Febrero
          abre sus puertas
esperando lucidos carnavales.
Su dérmis es la misma que la del mes de antes
al que sólo ha sustituído en momento y en nombre.
Él mismo se reconstruirá sobre los mapamundis
e imprimirá sus propios calendarios.
Se gobernará con la largura de los años bisiestos
que traen, a sus nacidos, la fortuna.
Febrero es otra página del tiempo
en el que coexistirán hombres en sus moradas.
Las acechanzas siempre serán las mismas
cada vez que el planeta siga sus rotaciones.