Mi mente divaga lentamente en medio de la cruel locura que me fortalece. Eres la forma frágil de inspiración y el ancla al mundo donde solo tú existes y seguiré sumido en medio de esta locura para imaginar lo inimaginable mientras le arrebato al viento su frescura, su brisa, sus sonidos, para llegar a ti; al agua su murmullo, para oír tu voz; al sol sus tibios rayos para sentir tu calor que me estremece y donde en puedo ver mecer tu sedoso cabello cual hoja de frondoso árbol que se entrega al viento.

En este mundo inimaginable y que solo existe entre tus suspiros, tu piel tiene la esencia dulce de la vida, tu ombligo se asemeja a un cáliz de vino lleno de ambrosía mientras el rocío nocturno recorre y moldea tu cintura y la lluvia antojada de tu boca, humedece tus labios sedientos para que no lo notes y tu cabello se mezcla con el cielo, donde las estrellas confundidas juguetean y la aurora boreal en un arrebato de envidia imita su movimiento. El cielo en tus manos se convierte en parte de piel mientras tú te conviertes en tibio rayo de sol que abriga mi alma dormida. Eres un minuto de paz en medio de la más ruidosa tormenta, la lluvia mojando el suelo reseco de un campo cultivado, comprendes más allá de la mirada, de lo físico, de lo elemental. Dibujas esperanzas, mañanas fascinantes, viajes estelares y encuentros sublimes con sólo tus abrazos. Logras que mi alma se eleve por los cielos. Conoces mis temores, mis deseos y mis miedos con solo una mirada y aunque aun eres invisible a mis ojos, eres tan concreta en mi corazón, que aun sin verte, te veo; sin tocarte, te acaricio; que sin besarte, te beso...