Que insolencia de mi parte profanar tu tiempo,
Y augurar futuros sin detenimientos,
Por creer en tu mano cual legitima singará.
Sólo yo soy culpable de mis lamentos.
 
Que ingenuidad de tu parte el observarme,
Creer en una fraternidad incomparable.
Este undécimo pecado ya fue escrito...
Llorando y sin más que decir, lo admito.
Simple y llanamente... soy culpable.