIANA: Es que....no pueden....nosotros....... es decir, cuando venga  Jorge....
MARCELA: Mira, querida, va a ser por poco tiempo. El suficiente como para que encuentre algún trabajo o se recomponga la situación de la inmobiliaria de Jorge.
FABIANA: ¿Qué pasa con la inmobiliaria?
MARCELA: No sé, pero dice él que no le va muy bien. ¿Ya no te informa nada?
FABIANA: No, no me dijo nada.
MARCELA: Ah, perdón, me olvidaba que  ahora eres "la señora" Ya pronto buscará una nueva "secretaria"
          (Y sigue acomodando ropa que saca del bolso.)
FABIANA: Yo no tengo nada que ver con el problema de dinero entre Jorge y ustedes.
MARCELA: Pobrecita, si hasta parece la Cenicienta, que no fue invitada a la fiesta.¡Y hasta pone la cara triste!
PABLO; Mira Fabiana. No crees problemas, porque papá tiene  responsabilidades con nosotros y en la situación en que  estamos, no nos pondrá de patitas a la calle. ¿Captas la idea? Y hasta es posible que tú salgas perdiendo.
FABIANA: Sí.... no. ¡Qué se yo de todo esto! Además tengo jaquecas y no puedo pensar
ANA: Espero que no te molestes, Fabi.
FABIANA: ¡No, qué me va a molestar!
PABLO: ¿Adónde puedo guardar esto? (Dice  mostrando con una pila de ropa en sus manos)
  FABIANA mira por todas partes  e indica:
FABIANA: Allí, en el sillón, hay cajoneras porque  es un sofá cama
PABLO: Entonces dormiré aquí.
            (Acomoda la ropa en la cajonera.)
FABIANA: Ustedes dos pueden guardarla en el placard del baño, no tengo otro lugar.
            (Les dice a Marcela y Ana)
MARCELA: Nos puedes tutear Fabiana,  ya somos como de la familia.
FABIANA: Y ustedes pueden dormir aquí.
 (Les dice a las mujeres  señalando un sillón con cama marinera)
ANA: Está bien. Ahora quiero tomar un baño. ¿Es por ahí?
                     (Señala)
FABIANA: No, por aquí.
 (Dice acompañándola por un costado.)
 Mientras tanto, MARCELA  aprovecha y va a la cocina, saca ollas, platos, cubiertos y abre la heladera.
MARCELA: ¡Ah, qué bien! ¡Aquí sí que no falta nada! ¿No?
               (dice mirando adentro)
   Y se pone a cocinar, mientras  Fabiana regresa, la observa  y sube a su cuarto sin decir nada.
           (Pablo va a la cocina)
PABLO: Tengo hambre. ¿Qué haces?
MARCELA: Fideos a la portuguesa.
PABLO: ¿Pongo la mesa?
MARCELA: Bueno.
Pablo lo hace , pero tocan el timbre y sale a atender..
PABLO: ¡Padre!
JORGE: ¡Hijo! ¡Qué sorpresa!
               (Se abrazan)
PABLO: La que te espera......
JORGE: ¿Qué dijiste?
PABLO: Nada papá, ponte cómodo.
JORGE: Pero si estoy en mi casa....
PABLO: Es un decir, papá....
JORGE: ¿Lo de estar cómodo?
PABLO: No, lo de tu casa, padre.
JORGE: ¡Qué olorcito, Fabi! No me digas que te pusiste a cocinar, mi amor.
              (Inspira hondo)
Aparece  Ana secándose el pelo y  Fabiana por la escalera, se cruza de brazos y dice:
FABIANA: Ya era hora que llegaras, Jorgi
Aparece Marcela con la fuente, llena de fideos  y la coloca sobre la mesa.
MARCELA: ¡A comer, que se enfría!
 El asombro de Jorge es total. Queda inmóvil, sin habla y mira  a todos sin entender. Ana y Pablo se sientan a la mesa  y hacen señas a la pareja que se acerquen a comer. Jorge no puede creer lo que ve., pero Fabiana se acerca de a poco y corre una silla y Jorge, también se aproxima a la mesa.
MARCELA: ¡Vamos, que se enfría!
  Jorge se sienta y todos comienzan a comer con ganas.  Jorge se sirve otro plato. Nadie habla. Pero cuando terminan:
JORGE: No esperaba esta "visita tan sorpresiva"
MARCELA: No es una visita. Viviremos aquí.
JORGE: ¿Qué......Por qué....cómo....cuándo? (nervioso)
MARCELA: Llegamos a la conclusión de que tú no puedes mantener dos casas y entonces nos redujimos a una. ¿No es así Fabiana?
FABIANA: Así es.
JORGE: No, esto es inaudito....ilegal.
MARCELA: ¿Y qué sería legal? ¿Que nos pongamos a dormir en la vereda?
 Jorge comienza a caminar nervioso por todas partes, sin saber qué decir  ni qué hacer, mientras Fabiana sube al cuarto.
MARCELA: No te preocupes, porque no bien encuentre algún trabajo, te liberaré de estas molestias.
ANA: Ya encontraremos algo, papá.
JORGE: No, mi hija tiene que estudiar
PABLO. Claro, la nena.
JORGE: No, yo les prometo solucionar esto.
FABIANA: ¿Te falta mucho, Jorge? (pregunta desde arriba)
JORGE: No, ya subo.
          (Y sube)
Los tres  se quedan contentos, chocan las manos, levantan los platos y los amontonan en el fregadero y luego se acomodan en sus camas, dispuestos a descansar. Mientras se oye que discuten.
JORGE: Y bueno, son mis hijos, no pretenderás que los eche a la calle ¿No?
FABIANA. Pero yo no puedo aceptarlo.
JORGE: Conocías mi situación.
Desde abajo se escucha_:¡¡¡¡ SHHHH!!!
                      (SE OSCURECE LA ESCENA)
                    TERCER ACTO
Ha pasado un mes. En la escena están  desayunando  Ana, Pablo, Marcela y Fabiana.
PABLO: ¿Y Papá?
FABIANA: Salió tempranísimo, a trabajar.
ANA: Chau, se me hace tarde para el cole.
          (Sale apurada)
 PABLO. Espera, yo salgo también
              . (Saluda y salen)
Fabiana se sienta en el sillón y trata de hojear una revista
MARCELA: Te toca lavar los platos.
                      (Refiriéndose a Fabiana)
FABIANA: Yo nunca lavo los platos.
MARCELA: ¿Prefieres cocinar?
FABIANA: No, prefiero lavar.
 Y sale hacia el fregadero, mientras Marcela prepara café batido. Fabiana termina de lavar y vuelve a su revista, mientras Marcela aparece con el café.
MARCELA: ¿Quieres?
Fabiana lo acepta, lo bebe, pero muda
MARCELA: Si vas a estar así, te prefiero con jaquecas.
FABIANA: ¿Y qué pretendes? ¿Que haga una fiesta?
MARCELA: No, pero yo puse mejor cara cuando me enteré de lo tuyo con Jorge.
FABIANA: ¿Viniste a cobrártelo?
MARCELA: Ni lo sueñes, tendría que agradecértelo.
FABIANA: ¿No me digas?
MARCELA: De no haber sido por ti, yo seguiría siendo esa ingenua que  ponía flores en todos los floreros, sin que nadie se hubiera muerto. ¿Sabes?
FABIANA: No entiendo.
MARCELA: Claro, eres tan joven e inexperta.
FABIANA: Pero ya tengo treinta.
MARCELA: Yo a tu edad era más inocente. A ver...... Jorge te lleva 18 años. ¡Y claro, tiene mucha más experiencia!  Y eso va en tu contra, te lo digo sin ningún rencor, como si fueras mi hija.
FABIANA: Bueno, no exageres, se te ve muy joven. Yo siempre le decía a Jorgi, cuando trabajábamos juntos, que tenía una mujer hermosa.
MARCELA: Eso no les importa a los hombres, querida, tienes tantas cosas que aprender.
FABIANA: Creo que me duele la cabeza, subiré a mi cuarto
                       (Y se levanta)
MARCELA: ¿De nuevo, querida? Eso tampoco les importa.
FABIANA: ¿Qué cosa?
MARCELA: La jaqueca ¿Qué va a ser?
Fabiana sube a su cuarto,  sin hacer comentarios.  Marcela termina de acomodar y se tira en el sillón. Al rato entran Pablo y Jorge, que vienen de la calle.
PABLO: Hola madre (besos)
JORGE.  Hola, Marcela  ¿Y Fabiana?
MARCELA: Está con jaquecas (y señala arriba)
 Jorge sube de inmediato  y se escuchan discusiones.
JORGE: Tienes que ser paciente. ¿Acaso ya no me amas?
FABIANA: No lo soporto, ya nada es lo mismo.
JORGE: Cállate, que te pueden oír.
FABIANA: Ves, mi amor, ya no podemos ni hablar.
De abajo se escucha: ¡ Shhhh!
              (Risas por lo bajo)
Preparan la mesa y se sientan a comer Pablo, Marcela y Ana, que llega en ese instante  saludándolos. Al rato los hermanos se levantan  y se ponen a estudiar. Bajan Fabiana y Jorge, se sientan a comer solos, mientras Marcela  se prepara para salir. Va de un lado al otro y luego aparece muy arreglada.
MARCELA: ¡Hasta luego chicos!
PABLO: ¿Adónde vas mamá?
MARCELA: A una entrevista laboral, deséenme suerte.
TODOS A CORO: ¡Suerte!
 FABIANA sube a su cuarto  Y Jorge se despide  con un beso y se va a trabajar.
JORGE: Chicos, si llama alguien estoy en mi oficina ¿Eh?
ANA Y PABLO: Sí, papá
JORGE: Hasta luego
ANA Y PABLO.: Hasta luego, papá.
 Al rato, Ana y Pablo salen. Fabiana baja  y va a la heladera y saca un cartel que le ha dejado Marcela y que lee en voz alta:
FABIANA: Dos kilos de papas, medio de pan, uno de tomates, un kilo de nalga ¡Qué caradura!
(Toma la bolsa y sale para hacer las compras,  furiosa)
Llega Marcela, enciende la radio, acomoda un poco cosas desordenadas  y entra Fabiana  con las bolsas del supermercado, saluda y las  deja sobre la mesada de la cocina.
MARCELA: ¿Compraste todo?
FABIANA: No, no  había pan rallado.
(Acomoda  la mercadería en la alacena)
MARCELA: No importa, todavía quedaba un poco.
FABIANA: ¿Cómo te fue en la entrevista?
MARCELA: No me quiero ilusionar, pero creo que hoy, me fue muy bien.
FABIANA: No me digas. ¿Adónde?
MARCELA: En un Centro médico. Tengo que hacer la segunda entrevista con el psicólogo.
FABIANA: Y por qué tienes tantas esperanzas, si hasta ayer eras pesimista. Salías y venías con la cara larga.
MARCELA: Porque  hoy conocí a alguien que me resultó ¡Bárbaro! Y yo le caí de maravillas, con decirte que hoy vamos a salir a tomar un café.
FABIANA.  Ten cuidado, a veces esos tipos te ponen en aprieto.
MARCELA ¿Lo dices por experiencia?
FABIANA: Bueno, si vas a empezar con reproches, mejor no hablamos.
MARCELA: ¡No, qué reproches! Ya te dije que tengo que agradecerte el que me hayas liberado de Jorge. Con él, la pasé muy mal, ya lo vas a conocer, querida.
FABIANA: ¡Hablas como si fuera un monstruo!
MARCELA: No....para nada. Los monstruos por lo menos, asustan.
FABIANA: Siempre me pregunté por qué los matrimonios terminan tan mal.
MARCELA: Porque las mujeres somos lentas en entender ciertas cosas.
FABIANA ¿Cuáles?
MARCELA: No me quiero meter en líos.
(Pone sal a  la carne y Fabiana lava la lechuga)
FABIANA: Bueno, tú eres la única que tuvo experiencia con....con Jorge.
MARCELA: Pero para mí,  lo pasado, pisado, Fabiana.
FABIANA: ¿Tan pisado está?
MARCELA: Pisadísimo. Y ahora que conocí a Javier, más pisado  todavía.
FABIANA: ¿Y cómo es él?
                  (Dice mientras pica la lechuga)
MARCELA: Regla número uno: "Nunca le digas a tus amigas, las virtudes de tus hombres" 
                   (pela las papas)
FABIANA: Pero nosotras no somos amigas.
            (Sigue con la ensalada)
MARIANA: Peor.
FABIANA: ¡Qué flechazo! ¿No?
MARCELA: Espero que sea como se ve, porque después cambian.
FABANA: Tienes  razón, Jorge ya no es el mismo.
MARCELA: ¿Tan pronto?
FABIANA: ¿Cuánto te duró  a  ti?
MARIANA. Cerca de dos años todo permaneció igual. Pero claro, ahora que es viejo, está más avivado.
           (Pone en la sartén los milanesas)
FABIANA: No le digas viejo.
MARCELA.: Viejo para mí, pero en relación con vos "anciano"
FABIANA: Me parece que aún le guardas rencor.
MARCELA: Cuando conozcas a Javier, vas a saber que no.
FABIANA: ¿Me lo vas a presentar?
                  (Pone la mesa)
MARCELA: ¡Ni lo sueñes!
FABIANA: No importa, yo estoy enamorada de Jorge.
MARCELA: No te preocupes que eso es curable  y la convalecencia no es larga.
Ponen la mesa y llega Jorge, luego Pablo con Ana. Todos se saludan y se sientan para comer. Suena el teléfono y Pablo atiende.
PABLO: Hola.... Sí....Sí.... ¿De parte de quién?....... ¿Javier? Un momento,  por favor.
           (Deja el auricular)
PABLO: Es para ti, mamá.
MARCELA: Gracias. (Va al teléfono)
MARCELA: ¿Sí? ....sí........sí.......Bueno...sí, .está bien, sí, espero.
                      (Vuelve a la mesa)
PABLO: ¿Quién era madre?
MARCELA: Javier.
JORGE: El "Misterioso" Javier
                 (Dice muy irónico)
MARCELA: ¿Qué tiene de misterioso?
JORGE: Hablaste en clave de sí. Dijiste seis sí y ningún no.
FABIANA.: ¿Y eso  qué te importa? ¡Dime!
JORGE: Todo lo que ocurre en mi casa me importa ¿Sabes?
FABIANA: ¡Como si fuera tu casa!
                (Deja de comer y sube a su cuarto)
Todos quedan en silencio, por un rato
JORGE: ¿Se puede saber quién es ese tal, Javier?
MARCELA: Mi futuro jefe. Después de todo, me diste suerte "Jorgi"
JORGE: Ese debe ser un caradura. Apenas te conoce y ya te invita a salir. Y tampoco es de una señora, el aceptarlo tan rápido ¿No?
 Los chicos se ríen y cuchichean  
                  
MARCELA: Yo no soy una señora. Además, me urge encontrar trabajo y no quiero seguir molestándolos.
JORGE: Creo que no estás tan incómoda  como para salir corriendo detrás del primero que aparece.
   Los chicos se ríen y hablan en secreto.         
MARCELA: No es el primero que aparece, es el único.
JORGE: ¿Es un hombre joven?
MARCELA: Tal vez, tenga  mi edad.
JORGE: ¿Y qué trabajo te ha ofrecido?
MARCELA: De secretaria en su clínica.
JORGE: ¿Y cuánto te piensan pagar?
Aparece Fabiana en la escalera, cruzada de brazos y furiosa.
FABIANA: Perdón. ¿Interrumpo algo?
MARCELA: No, sólo le rindo cuentas al patrón.
FABIANA: ¡Es inconcebible!
JORGE: ¡Por qué no continúas con tu jaqueca y me dejas tranquilo!
FABIANA: ¡Eres insoportable!
MARCELA: No te preocupes Fabiana, pronto nos vamos de aquí.
FABIANA: No lo digo por ti, sino por Jorge. Ha cambiado tanto, que también tengo ganas de hacer las valijas para irme.
MARIANA: No, querida porque después de 48 horas no acepto devoluciones.
FABIANA: ¡Ya no existo para él!
MARCELA: No, no es eso, Fabiana. Él es así, después viene el diario leído en la mesa, los partidos de fútbol en la tele, las cenas de los viernes con los amigos y todas esas rutinas de la vida conyugal. Y bueno, ya te lo dije ¿O pensabas vivir siempre en las nubes? Pero él te ama, te lo aseguro.
FABIANA: ¿Cómo lo sabes?
MARCELA: Mira, cuando pone esos ojos, como tiene ahora ¿Ves? Eso es amor. Créelo.
       Jorge las mira y no sabe  qué decir.
FABIANA. Yo creí, sinceramente, que el matrimonio era otra cosa.
MARCELA: No te decepciones, porque estar sola es peor. Tienes que asumir los defectos del otro y  sus errores.
JORGE: ¡Mira quién habla!
               (Mirando a Marcela)
MARCELA ¿Qué dijiste?
JORGE: El título de una película. ¿La viste?
FABIANA: Es mejor que vayamos arriba, Marcela.
     
Marcela se levanta y se va con ella arriba. Mientras suben, se oye:
FABIANA: ¿Y a qué hora quedaste?  Tengo un vestido finísimo que te puede quedar.
 Jorge sale dando un portazo. Los chicos fingen estudiar y se ríen. Al rato Marcela baja con  Fabiana, trayendo vestidos, collares, pinturas, y preparan un café.
MARCELA: Me gusta ese suéter
  (Dice señalando  entre las cosas que trajeron)
FABIANA: Con este pantalón negro, te va a quedar fantástico.
                (Le muestra)
MARCELA: Sí, tengo que estar elegante. ¿Y Jorge?
                       (Mira para todos lados)
FABIANA: Déjalo, ya volverá.....Tienes que hacerte algo en el pelo.....levantarlo, quizás.
MARCELA: ¿Te animas ha hacérmelo?
FABIANA: Claro, pero primero vístete.
                    (Le da la ropa:)
Marcela se viste, los chicos fingen que estudian y se ríen. Ella aparece muy arreglada y se sienta para que Fabiana la peine, luego la maquilla y le pinta las uñas. Llega Jorge, observa la escena y sin saludar sube al cuarto. Las mujeres continúan como si nada. Hasta que suena el timbre y Pablo sale a atender.
PABLO: Es para ti, madre. Un tal Javier.
MARCELA: ¡Hasta Luego! Y gracias Fabiana.
                     (Besos y sale)
 Fabiana,  suspira hondo y  Jorge baja.
JORGE: Ese hombre no me gusta.
PABLO: No te preocupes, que mamá sabe defenderse.
JORGE. Si lo sabré yo...
FABIANA: ¿Qué sabes?
        (Se cruza de brazos y sube por la escalera)
JORGE: Estás muy susceptible
                (Sube también)
 
 Los chicos se ríen y se acuestan.  Las luces se apagan y  termina el acto.
                  ULTIMO ACTO
Todos duermen, las luces se encienden  lentamente  y se apagan varias veces, simulando que pasan los días. Cuando está oscuro, suena el despertador. Pablo enciende la luz, se levanta, despierta a Ana y a su madre. Se visten apurados.
MARCELA: Se ha hecho muy tarde. Hoy no hay desayuno.
 Se va al baño y sale, toma la cartera y se va apurada.
MARCELA: ¡Chau, chau!
ANA: ¿Vienes a comer?
MARCELA: No lo sé, te hablo. ¡Chau!
PABLO: ¿Mamá está trabajando o  buscando casa?
ANA: Creo que las dos cosas. Ya tiene algo  en vista.
PABLO.  Tuvo suerte.  Y la merecía.
ANA: El que no anda con suerte es papá.
PABLO: Cuando nos vamos, vendrá la calma. Ya verás.
ANA: Mmmm......
 Ambos salen para la escuela, detrás baja Jorge y sale. Aparece Fabiana bostezando y en deshabillé por la escalera y baja, acomoda un poco el comedor. En es momento entra  nuevamente Ana.
ANA: Hola, Fabiana. ¿Dormiste bien?
FABIANA: No.  ¿Qué pasó, no tuviste clases, hoy?
ANA: No, no fue eso. Es que no estudié y me volví para no arriesgarme,
FABIANA: Yo también lo hacía.
Fabiana entra en la cocina y saca la nota de la heladera, la lee.
FABIANA: Ah, no ¡.Yo no voy otra vez a la carnicería!
               (Protesta)
ANA. Deja, voy yo.
             (Toma la bolsa y el papel)
FABIANA: Toma el dinero. ¿Con qué vas a comprar?
ANA: Tienes razón.
           (Lo recibe y se va)
              Fabiana pone música, arregla  la mesa, prepara el desayuno. Abre y cierra la alacena. Y canta. Ana regresa con la bolsa cargada y al rato, entra Marcela sonriente y muy contenta.
MARCELA: ¡Alquilé un departamento!
    (Dice eufórica y levantando sus brazos)
ANA: ¿Ya?
MARCELA: ¿Qué pasó que faltaste a la escuela?
ANA: Presentía que ibas a venir a darnos la noticia.
MARCELA: ¡Caradura!
FABIANA:   ¿Cómo es? ¿Adónde?
MARCELA: Más tarde se los mostraré
      (Y hace rechinar las llaves entre sus dedos)
FABIANA: ¡Es cierto!    ¿Yo podré verlo?
MARCELA: Y claro. ¿Por qué no?  Está cerca. ¿Y Pablo?
ANA: En la escuela.
MARCELA: ¿Lo esperamos?
ANA: Por supuesto que no. ¡Vamos ya!
FABIANA: ¿Dijiste que es cerca?
MARIANA: A seis cuadras.
FABIANA: ¡Qué bien, Marcela! Te felicito.
                     (Sonríe.)
MARCELA: ¡Vamos! Todavía tengo que comprar algunos muebles.
FABIANA: Si quieres te presto el diván con la marinera. Y una cómoda que tengo en el dormitorio, para que no gastes.
MARIANA: ¿Le has preguntado a Jorge?
FABIANA: No, pero supongo que no  pensará negárselo a sus hijos.
ANA: Así se habla Fabiana. ¡Así se habla!
MARCELA: ¿Salimos?
ANA Y FABIANA: ¡Salimos!
  No queda nadie. Al rato llega Jorge, mira para todos lados, sube, baja, entra Pablo y lo saluda. Jorge entra a la cocina, levanta la tapa de la olla.
JORGE: ¡Ya ni comida hacen!
PABLO: ¡Qué raro! ¿Adónde habrán ido?
Jorge se tira en el sillón y lee el diario. Se lo ve furioso.
PABLO: ¿Pido dos lomitos?
JORGE. Y claro ¿Qué podemos hacer?
PABLO: Bueno, padre. Tampoco es para tanto. Habrán tenido algo importante que hacer.
JORGE: Tu madre, no me extraña que esté  en el registro civil. Pero Fabiana.....no sé.
PABLO: Habrá salido de testigo.
  Y se ríe a carcajadas, mientras habla por teléfono y pide dos lomitos. Justo cuando ellas entran muy alegres y Marcela, al oír el pedido dice:
MARCELA: ¡Que sean cinco, hijo!
ANA: Y una gaseosa.
PABLO: Perdón, que sean cinco y una gaseosa.
               (Repite por el  teléfono)
  Mientras tanto Jorge, cierra el diario y enojado se dirige a Fabiana.
JORGE: ¡Sabes que no me gusta la comida chatarra! ¡Y no voy a tolerar que salgas sin avisar!
FABIANA: No me digas, Jorgi. ¡A mí tampoco me gusta la chatarra y sin embargo te aguanto!
MARCELA: Bueno, bueno....basta de discusiones que tenemos que festejar, Jorgi.
JORGE: Sí, últimamente estás muy misteriosa y alegre. Me imagino que algo te traes entre manos. Déjame adivinar.... ¿Quieres?
MARCELA: Bueno, ¿A ver?
JORGE: ¿Te casas con  el tal Javier?
MARCELA: No.
JORGE: Con otro.
MARCELA: Tampoco.
JORGE: ¿Te ascendieron?
MARCELA: No. ¡Alquilé departamento!  
                 (Dice y le muestra las llaves)
JORGE: ¿Qué alquilaste departamento?  ¿Y de qué van a vivir?
MARCELA: He vivido con menos ¿Lo recuerdas?
JORGE: Pero ¿Y el estudio de los chicos?
MARCELA: De eso tú te encargarás, Jorgi. ¿O piensas seguir borrado?
JORGE: ¡Ni siquiera me consultaste!
FABIANA: ¡Esto es el colmo!
JORGE: Debiste esperar un tiempo a que la inmobiliaria, empiece a caminar otra vez.
               (Le dice a Marcela)
FABIANA: ¡No te soporto!
JORGE: Yo tampoco te soporto.
               Fabiana sube a su cuarto, furiosa.
MARCELA: Ve con tu mujer, ella no tiene la culpa.
JORGE: ¡Lo que faltaba, que quieras decirme lo que tengo que hacer!
MARCELA: Ah, claro, ¿Y yo tengo que consultarte? Por favor, Jorge. ¿O es que quieres vivir con dos mujeres al precio de una? ¡Vamos chicos, preparen el bolso que ya nos vamos!
                 Los chicos están serios y preparan el bolso. Saludan a su padre con un beso y le palmean el hombro.
MARCELA: Bueno, Jorge. Te deseo suerte y gracias por todo ¿He?
PABLO: ¿Y Fabiana?
 Aparece Fabiana con otro bolso bajando la escalera.
FABIANA: ¡Aquí estoy Pablo!
JORGE: Querida, los chicos se van.
                  (Le dice)
FABIANA: Y yo también. ¿No les queda un lugar en el departamento?
 Todos se miran, sin saber qué hacer, mientras  Jorge se muestra desconcertado.
Marcela piensa, camina, mira el piso y luego, mirándola  y haciendo un ademán con la mano, le dice:
MARCELA: ¡Vamos!
 Jorge se tira vencido sobre el sillón y todos salen, saludando con la mano.
                                              FIN.
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Foto del autor NORMA ESTELA FERREYRA
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Miembro desde: Jan 31, 2009
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OBRA DE TEATRO

Palabras Clave: TEATRO-DIVORCIO-PICARESCO-GROTESCO

Categoría: Cuentos & Historias

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